DESENMASCARANDO EL PENTECOSTALISMO



Grupos que NO creen en la Trinidad:

– Musulmanes.
– Maniqueos.
– Mormones
– Testigos de Jehová
– Judíos incrédulos
– La Luz del Mundo
– Pentecostales Unicitarios
– Unitarios

¿Qué tienen en común todos estos grupos? Sencillo: han rechazado el Evangelio Apostólico, proclamando todos haber recibido una "nueva y secreta revelación", la marca del sectarismo. El Apóstol Pedro advierte: "Pero ante todo sabed esto, que ninguna profecía de la Escritura es asunto de interpretación personal" (2 Ped 1:20). Todas estas sectas se basan enteramente en una revelación "nueva" que solo los líderes fundacionales de sus sectas han recibido en secreto: el camino de todas las herejías.

Las Sagradas Escrituras, los Padres de la Iglesia, los Primeros Grandes Credos y Concilios de la Iglesia, los Grandes Escolásticos, los Reformadores y los Grandes Teólogos posteriores a la Reforma, están todos de nuestro lado: la enseñanza constante, consistente y apostólica ha sido una y la misma a través de la Historia de la Iglesia universal: Dios es uno, revelado en tres personas, el PADRE, el Hijo y el Espíritu. Aquellos que niegan esta verdad fundamental, han negado el Evangelio que salva, e inventan falsos evangelios que carecen el poder para salvar.

En palabras del Apóstol Juan:

– "Todo el que se desvía y no permanece en la enseñanza de Cristo, no tiene a Dios; el que permanece en la enseñanza tiene tanto al Padre como al Hijo. Si alguno viene a vosotros y no trae esta enseñanza, no lo recibáis en casa, ni lo saludéis, pues el que lo saluda participa en sus malas obras"
(2 Jn 1:9-11).


 


Cuando nuestro Señor en los días de Su humillación fue bautizado, los escritores de los evangelios nos testifican que al surgir de las aguas, ocurrieron dos grandes señales divinas: una audible y otra visual.

– San Lucas nos declara:
"Y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido".
(3:22, véase también Mt 3:16, Mr 1:10, Jn 1:32).

Nótese el testimonio claramente Trinitario de todos los evangelistas:

1. El Padre, que está en los cielos, sentado en el trono, en luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver jamás (1 Tim 6:16), habla audiblemente.

2. El Espíritu Santo, que procede de Dios, toma forma perceptible de paloma, pues es puro y manso, reposa sobre el Mesías.

3. Y el Mesías, el Hijo unigénito de Dios, quien se hizo carne (Jn 1:14), siendo confirmado por tan maravillosas señales de Su parte en la Deidad: "este es mi Hijo amado".

Todo esto está ocurriendo simultáneamente, no secuencialmente. No hay ilusión, ni magia, ni diversión. El PADRE, el Hijo y el Espíritu Santo, todos se manifiestan claramente en la plenitud de la revelación de Dios: las tres personas, son uno y el mismo Dios. El Padre no es el Hijo; el Hijo no es el Espíritu Santo; el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo; más sin embargo, los tres son el mismo y único Dios verdadero, el Dios que le habló a Abraham y se le apareció a Moisés. El Dios eterno, en tres personas.

Este es, pues, el sello y el signo de los que pertenecen al nuevo y mejor pacto del pueblo de Dios: todos ellos DEBEN ser bautizados en esta plenitud de la Deidad:

– "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28:19).

Los que niegan esto, los que resisten esto, los que jactanciosamente e intencionalmente se bautizan en rechazo de esta fórmula Trinitaria, son rechazados: NO tienen parte en el cuerpo universal de Cristo, la Iglesia, es decir, la familia de Dios (1 Tim 3:15).

===

Término con las palabras de Cipriano (200-258 d.C), obispo de Cartago:

"Finalmente, cuando, después de la resurrección, los Apóstoles son enviados por el Señor a los paganos, se les ordena que bauticen a los gentiles 'en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo'. ¿Cómo, pues, dicen algunos, que un gentil bautizado fuera de la Iglesia, sí, y en oposición a la Iglesia, de modo que sólo en el nombre de Jesucristo, en todas partes y de cualquier manera, puede obtener la remisión de pecado, cuando Cristo mismo manda a los paganos a ser bautizados en la Trinidad plena y unida? El que niega a su Padre, a quien Cristo mismo confesó, es negado por Él; y el que blasfema contra Aquel a quien Cristo llamó Su Señor y Su Dios, no obtiene la remisión de los pecados y la santificación del bautismo".


 
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Reacciones: Sebas S.


Cuando nuestro Señor en los días de Su humillación fue bautizado, los escritores de los evangelios nos testifican que al surgir de las aguas, ocurrieron dos grandes señales divinas: una audible y otra visual.

– San Lucas nos declara:
"Y el Espíritu Santo descendió sobre Él en forma corporal, como una paloma, y vino una voz del cielo, que decía: Tú eres mi Hijo amado, en ti me he complacido".
(3:22, véase también Mt 3:16, Mr 1:10, Jn 1:32).

Nótese el testimonio claramente Trinitario de todos los evangelistas:

1. El Padre, que está en los cielos, sentado en el trono, en luz inaccesible y a quien ningún hombre ha visto ni puede ver jamás (1 Tim 6:16), habla audiblemente.

2. El Espíritu Santo, que procede de Dios, toma forma perceptible de paloma, pues es puro y manso, reposa sobre el Mesías.

3. Y el Mesías, el Hijo unigénito de Dios, quien se hizo carne (Jn 1:14), siendo confirmado por tan maravillosas señales de Su parte en la Deidad: "este es mi Hijo amado".

Todo esto está ocurriendo simultáneamente, no secuencialmente. No hay ilusión, ni magia, ni diversión. El PADRE, el Hijo y el Espíritu Santo, todos se manifiestan claramente en la plenitud de la revelación de Dios: las tres personas, son uno y el mismo Dios. El Padre no es el Hijo; el Hijo no es el Espíritu Santo; el Espíritu Santo no es el Padre ni el Hijo; más sin embargo, los tres son el mismo y único Dios verdadero, el Dios que le habló a Abraham y se le apareció a Moisés. El Dios eterno, en tres personas.

Este es, pues, el sello y el signo de los que pertenecen al nuevo y mejor pacto del pueblo de Dios: todos ellos DEBEN ser bautizados en esta plenitud de la Deidad:

– "Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mt 28:19).

Los que niegan esto, los que resisten esto, los que jactanciosamente e intencionalmente se bautizan en rechazo de esta fórmula Trinitaria, son rechazados: NO tienen parte en el cuerpo universal de Cristo, la Iglesia, es decir, la familia de Dios (1 Tim 3:15).

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Término con las palabras de Cipriano (200-258 d.C), obispo de Cartago:

"Finalmente, cuando, después de la resurrección, los Apóstoles son enviados por el Señor a los paganos, se les ordena que bauticen a los gentiles 'en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo'. ¿Cómo, pues, dicen algunos, que un gentil bautizado fuera de la Iglesia, sí, y en oposición a la Iglesia, de modo que sólo en el nombre de Jesucristo, en todas partes y de cualquier manera, puede obtener la remisión de pecado, cuando Cristo mismo manda a los paganos a ser bautizados en la Trinidad plena y unida? El que niega a su Padre, a quien Cristo mismo confesó, es negado por Él; y el que blasfema contra Aquel a quien Cristo llamó Su Señor y Su Dios, no obtiene la remisión de los pecados y la santificación del bautismo".





Ayer vimos cómo en el bautismo de nuestro Señor se manifestó clara e innegablemente a todos los hombres la plenitud de la Deidad: el Padre que habla en los cielos, el Espíritu Santo en forma de paloma que desciende, y el Hijo encarnado sobre quien reposó el Espíritu (Lc 3:22). La Santísima Trinidad, los tres Uno es.

Pero, igualmente, vemos la plenitud de la Deidad, al tercer día cuando resucitó nuestro Señor. En Pentecostés, en el cumplimiento de la profecía del profeta Joel, bajo la llenura del Espíritu Santo se levantó el preeminente Apóstol Pedro y dijo a la multitud reunida en los atrios del Templo:

– "Pues bien, Dios ha resucitado a ese mismo Jesús, y de ello todos nosotros somos testigos. Después de haber sido enaltecido y colocado por Dios a Su derecha y de haber recibido del Padre el Espíritu Santo que nos había prometido, él a su vez lo derramó sobre nosotros. Eso es lo que ustedes han visto y oído" (Hechos 2:32-33).

Note la clara economía de la Deidad:

1. "A ese mismo Jesús" ... es decir, el Hijo.

No fue el Padre quien se encarnó, y ciertamente no fue el Espíritu. Creer esto es blasfemia, herejía milenaria llamada "patripasianismo", los que negando la Trinidad crucifican al Padre en lugar del Hijo. Fue el Cristo, el "Hijo unigénito de Dios" (Jn 1:14, 18) quien se hizo carne y entregó Su cuerpo como precio de nuestro rescate.

2. "Dios ha resucitado" ... es decir, el Padre.

En el pasaje correlativo, el mismo Apóstol Pedro dice: "El Dios de nuestros padres resucitó a Jesús, el mismo a quien ustedes mataron colgándolo en una cruz. Dios lo ha levantado y lo ha puesto a su derecha" (Hechos 5:30-31). Asimismo, el Apóstol Pablo escribe: "Pablo, Apóstol no enviado ni nombrado por los hombres, sino por Jesucristo mismo y por Dios el Padre que le resucitó de entre los muertos" (Gálatas 1:1). Fue el mismo Padre invisible en el cielo, quien resucitó al Hijo de entre los muertos, vindicando a Su Hijo unigénito ante toda la creación, dando claro testimonio que Aquel que fue crucificado, era el mismo Hijo coeterno con el Padre, "que estaba en el principio con Dios" (Jn 1:2) "antes que existiera el mundo, teniendo la misma gloria del eterno Padre" (Jn 17:5). Este Hijo eterno, ha sido colocado nuevamente a la derecha del Padre, por el mismo Padre. Los dos, Uno son.

3. "Recibido del Padre el Espíritu Santo que nos había prometido, Él a su vez lo derramó sobre nosotros ..." es decir, el Santo Espíritu.

Pablo escribe a los romanos: "Y si el Espíritu de aquel que resucitó a Jesús vive en ustedes, el mismo que resucitó a Cristo dará nueva vida a sus cuerpos mortales por medio del Espíritu de Dios que vive en ustedes" (Rom 8:11). Nótese el misterio majestuoso de la Santísima Trinidad en acción en la Resurrección de nuestro Señor: El PADRE que está en los cielos, por el poder del Espíritu Santo, resucita al Hijo encarnado de entre los muertos. "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos!" (Rom 11:33).

Vemos entonces, tal como vimos en el bautismo de nuestro Señor (por cierto, también lo vemos en Su encarnación en el vientre de María), la economía simultánea y armoniosa de la plenitud de la Deidad: los Tres, en Uno, operando la obra de salvación. Esto no es secuencial, Dios no está tomando diferentes "máscaras" y "modos" en diferentes momentos de la historia: una vez apareciendo como el Padre, luego el Hijo, y luego el Espíritu. ¡Herejía de herejías! Es la plenitud de la Deidad, existiendo coeternamente y realizando la obra de creación y salvación en perfecta unión. La Santísima Trinidad, los tres Uno es.

===

Por cierto, es imposible que profeses el Evangelio y así alcances la salvación de tu alma, si niegas este misterio de misterios. ¿Cómo es eso? El Apóstol Pablo nos escribe de nuevo en su carta a los romanos:

– "Esta es la palabra de fe que predicamos: que si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que DIOS le levantó de los muertos, serás salvo" (Rom 10:9-10).

No puedes creer eso, y mucho menos confesarlo con un significado real y verdadero, si niegas la plenitud de la Deidad. Nótese: la confesión de fe no es que "Jesús se resucitó a Sí mismo, porque Él es el PADRE". Pero más bien, ¿cuál es el mensaje central de nuestro Evangelio? Que el PADRE en el cielo, resucitó a Su Hijo encarnado en la Tierra, por el Espíritu Santo, y ahora este Cristo, crucificado pero ahora resucitado, está sentado corporalmente a la diestra del Padre en el cielo. ¡Los tres, Uno son!

¡Niegas esto y serás negado en el cielo!


 


1 de Juan 2;20 Pero vosotros tenéis la unción del Santo y conocéis todas las cosas.

Considerar el contexto en el que bajo inspiración Divina fue hecha esta poderosa declaración, deja muchas cosas en claro. El contexto era una iglesia bajo el ataque de falsos maestros infiltrados de entre las filas de aquella comunidad cristiana.

Pero en medio de ese contexto de engaño y actividad demoniaca intentando confundir y desviar de la verdad a los santos, el apóstol Juan les dice "PERO VOSOTROS TENEIS LA UNCION DEL SANTO Y CONOCEIS TODAS LAS COSAS". El apóstol les está recordando la poderosa provisión que significa contar con la guía y ministerio didáctico de La persona Del Espíritu Santo que habita en todo redimido.

Lo que este cuadro nos deja en claro, es que en gran parte del evangelicalismo, no solo tenemos una gran cantidad de pastores no regenerados, SINO TAMBIEN UNA GRAN MASA DE GENTE QUE DE CRISTIANOS SOLO TIENEN EL NOMBRE, PORQUE CUALQUIER FALSA DOCTRINA LOS CONFUNDE. AL GRADO TAL, QUE HASTA LLEGAN AL EXTREMO DE CREER, QUE UNA DOCTRINA FUNDAMENTAL PARA LA SALVACION COMO LO ES LA DOCTRINA DE LA TRINIDAD, FUE PRODUCTO DE INFLUENCIAS PAGANAS EN LA IGLESIA.
Otros son enredados en la blasfema noción de que Dios no ha podido impedir de que parte de su revelación haya sido cercenada del Canon Bíblico por alguna mano negra. A otros les han metido en la cabeza que ya no pueden llamar Jesús a su redentor porque tal nombre también tiene origen pagano.
Aunque parezca increíble a algunos "cristianos" han abrazado la falsa doctrina de la preexistencia del alma.

CONSIDERAR TODO ESTO NOS LLEVA A LA COMPRESION DE QUE UNA GRAN MASA DE QUIENES DICEN SER CRISTIANOS, NO POSEEN LA UNCION DEL SANTO. UN CRISTIANISMO EN DONDE BRILLA POR SU AUSENCIA, EL PODEROSO MINISTERIO DEL ESPIRITU SANTO GUIANDO A TODA VERDAD A AQUELLOS EN QUIENES HABITA. Y ESTO DEBIDO A QUE SE TRATA DE MEROS PROFESANTES DE LA FE CRISTIANA Y QUE COMO TALES NO TIENEN AL ESPIRITU SANTO.


 


¿Eres un esclavo de la religión?
Muchos, incluso que dicen ser de "sana doctrina", ponen en la espalda de sus seguidores una mochila llena de piedras.

La religión y los religiosos siempre te harán llevar cargas que ni ellos mismos llevan (Lucas 11:46). Por el contrario, el Señor Jesucristo nos trajo libertad (Lucas 4:18).

Sí, "todo nos es lícito", pero recuerda también que no todo edifica. (1 Corintios 10:23).

"Estad, pues, firmes en la libertad
con que Cristo nos hizo libres,
y no estéis OTRA VEZ
sujetos al yugo de esclavitud."
—Gálatas 5:1 (RV1960)