NO SON ENVIADOS DE DIOS
En el pueblo de Israel
hubo también algunos
que decían ser enviados por Dios,
pero no lo eran.
Así también, entre ustedes,
habrá quienes se crean maestros
enviados por Dios,
sin serlo.
Ellos les darán enseñanzas
falsas y peligrosas,
sin que ustedes se den cuenta,
y hasta dirán que Jesucristo
no es capaz de salvar .
Por eso,
cuando ellos menos lo esperen,
serán destruidos por completo.
Mucha gente vivirá
como esos falsos maestros,
haciendo todo lo malo que se les antoje.
Por culpa de ellos,
la gente hablará mal de los cristianos
y de su modo de vivir.
Esos falsos maestros desearán
tener más y más dinero,
y lo ganarán enseñando mentiras.
Pero Dios ya decidió castigarlos
desde hace mucho tiempo,
y no se salvarán de ese castigo.
El castigo será, especialmente,
para los que no obedecen sus órdenes
y viven haciendo todo lo malo
que se les antoja.
Esos falsos maestros
son tercos y orgullosos,
y no tienen miedo de insultar
a los ángeles buenos.
Sin embargo, los ángeles,
aunque son más poderosos
que esos falsos maestros,
no se atreven a insultarlos
delante de Dios.
Esos hombres no entienden nada,
todo lo hacen por capricho,
y discuten acerca
de lo que no entienden;
son como los animales,
que nacen para que los atrapen y los maten.
Sufrirán por haber hecho sufrir a otros,
pues creen que serán felices haciendo,
a plena luz del día,
todo lo malo que se les antoja.
Da vergüenza ver lo malo que hacen,
y el escándalo que arman,
cuando los acompañan a ustedes
en sus fiestas de la iglesia .
Esos falsos maestros
son como pozos secos, sin agua;
¡son como nubes
llevadas por fuertes vientos!
Pero Dios los castigará
y los echará para siempre
a la más profunda oscuridad.
Porque ellos,
para impresionar a la gente,
dicen cosas bonitas que,
en realidad, no sirven para nada.
Obligan a otros a participar
en sus mismos vicios y malos deseos,
y engañan a los que con mucho esfuerzo
apenas logran alejarse del pecado.
Les prometen que serán libres
de hacer lo que quieran,
pero ellos mismos
no pueden dejar de hacer el mal.
Y será ese mismo mal
el que acabará por destruirlos,
pues quien no puede dejar de pecar
es esclavo del pecado.
Además, los que han conocido
a nuestro Señor y Salvador Jesucristo
ya no siguen el ejemplo de los pecadores
de este mundo; pero,
si se dejan engañar con esas cosas,
y además se dejan controlar por el pecado,
quedarán peor que antes.
Más les valdría no haber conocido
este santo mandamiento ,
ni saber de qué manera quiere Dios que vivan,
que saber esto y no obedecerlo.
Así, esas personas
demuestran la verdad del dicho:
«El perro vuelve a su vómito»,
y también la verdad de este otro:
«El cerdo recién bañado
vuelve a revolcarse en el lodo».
2 Pedro 2:1-3, 10-13, 17-22 TLA
https://bible.com/bible/176/2pe.2.1-22.TLA
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