Re: ¿De qué tiene que arrepentirse la Iglesia Católica?
Justo como el Rey David al tomar la ciudad de Jerusalem de manos paganas. O cuando los Judios destruyeron todo vestigio pagano de Tierras Judias, el Cristianismo no puede y no debe tolerar otra religion que adore falsos dioses, JesuCristo es Dios y Señor del Universo, Unico y Verdadero Rey.
El Estado Imperial abandono el Paganismo y se humillo al Unico Dios Verdadero, y por ende, Dios permitio lanzar su copa de ira sobre el Imperio Romano y aplastar completamente el mundo clasico para reconstruirlo acorde a la Fe Cristiana, quitar la inmoralidad clasica de la cultura helenica y cristianizar sus estructuras, su cultura, su lengua, su forma de gobierno.
Y no fue a la fuerza, todavia para el siglo V habia paganos, pero el pueblo lentamente se volvio Cristiano al ver que el paganismo no tenia mas futuro.
No, fue gracias a la Evangelizacio de Oriente, en Egipto nacieron los Monjes, y con ello las predicas fueron creciendo, la Evangelizacion apoyada por el Estado permitio sacar del error pagano a los egipcios y dejar todas esas falsas practicas.
Se mas de los Aztecas de lo que te imaginas gracias a que soy Mexicano, pero eso lo resolvere cuando toque es el tema Maya.
He aqui el discurso doble de los liberales, alaban el lado "dorado" de los Mayas pero olvidan realmente la razon de la Evangelizacion de los Pueblos Indigenas, y esto era sus cultos sangrientos, sacrificios humanos y doctrinas que no son compatible con el Cristianismo, Unica y Verdadera Religion.
La grandeza Maya, Azteca e Inca se perdio por culpa de ellos mismo, «Una gran civilización no es conquistada desde afuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde adentro» decia Will Durant filosofo humanista del siglo XIX y asi paso con los Mayas, Aztecas e Incas, no fue la Espada y el Cañon Español o la Cruz Cristianas lo que aplastaron tan grandiosos Imperios, fueron ellos mismos. Cualquier estudioso de las civilizaciones precolombinas sabe de sobra que las cosmogonías de muchos de estos pueblos eran enormemente perversas y sanguinarias, que los vencidos eran sometidos a las prácticas más espantosas.
Por ejemplo, el Demonio se ha hecho dueño de estas civilizaciones, los Mayas por ejemplo, su religion pedia bajo la Serpiente Kulkulkan aplacar su sed de cadáveres mediante los más horrendos sacrificios humanos. Ruedan cabezas desde lo alto de las pirámides truncadas, se descuajan corazones palpitantes sobre el altar del templo, el hedor de la sangre es celebrado con rugidos por la hirviente multitud.
Los Aztecas tenian un culto donde las víctimas sacrificadas a Xipe Tótec eran atadas a un poste y eran por completo cubiertas por flechas que les eran lanzadas. Posteriormente el cadáver sería desollado y un sacerdote se cubriría con la piel. (Representando la renovación de la tierra para volver a ser fértil) La Madre Tierra, Teteoinnan, requería víctimas femeninas desolladas. Tláloc requería niños enfermos masculinos.
Las Incas tenian su «Capacocha» era la práctica Inca de sacrificio humano, generalmente usando niños. Los sacrificios se hacían en o después de eventos importantes, como la muerte del Sapa Inca o durante una hambruna. Se escogía a los niños para ofrecérselos al Sapa Inca para esta ocasión. Se cree que los niños usados tenían que ser físicamente perfectos: lo mejor que se le podía ofrecer a los dioses.
Fueron ellos mismo quienes destruyeron su civilizacion, no los Españoles, la riqueza cultural de las culturas indigenas sera siempre minimizada por esto.
Brincas de un tema a otro, aunque estan bien conectados, para empezar, el Estado Español busco primeramente hacer conexiones diplomaticos con los Reyes "indios", Cortez por ejemplo, en nombre del Emperador Aleman y Rey Español Carlos de Habsburgo prohibio la religion Mexica por que para un Cristiano del siglo XVI era intolerable tener que ver a Cristo en un panteon de falsos dioses como Quetzalcoatl. Ahora bien, los excesos Españoles si bien fueron ciertos no fueron hechos en nombre de la Iglesia sino en nombre del Imperio Germano-Español, es bien sabido que Fray Bartolome de las Casas en su libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias declara que los unicos preocupados por proteger a las almas indigenas de los excesos del tiranismo conquistador de sus compatriotas eran los Frailes Dominicos (encargados del Santo Oficio) y los Frailes Franciscanos.
Disculpame tu a mi, porque los asesinatos rituales de los Aztecas eran por mucho superiores a la tasa de indigenas quemados por no bautizarse, la Enciclopedia Britanica de 2007 en su apartado de Sacrificio Humano dice:
El ofrecimiento sacrificial de humanos a un dios ha sido bien establecido sólo en pocas culturas. En lo que hoy es México la creencia de que el sol necesitaba de alimento humano condujo al sacrificio de miles de víctimas anualmente en los rituales del calendario azteca y nahua del maíz. Los incas restringían sacrificios masivos a la ascensión de un soberano
De igual manera el historiador y antropologo Miguel León-Portilla afirma con frecuencia la existencia del sacrificio humano entre los mesoamericanos, en los Aztecas se pueden contar mas de mil sacrificios humanos en menos de 8 meses que se necesitaban para la religion azteca.
Exacto, los Aztecas, Mayas e Incas se mataron a si mismo, los Españoles solo derribaron un arbol hueco.
Es obvia tu ignorancia en esos temas, citar un autor amarillista que solo trae leyendas negras es un punto a mi favor de que solo hablas por hablar. El Cristianismo es y sera la Religion Verdadera, empujado por Humanos Pecadores es cierto, ya en otros epigrafes demostre que los hechos que trajiste de ese autor son falsos, espurios e inexactos, mostre la falsedad de una Inquisicion viciada, lo ignorante que es querer relacionar al III Reich con el Vaticano, asi como tambien la relacion entre Celibato y Escandolos Sexuales, si quieres hablar de cada una de esas cosas, te doy los links y aportamos con calma sin mesclar las cosas, para llevar un orden.
Argumentos falsos, ya te demostre que la Iglesia Catolica protegio indigenas, rechazar el paganismo no significa rechazar al pagano, nuestro deber es la transformacion del mundo al Cristianismo, pues Cristo es la Unica Verdad, y fuera de Cristo, no hay salvacion.
Entonces no justiques a los mayas y aztecas que bien asesinaron a miles con alevosia, premeditacion y ventaja, si eres fiel a lo que dices sus glorias culturales no justifican eso, a menos que seas hipocrita y solo apliques estas palabras al Cristianismo y no a esos paganos como lo hicistes lineas arriba.
No, España tiene que agradecerle el ser una Nacion Unidad y no un monton de principados o estados independientes que aunque comparten una misma lengua tienen una marcada diferencia cultural y de ideosincracia. El Catolicismo que Isabel y Fernando usaron como cultura y unidad Nacional creo una Nacion tan poderosa que domino a Europa por casi 200 años, siendo la protagonista del destino del mundo.
Para nada, y para eso te cito el siguiente articulo que desmiente el tuyo.
Introducción
La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza. De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira. No es sólo, pues, una insuficiencia histórica o científica la que explica la cantidad de imposturas lanzadas al ruedo. Es un odium fidei alimentado en el rencor ideológico. Un desamor fatal contra todo lo que lleve el signo de la Cruz y de la Espada. Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.
El despojo de la tierra
Se dice en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto típico de rapacidad imperialista.
Llama la atención que, contraviniendo las tesis leninistas, se haga surgir al Imperialismo a fines del siglo XV. Y sorprende asimismo el celo manifestado en la defensa de la propiedad privada individual. Pero el marxismo nos tiene acostumbrados a estas contradicciones y sobre todo, a su apelación a la conciencia cristiana para obtener solidaridades. Porque, en efecto, sin la apelación a la conciencia cristiana —que entiende la propiedad privada como un derecho inherente de las criaturas, y sólo ante el cual el presunto despojo sería reprobable— ¿a qué viene tanto afán privatista y posesionista? No hay respuesta.
La verdad es que antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrizado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma, y el saqueo y el despojo las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición, mutilaciones evidentes y distintivos oprobiosos. Una "justicia" claramente discriminatoria, distinguía entre pudientes y esclavos en desmedro de los últimos y no son éstos, datos entresacados de las crónicas hispanas, sino de las protestas del mismo Carlos Marx en sus estudios sobre "Formaciones Económicas Precapitalistas y Acumulación Originaria del Capital". Y de comentaristas insospechados de hispanofilia como Eric Hobsbawn, Roberto Oliveros Maqueo o Pierre Chaunu.
La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles —mayas, incas y aztecas— lo eran a expensas de otros dueños a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue ésta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes —carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera— se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento. Y la verdad, al fin, es que sólo a partir de la Conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos. Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria— la que funda la posesión territorial en las más altos razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular. Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque pese a tantas fábulas indoctas, la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Bien lo ha demostrado hace ya tiempo Silvio Zavala, en un estudio exhaustivo, que no encargó ninguna "internacional reaccionaria", sino la Fundación Judía Guggenheim, con sede en Nueva York. Y bien queda probado en infinidad de documentos que sólo son desconocidos para los artífices de las leyendas negras.
Por la encomienda, el indio poseía tierras particulares y colectivas sin que pudieran arrebatárselas impunemente. Por la encomienda organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al Rey —que renunciaba a ellos— sino a los Conquistadores. A quienes no les significó ningún enriquecimiento descontrolado y si en cambio, bastantes dolores de cabeza, como surgen de los testimonios de Antonio de Mendoza o de Cristóbal Alvarez de Carvajal y de innumerables jueces de audiencias. Como bien ha notado el mismo Ramón Carande en "Carlos V y sus banqueros", eran tan férrea la protección a los indios y tan grande la incertidumbre económica para los encomenderos, que América no fue una colonia de repoblación para que todos vinieran a enriquecerse fácilmente. Pues una empresa difícil y esforzada, con luces y sombras, con probos y pícaros, pero con un testimonio que hasta hoy no han podido tumbar las monsergas indigenistas: el de la gratitud de los naturales. Gratitud que quien tenga la honestidad de constatar y de seguir en sus expresiones artísticas, religiosas y culturales, no podrá dejar de reconocer objetivamente No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios estados tribales, la que los guarda bajo una justicia humana y divina, la que Ios pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos Y esto también ha sido reconocido por historiógrafos no hispanistas. Es España, en definitiva, la que rehabilita la potestad India a sus dominios, y si se estudia el cómo y el cuándo esta potestad se debilita y vulnera, no se encontrará detrás a la conquista ni a la evangelización ni al descubrimiento, sino a las administraciones liberales y masónicas que traicionaron el sentido misional de aquella gesta gloriosa. No se encontrará a los Reyes Católicos, ni a Carlos V, ni a Felipe II. Ni a los conquistadores, ni a los encomenderos, ni a los adelantados, ni a los frailes. Sino a los enmandilados Borbones iluministas y a sus epígonos, que vienen desarraigando a América y reduciéndola a la colonia que no fue nunca en tiempos del Imperio Hispánico.
La sed de Oro
Se dice, en segundo lugar, que la llegada y la presencia hispánica no tuvo otro fin superior al fin económico; concretamente, al propósito de quedarse con Ios metales preciosos americanos. Y aquí el marxismo vuelve a brindarnos otra aporía Porque sí nosotros plantamos la existencia de móviles superiores, somos acusados de angelistas, pero si ellos ven sólo ángeles caídos adoradores de Mammon se escandalizan con rubor de querubines. Si la economía determina a la historia y la lucha de clases y de intereses es su motor interno; si los hombres no son más que elaboraciones químicas transmutadas, puestos para el disfrute terreno, sin premios ni castigos ulteriores, ¿a qué viene esta nueva apelación a la filantropía y a la caridad entre naciones. Unicamente la conciencia cristiana puede reprobar coherentemente -y reprueba- semejantes tropelías. Pero la queja no cabe en nombre del materialismo dialéctico. La admitimos con fuerza mirando el tiempo sub specie aeternitatis. Carece de sentido en el historicismo sub lumine oppresiones. Es reproche y protesta si sabemos al hombre "portador de valores eternos", como decía José Antonio, u homo viator, como decían los Padres. Es fría e irreprochable lógica si no cesamos de concebirlo como homo aeconomicus.
Pero aclaremos un poco mejor las cosas.
Digamos ante todo que no hay razón para ocultar los propósitos económicos de la conquista española. No solo porque existieron sino porque fueron lícitos. El fin de la ganancia en una empresa en la que se ha invertido y arriesgado y trabajado incansablemente, no está reñido con la moral cristiana ni con el orden natural de las operaciones. Lo malo es, justamente, cuando apartadas del sentido cristiano, las personas y las naciones anteponen las razones finaneieras a cualquier otra, las exacerban en desmedro de los bienes honestos y proceden con métodos viles para obtener riquezas materiales. Pero éstas son, nada menos, las enseñanzas y las prevenciones continuas de la Iglesia Católica en España. Por eso se repudiaban y se amonestaban las prácticas agiotistas y usureras, el préstamo a interés, la "cría del dinero", las ganancias malhabidas. Por eso, se instaba a compensaciones y reparaciones postreras —que tuvieron lugar en infinidad de casos—; y por eso, sobre todo, se discriminaban las actividades bursátiles y financieras como sospechosas de anticatolicismo. No somos nosotros quienes lo notamos. Son los historiógrafos materialistas quienes han lanzado esta formidable y certera "acusación" ni España ni los países católicos fueron capaces de fomentar el capitalismo por sus prejuicios antiprotestantes y antirabínicos. La ética calvinista y judaica, en cambio, habría conducido como en tantas partes, a la prosperidad y al desarrollo, si Austrias y Ausburgos hubiesen dejado de lado sus hábitos medievales y ultramontanos. De lo que viene a resultar una nueva contradicción. España sería muy mala porque llamándose católica buscaba el oro y la plata. Pero seria después más mala por causa de su catolicismo que la inhabilitó para volverse próspera y la condujo a una decadencia irremisible. Tal es, en síntesis, lo que vino a decirnos Hamilton —pese a sí mismo hacia 1926, con su tesis sobre "Tesoro Americano y el florecimiento del Capitalismo". Y después de él, corroborándolo o rectificándolo parcialmente, autores como Vilar, Simiand, Braudel, Nef, Hobsbawn, Mouesnier o el citado Carande. El oro y la plata salidos de América (nunca se dice que en pago a mercancías, productos y estructuras que llegaban de la Península) no sirvieron para enriquecer a España, sino para integrar el circuito capitalista europeo, usufructuado principalmente por Gran Bretaña. Los fabricantes de leyendas negras, que vuelven y revuelven constantemente sobre la sed de oro como fin determinante de la Conquista, deberían explicar, también, por que España llega, permanece y se instala no solo en zonas de explotación minera, sino en territorios inhóspitos y agrestes. Porque no se abandonó rápidamente la empresa si recién en la segunda mitad del siglo XVI se descubren las minas más ricas, como las de Potosí, Zacatecas o Guanajuato. Por qué la condición de los indígenas americanos era notablemente superior a la del proletariado europeo esclavizado por el capitalismo, como lo han reconocido observadores nada hispanistas como Humboldt o Dobb, o Chaunu, o el mercader inglés Nehry Hawks, condenado al destierro por la Inquisición en 1751 y reacio por cierto a las loas españolistas. Por qué pudo decir Bravo Duarte que toda América fue beneficiada por la Minería, y no así la Corona Española. Por qué, en síntesis —y no vemos argumento de mayor sentido común y por ende de mayor robustez metafísica—, si sólo contaba el oro, no es únicamente un mercado negrero o una enorme plaza financiera lo que ha quedado como testimonio de la acción de España en América, sino un conglomerado de naciones ricas en Fe y en Espíritu. El efecto contiene y muestra la causa: éste es el argumento decisivo. Por eso, no escribimos estas líneas desde una Cartago sudamericana amparada en Moloch y Baal, sino desde la Ciudad nombrada de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, por las voces egregias de sus héroes fundadores.
El genocidio indígena
Se dice, finalmente, en consonancia con lo anterior, que la Conquista —caracterizada por el saqueo y el robo— produjo un genocidio aborigen, condenable en nombre de las sempiternas leyes de la humanidad que rigen los destinos de las naciones civilizadas.
Pero tales leyes, al parecer, no cuentan en dos casos a la hora de evaluar los crímenes masivos cometidos por los indios dominantes sobre los dominados, antes de la llegada de los españoles; ni a la hora de evaluar las purgas stalinistas o las iniciativas malthussianas de las potencias liberales. De ambos casos, el primero es realmente curioso. Porque es tan inocultable la evidencia, que los mismos autores indigenistas no pueden callarla. Sólo en un día del año 1487 se sacrificaron 2.000 jóvenes inaugurando el gran templo azteca del que da cuenta el códice indio Telleriano-Remensis. 250.000 víctimas anuales es el número que trae para el siglo XV Jan Gehorsam en su artículo "Hambre divina de los aztecas". Veinte mil, en sólo dos años de construcción de la gran pirámide de Huitzilopochtli, apunta Von Hagen, incontables los tragados por las llamadas guerras floridas y el canibalismo, según cuenta Halcro Ferguson, y hasta el mismísimo Jacques Soustelle reconoce que la hecatombe demográfica era tal que si no hubiesen llegado los españoles el holocausto hubiese sido inevitable. Pero, ¿qué dicen estos constatadores inevitables de estadísticas mortuorias prehispánicas? Algo muy sencillo: se trataba de espíritus trascendentes que cumplían así con sus liturgias y ritos arcaicos. Son sacrificios de "una belleza bárbara" nos consolará Vaillant. "No debemos tratar de explicar esta actitud en términos morales", nos tranquiliza Von Hagen y el teólogo Enrique Dussel hará su lectura liberacionista y cósmica para que todos nos aggiornemos. Está claro: si matan los españoles son verdugos insaciables cebados en las Cruzadas y en la lucha contra el moro, si matan los indios, son dulces y sencillas ovejas lascasianas que expresaban la belleza bárbara de sus ritos telúricos. Si mata España es genocidio; si matan los indios se llama "amenaza de desequilibrio demográfico". La verdad es que España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida; el derrumbe de la población indígena —y que nadie niega— no está ligado a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio microbiano. La verdad es que la acusación homicida como causal de despoblación, no resiste las investigaciones serias de autores como Nicolás Sánchez Albornoz, José Luís Moreno, Angel Rosemblat o Rolando Mellafé, que no pertenecen precisamente a escuelas hispanófilas. La verdad es que "los indios de América", dice Pierre Chaunu, "no sucumbieron bajo los golpes de las espadas de acero de Toledo, sino bajo el choque microbiano y viral", la verdad —¡cuántas veces habrá que reiterarlo en estos tiempos!— es que se manejan cifras con una ligereza frívola, sin los análisis cualitativos básicos, ni los recaudos elementales de las disciplinas estadísticas ligadas a la historia. La verdad incluso —para decirlo todo— es que hasta las mitas, los repartimientos y las encomiendas, lejos de ser causa de despoblación, son antídotos que se aplican para evitarla. Porque aquí no estamos negando que la demografía indígena padeció circunstancialmente una baja. Estamos negando, sí, y enfáticamente, que tal merma haya sido producida por un plan genocida.
Es más si se compara con la América anglosajona, donde los pocos indios que quedan no proceden de las zonas por ellos colonizados -¿donde están los indios de Nueva Inglaterra?- sino los habitantes de los territorios comprados a España o usurpados a Méjico.
Ni despojo de territorios, ni sed de oro, ni matanzas en masa. Un encuentro providencial de dos mudos. Encuentro en el que, al margen de todos los aspectos traumáticos que gusten recalcarse, uno de esos mundos, el Viejo, gloriosamente encarnado por la Hispanidad, tuvo el enorme mérito de traerle al otro nociones que no conocía sobre la dignidad de la criatura hecha a imagen y semejanza del Creador. Esas nociones, patrimonio de la Cristiandad difundidas por sabios eminentes, no fueron letra muerta ni objeto de violación constante.
Fueron el verdadero programa de vida, el genuino plan salvífico por el que la Hispanidad luchó en tres siglos largos de descubrimiento, evangelización y civilización abnegados.
Y si la espada, como quería Peguy, tuvo que ser muchas veces la que midió con sangre el espacio sobre el cual el arado pudiese después abrir el surco; y si la guerra justa tuvo que ser el preludio del canto de la paz, y el paso implacable de los guerreros de Cristo el doloroso medio necesario para esparcir el Agua del Bautismo, no se hacia otra cosa más que ratificar lo que anunciaba el apóstol: sin efusión de sangre no hay redención ninguna.
La Hispanidad de Isabel y de Fernando, la del yugo y las flechas prefiguradas desde entonces para ser emblema de Cruzada, no llegó a estas tierras con el morbo del crimen y el sadismo del atropello. No se llegó para hacer víctimas, sino para ofrecernos, en medio de las peores idolatrías, a la Víctima Inmolada, que desde el trono de la Cruz reina sobre los pueblos de este lado y del otro del océano temible.
Leelo con calma, te mostrara la realidad de las cosas como son.
Volvemos a lo mismo Vereda, el Renacimiento tiene un sello completamente Cristiano pero buscando sus modelos en el estilo Clasico o ellos creian era el estilo Clasico, los hombres del Renacimiento trabajaron con mucho entusiasmo en estudiar metódicamente las obras de la antigüedad, explorando ruinas, exhumando manuscritos y salvando de su destrucción valiosos documentos. Para ello recibieron la protección de príncipes y Pontífices Romanos, que les estimularon, apoyaron y defendieron en sus investigaciones. No por algo es de la Italia Catolica donde surge este movimiento.
¿Terror e intolerancia? Para nada, para nosotros ese es nuestro deber, la Unificacion del Mundo bajo el Mando del Rey Supramo, JesuCristo, nuestro Señor y Dios. Por eso evangelizamos, para que toda rodilla se doble ante la realeza de Nuestro Señor. Por eso murieron los Primeros Cristianos, por evangelizar a los paganos y no aceptar falsos dioses como Zeus, o el Emperador Romano.
Para los Cristianos nuestro Señor es la transformacion del mundo en la esperanza de “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.”
Interesantes respuestas, que se manejan mucho en los circulos de la izquierda intelectual con los que constantemente debato, a veces pacificamente y a veces encarnizadamente para defender la NovoHispanidad del siglo XV al XIX.
La realidad es que el Cristianismo JAMAS fue una excusa, el Imperio Germano-Español dirigido por Carlos V y luego por su hijo Felipe II si bien protegieron la Fe Cristiana tambien eran hombres Cristianos que no podian permitir que los nuevos subditos del Rey en los Temporal y de Cristo en lo Espiritual cayeran en el error del paganismo.
Tristemente para tus superestudiosos que citastes que seguramente han de tener doctorados y maestrias, las civilizaciones prehispanicas estaban muriendo desde adentro cuando el Español llego y eso es innegable. Fue la lujuria y no los barbaros los que derribaron a Roma, y eso paso con los pueblo mesoamericanos, fue su excesiva violencia contra los suyos propios lo que permitio que un grupo de menos de mil personas conquistar el magnifico Imperio Azteca.
1. Hay quienes creen que el propósito de Alejandro Magno al destruir Persépolis fue el rencor que les tenía a los persas porque Jerjes hubo arrasado Atenas,
2. otros sostienen que el conquistador macedonio sintió una gran envidia al contemplar tanta grandeza, por lo que decidió destruirla incendiándola,
3. y otros investigadores propugnan la teoría de que el incendio fue casual y no provocado.
En cuanto al saqueo de Persépolis por las tropas de Alejandro Magno, el historiador clásico Plutarco nos cuenta que cuando el conquistador macedonio saqueó la ciudad palaciega de Persépolis le hizo falta más de 500 camellos y más de un centenar de burros para cargar con el botín.
No se menciona motivos de indole religiosos, y si así fuera, hubiera arrasado los templos sagrados de Egipto y el templo de Jerusalen, cosa que no pasó, porqué? Alejandro tenía una profunda tolerancia, respeto y gran admiración a las religiones de los pueblos.
Alejandro no tan solo era un deboto religioso, sino que creia que su destino y su naturaleza estaban amparados por los mitos y los dioses. Adoraba a los dioses con sinceridad, y veneró a los dioses locales casi con el mismo énfasis con el que adoraba a los suyos; llegando a construir incluso dos santuarios y restaurando los que estaban en ruinas.[/QUOTE]
Yo nunca mencione motivos religiosos sino culturales, te repito que si algo tenian los Macedonios era una soberbia sobrada en su cultura helenica, Filipo como Alejandro Magno consideraron siempre la campaña de oriente como la expansion de la razon contra el oscurantismo y supercheria orientales y persas. La quema de Persepolis es una muestra de ello, por ejemplo, el historiador frances Victor Duruy afirma que la Quema de Persepolis es un simbolo de lo Helenico sobre lo Oriental, el triunfo total y definitivo de Occidente contra Oriente, el fin del dominio persa y la nueva era que en Alejandro comenzaba.
Esto es ya casi offtopic del tema.
Fué por culpa del Cristianismo como Religión de Estado:
354 Un nuevo edicto de Constantino ordena la destruccion de los templos paganos y la ejecucion de todos los "idolatras". Primera quema de bibliotecas de varias ciudades del Imperio. Las primeras fabricas de cal se construyen al lado de los templos paganos cerrados. Una gran parte de la arquitectura sagrada de los paganos se convierte en cal.
391 El 24 de Febrero, un nuevo decreto de Teodosio no solo prohibe la visita a los templos paganos sino tambien el mirar las estatuas destrozadas.
385 a 388 Maternus Cynegius, animado por su fanatica esposa, y el obispo ("San") Marcelo barren con sus bandas todo el pais, saqueando y destruyendo cientos de templos helenicos, relicarios y altares.
397 "!Demoledlos!". El emperador Flavio Arcadio ordena demoler todos los templos paganos que todavia sigan en pie.
398 El Cuarto Concilio Ecleasiastico de Cartago prohibe a todos, incluyendo a los obispos cristianos, el estudio de los libros de los paganos. Porfirio, obispo de Gaza, derriba casi todos los templos paganos de la ciudad
Los monumentos de la Roma clásica servían de canteras inagotables, proporcionando bloques a los edificios en construcción y a las fábricas de cal.
Millares de estatuas, de capiteles, de columnas, han alimentado las fábricas de cal durante siglos!
Justo como el Rey David al tomar la ciudad de Jerusalem de manos paganas. O cuando los Judios destruyeron todo vestigio pagano de Tierras Judias, el Cristianismo no puede y no debe tolerar otra religion que adore falsos dioses, JesuCristo es Dios y Señor del Universo, Unico y Verdadero Rey.
El Estado Imperial abandono el Paganismo y se humillo al Unico Dios Verdadero, y por ende, Dios permitio lanzar su copa de ira sobre el Imperio Romano y aplastar completamente el mundo clasico para reconstruirlo acorde a la Fe Cristiana, quitar la inmoralidad clasica de la cultura helenica y cristianizar sus estructuras, su cultura, su lengua, su forma de gobierno.
Y no fue a la fuerza, todavia para el siglo V habia paganos, pero el pueblo lentamente se volvio Cristiano al ver que el paganismo no tenia mas futuro.
Fué por culpa del Cristianismo como Religión de Estado:
No, fue gracias a la Evangelizacio de Oriente, en Egipto nacieron los Monjes, y con ello las predicas fueron creciendo, la Evangelizacion apoyada por el Estado permitio sacar del error pagano a los egipcios y dejar todas esas falsas practicas.
Deberías leer e informarte más:
Se mas de los Aztecas de lo que te imaginas gracias a que soy Mexicano, pero eso lo resolvere cuando toque es el tema Maya.
El Fin. El oro fue la ruina de los incas. Los españoles mataron, torturaron y obligaron a los indígenas a trabajar hasta la muertepara conseguir este metal precioso. Desde los días de la conquista, los ladrones de tumbas se han tomado el trabajo de destruir objetos valiosos, con el propósito de obtener el codiciado oro.
La mayoría de los conocimientos que poseían los incas se han perdido o han sido olvidados. Detalles de su historia, relatos de dioses, la técnica para "leer" un quipu y la destreza en la fabricación de finas telas, todo ha desaparecido.
Después de la conquista, este sistema político quedo destruido y los indios desesperadamente pobres.
La aniquilación de todo el cúmulo de conocimiento de los Mayas, Aztecas, Los Incas, por mencionar sólo algunas de estas civilizaciones prehispánicas, es tan significativa esa pérdida de conocimiento, sólo equiparable con la destrucción de la Biblioteca de Alejandría en Egipto.
He aqui el discurso doble de los liberales, alaban el lado "dorado" de los Mayas pero olvidan realmente la razon de la Evangelizacion de los Pueblos Indigenas, y esto era sus cultos sangrientos, sacrificios humanos y doctrinas que no son compatible con el Cristianismo, Unica y Verdadera Religion.
La grandeza Maya, Azteca e Inca se perdio por culpa de ellos mismo, «Una gran civilización no es conquistada desde afuera hasta que no se ha destruido a sí misma desde adentro» decia Will Durant filosofo humanista del siglo XIX y asi paso con los Mayas, Aztecas e Incas, no fue la Espada y el Cañon Español o la Cruz Cristianas lo que aplastaron tan grandiosos Imperios, fueron ellos mismos. Cualquier estudioso de las civilizaciones precolombinas sabe de sobra que las cosmogonías de muchos de estos pueblos eran enormemente perversas y sanguinarias, que los vencidos eran sometidos a las prácticas más espantosas.
Por ejemplo, el Demonio se ha hecho dueño de estas civilizaciones, los Mayas por ejemplo, su religion pedia bajo la Serpiente Kulkulkan aplacar su sed de cadáveres mediante los más horrendos sacrificios humanos. Ruedan cabezas desde lo alto de las pirámides truncadas, se descuajan corazones palpitantes sobre el altar del templo, el hedor de la sangre es celebrado con rugidos por la hirviente multitud.
Los Aztecas tenian un culto donde las víctimas sacrificadas a Xipe Tótec eran atadas a un poste y eran por completo cubiertas por flechas que les eran lanzadas. Posteriormente el cadáver sería desollado y un sacerdote se cubriría con la piel. (Representando la renovación de la tierra para volver a ser fértil) La Madre Tierra, Teteoinnan, requería víctimas femeninas desolladas. Tláloc requería niños enfermos masculinos.
Las Incas tenian su «Capacocha» era la práctica Inca de sacrificio humano, generalmente usando niños. Los sacrificios se hacían en o después de eventos importantes, como la muerte del Sapa Inca o durante una hambruna. Se escogía a los niños para ofrecérselos al Sapa Inca para esta ocasión. Se cree que los niños usados tenían que ser físicamente perfectos: lo mejor que se le podía ofrecer a los dioses.
Fueron ellos mismo quienes destruyeron su civilizacion, no los Españoles, la riqueza cultural de las culturas indigenas sera siempre minimizada por esto.
Claro que no, podieron prohibir el asesinato religioso, pero prohibieron todo el acervo cultural de las civilizaciones prehispánicas y la iglesio usó el terror para el que no quisiera ser bautizado. Ves la diferencia?
Si, claro, la iglesia nunca abrió un pecho para sacar un corazón arriba de un altar, pero asesinó, colgó y quemó a un sinnúmero de herejes, paganos, filósofos en su cruzada evangelizadora. Y fué un incendiario de infinidad de libros.
Brincas de un tema a otro, aunque estan bien conectados, para empezar, el Estado Español busco primeramente hacer conexiones diplomaticos con los Reyes "indios", Cortez por ejemplo, en nombre del Emperador Aleman y Rey Español Carlos de Habsburgo prohibio la religion Mexica por que para un Cristiano del siglo XVI era intolerable tener que ver a Cristo en un panteon de falsos dioses como Quetzalcoatl. Ahora bien, los excesos Españoles si bien fueron ciertos no fueron hechos en nombre de la Iglesia sino en nombre del Imperio Germano-Español, es bien sabido que Fray Bartolome de las Casas en su libro Brevísima relación de la destrucción de las Indias declara que los unicos preocupados por proteger a las almas indigenas de los excesos del tiranismo conquistador de sus compatriotas eran los Frailes Dominicos (encargados del Santo Oficio) y los Frailes Franciscanos.
Y disculpa, no puedo justificarlos por ningún motivo, ni siquiera usando tu truco de "contextualizar" los hechos, porqué? un asesinato religioso es tal si se hace hoy o antes de cristo.
Todo asesinato por cuestiones religiosas es una aberrración,y el número de asesinatos por la iglesia supera por infinidad los asesinatos a corazón abierto de los aztecas o mayas.
Disculpame tu a mi, porque los asesinatos rituales de los Aztecas eran por mucho superiores a la tasa de indigenas quemados por no bautizarse, la Enciclopedia Britanica de 2007 en su apartado de Sacrificio Humano dice:
El ofrecimiento sacrificial de humanos a un dios ha sido bien establecido sólo en pocas culturas. En lo que hoy es México la creencia de que el sol necesitaba de alimento humano condujo al sacrificio de miles de víctimas anualmente en los rituales del calendario azteca y nahua del maíz. Los incas restringían sacrificios masivos a la ascensión de un soberano
De igual manera el historiador y antropologo Miguel León-Portilla afirma con frecuencia la existencia del sacrificio humano entre los mesoamericanos, en los Aztecas se pueden contar mas de mil sacrificios humanos en menos de 8 meses que se necesitaban para la religion azteca.
No hay excusa o justificación de lo injustificable.
Exacto, los Aztecas, Mayas e Incas se mataron a si mismo, los Españoles solo derribaron un arbol hueco.
Ergo el Cristianismo es la mas grande bendición que la humanidad ha tenido desde que el primer hombre nació y que le ha dado gran espiritualidad, humanismo, justicia y progreso a la humanidad. Aleluya!!!
Error, tu fanatismo religioso no te deja ver la realidad.
El siguiente comentario no es mío, pero es claro y contundente:
Es obvia tu ignorancia en esos temas, citar un autor amarillista que solo trae leyendas negras es un punto a mi favor de que solo hablas por hablar. El Cristianismo es y sera la Religion Verdadera, empujado por Humanos Pecadores es cierto, ya en otros epigrafes demostre que los hechos que trajiste de ese autor son falsos, espurios e inexactos, mostre la falsedad de una Inquisicion viciada, lo ignorante que es querer relacionar al III Reich con el Vaticano, asi como tambien la relacion entre Celibato y Escandolos Sexuales, si quieres hablar de cada una de esas cosas, te doy los links y aportamos con calma sin mesclar las cosas, para llevar un orden.
el error fue querer dominar a la gente a como fuera lugar.
NO FUERON ERRORES SINO MASACRES QUE SE HICIERON CON TODA ALEBOSIA Y VENTAJA.
Los errores son cuando no tienes la intención, pero los haces sin querer.
La ICAR ha cometido siniestros muy bien planeados y muy mal intencionados con el objetivo especifico de hacer maldad de asesinar y torturar a seres humanos.
Argumentos falsos, ya te demostre que la Iglesia Catolica protegio indigenas, rechazar el paganismo no significa rechazar al pagano, nuestro deber es la transformacion del mundo al Cristianismo, pues Cristo es la Unica Verdad, y fuera de Cristo, no hay salvacion.
No señor, no voy a justificar asesinatos y terror con alevosía, premeditación y ventaja.
Si diera crédito a tu tal "contextualización", entonces justificaria también a los pueblos precolombinos de arrancar corazones humanos y a los nazis del genocidio, al cabo, como tu dices, son "Seres Humanos que viven y se rigen por pasiones Humanas".
Lo siento, no hay justificación racional.
Entonces no justiques a los mayas y aztecas que bien asesinaron a miles con alevosia, premeditacion y ventaja, si eres fiel a lo que dices sus glorias culturales no justifican eso, a menos que seas hipocrita y solo apliques estas palabras al Cristianismo y no a esos paganos como lo hicistes lineas arriba.
Ergo, España tiene entonces mucho que agradecerle a la iglesia, pues le ha dado prosperidad y ciencia.Aleluya!!!!
No, España tiene que agradecerle el ser una Nacion Unidad y no un monton de principados o estados independientes que aunque comparten una misma lengua tienen una marcada diferencia cultural y de ideosincracia. El Catolicismo que Isabel y Fernando usaron como cultura y unidad Nacional creo una Nacion tan poderosa que domino a Europa por casi 200 años, siendo la protagonista del destino del mundo.
No. Error. Caes víctima del fanatismo,
Para nada, y para eso te cito el siguiente articulo que desmiente el tuyo.
Tres lugares comunes de las leyendas negras
Por Antonio Caponnetto
Por Antonio Caponnetto
Introducción
La conmemoración del Quinto Centenario ha vuelto a reavivar, como era previsible, el empecinado odio anticatólico y antihispanista de vieja y conocida data. Y tanto odio alimenta la injuria, ciega a la justicia y obnubila el orden de la razón, según bien lo explicara Santo Tomás en olvidada enseñanza. De resultas, la verdad queda adulterada y oculta, y se expanden con fuerza el resentimiento y la mentira. No es sólo, pues, una insuficiencia histórica o científica la que explica la cantidad de imposturas lanzadas al ruedo. Es un odium fidei alimentado en el rencor ideológico. Un desamor fatal contra todo lo que lleve el signo de la Cruz y de la Espada. Bastaría aceptar y comprender este oculto móvil para desechar, sin más, las falacias que se propagan nuevamente, aquí y allá. Pero un poder inmenso e interesado les ha dado difusión y cabida, y hoy se presentan como argumentos serios de corte académico. No hay nada de eso. Y a poco que se analizan los lugares comunes más repetidos contra la acción de España en América, quedan a la vista su inconsistencia y su debilidad. Veámoslo brevemente en las tres imputaciones infaltables enrostradas por las izquierdas.
El despojo de la tierra
Se dice en primer lugar, que España se apropió de las tierras indígenas en un acto típico de rapacidad imperialista.
Llama la atención que, contraviniendo las tesis leninistas, se haga surgir al Imperialismo a fines del siglo XV. Y sorprende asimismo el celo manifestado en la defensa de la propiedad privada individual. Pero el marxismo nos tiene acostumbrados a estas contradicciones y sobre todo, a su apelación a la conciencia cristiana para obtener solidaridades. Porque, en efecto, sin la apelación a la conciencia cristiana —que entiende la propiedad privada como un derecho inherente de las criaturas, y sólo ante el cual el presunto despojo sería reprobable— ¿a qué viene tanto afán privatista y posesionista? No hay respuesta.
La verdad es que antes de la llegada de los españoles, los indios concretos y singulares no eran dueños de ninguna tierra, sino empleados gratuitos y castigados de un Estado idolatrizado y de unos caciques despóticos tenidos por divinidades supremas. Carentes de cualquier legislación que regulase sus derechos laborales, el abuso y la explotación eran la norma, y el saqueo y el despojo las prácticas habituales. Impuestos, cargas, retribuciones forzadas, exacciones virulentas y pesados tributos, fueron moneda corriente en las relaciones indígenas previas a la llegada de los españoles. El más fuerte sometía al más débil y lo atenazaba con escarmientos y represalias. Ni los más indigentes quedaban exceptuados, y solían llevar como estigmas de su triste condición, mutilaciones evidentes y distintivos oprobiosos. Una "justicia" claramente discriminatoria, distinguía entre pudientes y esclavos en desmedro de los últimos y no son éstos, datos entresacados de las crónicas hispanas, sino de las protestas del mismo Carlos Marx en sus estudios sobre "Formaciones Económicas Precapitalistas y Acumulación Originaria del Capital". Y de comentaristas insospechados de hispanofilia como Eric Hobsbawn, Roberto Oliveros Maqueo o Pierre Chaunu.
La verdad es también, que los principales dueños de la tierra que encontraron los españoles —mayas, incas y aztecas— lo eran a expensas de otros dueños a quienes habían invadido y desplazado. Y que fue ésta la razón por la que una parte considerable de tribus aborígenes —carios, tlaxaltecas, cempoaltecas, zapotecas, otomíes, cañarís, huancas, etcétera— se aliaron naturalmente con los conquistadores, procurando su protección y el consecuente resarcimiento. Y la verdad, al fin, es que sólo a partir de la Conquista, los indios conocieron el sentido personal de la propiedad privada y la defensa jurídica de sus obligaciones y derechos. Es España la que se plantea la cuestión de los justos títulos, con autoexigencias tan sólidas que ponen en tela de juicio la misma autoridad del Monarca y del Pontífice. Es España -con ese maestro admirable del Derecho de Gentes que se llamó Francisco de Vitoria— la que funda la posesión territorial en las más altos razones de bien común y de concordia social, la que insiste una y otra vez en la protección que se le debe a los nativos en tanto súbditos, la que garantiza y promueve un reparto equitativo de precios, la que atiende sobre abusos y querellas, la que no dudó en sancionar duramente a sus mismos funcionarios descarriados, y la que distinguió entre posesión como hecho y propiedad como derecho, porque sabía que era cosa muy distinta fundar una ciudad en el desierto y hacerla propia, que entrar a saco a un granero particular. Por eso, sólo hubo repartimientos en tierras despobladas y encomiendas "en las heredades de los indios". Porque pese a tantas fábulas indoctas, la encomienda fue la gran institución para la custodia de la propiedad y de los derechos de los nativos. Bien lo ha demostrado hace ya tiempo Silvio Zavala, en un estudio exhaustivo, que no encargó ninguna "internacional reaccionaria", sino la Fundación Judía Guggenheim, con sede en Nueva York. Y bien queda probado en infinidad de documentos que sólo son desconocidos para los artífices de las leyendas negras.
Por la encomienda, el indio poseía tierras particulares y colectivas sin que pudieran arrebatárselas impunemente. Por la encomienda organizaba su propio gobierno local y regional, bajo un régimen de tributos que distinguía ingresos y condiciones, y que no llegaban al Rey —que renunciaba a ellos— sino a los Conquistadores. A quienes no les significó ningún enriquecimiento descontrolado y si en cambio, bastantes dolores de cabeza, como surgen de los testimonios de Antonio de Mendoza o de Cristóbal Alvarez de Carvajal y de innumerables jueces de audiencias. Como bien ha notado el mismo Ramón Carande en "Carlos V y sus banqueros", eran tan férrea la protección a los indios y tan grande la incertidumbre económica para los encomenderos, que América no fue una colonia de repoblación para que todos vinieran a enriquecerse fácilmente. Pues una empresa difícil y esforzada, con luces y sombras, con probos y pícaros, pero con un testimonio que hasta hoy no han podido tumbar las monsergas indigenistas: el de la gratitud de los naturales. Gratitud que quien tenga la honestidad de constatar y de seguir en sus expresiones artísticas, religiosas y culturales, no podrá dejar de reconocer objetivamente No es España la que despoja a los indios de sus tierras. Es España la que les inculca el derecho de propiedad, la que les restituye sus heredades asaltadas por los poderosos y sanguinarios estados tribales, la que los guarda bajo una justicia humana y divina, la que Ios pone en paridad de condiciones con sus propios hijos, e incluso en mejores condiciones que muchos campesinos y proletarios europeos Y esto también ha sido reconocido por historiógrafos no hispanistas. Es España, en definitiva, la que rehabilita la potestad India a sus dominios, y si se estudia el cómo y el cuándo esta potestad se debilita y vulnera, no se encontrará detrás a la conquista ni a la evangelización ni al descubrimiento, sino a las administraciones liberales y masónicas que traicionaron el sentido misional de aquella gesta gloriosa. No se encontrará a los Reyes Católicos, ni a Carlos V, ni a Felipe II. Ni a los conquistadores, ni a los encomenderos, ni a los adelantados, ni a los frailes. Sino a los enmandilados Borbones iluministas y a sus epígonos, que vienen desarraigando a América y reduciéndola a la colonia que no fue nunca en tiempos del Imperio Hispánico.
La sed de Oro
Se dice, en segundo lugar, que la llegada y la presencia hispánica no tuvo otro fin superior al fin económico; concretamente, al propósito de quedarse con Ios metales preciosos americanos. Y aquí el marxismo vuelve a brindarnos otra aporía Porque sí nosotros plantamos la existencia de móviles superiores, somos acusados de angelistas, pero si ellos ven sólo ángeles caídos adoradores de Mammon se escandalizan con rubor de querubines. Si la economía determina a la historia y la lucha de clases y de intereses es su motor interno; si los hombres no son más que elaboraciones químicas transmutadas, puestos para el disfrute terreno, sin premios ni castigos ulteriores, ¿a qué viene esta nueva apelación a la filantropía y a la caridad entre naciones. Unicamente la conciencia cristiana puede reprobar coherentemente -y reprueba- semejantes tropelías. Pero la queja no cabe en nombre del materialismo dialéctico. La admitimos con fuerza mirando el tiempo sub specie aeternitatis. Carece de sentido en el historicismo sub lumine oppresiones. Es reproche y protesta si sabemos al hombre "portador de valores eternos", como decía José Antonio, u homo viator, como decían los Padres. Es fría e irreprochable lógica si no cesamos de concebirlo como homo aeconomicus.
Pero aclaremos un poco mejor las cosas.
Digamos ante todo que no hay razón para ocultar los propósitos económicos de la conquista española. No solo porque existieron sino porque fueron lícitos. El fin de la ganancia en una empresa en la que se ha invertido y arriesgado y trabajado incansablemente, no está reñido con la moral cristiana ni con el orden natural de las operaciones. Lo malo es, justamente, cuando apartadas del sentido cristiano, las personas y las naciones anteponen las razones finaneieras a cualquier otra, las exacerban en desmedro de los bienes honestos y proceden con métodos viles para obtener riquezas materiales. Pero éstas son, nada menos, las enseñanzas y las prevenciones continuas de la Iglesia Católica en España. Por eso se repudiaban y se amonestaban las prácticas agiotistas y usureras, el préstamo a interés, la "cría del dinero", las ganancias malhabidas. Por eso, se instaba a compensaciones y reparaciones postreras —que tuvieron lugar en infinidad de casos—; y por eso, sobre todo, se discriminaban las actividades bursátiles y financieras como sospechosas de anticatolicismo. No somos nosotros quienes lo notamos. Son los historiógrafos materialistas quienes han lanzado esta formidable y certera "acusación" ni España ni los países católicos fueron capaces de fomentar el capitalismo por sus prejuicios antiprotestantes y antirabínicos. La ética calvinista y judaica, en cambio, habría conducido como en tantas partes, a la prosperidad y al desarrollo, si Austrias y Ausburgos hubiesen dejado de lado sus hábitos medievales y ultramontanos. De lo que viene a resultar una nueva contradicción. España sería muy mala porque llamándose católica buscaba el oro y la plata. Pero seria después más mala por causa de su catolicismo que la inhabilitó para volverse próspera y la condujo a una decadencia irremisible. Tal es, en síntesis, lo que vino a decirnos Hamilton —pese a sí mismo hacia 1926, con su tesis sobre "Tesoro Americano y el florecimiento del Capitalismo". Y después de él, corroborándolo o rectificándolo parcialmente, autores como Vilar, Simiand, Braudel, Nef, Hobsbawn, Mouesnier o el citado Carande. El oro y la plata salidos de América (nunca se dice que en pago a mercancías, productos y estructuras que llegaban de la Península) no sirvieron para enriquecer a España, sino para integrar el circuito capitalista europeo, usufructuado principalmente por Gran Bretaña. Los fabricantes de leyendas negras, que vuelven y revuelven constantemente sobre la sed de oro como fin determinante de la Conquista, deberían explicar, también, por que España llega, permanece y se instala no solo en zonas de explotación minera, sino en territorios inhóspitos y agrestes. Porque no se abandonó rápidamente la empresa si recién en la segunda mitad del siglo XVI se descubren las minas más ricas, como las de Potosí, Zacatecas o Guanajuato. Por qué la condición de los indígenas americanos era notablemente superior a la del proletariado europeo esclavizado por el capitalismo, como lo han reconocido observadores nada hispanistas como Humboldt o Dobb, o Chaunu, o el mercader inglés Nehry Hawks, condenado al destierro por la Inquisición en 1751 y reacio por cierto a las loas españolistas. Por qué pudo decir Bravo Duarte que toda América fue beneficiada por la Minería, y no así la Corona Española. Por qué, en síntesis —y no vemos argumento de mayor sentido común y por ende de mayor robustez metafísica—, si sólo contaba el oro, no es únicamente un mercado negrero o una enorme plaza financiera lo que ha quedado como testimonio de la acción de España en América, sino un conglomerado de naciones ricas en Fe y en Espíritu. El efecto contiene y muestra la causa: éste es el argumento decisivo. Por eso, no escribimos estas líneas desde una Cartago sudamericana amparada en Moloch y Baal, sino desde la Ciudad nombrada de la Santísima Trinidad y Puerto de Santa María de los Buenos Aires, por las voces egregias de sus héroes fundadores.
El genocidio indígena
Se dice, finalmente, en consonancia con lo anterior, que la Conquista —caracterizada por el saqueo y el robo— produjo un genocidio aborigen, condenable en nombre de las sempiternas leyes de la humanidad que rigen los destinos de las naciones civilizadas.
Pero tales leyes, al parecer, no cuentan en dos casos a la hora de evaluar los crímenes masivos cometidos por los indios dominantes sobre los dominados, antes de la llegada de los españoles; ni a la hora de evaluar las purgas stalinistas o las iniciativas malthussianas de las potencias liberales. De ambos casos, el primero es realmente curioso. Porque es tan inocultable la evidencia, que los mismos autores indigenistas no pueden callarla. Sólo en un día del año 1487 se sacrificaron 2.000 jóvenes inaugurando el gran templo azteca del que da cuenta el códice indio Telleriano-Remensis. 250.000 víctimas anuales es el número que trae para el siglo XV Jan Gehorsam en su artículo "Hambre divina de los aztecas". Veinte mil, en sólo dos años de construcción de la gran pirámide de Huitzilopochtli, apunta Von Hagen, incontables los tragados por las llamadas guerras floridas y el canibalismo, según cuenta Halcro Ferguson, y hasta el mismísimo Jacques Soustelle reconoce que la hecatombe demográfica era tal que si no hubiesen llegado los españoles el holocausto hubiese sido inevitable. Pero, ¿qué dicen estos constatadores inevitables de estadísticas mortuorias prehispánicas? Algo muy sencillo: se trataba de espíritus trascendentes que cumplían así con sus liturgias y ritos arcaicos. Son sacrificios de "una belleza bárbara" nos consolará Vaillant. "No debemos tratar de explicar esta actitud en términos morales", nos tranquiliza Von Hagen y el teólogo Enrique Dussel hará su lectura liberacionista y cósmica para que todos nos aggiornemos. Está claro: si matan los españoles son verdugos insaciables cebados en las Cruzadas y en la lucha contra el moro, si matan los indios, son dulces y sencillas ovejas lascasianas que expresaban la belleza bárbara de sus ritos telúricos. Si mata España es genocidio; si matan los indios se llama "amenaza de desequilibrio demográfico". La verdad es que España no planeó ni ejecutó ningún plan genocida; el derrumbe de la población indígena —y que nadie niega— no está ligado a los enfrentamientos bélicos con los conquistadores, sino a una variedad de causas, entre las que sobresale la del contagio microbiano. La verdad es que la acusación homicida como causal de despoblación, no resiste las investigaciones serias de autores como Nicolás Sánchez Albornoz, José Luís Moreno, Angel Rosemblat o Rolando Mellafé, que no pertenecen precisamente a escuelas hispanófilas. La verdad es que "los indios de América", dice Pierre Chaunu, "no sucumbieron bajo los golpes de las espadas de acero de Toledo, sino bajo el choque microbiano y viral", la verdad —¡cuántas veces habrá que reiterarlo en estos tiempos!— es que se manejan cifras con una ligereza frívola, sin los análisis cualitativos básicos, ni los recaudos elementales de las disciplinas estadísticas ligadas a la historia. La verdad incluso —para decirlo todo— es que hasta las mitas, los repartimientos y las encomiendas, lejos de ser causa de despoblación, son antídotos que se aplican para evitarla. Porque aquí no estamos negando que la demografía indígena padeció circunstancialmente una baja. Estamos negando, sí, y enfáticamente, que tal merma haya sido producida por un plan genocida.
Es más si se compara con la América anglosajona, donde los pocos indios que quedan no proceden de las zonas por ellos colonizados -¿donde están los indios de Nueva Inglaterra?- sino los habitantes de los territorios comprados a España o usurpados a Méjico.
Ni despojo de territorios, ni sed de oro, ni matanzas en masa. Un encuentro providencial de dos mudos. Encuentro en el que, al margen de todos los aspectos traumáticos que gusten recalcarse, uno de esos mundos, el Viejo, gloriosamente encarnado por la Hispanidad, tuvo el enorme mérito de traerle al otro nociones que no conocía sobre la dignidad de la criatura hecha a imagen y semejanza del Creador. Esas nociones, patrimonio de la Cristiandad difundidas por sabios eminentes, no fueron letra muerta ni objeto de violación constante.
Fueron el verdadero programa de vida, el genuino plan salvífico por el que la Hispanidad luchó en tres siglos largos de descubrimiento, evangelización y civilización abnegados.
Y si la espada, como quería Peguy, tuvo que ser muchas veces la que midió con sangre el espacio sobre el cual el arado pudiese después abrir el surco; y si la guerra justa tuvo que ser el preludio del canto de la paz, y el paso implacable de los guerreros de Cristo el doloroso medio necesario para esparcir el Agua del Bautismo, no se hacia otra cosa más que ratificar lo que anunciaba el apóstol: sin efusión de sangre no hay redención ninguna.
La Hispanidad de Isabel y de Fernando, la del yugo y las flechas prefiguradas desde entonces para ser emblema de Cruzada, no llegó a estas tierras con el morbo del crimen y el sadismo del atropello. No se llegó para hacer víctimas, sino para ofrecernos, en medio de las peores idolatrías, a la Víctima Inmolada, que desde el trono de la Cruz reina sobre los pueblos de este lado y del otro del océano temible.
Leelo con calma, te mostrara la realidad de las cosas como son.
Lamentablemente el Renacimiento es realmente el interés por las antiguas culturas clásicas de Roma y Grecia.
El término Renacimiento deriva de la expresión italiana rinascita, vocablo usado por primera vez por el literato Petrarca y revalorada por el arquitecto y teórico Giorgio Vasari, que la delimita en el mismo momento histórico en que tuvo lugar este movimiento cultural. Vasari lo acuÒa en su obra Vidas de los más ilustres artistas para referirse a un movimiento que hace resucitar en el arte y la cultura los valores espirituales de la antiguedad clásica. El término no empieza a utilizarse hasta el siglo XVI, pero no será consagrado en sentido histórico, social y cultural hasta mediados del siglo XIX.
Volvemos a lo mismo Vereda, el Renacimiento tiene un sello completamente Cristiano pero buscando sus modelos en el estilo Clasico o ellos creian era el estilo Clasico, los hombres del Renacimiento trabajaron con mucho entusiasmo en estudiar metódicamente las obras de la antigüedad, explorando ruinas, exhumando manuscritos y salvando de su destrucción valiosos documentos. Para ello recibieron la protección de príncipes y Pontífices Romanos, que les estimularon, apoyaron y defendieron en sus investigaciones. No por algo es de la Italia Catolica donde surge este movimiento.
Esto es la realidad histórica aunque duela.
Desear un "Renacimiento de Cristo para el Mundo", dicho por un Papa, es la convicción de someter a todo el mundo bajo un solo dogma, y a la fuerza.
Resultado: Terror e intolerancia.
¿Terror e intolerancia? Para nada, para nosotros ese es nuestro deber, la Unificacion del Mundo bajo el Mando del Rey Supramo, JesuCristo, nuestro Señor y Dios. Por eso evangelizamos, para que toda rodilla se doble ante la realeza de Nuestro Señor. Por eso murieron los Primeros Cristianos, por evangelizar a los paganos y no aceptar falsos dioses como Zeus, o el Emperador Romano.
Para los Cristianos nuestro Señor es la transformacion del mundo en la esperanza de “un cielo nuevo y una tierra nueva donde habitará la justicia.”
No te lo voy a contestar yo, sino varios que contestan a la pregunta:
El cristianismo llego a america solo como una excusa para colonizar a los habitantes nativos de estas tierras?
Interesantes respuestas, que se manejan mucho en los circulos de la izquierda intelectual con los que constantemente debato, a veces pacificamente y a veces encarnizadamente para defender la NovoHispanidad del siglo XV al XIX.
La realidad es que el Cristianismo JAMAS fue una excusa, el Imperio Germano-Español dirigido por Carlos V y luego por su hijo Felipe II si bien protegieron la Fe Cristiana tambien eran hombres Cristianos que no podian permitir que los nuevos subditos del Rey en los Temporal y de Cristo en lo Espiritual cayeran en el error del paganismo.
Tristemente para tus superestudiosos que citastes que seguramente han de tener doctorados y maestrias, las civilizaciones prehispanicas estaban muriendo desde adentro cuando el Español llego y eso es innegable. Fue la lujuria y no los barbaros los que derribaron a Roma, y eso paso con los pueblo mesoamericanos, fue su excesiva violencia contra los suyos propios lo que permitio que un grupo de menos de mil personas conquistar el magnifico Imperio Azteca.
Se manejan en realidad varias teorias:
1. Hay quienes creen que el propósito de Alejandro Magno al destruir Persépolis fue el rencor que les tenía a los persas porque Jerjes hubo arrasado Atenas,
2. otros sostienen que el conquistador macedonio sintió una gran envidia al contemplar tanta grandeza, por lo que decidió destruirla incendiándola,
3. y otros investigadores propugnan la teoría de que el incendio fue casual y no provocado.
En cuanto al saqueo de Persépolis por las tropas de Alejandro Magno, el historiador clásico Plutarco nos cuenta que cuando el conquistador macedonio saqueó la ciudad palaciega de Persépolis le hizo falta más de 500 camellos y más de un centenar de burros para cargar con el botín.
No se menciona motivos de indole religiosos, y si así fuera, hubiera arrasado los templos sagrados de Egipto y el templo de Jerusalen, cosa que no pasó, porqué? Alejandro tenía una profunda tolerancia, respeto y gran admiración a las religiones de los pueblos.
Alejandro no tan solo era un deboto religioso, sino que creia que su destino y su naturaleza estaban amparados por los mitos y los dioses. Adoraba a los dioses con sinceridad, y veneró a los dioses locales casi con el mismo énfasis con el que adoraba a los suyos; llegando a construir incluso dos santuarios y restaurando los que estaban en ruinas.[/QUOTE]
Yo nunca mencione motivos religiosos sino culturales, te repito que si algo tenian los Macedonios era una soberbia sobrada en su cultura helenica, Filipo como Alejandro Magno consideraron siempre la campaña de oriente como la expansion de la razon contra el oscurantismo y supercheria orientales y persas. La quema de Persepolis es una muestra de ello, por ejemplo, el historiador frances Victor Duruy afirma que la Quema de Persepolis es un simbolo de lo Helenico sobre lo Oriental, el triunfo total y definitivo de Occidente contra Oriente, el fin del dominio persa y la nueva era que en Alejandro comenzaba.
Esto es ya casi offtopic del tema.