Caminante. Lo mismo le he dicho a Kal_EL
Entre usted y cualquier otro católico y Nosotros la fiferencia está en que vosotros aseguráis que la inclinación de la voluntad procede del hombre mismo, nosotros sostenemos que la fe es un acto voluntario, en efecto, pero porque Dios ha movido nuestras voluntades atrayéndolas hacia Él.
Recuerde que la fe es un don de Dios, el libre albedrío, por sí mismo no podría elegir a Dios porque está muerto en sus delitos y pecados, es libre, pero perdió la capacidad de elegir el bien con respecto a Dios.
Cito a Agustín:
Todo lo que el padre me da,. ¿Qué quiere decir vendrá a mí sino creerán en mí? Mas el que esto se efectúe es el Padre quien lo concede. Y así dice poco más adelante: No murmuréis entre vosotros. Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero.
Esta gracia no hay corazón, por duro que sea, que la rechace
¿Por qué, pues, no enseña a todos para que vengan a Jesucristo sino porque a los que enseña, por su misericordia les enseña, y a los que no enseña, por su justicia no les enseña?
Así, pues, de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece.
Como ve caminante, esta gracia, una vez Dios te ha llamado, dice Agustín coincidiendo con Calvino, no hay corazón por duro que sea que la rechace(es una gracia irresistible).
Pues Dios mismo, a unos endurece y de otros tiene misericordia.
Mas adelante sigue Agustín:
con toda razón decimos que Dios enseña a todos que vengan a Jesucristo no porque todos vengan, sino porque nadie puede venir de otra manera(aquí dice Agustín que la predicación se nos ordena a los cristianos porque es la única manera de hacer llegar el mensaje a los elegidos.)
Por eso, la palabra de la cruz es locura a los que se pierden; pero a los que se salvan, esto es, a nosotros, es poder de Dios.
Y estos solos son todos a los que Dios enseña para que vengan a Cristo, estos solos los que quiere que se hagan salvos y que vengan al conocimiento de la verdad.(aquí enseña lo mismo que Calvino de que esos todos son los que él ha llamado, para unos será locura, para los escogidos de Dios, será una gracia irresistible obrada en sus corazones para que deseen ir hacia la salvación, no forzados, sino regenerados por el Espíritu Santo)
Aquí pone la guinda Agustín a la doctrina de la predestinación que tando detractan los que se oponen al Calvinismo, pero enseñada por la Biblia, Agustín y el Reformador Calvino:
A unos se les concede el creer y a los otros no se les concede. Ninguno —dice— puede venir a mí si el Padre, que me envió, no le trajere.
Por consiguiente, tanto la fe inicial como la consumada o perfecta son un don de Dios.(la persona elige, pero después de ser regenerado por Dios)
Aquí lo remata y no hay ninguna duda de que Agustín está de acuerdo con Calvino en que a unos eligió y a otros no los eligió desde antes de la fundación del mundo, todos ignoramos por qué:
Sigue Agustín:
Y así, quien no quiera contradecir a los evidentísimos testimonios de las divinas letras, de ninguna manera puede dudar que este don es concedido a unos y negado a otros.
Mas por qué no se concede a todos, es cuestión que no debe inquietar a quien cree que por un solo hombre incurrieron todos en una condenación indiscutiblemente justísima; de suerte que ninguna acusación contra Dios sería justa aun cuando ninguno fuera libertado.
Entonces concluye Agustín como Pablo, extrañado:
¿por qué salva a uno con preferencia a otro? ¡Insondables son los juicios de Dios e inescrutables sus caminos! Mejor nos será escuchar y decir aquí la palabra del Apóstol: Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios?