Ap 18:3: "Porque todas las naciones han bebido del vino ponzoñoso de su fornicación, Y los reyes de la tierra fornicaron con ella, Y los mercaderes de la tierra se enriquecieron con el poder de su lujuria."
El sistema de división por naciones, el sistema estatal e imperial y el corrupto comercio mundial, desde Nimrod hasta la actualidad, conforman la Babilonia de la Escritura: una ciudad, una política, una religión y una falsa comercialización, etc, a la cual le devino un poder político, económico y religioso.
Los Cristianos se reunían en sus casas. El Evangelio de la Gracia se propaga hasta lo último de la tierra durante veinte siglos. Sus Reglas (la Palabra), registradas en las Cartas Paulinas, fundamentalmente, se circulan por las iglesias y va creciendo su conocimiento y la posibilidad personal de poseerlas en nuestras propias manos. A la par que los Cristianos se alejan del tiempo de su surgimiento formal (Pentecostés), crece dicha posibilidad de conocer, con nuestros ojos, la Verdad.
Lamentablemente, la oposición al Camino surge desde el instante que acontece el Pentecostés. Incluso, desde adentro, en tiempos de vida de los apóstoles. Un ejemplo: caso de Ananías y Safira (y no es el primero).
La fusión del poder político con el religioso ha sido una etapa más de la Babilonia.
El evangelio aún no se ha predicado por todo el mundo, ya que de lo contrario ya hubiese regresado Cristo.