Re: Cosas que ningún Testigo debe ignorar
CONTINUACIÓN PARTE II
Mi madre falleció hace unos cuantos años y pese a la ayuda económica que le prestaba, ella prefirió permanecer con los TJ, sacrificándose por ellos mientras le dejaban pasar sus últimos días en la mayor pobreza. Al principio de nuestra llegada vivíamos juntos en una zona privilegiada muy próxima a la playa, pero al irse agotando los recursos, nos tuvimos que separar. Por ser un miembro expulsado, nunca se me permitió entrar a la modesta vivienda donde la alojaron, hasta cuando su estado de salud se agravó y pude llevarle alimento y atender algunas otras necesidades. Los TJ se limitaban a hacerle compañía y alentarla a que retuviera su lealtad a la “organización de Dios”, que no es otra cosa que servir a una gran corporación estadounidense y mega-millonaria, que exige los mayores sacrificios por parte de sus dedicados miembros, pero que se desentiende cuando alguno de ellos entra en desgracia.
Debo mencionar que, a pesar de ser un miembro expulsado, ellos tuvieron el cinismo de venir a mí, solicitando fondos para la hospitalización de mi madre, alegando que en estos casos, la “responsabilidad bíblica” recae en los familiares cercanos y no en la “Sociedad Watchtower Bible & Tract” de Brooklyn, N.Y. Yo no contaba con medios suficientes, así que tuve que recurrir a la misión diplomática del país de mi madre y ellos se encargaron de proveer una remesa especial hasta el día en que ella dejó de existir.
Mi larga pasantía de entrega total a la corporación religiosa Watchtower, hizo muy difícil adaptarme a la realidad de la vida. Todos los llamados “mundanos”, es decir, los que no son TJ, parecían como venidos de otro planeta. Algunos, al descubrir mi ingenuidad, me hicieron objeto de fraudes y manipulaciones. Intenté hallar algo de refrigerio y compañerismo en algunas iglesias locales, pero éstas carecían de la experiencia que se requiere para tratar casos como el mío, recomendando cumplir con otras rutinas totalmente inapropiadas para mí. En otros países hay programas y grupos de apoyo especializados en ayudar a las víctimas de sectas cúlticas o destructivas. Sin embargo, el hecho de haber permanecido en uno de esos grupos no hizo que al separarme de una secta falsa, “se arrojara el agua sucia del baño con el niño adentro”. Por el contrario, retuve mi fe y entereza espiritual en los momentos más críticos y en la casi absoluta falta de compañía.
Como si esto no fuera suficiente, no hace mucho atravesé por la más difícil y dolorosa prueba de carácter físico. Habiendo gozado siempre de excelente salud, caí repentinamente enfermo con agudos dolores abdominales y una falta absoluta de apetito, cuyo origen al principio no se reconocía. Luego de costosos exámenes médicos, se descubrió la presencia de tres tumores malignos a lo largo del colon. Por no haber podido consumir alimento sólido durante un tiempo prolongado, quedé reducido a un esqueleto de 35 Kg., cuando mi peso normal era de 74. En ese estado no era recomendable intervenir para remover los tumores. Fui alimentado por vía intravenosa con diferentes productos y mediante transfusiones de sangre para levantar las defensas. (A propósito, los TJ prohíben terminantemente las transfusiones de sangre, so pena de ser expulsado) Me hallaba casi inmovilizado en mi lecho de hospital, no pudiendo valerme por mí mismo. Solo un amigo muy querido y su padre tomaban turnos para acompañarme. Un día, cuando no estaban presentes en la habitación, entraron unos “malandros” y hurtaron mis pertenencias, incluyendo mi teléfono móvil, que era el único recurso que tenía para comunicarme y pedir ayuda.
Al fin, cuando el cuerpo médico determinó que ya estaba en mejores condiciones físicas, decidieron operar, aunque las perspectivas no eran muy alentadoras. En medio de todo este sufrimiento, no me deprimía ni perdía las esperanzas. Disfruto de una gran paz mental y espiritual, ya que el amor es factor motivador en todas mis acciones y en mis tratos para con mi prójimo. Esto no se lo debo a ninguna religión, sino por haber investigado la historia del cristianismo primitivo y haber aplicado sus sencillas y cómodas normas, sin imposiciones, restricciones, chantajes o amenazas. Practicar el amor verdadero, altruista y desinteresado, disuade a que hagamos algo que lastime al semejante y motiva a procurar siempre el bienestar de los demás por encima del propio. –Vea Filip 2
Luego de la cirugía, que fue exitosa, vino el proceso no menos penoso de recuperación. Tuve que hacer grandes esfuerzos para volver a caminar, luego de tantas semanas postrado en cama. Debía ingerir alimentos blandos y muchos medicamentos. De vuelta a casa, como vivo solo, tuve que hacer empeño en atender mis necesidades con limitada ayuda. Hubo quienes vinieron a traer alimento y hacerse cargo de la limpieza. Me veía tan demacrado y reducido como una momia. Antes de enfermarme aparentaba tener menos edad de la que tenía.
Ahora, en cambio, parecía haber envejecido veinte años más.
Algunos de mis clientes contribuyeron con donaciones que permitieron contar con unos fondos para los gastos fijos de la casa, además de los ingresos provenientes de la publicidad de radio de mis anunciantes. Puedo asegurar que Dios siempre estuvo a mi lado para proveer, sin caer en la desesperación a la que conduce la dependencia a una secta destructiva.
Ya estoy casi totalmente restablecido, con buen peso y mejor semblante. Y lo que es más extraño, algo me hizo desistir de seguir consumiendo esa infinidad de medicamentos costosos y de continuar recibiendo la quimioterapia, para lo cual un buen amigo contribuyó generosamente. Hacían falta trece millones de bolívares más para completar el tratamiento, y aunque se hizo el esfuerzo por obtener los productos de manera gratuita, esto no fue posible. Faltaban cinco sesiones de quimioterapia y tan solo había recibido dos. Algo me hizo sentir que me debía retirar de ese tratamiento, y tan pronto fue suspendido, comencé a recuperarme mucho más aprisa y con mayor ánimo. Todos estaban sorprendidos. ¿Milagro? Para algunos, tal vez. Sin embargo, alguien que leyó este testimonio en un foro cristiano, calificó este resultado como un milagro de amor. Pero hay que tener presente que la voluntad, determinación y una conciencia tranquila pudieron haber contribuido con mi mejoría. Si uno se deprime, el sistema inmunológico también se resiente y el organismo no reacciona. Así que la receta del amor que Cristo recomendó, sí da resultado, si se administra en dosis generosas.
En esta etapa de mi vida, que me aconseja a no exigir de mí mismo más de lo razonable, empleo buena parte de mi tiempo en compartir los valores del espíritu con aquellos que están dispuestos a recibirlos y aplicarlos, de manera especial con las minorías y los excluidos sociales. Mantengo contactos muy estimulantes por Internet con individuos y foros de diferentes partes del mundo. Dedico varias horas al día al estudio y a la investigación. Y hasta mis tareas para la radio y como traductor, también las cumplo con mi ordenador en absoluta tranquilidad.
Mi próxima meta es tratar de obtener un techo propio en un clima más favorable. El aire de montaña me sienta mucho mejor que el de la costa oriental donde me encuentro actualmente. Disfruté unos diez años maravillosos en el estado Mérida, en los Andes venezolanos, aunque en aquel tiempo me hallaba dedicado a la organización WT como misionero. De ser posible, desearía retornar a ese hermoso lugar de nuestra geografía. Aunque todavía no cuento con recursos suficientes, sé que en cualquier momento Dios también hará provisión para cumplir esta meta, si así lo determina.
Confío en que este testimonio pueda servir de advertencia sobre del peligro de ser seducido, atrapado y manipulado; de ver alterada la personalidad y perder nuestro lugar en la sociedad por influencias de alguna secta religiosa, movimiento político o filosofía elitista y arrogante que suprime las libertades individuales y nos convierte en esclavos sumisos de amos codiciosos de ganancias injustas y de un afán por ejercer el poder a costa de manipular, excluir y hacer sufrir a los demás. Para cerrar, vale la pena tener presentes las palabras de Cristo a sus seguidores genuinos: “Como ustedes saben, entre los paganos los jefes gobiernan con tiranía a sus súbditos, y los grandes hacen sentir su autoridad sobre ellos. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que entre ustedes quiera ser grande, deberá servir a los demás; y el que entre ustedes quiera ser el primero, deberá ser su esclavo. Porque del mismo modo, el Hijo del hombre no vino para que le sirvan, sino para servir y para dar su vida como precio para la libertad de muchos.”
(Evangelio de San Mateo, cap.20, vers. 28).
FIN
Sabemos de sobra que ese es el proceder de ésta iglesia, que denostan a sus feligreses cunado éstos logran safarse de las falacias que enseñan.
Es evidente que siempre lo van a negar, pero hay miles de testimonios dando vuelta por el mundo que hablan de lo mismo, como son separados y despresiados por no hacerles caso a su organización llmada la WT.
Saludos
G@TO
ex asd