Antes, durante y después, POR SIEMPRE, el Padre se llama Abba, o sea, papá.
Así le nombró Jesús.
Así es como un niño se dirige a su progenitor. Con toda su indescriptible ternura, ingenuidad y pureza.
El Padre es AMOR. Y ninguna otra cosa es Él.
Y no hay nada más que añadir, amigos míos.
Quien tenga oídos abiertos oirá, entenderá y le orará.
Pues Él también tiene "oídos" perfectamente abiertos para cada uno de Sus hijos.
Basta que desde su alma se dirijan a Él.
Él no fallará. Sólo nosotros podemos fallar en el intento de comunicarnos con Él.