Al inicio de este interesante hilo citaron Romanos 3 donde San Pablo citaba a su vez el Viejo Testamento a modo de resumen. Pero olvidó que en esa misma carta viene muy claro el significado de la Gracia:
"21 Pero ahora, la fuerza salvadora de Dios de la que dan testimonio la Ley y los Profetas, se ha manifestado con independencia de la ley. 22 Fuerza salvadora de Dios que alcanza a todos los creyentes por medio de la fe en Jesucristo. A todos sin distinción, 23 puesto que todos pecaron y todos están privados de la gloria divina. 24 Pero Dios, por su benevolencia, los restablece en su amistad de forma gratuita mediante la liberación realizada por Jesucristo, 25 a quien Dios ha hecho, para quienes creen en su muerte, instrumento de perdón. Así, cuando perdonó los pecados cometidos en el pasado, puso de manifiesto su fuerza salvadora, 26 ya que es un Dios indulgente. Pero es sobre todo en el momento presente cuando despliega su fuerza salvadora al ser el Dios salvador que salva a cuantos creen en Jesús."
Y esa fe se basa en las obras y las obras conducen a la fe, están tan relacionadas fe y obras que el ser cristiano no puede más que pivotar una y otra vez en torno al mandamiento supremo del ser humano: amar.
No hay otra, es todo lo que se nos pide a creyentes y no creyentes, por fortuna el amor es la fuerza universal que no falla, que no nos abandona, por eso Dios es Amor, porque es lo absoluto de la Realidad que nos ha creado y que ha creado seguramente en otros lugares de este enorme Universo.
Somos tan limitados que no permitimos a nuestras mentes irse un poco más lejos de nuestras existencia "mundana", ¿no os paráis nunca a pensar que Dios está en todo lugar?, lo dice la Escritura con claridad, ¿tampoco os paráis a pensar que somos hijos de Dios?, ¿y creéis que el Universo es tan pequeño como para pensar que somos los únicos hijos de Dios del Universo?
Pues ante eso queda recordaros dos parábolas esenciales narradas en Lucas 15 para entender el significado del infierno y el rechazo del Amor que Dios encarnó en Jesucristo.
"4 ¿Qué hombre de vosotros, teniendo cien ovejas, si pierde una de ellas, no deja las noventa y nueve en el desierto, y va tras la que se perdió, hasta encontrarla? 5 Y cuando la encuentra, la pone sobre sus hombros gozoso; 6 y al llegar a casa, reúne a sus amigos y vecinos, diciéndoles: Gozaos conmigo, porque he encontrado mi oveja que se había perdido. 7 Os digo que así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento."
"18 Me levantaré e iré a mi padre, y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. 19 Ya no soy digno de ser llamado tu hijo; hazme como a uno de tus jornaleros. 20 Y levantándose, vino a su padre. Y cuando aún estaba lejos, lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió, y se echó sobre su cuello, y le besó. 21 Y el hijo le dijo: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti, y ya no soy digno de ser llamado tu hijo. 22 Pero el padre dijo a sus siervos: Sacad el mejor vestido, y vestidle; y poned un anillo en su mano, y calzado en sus pies. 23 Y traed el becerro gordo y matadlo, y comamos y hagamos fiesta; 24 porque este mi hijo muerto era, y ha revivido; se había perdido, y es hallado. Y comenzaron a regocijarse."
Todavía somos el "hermano mayor" que no puede aceptar siendo "justo" el amor inefable de Dios, es curioso que murmuremos contra Dios cuando afirmamos que Dios nos manda al infierno, que no quiere recibirnos con los brazos abiertos ante el arrepentimiento. Y a muchos les cuesta entender que Jesucristo no nos daba este entendimiento limitado a la vida en el mundo, sino a la Vida que se nos da y que nuestro Hogar es el Reino de los cielos, a donde SIEMPRE podremos ir arrepentidos al encuentro de nuestro Padre.
Lamentablemente no sabemos ver más allá, por eso interpretamos el fuego o "gehena" como un lugar físico, pero no existe, existe el infierno de la desolación, del rechazo voluntario del Amor, de nuestro responsable y decidido alejamiento:
"Padre, dame la parte de los bienes que me corresponde; y les repartió los bienes. 13 No muchos días después, juntándolo todo el hijo menor, se fue lejos a una provincia apartada; y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. 14 Y cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia, y comenzó a faltarle. 15 Y fue y se arrimó a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual le envió a su hacienda para que apacentase cerdos. 16 Y deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba. 17 Y volviendo en sí, dijo: ¡Cuántos jornaleros en casa de mi padre tienen abundancia de pan, y yo aquí perezco de hambre!"
Jesucristo comparaba ese lugar (que Jesús nunca llamó infierno por cierto) pordiosero y sufrido, lleno de "hambre" como un fuego o "gehena" que había en Jerusalén en los tiempos bíblicos donde se arrojaban los desperdicios de la ciudad, ¿os cuesta entenderlo todavía? , seremos arrojados porque no daremos frutos y nos sentiremos fuera del Amor necesariamente. Pero las parábolas terminan de aclarar el resto, es cuestión de leer y comprender.
Interiorizar todo ello nos da como resultado una conclusión más clara acerca de este debate:
- Hay lo que llamamos "infierno", pero no desde luego esa triste definición tradicional de "lugar de tormentos eternos".
- El "infierno" es reversible, el Reino de Dios o nuestro Hogar nos espera eternamente, las almas recordarlo, para nuestra fe son inmortales.
Y recordar, podemos hacer tantísimo daño en este mundo, que es muy probable que nuestro alma o espíritu sea incapaz de sobreponerse al dolor, o alejamiento, no es lo mismo un "minipecado" como la envidia que un "megapecado" como puede ser haber en vida torturado a una persona física y psicológicamente. Recordad, «En verdad os digo que en cuanto lo hicisteis a uno de estos hermanos míos, aun a los más pequeños, a mí lo hicisteis».
En este foro donde he visto una defensa tan enorme del terrorismo del estado de Israel, auténtico infierno en vida, me sorprende que nosotros cristianos no sepamos verlo y entenderlo. A Dios ruego que nos abra los ojos para ver, y los oídos para entender y así comprender.