Re: Cafe Virtual Cristiano: "Ya No hay Hombres, Ya no Hay Mujeres, Somos Uno en Crist
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LA HIPOCRECIA
Pastor Juan Carlos Hoy Romero
Gálatas 2:11-14 Pero cuando Pedro vino a Antioquía, le resistí cara a cara, porque era de condenar. 12 Pues antes que viniesen algunos de parte de Jacobo, comía con los gentiles; pero después que vinieron, se retraía y se apartaba, porque tenía miedo de los de la circuncisión. 13 Y en su simulación participaban también los otros judíos, de tal manera que aun Bernabé fue también arrastrado por la hipocresía de ellos. 14 Pero cuando vi que no andaban rectamente conforme a la verdad del evangelio, dije a Pedro delante de todos: Si tú, siendo judío, vives como los gentiles y no como judío, ¿por qué obligas a los gentiles a judaizar?
Que difícil es el escribir y sobre todo el enseñar acerca de la hipocresía ya que el primer confrontado con esta palabra es el profesor, el predicador o el pastor. Sin embargo, es necesario que se hable de ella, por que es probable que algunos de nosotros, sino es que todos nos hayamos visto en situaciones muy diversas en las que es probable que hayamos caído en hipocresía.
En este pasaje leemos que el apóstol Pedro, no quedó exento de caer en ella, obligaba a las personas a judaizar, siendo que el vivía como los gentiles, el participaba de ciertas cosas que los judíos no hacían, obviamente lo hacía a escondidas, y cuando alguien venía a verlo inmediatamente se transformaba en un judío de primera.
Desafortunadamente en su simulación o hipocresía arrastraba a muchos, eso que hacía Pedro, es lo que todavía algunos llegan a hacer el día de hoy.
Pedro, había dejado el judaísmo junto con sus prácticas, para abrazar la fe cristiana, como muchos también han dejado la religión popular para abrazar el cristianismo, sin embargo, Pedro, cuando lo llegaban a ver algunos judíos se comportaba como judío, lo mismo que suelen hacer o solemos hacer algunos, cuando nos miran los familiares incrédulos o religiosos, vivimos ya no como cristianos, si no como incrédulos o religiosos, buscando el quedar bien con ellos. En la iglesia no danzamos, pero la familia incrédula invita a una fiesta y ahí si se lucen los mejores pasos, desafortunadamente en nuestra simulación, hipocresía o en nuestra tibieza espiritual solemos arrastrar a la familia o incluso a algunos hermanos.
En la iglesia somos bien cristianos, pero nada más salimos de ella y nos olvidamos de lo que profesamos, en la iglesia no rompemos ni un vidrio pero en la calle no dejamos ni uno entero.
En la iglesia oramos, pero en la calle o en nuestra casa maldecimos.
Aquí abrimos la Biblia, pero en la casa ni nos acordamos de ella.
Aquí es fácil sonreír a nuestro prójimo, sin embargo fuera de la iglesia es fácil mal mirarlo.
Aquí en la iglesia servimos al Dios vivo, pero fuera de ella hasta padrino se llega a ser, conozco personas que por no tener el valor de decir NO a esas invitaciones, entran y salen de los recintos religiosos. Y no nada más entran y salen sino que se participa del baile y la bebida. Ahora si como Fiona, la de la película de Sherk, ella de día era una y de noche otra, así algunos en la iglesia somos unos, en la casa somos otros.
Un hindú comentó a un conocido suyo, que tenía en su casa un cuarto doble, en el cual hacía lo que le venía en gana.
Cuando entraba en él, se volvía un hombre moderno, un hombre de mundo, comía carne, bebía licores, disfrutaba de los mayores placeres; pero al salir de ese cuarto, para ir a las demás habitaciones, practicaba su ortodoxia, su creencia hindú, y se comportaba de acuerdo con la tradición.
Este hombre estaba tratando de ser dos cosas distintas al mismo tiempo, y la división que tenía en su casa, era solamente la expresión externa de la división que había en él.
Los fariseos que describe la Escritura, eran como este hindú; estaban tratando de permitirle a su religión funcionar solamente en ciertos compartimientos, y le vedaban la entrada en otros; por eso Jesús les denunció como hipócritas. Stanley Jones.
Alguien muy acertadamente dijo, si no mal recuerdo Freud, que el ser humano tiene tres personalidades; Una la que aparenta ser fuera de su casa, trabajo, amistades, vecinos. Otra la que aparenta ser en su casa, con su esposo, esposa, hijos y familiares, y la otra la que es en realidad cuando está a solas, sin que nadie le vea.
Sin embargo nuestro Señor Jesucristo reprende y condena duramente ese tipo de conducta, el no quiere que simulemos nada, el no quiere hijos con varias personalidades, el quiere hijos que fingen y mucho menos que finjan que son cristianos, cuando en realidad no se es. El no quiere hijos que aparenten serlo, el quiere hijos auténticos.
Mire lo que el Señor les dice a sus discípulos en Lucas 12:1 Lucas 12:1 En esto, juntándose por millares la multitud, tanto que unos a otros se atropellaban, comenzó a decir a sus discípulos, primeramente: Guardaos de la levadura de los fariseos, que es la hipocresía.
La palabra como es viva y actual y como también nosotros somos sus discípulos, pues también fue escrita para nosotros, y nos dice que nos guardemos de la levadura de los fariseos que es la hipocresía...
Tomemos nota de que la reprensión que Jesús hace para los que practican la hipocresía, es precisamente para los que se jactaban de conocer la ley de Dios, contra ellos va duro y directo.
La hipocresía como en aquellos entonces, se ha infiltrado en el pueblo de Dios y debemos mirar muy atentamente que no esté en nuestras vidas, porque si está en nuestras vidas queramos o no, está, en nuestra relación con Dios, ¿por qué es importante el estudiar acerca de la hipocresía? Porque el practicar la hipocresía en cualquiera de sus formas, nos puede dejar fuera del reino.
La hipocresía es aparentar ser lo que no es uno en realidad, la hipocresía es sinónimo de falsedad, la hipocresía nos habla de vivir una vida de mentira.
Literalmente la hipocresía denotaba en griego un actor de teatro, y de ahí por su sentido secundario de actuar de dar una representación ajena a la realidad de la propia persona, vino a denotar un engañador, uno que pretende ser lo que no es, o que oculta sus verdaderos pensamientos, actitudes e intenciones bajo una máscara de falsas apariencias.
De manera que la hipocresía es una actuación dramática de actores de la verdad, pero sin vivir la verdad.
Los fariseos de aquellos tiempos superaban en su vida “espiritual” en mucho a lo que practican algunos cristianos en la actualidad.
Oraban largamente.
Ayunaban incluso 2 veces por semana.
No se juntaban con los pecadores.
Diezmaban.
Ofrendaban.
Recorrían mar y tierra para hacer un discípulo.
Se mostraban justos ante los hombres.
Incluso edificaban sepulcros a los profetas.
Pero esto y más, únicamente lo hacían para aparentar lo que no eran en realidad. Algunas cosas que ellos hacían se debían de hacer como el ayunar, el orar, el ofrendar, el diezmar, pero no con el espíritu que ellos lo hacían, ya que ellos lo hacían únicamente para agradar al hombre, justificándose a sí mismos, a ellos únicamente les importaba la actuación exterior, hacían aparentemente obras buenas pero por dentro ellos estaban enfermos, seguramente se les olvidó el verso 7 del primer libro de Samuel 16 que dice; por que Dios no mira lo que mira el hombre, pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón...
Y nuestro Señor Jesucristo al mirar el corazón de los fariseos, se dio cuenta cual era la real motivación que les movía a hacer sus obras ¡ser vistos únicamente por los hombres! Para que ellos recibieran la gloria y no Dios ¿recuerda cuando algunos de ellos daban limosna, que era lo que hacían?
Mateo 6:2 Cuando, pues, des limosna, no hagas tocar trompeta delante de ti, como hacen los hipócritas en las sinagogas y en las calles, para ser alabados por los hombres; de cierto os digo que ya tienen su recompensa.
Tocaban trompeta... Para que la gente se diera cuenta de que eran generosos. Ellos se consideraban a sí mismos como justos, como la élite espiritual, lo máximo, se creían la santidad andante, pero únicamente en apariencia, por que dice la escritura que por dentro estaban llenos de hipocresía e iniquidad. Ellos utilizaban máscaras espirituales.
El hombre de la máscara de hierro hno. Pablo
Era una máscara, una máscara de hierro. La forjó un herrero y la armó un soldador. Era una máscara que, al igual que la de la famosa novela francesa, homónima, cubriría la faz de un hombre.
La pusieron los parientes y familiares de una joven de diecinueve años en la cabeza y sobre el rostro de Rino Calarco, hombre de Tiranno, Italia, en 1963. ¿La razón? Calarco había violado a la señorita, y en represalia, le impusieron ese suplicio. Podía ver, respirar y comer, pero la máscara, que no podía quitársela él mismo, lo sumió en un ostracismo de veintisiete años en las remotas montañas de Italia. Era un castigo como para no ser olvidado jamás.
Ese hombre no es el único que lleva una máscara sobre el rostro. Hay muchos que la tienen puesta. No es una máscara de hierro, ni les impide llevar una vida social entre los demás. No es repulsiva a la vista y no inspira temor, pero de todos modos es una máscara.
Se trata de la máscara que oculta los motivos más profundos de quien la usa y pone así una tapa hermética sobre el alma. Y al igual que la máscara de hierro, esconde detrás de palabras y acciones fingidas la verdadera persona que está dentro. Es la máscara de la hipocresía.
Los fariseos en los tiempos de Jesucristo eran maestros en el uso de esta clase de máscaras. Mostraban al mundo exterior una faz muy piadosa, espiritual y religiosa. Tenían una apariencia de justicia, de rectitud y de bien. Se hacían pasar por los mejores elementos de la sociedad, pero su apariencia exterior no era más que máscara.
Un día el Señor Jesús, que conocía sus pensamientos, los expuso públicamente. Les dirigió palabras que no podían contrarrestar.
25 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia. 26 ¡Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio. 27 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados, que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, más por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. 28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad. 29 ¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque edificáis los sepulcros de los profetas, y adornáis los monumentos de los justos, 30 y decís: Si hubiésemos vivido en los días de nuestros padres, no hubiéramos sido sus cómplices en la sangre de los profetas. 31 Así que dais testimonio contra vosotros mismos, de que sois hijos de aquellos que mataron a los profetas. 32 ¡Vosotros también llenad la medida de vuestros padres! 33 ¡Serpientes, generación de víboras! ¿Cómo escaparéis de la condenación del infierno?
Palabras muy duras dijo el Señor a los escribas y fariseos.
Nadie que se esconde tras una máscara, sea la que sea, puede tener paz. Pidamos de Jesucristo un alma limpia, una conciencia recta. Él quiere darnos un corazón transparente, absolutamente puro. El día en que eso ocurra será nuestro día de completa libertad.
Pero debemos preguntarnos ¿por qué el Señor habla tan duramente a estos escribas y fariseos? ¿Acaso no les amaba? ¿Acaso para este grupo estaba negada la gracia divina de la salvación? ¿Por qué el Señor les trató así?
Por que los escribas y fariseos con su actitud externa de buenas obras, les estaban gritando al Señor... ¡hazte a un lado no te necesitamos como salvador! ¡No somos pecadores somos justos! ¡Somos gente santa! ¡Conocemos la ley de memoria! ¿Qué nos vienes a enseñar a nosotros?
La hipocresía les había cegado, la hipocresía les impedía mirar que ellos necesitaban urgentemente ayuda, que necesitaban un Salvador.
La hipocresía es tan peligrosa que nos puede dejar fuera de la gracia de Dios, porque la hipocresía no es vivir con sinceridad, si no con doblez, con engaño. No es una vida autentica de un hijo de Dios, si no una vida llena de falacia, de mentira de engaño.
No es que Dios quiera dejarnos fuera, sino que la hipocresía nos hace ser independientes de Dios, la hipocresía nos hace rechazar la gracia de Dios...
Una persona hipócrita no reconoce que necesita ayuda, ya que el así mismo se justifica. Una persona que es hipócrita con el prójimo también es hipócrita con Dios, por que hay veces que se llega a aparentar amor y atenciones hacia la gente que no salen realmente de lo profundo de nuestro corazón, sino que se hacen por compromiso, se hacen por que tengo que quedar bien, pero no se hacen de corazón.