Breve historia de la teoría de la evolución

Re: Breve historia de la teoría de la evolución

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¿Muchisisisisima?

Las teorias del origen de la vida y evolución sugieren que de un caldo primigenio surgió la vida,
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Eheee Frena el carro

la teoría de la evolución solo hay una Y NO DICE NADA DE ESTO

Sobre el origen de la vida no hay ninguna teoría solo un conjunto de hipótesis denominado abiogénesis

NO faltemos a la verdad cambiando las cosas para que cuadre con la argumentación ¿eh?

Yo me he referido a la evolución que tienes tantas como el elctromagnetismo o más

Por otra parte esto: Son probabilidades, resulta que en el 0,0000000000000000001% de probabilidad de generar una proteína util [
Es una verdadera estupidez porque ¿que tiene que ver con nada? ¿quien habla de proteinas encajadas por azar sin leyes de la química?

Si coges dos litros de hidrógeno y uno de oxígeno y les acercas una cerilla encendida ¿que probabildiad hay que todo se combine en moléculas de H2O entre HHHHOO, HH, HOHO, etc

Pues nula completamente, inferior a la que usas, pero siempre se combina en H2O
hay una cosa que se llama química que se debe de aprender en educación primaria algo...

Se ha de tener un límite en el argumentar. igual que no faltar al respeto e insultar, tampoco esto

Aquí te metiste en un GRAN problema de la ciencia. El agua no puede formarse por procesos "naturales", porque el hidrógeno explota con una chispa. La única explicación plausible para la cantidad de agua que existe en la Tierra es que haya sido "puesta allí" por un Creador.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución


He tenido la paciencia de ir leyendos los subtítulos hasta el final. Desde mi punto de vista los dos ponentes han quedado en tablas. Ninguno de los dos ha convencido al otro.

O sea ¿quedaste en el agnosticismo? Sin embargo, si viste bien el video, habrás visto que no se ha podido refutar los argumentos de Craig. No se puede refutar que el origen del Universo provino de Dios, no se puede refutar el hecho de que el ajuste fino del Universo tuvo que haber sido hecho por Dios, e incluso no se puede explicar la tumba vacía de Jesús si no es con su resurrección (por mencionar algunos puntos allí expuestos). Aún si consideras un "empate", debes reconocer que nadie puede probar al ateísmo y nadie puede afirmar verazmente que no existen pruebas para Dios y por eso Dios no existe.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Subí un gráfico que muestra la bioquímica dentro de una célula. Esto es lo que los expertos llaman "complejidad irreducible". Este término se usa para denominar a un sistema del cual no se puede quitar ninguna parte porque, de hacerlo, no funcionaría. Una célula de ADN es extremadamente compleja y no puede funcionar si es mínimamente alterada. Más aún, el ADN es un código que debe ser decodificado con el ARN, otro "sistema de complejidad irreducible". ¿Cómo es posible que estos dos sistemas de complejidad irreducible aparecieran súbitamente como resultado de procesos químicos?

Los evolucionistas intentan evitar la palabra "azar", porque saben que es imposible que el azar produzca estas cosas. Pero si no es por azar, la única otra opción es el diseño inteligente. Al decir que "no es por azar" no les queda otra opción que reconocer la inteligencia que hay detrás, porque los "procesos químicos evolutivos", como lo llaman, no pueden pensar por sí mismos como para ordenarse perfectamente y formar ADN y ARN en un ser vivo plenamente funcional que además tenga la capacidad de reproducirse antes de morir y desintegrarse. Es como intentar darle a un mono una máquina de escribir y que redacte por completo la enciclopedia británica sin cometer ningún error.

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Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Sócrates confronta a Darwin

Conferencias y Conversaciones sobre Estética,
Psicología y Creencia Religiosa.

[SIZE=+1]Es el año 1995. El lugar es un más allá imaginario desde el que se pueden observar todos los aspectos de la vida en la tierra. Hay una enorme reunión a la que asisten todos los famosos pensadores de la historia. Sócrates, que es más ruidoso de lo habitual, se abre paso entre los invitados, gritando: «¡Darwin! . . . ¡Darwin! . . . ¿¡Dónde está ese hombre!?» Finalmente, Darwin oye que le llaman, y responde:[/SIZE]
D.: ¡Sócrates! ¡Estoy aquí!
S.: ¡Ah, ahí estás! Oye, tengo que hablar contigo. Es una cuestión seria. He estado siguiendo el desarrollo del pensamiento evolucionista durante ciento treinta y cinco años y después de haber estado escuchando a los expertos sigo sin dar pie con bola.
D.: ¿Y cuál es tu problema?
S.: Bueno, primero de todo, no sé lo que la gente quiere decir cuando dicen cosas como «el hombre evolucionó», o «debido a la evolución, sucedió esto o lo otro». Ahora me doy cuenta de que en la actualidad incluso los niños terráqueos en edad escolar pueden decir la palabra «evolución» con un aire de confianza y de entendimiento. También veo que esta palabra aparece en toda clase de revistas y de libros populares sobre biología. Pero, ¿de veras esta gente entiende esto de lo que hablan de manera tan confiada? Lo que quiero decir es: es posible introducir una palabra supuestamente técnica en una frase conversacional informal sin cometer un error gramatical, y sin embargo no tener ni la más ligera idea acerca de lo que uno está diciendo. Me parece que en toda esta habla acerca de la evolución no se está comunicando más que la más vaga de las ideas.
D.: Tendrías que darte cuenta, Sócrates, de que las palabras científicas tienen una forma de desligarse de sus ataduras en las disciplinas técnicas y de ir derivando hacia la corriente de la conversación cotidiana. Y cuando así sucede, no todos los que emplean esas palabras tienen una clara comprensión de sus significados. Prácticamente cada disciplina padece debido a que personas no instruidas emplean sus jergas sin conocimiento, generalmente porque quieren impresionar a sus amigos. Pero por cada cien personas que repiten como loros un término científico como «evolución», hay probablemente al menos una persona que puede explicar su significado. Además, no debes suponer que por el hecho de que un término técnico salga de las lenguas de personas enzarzadas en una conversación, que no saben lo que significa esta palabra. Desde luego, sería un embrollo si se tuviera que explicar los conceptos subyacentes a dichos términos para poder hablar de manera inteligible. Es precisamente a causa de que algunas palabras denotan todo un conjunto de conceptos que hallan utilidad como notación taquigráfica en el discurso científico.
S.: ¡Muy bien dicho, Darwin! Tú eres la persona adecuada para esclarecerme toda esta cuestión. Por favor, explícame entonces qué es la evolución.
D.: Tú ya has indicado que estás familiarizado con la literatura. Desde luego, no querrás que comience con los fundamentos.
S.: Pues sí, eso es lo que quiero. Sé todo lo sencillo que puedas sin sacrificar la verdad, porque puedo que me haya perdido algo a un nivel muy rudimentario.
D.: La palabra «evolución» significa sencillamente «cambio»; y la teoría científica de la evolución es la teoría que declara que los organismos han cambiado gradualmente desde las formas más simples hasta las formas más complejas, comenzando con organismos unicelulares y acabando con el hombre —al menos acabando en el hombre por el momento. Este cambio gradual tuvo lugar a lo largo de millones de años y su base factual ha quedado establecida por las observaciones de la ciencia. La mejor manera de . . .
S.: Pero, ¿no es cierto que los científicos actuales se refieren en la actualidad a la evolución como un hecho? Tú me dices que es una teoría. ¿Qué es?
D.: Sí, puedes decir que es un hecho. La teoría está basada sobre hechos observados y . . .
S.: Pero, ¿es observable el proceso mismo de cambio? Con eso quiero decir aquel cambio al que es de suponer que se refiere la palabra «evolución».
D.: ¡Sí! ¿Y dejarás por favor de interrumpirme y me permitirás proseguir?
S.: Lo siento. Sigue, por favor.
D.: Como trataba de decir, quizá la mejor manera de ver este cambio es examinando algunas de las más importantes partes explicativas de la teoría. Primero, las explicaciones estructurales de la teoría de la evolución explican las semejanzas de la estructura corporal que se encuentran entre organismos de especies muy diversas existentes en la actualidad. Por ejemplo, aunque la ballena, el murciélago, el caballo y el hombre son miembros de especies muy distintas, sus extremidades exhiben unas marcadas semejanzas. La aleta de la ballena, el ala del murciélago, la pata del caballo, y el brazo del hombre son todos estructuralmente semejantes, aunque tienen funciones diferentes. La evolución explica la presencia de esas semejanzas estructurales señalando que los organismos de esas diversas especies tienen un antecesor o unos antecesores en común de los que han descendido. Esos diferentes organismos han ido cambiando a lo largo de muchos años de descendencia procedentes de un antepasado común; pero el cambio no ha sido suficiente para borrar la semejanza estructural que observamos todavía en la actualidad. La descendencia con cambios desde un antepasado común explica también la presencia de órganos vestigiales en muchos diferentes organismos. Debes haber leído que los órganos vestigiales son los restos de partes del cuerpo que en el pasado fueron más grandes y útiles —órganos, extremidades, etc.— que se han atrofiado por la falta de uso al ir todo el cuerpo del organismo descendiendo y cambiando. Por alguna razón, esas partes originales no desaparecieron del todo, aunque desapareció su contribución funcional al organismo. El apéndice vermiforme en el hombre y las alas de las aves no voladoras son dos ejemplos conocidos que se citan comúnmente.
S.: Todo esto suena perturbadoramente familiar. Sabes, es precisamente esta cuestión acerca de descendencia y cambio lo que me deja perplejo. Te he preguntado qué es la evolución; tú me dices que es el cambio de organismos de una forma a otra. Además, me dices que este cambio se puede ver al contemplar las semejanzas estructurales entre miembros de diversas especies, que supuestamente ilustran el cambio en cuestión. Pero debido a que sólo tengo un concepto de lo más vago acerca de cómo es este proceso de cambio, me ilustra bien poco que me señales la semejanza estructural que se percibe entre organismos, y a sus órganos vestigiales, como evidencia de este cambio. En otras palabras, la idea de descendencia con cambio es precisamente lo que te pido que me expliques; pero tú la has dado por supuesta con tu referencia a estructuras similares y a órganos vestigiales. A no ser que haya pasado algo por alto, esto me parece una sutil forma de petición de principio.
D.: Mira, la evidencia es tan clara como la nariz que llevas en tu rostro. ¿De qué otra manera podemos explicar esas semejanzas entre las formas de vida? ¿Por qué razón iban esos organismos a exhibir una estructura similar a no ser que de hecho hubieran descendido de un antecesor común?
S.: No puedo ver bien la nariz en mi rostro, y tampoco puedo ver muy bien este cambio vagamente concebido del que me hablas. Si vas a comenzar a hacer preguntas de «por qué» al nivel tan general de semejanzas estructurales entre organismos, ¿no puedes usar tu imaginación y pensar en algo que tiene una mayor definición conceptual que «descendencia, con cambio, a partir de un antecesor común»? Claro, yo no conozco la respuesta a este enigma biológico, pero puedo pensar al menos de una teoría que explicará tales semejanzas. Quizá el dios que me envió en mi misión filosófica al pueblo de Atenas ideó un buen plan mediante el que hacer que las especies de su creación funcionasen bien. Puede que emplease el mismo diseño estructural básico en muchas especies diversas, muy a la manera en que los fabricantes de automóviles en la tierra en la actualidad retienen el mismo diseño básico para diferentes modelos. El mismo diseño, con modificaciones, puede servir a muchos propósitos. Así como tu te has hecho tu pregunta de «por qué», también yo puedo hacer la mía. «¿Por qué iba un creador a desechar un diseño básico perfectamente útil?»
D.: ¡No estás hablando en serio! Este es un concepto absurdo. La comunidad científica en general rechaza un pensamiento tan anticuado.
S.: Puede que esta sea una exposición cierta sobre lo que la mayoría de los científicos creen, pero no estarás sugiriendo que la verdad en la ciencia se establece haciendo una estadística de las creencias de los científicos, ¿verdad?
D.: Incluso si yo fuera tan retrógrado como para dar pábulo a la posibilidad de tal creación, con todo tu teoría no funcionaría. Que las semejanzas en los diseños estructurales de los automóviles puedan explicarse en términos de una modificación de las ideas del inventor o del fabricante no conduce necesariamente a que las semejanzas estructurales entre organismos se puedan explicar de la misma manera refiriéndolas a un creador de organismos vivos. El cambio en complejidad y en aparente diseño puede explicarse de más de una manera.
S.: Muy cierto, pero esto lo que hace es confirmar mi argumento. Así como no sigue necesariamente que los cambios del desarrollo en los automóviles y los cambios del desarrollo en los organismos sean resultado de esencialmente la misma clase de proceso, tampoco sigue necesariamente que dichos cambios no sean resultado de la misma clase de proceso. Podrían ser resultado de una planificación creadora. Y a este nivel de observación, donde a ti te parece ver evidencia de cambio evolutivo, yo sencillamente te hago observar que hay una buena forma alternativa de explicar el mismo fenómeno percibido de la semejanza estructural. Pero, cosa más importante, mi idea de creación da una explicación inteligible de qué es el cambio y de cómo se debe concebir: esto es, un cambio creativo en el plan básico del dios. En cambio, tu concepto sigue careciendo de definición; da por supuesto que tuvo lugar alguna clase de cambio dentro de la naturaleza y entre diferentes organismos. Aún tienes que identificarme de una manera conceptual qué es este cambio que supuestamente está en el centro de la teoría evolucionista.
D.: Tú podrías ser capaz de concebir posibles alternativas a la evolución, pero no puedes deshacerte de los hechos que constituyen la evidencia del cambio evolutivo.
S.: Pero este es precisamente el punto en disputa. Lo que es factual no cambia, al menos no en el grado necesario para transformar una especie en otra. Todos los organismos que tú afirmas que proceden de un antecesor común —la ballena, el murciélago, el caballo y el hombre— no han cambiado a especies diferentes a lo largo de los miles de generaciones de su existencia observada. Además, cualquiera de los organismos que tú puedas imaginarte como antecesores suyos y que siguen viviendo todavía —algunos de los reptiles, por ejemplo— tampoco han cambiado a lo largo de las sucesivas generaciones de su descendencia. El cambio que se supone que distingue a la evolución como un hecho científico importante es precisamente lo que está ausente cuando examinamos esta cuestión. Y hablando de hechos, como les gusta hacer a tus discípulos en la actualidad, la evidencia que presentas en favor de este concepto tan vagamente concebido de cambio es sumamente sospechosa. Con referencia a tu propio ejemplo, he observado a lo largo de los años que, con el aumento del conocimiento de la fisiología animal, ha ido disminuyendo el número de pretendidos órganos vestigiales. En una época más anterior de la teoría evolucionista, algunos biólogos que escribieron acerca de este tema dieron una lista de más de ciento ochenta de esas rudimentarias estructuras. El cuerpo humano mismo llegó a constituir un verdadero museo de remanentes evolutivos. Pero en la actualidad observo que la mayor parte de libros de texto que tocan el tema en absoluto dan una lista de sólo unos seis órganos vestigiales, entre los cuales naturalmente el apéndice vermiforme humano sigue recibiendo el lugar más destacado. Desafortunadamente, la categoría de «principal órgano vestigial» ha llegado a ser ella misma un vestigio; porque los inmunólogos en la actualidad no consideran el apéndice como un remanente carente de utilidad. El papel del apéndice en la inmunología humana ha quedado bien establecido.
D.: Así, ¿qué es lo que quieres decir por fin, Sócrates? ¿Que con unos pocos ejemplos como esos puedes despachar la teoría científica de la evolución? ¡Supongo que lo siguiente que me vas a decir es que el registro fósil entero tampoco es un hecho! ¿Qué propones que hagamos con los incontables fósiles depositados en los estratos de la corteza terrestre de una manera tal que sólo el observador más obtuso puede dejar de recibir su mensaje?
S.: Siempre he sido lento en comprender conceptos populares. ¿Me querrás explicar cuál es este mensaje inequívoco que recibes de la tierra?
D.: ¡Venga, amigo mío! Has de saber que los fósiles han sido depositados en los estratos de la tierra con una pauta que se puede discernir con toda claridad. La pauta a la que me refiero —como pienso que ya sabes— es el cambio gradual y progresivo en la complejidad de las formas de vida que han sido fosilizadas. Comenzando con organismos muy simples fosilizados en las capas del Cambriano, puedes ver, al ir ascendiendo por sucesivas capas, una complejidad en gradual ascenso de las formas de vida, hasta llegar a los organismos más complejos en las capas más recientes en la parte superior. El mensaje inequívoco es que los organismos más simples han cambiado progresivamente, o evolucionado, hasta los organismos sumamente complejos.
S.: Tú me has preguntado que me proponía hacer con el registro fósil. No me propongo hacer nada con el mismo, excepto tratar de darle la interpretación más razonable, y tengo que decirte que tu interpretación no me da la impresión de que sea la más razonable. Tu descripción tradicional del registro fósil deja de manifiesto las mismas debilidades de tus pretendidas explicaciones estructurales. Primero, los pretendidos hechos sobre los que construyes tu teoría de progresión evolutiva —sea lo que esto sea de manera precisa— no son tan factuales cuando los contemplas con cuidado. Segundo, dado un relato de los hechos tal como realmente son, hay una mejor explicación alternativa que la evolución: como te he dicho, un cambio creativo en el plan básico del dios.
Tú pretendes que los fósiles dan evidencia de un cambio progresivo gradual en la complejidad de las formas de vida, comenzando con organismos simples en las capas del fondo y acabando con organismos complejos en las capas superiores. Pero desafortunadamente la evidencia no puede ser amoldada a un relato tan simple. En realidad, el cambio que se observa no es ni gradual, ni progresivo, ni comienza con organismos simples.
Digas lo que quieras acerca de las formas de vida en el fondo de la escala evolutiva, unos organismos como esponjas y protozoos, no deberías decir que son simples. En contra de la opinión pública, la historia de la evolución no comienza con organismos simples, sino con unos organismos muy complejos. Incluso los organismos unicelulares exhiben un grado de complejidad que inspira maravilla. Me parece que explicar la composición, la estructura y las sofisticadas funciones de esos organismos pretendidamente primitivos es un problema cardinal de la teoría de la evolución. Asimismo, entre los fósiles más antiguos se puede encontrar evidencia de animales prehistóricos que parecen al menos haber sido tan complejos como los animales modernos, y quizá incluso más. Por ello, debido a que los organismos cuyos restos aparecen en los estratos más profundos no son «simples» en ningún sentido ordinario del término, y debido a que se encuentran restos de animales sumamente complejos donde no deberían hallarse si la evolución es cierta, es una falsa descripción de los hechos decir sencillamente que el cambio que los fósiles exhiben comienza con organismos simples o que siempre progresa de organismos simples a complejos.
Pero aun peor, los cambios de un organismo a otro que se supone que los fósiles deberían exhibir no pueden ser designados como graduales de manera coherente. Dentro de muchas importantes secciones de la columna geológica donde se encuentra una sucesión de fósiles, de menos complejos en las capas del fondo a más complejos en capas superiores, ¡la sucesión no es gradual! En muchos casos dentro de esas secciones hay saltos enormemente grandes en la complejidad de los organismos, sin trazas de una serie de formas intermedias graduadas que expliquen el pretendido cambio evolutivo. ¿Acaso la evolución no viene a ser aquí una especie de «dios de los agujeros»? ¿Dónde, por ejemplo, se encuentran todas las formas intermedias entre aves y reptiles? No veo manera alguna en la que tales saltos en complejidad puedan ser explicados por una teoría que se apoya tanto en su escenario en el tema de «Érase una vez, y a lo largo de mucho, mucho tiempo». Ni cien millones de años de deposición sedimentaria pueden comenzar a dar cuenta de los colosales saltos en la complejidad de esas formas de vida. ¿Es la evolución coherente con sus propios cánones? ¿No ves que . . .
D.: ¡Espera un minuto! Hablas de manera tan simplista, como si el desarrollo evolutivo fuese una simple progresión lineal encadenada como cuentas en un hilo. Lo verás mucho mejor si piensas en ello como una progresión empleando el modelo de un árbol. Bien, algunas de las ramas están ausentes, las cuales podremos probablemente dibujar algún día, pero el plan principal está ahí. La evolución ha sido un proceso muy complejo que no comprendemos del todo, pero estoy confiado en que a su tiempo lo comprenderemos y con ello aclararemos los principales problemas que permanecen.
S.: Me preguntaba cuándo ibas a emplear esta vieja treta. Apelas a la ignorancia científica de las operaciones de este pretendido complejo proceso evolutivo, pero al mismo tiempo afirmas la existencia de este proceso enfatizando su inescrutabilidad —¡cuando todo el tiempo es precisamente la existencia misma de este proceso lo que está en cuestión! Y está en cuestión porque no hay ni un claro referente para la frase «cambio evolutivo» ni evidencia inequívoca que dé apoyo a las ideas evolucionistas de cambio ni siquiera suponiendo que el referente para «cambio» estuviera dado con claridad. ¿Cómo es que aunque no tienes la evidencia fósil necesaria para dar apoyo a la teoría evolucionista sigues sabiendo que la evolución ha tenido lugar? ¿Y cómo consigue este proceso una factualidad existencial en el profundo recoveco de tu desconocimiento? Mi respuesta a tu pretensión de que hay mucho en las operaciones de la evolución que no conocemos es esta: ¿Cómo sabes que ha sido la evolución lo que ha estado operando?
D.: Evidentemente porque podemos ver claramente las grandes líneas de su obra.
S.: Sigues razonando en círculos. Está ausente la evidencia vital que necesitas para apoyar la pretensión de que es la obra de la evolución lo que está patente en grandes líneas, y no la obra de alguna otra fuerza. ¿No ves que es mediante la misma clase de razonamiento que podrías decir que unos pocos puntos coloreados en un lienzo son, sin más evidencia, las grandes líneas de un Rembrandt? Y ésta no es una falsa analogía, porque, contra la creencia popular, no se trata de hecho que sólo faltan unas pocas ramas del árbol de la evolución: ¡lo que faltan son secciones enteras del tronco principal! La carga de la prueba no está sobre mí para ver cómo puedo ejercitar mi imaginación llenando los vacíos; la carga de la prueba está sobre ti para que des evidencia que dé apoyo a una teoría tan imaginativa. Es tu responsabilidad presentar las importantes piezas ausentes: no la mía la de seguir tus vuelos de la imaginación.
D.: Sócrates, creo que veo tu problema. No estableces la necesaria distinción entre los resultados del cambio evolutivo y el proceso mismo del cambio. Evidentemente, no podemos observar el cambio que modificó todas esas especies en el pasado; pero podemos inferir la existencia de dicho cambio mediante los restos fósiles.
S.: Ten cuidado ahora. Estás metido en un círculo vicioso. Ya hemos tratado acerca del discontinuo registro fósil. No volvamos derivando de nuevo a los restos fósiles y lo que se supone que podemos inferir en base a los mismos; porque hemos visto enormes problemas a lo largo de este camino. Me parece que no te das cuenta del punto principal de mi crítica. Cuando tú dices «resultados del cambio evolutivo», fíjate: tú ya das por supuesto que el «cambio» ha tenido lugar, cuando de hecho es precisamente este cambio lo que te pido que me demuestres. Lo que tú deseas designar como «resultados» del cambio yo he argumentado que son realmente los deficientes comienzos de tu prueba de la evolución. Lógicamente, no puedes llamar a esos débiles comienzos «los resultados». Además, no se trata sólo de que el registro fósil sea flojo en evidencia: lo que hace es presentar evidencia en contra. No sólo se trata de que hay muchos fósiles ausentes que deberían estar presentes; es que hay muchos fósiles presentes donde deberían estar ausentes.
Deja que ilustre este punto. Supongamos que un terráqueo entra a su comedor por la mañana, y ve un hermoso jarro sobre una mesa. Al volver por la tarde al comedor ve ahora que el jarro está hecho añicos en el suelo. Desde luego, ha habido un «cambio», pero el «cómo» de este cambio puede que no sea tan claro. ¿Ha sido el gato, un temblor de tierra, una mano humana, la gravedad, el viento, o alguna otra cosa? A no ser que tenga más evidencia que sólo la memoria de un jarro entero por la mañana, junto con el espectáculo de trozos rotos por la tarde, será presuntuoso de su parte señalar a cualquiera de esos agentes como los responsables de la destrucción. Pero fíjate que él puede salvar la discontinuidad entre su recuerdo del jarro intacto y su percepción de los trozos rotos que tiene ante él, empleando su imaginación. Pero si todo lo que usa para salvar la discontinuidad es su imaginación, entonces el cambio que proponga —por ejemplo, el movimiento de la cola de un gato contra el jarro— es meramente un cambio conceptual, sin una base factual. Precisa de algo más que una imaginación viva para explicar el cambio en el mundo que le rodea.
La necesidad de evidencia de una clase específica de cambio es mucho más aguda en el caso de la evolución; porque ahí uno quiere argumentar no sólo que tuvo lugar un cambio en la naturaleza misma, sino que unos organismos más simples cambiaron a más complejos por azar. A diferencia del cambio en el jarro, el concepto de cambio evolutivo es contrario a la intuición; es especialmente importante cubrir la discontinuidad con algo más que con imaginación.
No niego, por ejemplo, que los reptiles sean diferentes de los mamíferos. Y desde luego hay un cambio conceptual que se debe hacer al pasar uno de sus pensamientos acerca de fósiles de reptiles a sus pensamientos acerca de fósiles de mamíferos. Pero a no ser que uno tenga algo más que ofrecer que la relamida frase «debido a un cambio evolutivo», sus ideas permanecerán sin base. El «cómo» del cambio evolutivo no es, como parecen creer algunos científicos, un extra no esencial que pueda añadirse algo más tarde. Es el mismo meollo de este pretendido proceso. Si no se puede identificar y describir de manera coherente el «cómo» de la teoría evolucionista, y si no se puede dar una clara evidencia no contradictoria en los puntos cruciales que den apoyo a la teoría, hablar entonces de «cambio evolucionista» como acontecimiento distintivo dentro de la naturaleza es hablar con vacuidad.
D.: Tú sigues repicando el tambor sobre esta cuestión del cambio como si la evolución hubiera sido descubierta ayer. Has dicho que has estado leyendo la literatura sobre el tema. ¿No has leído nada sobre selección natural y variación genética?
S.: Pues sí, sí que he leído sobre el tema; y a ti te habría aprovechado leer a Mendel en lugar de haberlo dejado descuidado en tu estantería; a fin de cuentas, él es el padre de tu teoría, ¿no? Pero no importa, lo mismo que el resto de la teoría evolucionista, no puedo encontrar cómo se acoplan en ella la selección natural y la variación genética. Y dejaré de repicar el tambor si tú cambias de música.
D.: Hablando de «viejos trucos», este de hacer de desconocedor ya está bastante gastado. Recuerdo tus trucos. Deja que adivine: ¿Ahora querrás que te dé una lección básica sobre los mecanismos del cambio evolutivo?
S.: ¡Sí, desde luego! Y permíteme asegurarte que mi ignorancia no es fingida. En realidad no comprendo toda esta cuestión. Por eso he venido a ti, al experto.
D.: Bien, cuando por primera vez concebí la teoría de la evolución, acepté la suposición lamarckiana de que los cambios hereditarios son producidos por el medio. A fin de adaptarse a un determinado medio para el que no estaba bien apropiado, un organismo adquiría las características necesarias para la supervivencia. El medio, por así decirlo, apremiaba al organismo a que adquiriese esas características —o así nos lo creíamos. Además, yo pensaba también que como correspondencia a este cambio en las características del organismo, también se producían de alguna manera cambios hereditarios, de modo que los caracteres recién adquiridos se podían transmitir a las sucesivas generaciones. Todo esto, naturalmente, fue antes del advenimiento de la genética. Ahora aquellos que siguen aceptando mi modelo evolucionista general creen que los mecanismos de cambio son diferentes. Los neodarwinistas mantienen que los cambios hereditarios son resultado de mutaciones genéticas. Dicho de manera sencilla, en lugar de decir que el medio produce cambios adaptivos hereditarios, ahora se dice que el cambio hereditario hace posible la adaptación. Los cambios en la constitución genética de un organismo alteran aquel organismo de manera que lo preparan para un medio ambiental al que pueda emigrar. Esta preparación genética recibe a veces el nombre de preadaptación. Permite que te dé una sencilla ilustración. A menudo se describe que los habitantes de cuevas son ciegos y que poseen unos órganos táctiles sumamente desarrollados. Según mi antiguo punto de vista, la oscuridad obligó a los seres que se instalaron en cuevas a dejar de usar sus ojos y a adquirir un agudo sentido del tacto. El punto de vista neodarwinista revisado dice que esto es poner el carro delante del caballo. En realidad, los seres que vayan a habitar en cuevas han de ser equipados para la supervivencia antes de emigrar a las cuevas. Es decir, son preadaptados por una mutación genética que resulta en una sensibilidad táctil potenciada.
S.: Me disculparás si te hago otra pregunta simple, pero, ¿por qué iba nadie a pensar en primer lugar que los organismos se adaptan a sus ambientes, bien de la manera que primero propusiste, bien de la manera que tus seguidores lo proponen en la actualidad?
D.: Bueno, evidentemente, debido a la compatibilidad que existe entre los organismos y sus ambientes. Debe ser evidente, incluso para tu crítica mente, lo bien que se ajustan los organismos y sus medios: donde el medio es apropiado para acomodar al organismo, y el organismo es idóneo para existir en su medio. Este armónico estado de cosas se puede observar en todas partes de la tierra.
S.: Pero, ¿se han observado nunca estas adaptaciones de nuevos organismos a nuevos medios: No me refiero sólo a aquellos cambios en partes del organismo como colas alargándose o la piel cambiando de color, etc., como resultado de crianza selectiva dentro de la misma especie. Esos cambios limitados habían sido observados y eran bien conocidos cientos de años antes que la palabra «evolución» consiguiera ninguna difusión. Lo que quiero decir es: Ha observado alguien alguna vez científicamente un cambio radical en un organismo a un nivel específico o siquiera subespecífico, de manera que un organismo radicalmente nuevo pueda ajustarse en un medio radicalmente nuevo? ¿O ha observado nadie siquiera un organismo como un murciélago perdiendo la vista, y luego consiguiendo un sentido potenciado táctil y auditivo, y luego emigrando a un medio radicalmente nuevo como una cueva, donde ha seguido viviendo y reproduciendo descendencia similarmente adaptada?
D.: Claro que no. La selección natural al nivel que me estás preguntando no puede observarse de manera directa. Es un proceso sumamente complejo que ha precisado de mucho tiempo.
S.: ¿Pero no estarás de acuerdo en que la adaptación a este nivel ha de quedar demostrada antes que la evolución pueda ser considerada como una teoría científica explicativa acerca de cómo los organismos han cambiado radicalmente?
D.: Desde luego, los cambios tienen que haber sido radicales, pero la . . .
S.: Bueno, si cambios pequeños como las variaciones en el tamaño de un apéndice, o en el color de alguna parte del cuerpo, no pueden constituir la evidencia necesaria para la aparición de esos organismos radicalmente nuevos, ¿sobre qué base argumentas que han tenido lugar unos cambios a tan grande escala que capacitan a un organismo a adaptarse a un medio radicalmente nuevo?
D.: Ya te lo he dicho: sobre la base de la armónica interacción de los organismos con su medio. Los organismos tienen que haber cambiado de forma dramática para ajustarse a nuevos ambientes ecológicos.
S.: Voy a intentar comprender lo que estás diciendo. ¿Dices que los organismos y sus ambientes están ajustados entre sí?
D.: Sí, así es.
S.: ¿Y que concuerdan entre sí porque el organismo se adapta a su medio?
D.: Correcto.
S.: Y cuando yo te pregunto que cómo sabes que el organismo realmente se adapta a un medio radicalmente nuevo, me dices que porque el organismo y su medio están ajustados.
D.: Sí, esta es mi posición.
S.: ¿No ves que estas arguyendo en círculos? Saltas de la armonía que se observa en la naturaleza a la misteriosa conclusión de que los organismos cambian dramáticamente y que luego se adaptan a un medio radicalmente nuevo, sin dar otro apoyo de hecho para esta gran inferencia inductiva que el hecho evidente de la armonía con la que comenzaste. Me parece que los evolucionistas emplean el concepto de «idoneidad» tanto como observación de partida y como explicación final. Los únicos hechos involucrados en tu argumento en favor de la selección natural son los que son evidentes y aceptados por todos antes que se llegue a ninguna inferencia. Como descripción de la manera en que los organismos y sus medios son mutuamente apropiados, parte de lo que dices es indiscutible; pero como pretendida explicación de cómo los organismos han venido a la existencia, la selección natural no da realmente una respuesta. En el mejor de los casos, podemos aprender cómo algunos organismos ya existentes sobreviven a un cambio ambiental radical —como el de polillas negras en árboles recubiertos de hollín—, pero no como cambian radicalmente al sobrevivir. Te repito mi anterior crítica del pretendido «cambio evolucionista»: el cambio que necesitas demostrar es precisamente aquello que das como supuesto a través de todo tu argumento. Y si vas a tomarte tales libertades con la inferencia inductiva no deberías objetar a una inferencia alternativa de no mayor alcance y que surge de las mismas observaciones acerca de la armonía natural. ¿Por qué no inferir que el delicado equilibrio de la naturaleza que se observa universalmente es la obra de un dios que . . .
D.: Podrías haber salido bien librado con esta clase de argumento en tu época, o incluso hace cien años, pero no ahora. Creo que ya he dejado claro que la idea de variaciones genéticas constituye una parte integral de la teoría evolucionista como se enseña en la actualidad. Ya nadie habla de la selección natural sin decir de modo expreso o por implicación que las variaciones genéticas constituyen una parte integral del proceso evolutivo.
S.: Bien, ¿estás admitiendo entonces que el principal apoyo para la creencia en el cambio evolutivo se encuentra en la genética? Me gustaría llegar pronto a la base de toda esta cuestión.
D.: Sí, podrías decirlo así. La evidencia para los cambios que buscas con tantas ganas se encuentra en el hecho de las mutaciones genéticas.
S.: Pero, ¿hay realmente ninguna evidencia científica —y quiero decir datos sólidos, no teorías imaginativas— que muestre que la forma mutante de un organismo puede cambiarlo a nada parecido a lo que se necesita para reproducir una nueva especie?
D.: Venga, hombre, de seguro que tienes que haber leído acerca de las formas mutantes en plantas, animales e insectos. ¿Es que no estás familiarizado con los experimentos de la mosca del vinagre? Se han observado incontables mutantes de la Drosophila y están registrados en la literatura sobre el tema.
S.: Me parece que no eres tú el único que cree que no le escuchan. Acabo de hacer una pregunta cuyo sentido pareces dejar totalmente a un lado. La debilidad de la explicación genética en apoyo de la evolución reside precisamente en la pretendida evidencia que presentas en su apoyo. Incluso si sucediera lo sumamente improbable, esto es, incluso si mil de esos mutantes apareciera en una y la misma mosca del vinagre, seguirías sin tener un organismo cuyo cambio total representase nada parecido a una nueva especie realmente existente en la naturaleza. Y lo que es importante aquí, naturalmente, es que un cambio a tan grande escala nunca ha sido observado.
D.: No sé qué clase de literatura habrás estado leyendo, pero una mutación que puede transformar una antena en una pata es una pieza de evidencia bastante poderosa para el mecanismo de cambio evolutivo.
S.: Esta es una descripción muy engañosa, amigo mío. Lo que estás sugiriendo que es el origen de una nueva estructura compleja, una pata, es realmente sólo el cambio de una estructura ya codificada genéticamente a un nuevo emplazamiento, el emplazamiento de la antena, donde luego se desarrolla. Pero lo peor es que esta clase de cambio aberrante es desventajoso para la mosca, incluso si, hablando hipotéticamente, uno pudiera decir que se estaba añadiendo un material genético nuevo al plan de la mosca, lo que desde luego no es el caso. Si se va a conseguir ganar alguna ventaja con el argumento genético, tendrás que mostrar que un organismo puede crear nuevo material genético que aumente de manera radical la complejidad de la estructura o de la función del organismo, capacitándolo así para adaptarse a un medio radicalmente nuevo. Por ejemplo, si hemos evolucionado desde los protozoos, ¿de dónde vinieron los genes para un sistema nervioso, huesos, etc.? Hay aquí una colosal discontinuidad que debe ser salvada.
D.: Incluso así, los pequeños cambios genéticos que observamos nos dan una buena idea operativa de cómo pudieron ocurrir cambios a gran escala en los organismos, y producir así organismos radicalmente nuevos.
S.: ¿Ha observado alguien alguna vez esos magnos cambios genéticos que tú imaginas pudieron haber sido el ímpetu para el avance evolutivo?
D.: No, claro que no, ¡pero el solo hecho de que no hayan sido observados no significa que no ocurrieron! No has mostrado que esos cambios no pudieron suceder.
S.: No, claro que no —pero tampoco significa que sucedieron. Pero, ya que eres tú quien estás presentando la teoría, a ti te corresponde la carga de la prueba para establecer su veracidad. No me toca a mí satisfacer tu imposible petición, la mostrar que algunos acontecimientos imaginados, como cambios genéticos a gran escala, y que, como acontecimientos puramente imaginativos, no son lógicamente imposibles, no pudieron suceder. Esta clase de demostración no se puede dar en ningún mundo, y menos en la teoría evolucionista. Tampoco es razonable pedir que se dé. ¿Cómo podrías tú, por ejemplo, demostrar jamás que un creador no puede existir? Has de basar tu argumento en favor de la evolución sobre evidencias positivas disponibles —a no ser, claro, que decidas dar a tus ideas, tal como están ahora, un título más apropiado: «una visión poética», o «una fe secular», o algo similar. Me temo que todavía no te has dado cuenta de lo pesada que es la carga de la prueba que descansa sobre tus hombros.
D.: Y me parece que tú tienes algo en contra de la especulación en ciencia. De hecho, presentas una falsa perspectiva del proceso científico. Oye, sería ridículo que los científicos formulasen sólo teorías para las que ya hubiera evidencia confirmadora. Es evidente que no es necesario presentar evidencia confirmadora de posibles macromutaciones ventajosas antes que teorice que han tenido lugar, ¿no?
S.: No tengo nada contra la especulación, en ciencia o en cualquier otro lugar. Sólo desearía que tú —y especialmente tus seguidores— le dierais exactamente este nombre, en lugar de presentar grandiosas pretensiones sobre la evidencia en favor de la evolución. Das a todo el mundo la impresión de que la evolución está firmemente basada en hechos. Pretendes que la genética tiene la respuesta a las preguntas sobre los cambios que te acabo de hacer. Y en cambio, cuando se ha dicho toda la verdad, los cambios que se pueden observar son pequeños, no radicales, y con la mayor frecuencia desventajosos para un organismo, con lo que no se tiene ninguna evidencia relevante para los cambios a gran escala que la evolución demanda; o bien, los cambios son grandes pero inexistentes, un mero producto de tu imaginación, sin base de hecho. De modo que, en cualquiera de ambos casos, todavía no está establecido el sustento fundamental para la afirmación de que la evolución ha tenido lugar.
D.: Te concedo que la teoría puede tener varias debilidades en cada una de sus diversas partes explicativas, pero cuando las explicaciones se toman en conjunto, creo que tendrás que admitir que presentan una explicación muy convincente.
S.: Esto es lo mismo que decir que aunque un cubo con agujeros no puede retener agua, diez cubos con agujeros sí lo harán.
D.: ¡Depende de lo lejos que quieras llevar el agua!
S.: ¡Sí, y de lo grandes que sean los agujeros! ¿Pero para llevar el desarrollo progresivo de las formas de vida todo el camino desde los organismos no celulares hasta el hombre? Este es un camino muy largo, amigo mío. Tú comenzaste hablando de semejanzas estructurales y de órganos vestigiales. Cuando te hice observar que tu explicación no sólo contenía errores de hecho sino que también daba por supuesta sin justificación la respuesta a mi pregunta fundamental de cambio evolutivo, dirigiste nuestra discusión al registro fósil y a la pauta supuestamente inequívoca que allí se exhibe. Cuando te señalé errores factuales adicionales y enfatizé de nuevo tu persistencia en suponer sin justificación el cambio mismo que estaba bajo discusión, luego nos llevase a una discusión acerca de lo que son las dos aparentes columnas de la teoría evolucionista, la selección natural y la variación genética. Y ahora, después que has vuelto a señalar que incluso en la explicación genética los cambios radicales se dan por supuestos, sin evidencias de los mismos, tú quieres aún girar toda esta cuestión y decir que de alguna manera todos los apoyos ausentes para tu teoría la están manteniendo de alguna manera. ¿No es esta una extraña manera de argumentar?
D.: ¿De qué otra manera puedes explicar la existencia de formas complejas de vida?
S.: ¡Madre mía! ¿No me estarás sugiriendo que una mala teoría es mejor que ninguna teoría? ¿Nunca se te ha ocurrido decir: «No lo sé»? Tendrías que leer a Wittgenstein.
D.: ¡Pero en la actualidad ningún científico intelectualmente respetable podría dudar de ello!
S.: Y éste es el problema con vosotros. Os aferráis a vuestras teorías con un fervor tan religioso que no podéis separaros de ellas el tiempo suficiente para hacer unas pocas preguntas básicas.
D.: Y el problema con los filósofos es que siempre están preocupados con cuestiones de semántica. ¡Inteligentes juegos de palabras, esto es todo!
S.: Nunca he pretendido que la filosofía sea otra cosa sino el arte de hacer preguntas incómodas acerca de suposiciones fundamentales. Di lo que quieras contra los filósofos, pero no podrás desmontar las graves críticas que merece tu teoría.
D.: ¿Te das cuenta de lo que estás sugiriendo? ¿Me estás pidiendo que crea que todos esos venerables hombres de ciencia están extraviados porque no tienen ninguna clara idea acerca del cambio evolutivo? Esta es una sugerencia que ni merece el honor de una respuesta.
S.: No sé de esto, pero permíteme que te diga cuál es, creo yo, la principal razón para la perpetuación de esta confusión de conceptos. La fuerza falsamente explicativa de la teoría evolucionista deriva su poder psicológico del hecho de que los términos antropomórficos dentro de su narración son fácilmente comprendidos en contextos de discurso no científico.
D.: ¿¡Y esto que rayos significa!?
S.: Considera el carácter fantasioso de las historias que se entretejen alrededor de los registros fósiles. Leemos acerca de vertebrados que abandonaron su medio acuático y que desarrollaron miembros locomotores gracias a un feliz accidente. Y con sus miembros recién desarrollados, esos anfibios aprendieron a quedarse junto a los estanques que se iban secando progresivamente. En la historia del descenso desde los árboles leemos de primates hominoides arborícolas que llegaron a ser habitantes de la tierra. Adoptaron una postura erguida, alargaron y fortalecieron sus extremidades inferiores; y las superiores pasaron a ser órganos de la mente. Sería difícil escribir una historia más antropomórfica. Apenas si es un gran salto imaginarse a un grupo de tortugas reuniéndose en conferencia para hacer planes para una expedición de exploración. Naturalmente, si estos verbos y sustantivos de acción se leen antropomórficamente, entonces la conclusión hacia la que se mueve el argumento evolucionista se da por supuesta desde el comienzo. Se supone que las formas inferiores de vida se desarrollaron de alguna manera hasta llegar a la forma compleja llamada hombre. Por ello, al comienzo no poseían, ni siquiera en la etapa anfibia, la motivación ni la capacidad de dirigir sus destinos, como el hombre sí puede. Hacer entrar de contrabando en el lenguaje de la explicación la sugerencia de que así lo hicieron es ganar un apoyo psicológico para la tesis central de la evolución que debería ser establecido de manera legítima por medios no semánticos.
Esta historia dramático-científica de la evolución se concibe en términos tan generales que puede acomodar casi cualquier idea, y de hecho así sucede. No sólo deposita en su contexto la jerga científica de «fósiles», «estratos», etc., sino que además incorpora con facilidad el lenguaje antropomórfico de la poesía épica. El científico aprende a hablar a la vez de «datación radiocarbónica», «miembros en desarrollo» y «accidentes felices». Su explicación narrativa mezcla ciencia y saga, con un intenso énfasis en lo segundo. Y los términos de acción antropomórficos encuentran una fácil aceptación en las mentes de los lectores debido a que sus mentes están acostumbradas a emplear esos términos a diario en contextos razonables y ordinarios. Por ejemplo, se cree que «el desarrollo de las extremidades locomotoras» comunica algo inteligible debido a que «el desarrollo de los músculos» o «el desarrollo del talento» son cosas perfectamente razonables.
Es esta práctica de préstamos semánticos lo que hace que los libros populares sobre la evolución sean tan vendibles. La gente ve cartas hermosamente coloreadas y leen en los pies de ilustraciones todo acerca de la saga de la evolución. Hasta los niños pueden repetir de manera confiada la historia de «los anfibios desarrollando extremidades locomotoras» y de «los reptiles emprendiendo el vuelo». Y todo esto se hace con un aire de claro entendimiento, como si realmente se estuviera explicando la evolución.
D.: Sócrates, me temo que tú has salido ahora a una rama muy larga de la que tristemente no hay regreso. ¿No te das cuenta de que ningún científico en su sano juicio pretendería que esas narraciones explican cómo tuvo lugar la evolución? Sirven meramente como instrumento pedagógico, esto es todo.
S.: ¿Me estás diciendo que esos relatos se emplean sólo con propósitos de enseñanza, y que no tienen la intención de ser explicaciones del proceso evolutivo?
D.: Sí, así es.
S.: Esto me lleva a hacer dos preguntas. Si las narraciones tienen la intención de ser tomadas sólo como una especie de magno instrumento mnemónico, entonces, ¿no deberían dejarlo inequívocamente claro los escritores de estos relatos, clarificar la naturaleza metafórica de su lenguaje? Porque desde luego parece como si la intención que tienen es que las narraciones sean aceptadas como explicaciones. Pero mi segunda pregunta me lleva a dudar de tu fácil interpretación de esas narraciones. Para que la historia de la evolución represente la verdad tiene que basarse ciertamente en un conocimiento de los mecanismos del desarrollo evolutivo —en caso contrario no hay garantías de que la historia se corresponda con el proceso de desarrollo real que meramente quiere representar. Pero si la cosa es así, ¿cuáles son esos mecanismos conocidos de cambio radical progresivo en el desarrollo de los organismos?
D.: ¡La selección natural y la variación genética, claro!
S.: Pero vuelves a argumentar en un círculo. Ya hemos visto que no hay nada en genética que pueda explicar los cambios radicales que tu teoría demanda. Y ahora quieres basar la épica «de los protozoos al hombre» sobre este apoyo carente de fundamentos.
Sabes, Darwin, cuanto más hablo contigo más preguntas tengo. ¿Podría ser que la teoría de la evolución no sea sólo un argumento en círculo vicioso, sino incluso algo más problemático? ¿Es siquiera empíricamente significativa? Lo que quiero preguntar es: ¿Tiene un referente empírico la frase clave «cambio evolutivo»?
Si uno intenta descubrir cómo funciona la evolución, le dicen que los factores causales involucrados no son observables, no son repetibles, no son simples, y que no todos los científicos concuerdan. Y si uno quiere ver esta cualificación negativa a gran escala sólo tiene que contemplar la historia de esta cuestión. Cuando fracasaron el Lamarckismo y el Darwinismo, el evolucionismo triunfó. Cuando fracasaron el Vitalismo y el Finalismo, la evolución siguió triunfando.[1] Incluso a pesar de que los neolamarckistas y los neodarwinistas han estado enfrentados acerca de cuestiones cruciales, la evolución está supuestamente por encima de la confusión y de las contradicciones.[2] ¿Qué es este cambio llamado «evolución» que sobrevive a todas las vicisitudes de sus vagas y contradictorias explicaciones? Este pretendido proceso, que no puede ser repetido ni observado, ni siquiera especificado, y cuyas explicaciones sustentantes de la selección natural y de la variación genética se hunden bajo el peso de un análisis lógico-empírico, ¿en qué difiere de una ausencia total de proceso?
D.: ¡Ya basta! No quiero saber nada más de estas sandeces. ¡Lo que estás diciendo es una tontería! ¡Lárgate!
Sócrates se volvió tranquilamente y se fue calmosamente, y mientras se abría paso entre los invitados se le oyó murmurando para sí: «Me pregunto si estará Freud por aquí. Quizá él me pueda ayudar a comprender lo que ha dicho Darwin.»

[h=3]NOTAS:[/h]
[1] «Una teoría puede ser descrita como "vitalista" si se propone dar una explicación sistemática de la evolución en términos de alguna agencia singular no natural» como «la "fuerza vital", el "elan vital", entelequias, etc.» (Goudge, p. 80).
«Así como el vitalismo no es necesariamente finalista, tampoco el finalismo es necesariamente vitalista. Porque la esencia del finalismo es la postura de que una condición necesaria de la evolución consiste en su orientación hacia una meta definitiva.» La meta puede ser alcanzada mediante «procesos determinados mecánicamente» (Goudge, p. 81). Vuelve al texto
[2] El neolamarckismo sostiene «. . . que los efectos del uso y desuso [de partes de un organismo], junto con otros cambios inducidos por el medio, pueden quedar fijados en la constitución genética de las especies . . .» (Goudge, pp. 85,86)
El neodarwinismo, dicho de manera sencilla, es darwinismo sin la suposición lamarckiana de que los cambios hereditarios son producidos por el medio, y con la suposición de que los cambios en la herencia proceden de la variación genética en el organismo. Un relato completo sería mucho más complicado que esto y revelaría que los neodarwinistas difieren significativamente en sus perspectivas evolucionistas según la teoría del mecanismo para la variación genética y selección natural que mantengan.

Fuente: http://www.sedin.org/propesp/socrates.htm
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

[h=1]Citas citables acerca del evolucionismo[/h]






[SIZE=+1]«No es por sus conclusiones, [/SIZE][SIZE=+1]sino por su punto de partida metodológico[/SIZE][SIZE=+1] por lo que la ciencia moderna excluye la creación directa. [/SIZE][SIZE=+1]Nuestra metodología no sería honesta si negase este hecho[/SIZE][SIZE=+1]. No poseemos pruebas positivas del origen inorgánico de la vida ni de la primitiva ascendencia del hombre, tal vez ni siquiera de la evolución misma, si queremos ser pedantes».[/SIZE]
Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia (Barcelona, Ed. Labor, Nueva Colección Labor n(o) 27, 1972), pág. 125.
[SIZE=+1]«Todavía no entendemos demasiado bien las causas de la evolución, pero tenemos muy pocas dudas en cuanto al hecho de la evolución; ... ¿Cuáles son las razones para esta creencia general? En la última lección las formulé negativamente; no sabemos cómo podría la vida, en su forma actual, haber venido a la existencia por otro camino. [/SIZE][SIZE=+1]Esa formulación deja silenciosamente a un lado cualquier posible origen sobrenatural de la vida[/SIZE][SIZE=+1]; así es la fe en la ciencia de nuestro tiempo, que todos compartimos».[/SIZE]
Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia (Barcelona, Ed. Labor, Nueva Colección Labor n(o) 27, 1972), pág. 131.


[SIZE=+1]«Preferiría creer en las hadas que en unas especulaciones tan desenfrenadas. He dicho durante años que las especulaciones acerca del origen de la vida no nos llevan a ningún buen propósito, por cuanto incluso el más simple sistema vivo es excesivamente complejo para poder ser comprendido en términos de la química extremadamente primitiva que los científicos han empleado en sus intentos de explicar lo inexplicable. Dios no puede ser desechado con pensamientos tan superficiales.»[/SIZE]
Ernst B. Chain, citado por Ronald W. Clark, The Life of Ernst Chain: Penicillin and Beyond (Londres: Weidenfeld & Nicolson, 1985), págs. 147-148. Bioquímico. Premio Nobel.


[SIZE=+1]«Al considerar la forma en que la sopa prebiótica es mencionada en tantas discusiones acerca del origen de la vida como un hecho real ya establecido, produce un sobresalto darse cuenta de que no hay en absoluto prueba alguna de su existencia.»[/SIZE]
Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, Maryland: Adler and Adler Publishers, 1986), pág. 261.


[SIZE=+1]«Por muy numerosas que sean, las mutaciones no producen ninguna clase de Evolución.»[/SIZE]
Pierre-Paul Grassé [destacado zoólogo evolucionista francés]. Véase La Evolución de lo Viviente (Ediciones H. Blume, Madrid).


[SIZE=+1]«La probabilidad de la formación de la vida a partir de materia inanimada es de uno entre un uno con 40.000 ceros detrás. ... es suficientemente grande como para sepultar a Darwin y a toda la teoría de la evolución. ... si el comienzo de la vida no fue al azar tiene que haber sido producto de una inteligencia con propósito.»[/SIZE]
Sir Fred Hoyle, astrónomo, cosmólogo y matemático, Universidad de Cambridge. Véase su libro El Universo Inteligente (Grijalbo, Madrid).


[SIZE=+1]Se nos dice dogmáticamente que la evolución es un hecho establecido, pero nunca se nos dice quién lo estableció ni por qué medios. Se nos dice, bien a menudo, que la doctrina está basada sobre evidencia, y que lo cierto es que esta evidencia está "desde ahora más allá de toda verificación, así como inmune a cualquier posterior contradicción por parte de la experiencia", pero se nos deja totalmente a oscuras acerca de la crucial cuestión: cuál es precisamente esta evidencia.»[/SIZE]
J. Wolfgang Smith, Ph.D. en matemáticas, Universidad de Columbia. Profesor de Matemáticas, Universidad Estatal de Oregón, ex instructor de matemáticas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Publicaciones en diversas revistas científicas. En Teilhardism and the New Religion: A Thorough Analysis of The Teachings of Pierre Teilhard de Chardin (Tan Books & Publishers, Inc., 1988), 248 págs.


[SIZE=+1]El hecho de que una teoría tan vaga, tan insuficientemente verificable y tan alejada de los criterios que se aplican en la ciencia «dura» haya podido llegar ser un dogma sólo puede explicarse desde criterios sociológicos.[/SIZE]
Ludwig von Bertalanffy, biólogo. citado por Huston Smith, Beyond the Post-Modern Mind (New York: Cross Roads, 1982), pág. 173.


[SIZE=+1]Ya hemos tenido suficiente de la falacia darwinista. Es hora ya de gritar: «¡El emperador va desnudo!» (K. Hsu, geólogo en el Instituto Geológico de Zurich)[/SIZE]
K. Hsu, «Darwin's Three Mistakes», Geology, Vol. 14 (1986), pág. 534. Citado por Wendell R. Bird, «The Antidarwinian Scientists», Impact Series n(o) 173, Acts and Facts (Nov. 1987), pág. IV.


[SIZE=+1]Soy consciente de que en esta obra apenas si se discute un solo punto acerca del que no se puedan aducir hechos que aparentemente conducen a conclusiones diametralmente opuestas a aquellas a las que he llegado yo. Sólo se podría llegar a un resultado justo estableciendo de una manera plena los hechos de ambos lados de la cuestión ...[/SIZE]
Charles Darwin,Sobre el Origen de las Especies por Selección Natural, 1859.


[SIZE=+1]En contra de lo que escriben la mayor parte de los científicos, el registro fósil no respalda la teoría darwinista de la evolución, porque es esta teoría (hay varias) la que empleamos para interpretar el registro fósil. Al actuar de esta manera, nos hacemos culpables de razonamiento en círculos si luego decimos que el registro fósil respalda esta teoría.[/SIZE]
Ronald R. West, Ph.D. «Paleontology and uniformitarianism», Compass, vol. 45, mayo de 1968, pág. 216.


[SIZE=+1]Así, si la materia viva no tiene su origen en el juego mutuo de los átomos, de las fuerzas naturales y de la radiación, ¿cómo ha llegado a existir? Hay otra teoría, ahora fuera de favor, que se basa en las ideas de Lamarck: la que dice que si un organismo necesita una mejora, la desarrollará y la transmitirá a su progenie. Me parece que deberíamos ir más allá y admitir que la única explicación aceptable es la creación. Sé que eso es anatema para los físicos, como desde luego lo es para mí mismo, pero no debemos rechazar una teoría que no nos gusta si la evidencia experimental la apoya.[/SIZE]
H. S. Lipson, «A Physicist Looks at Evolution», Physics Bulletin, vol. 31, 1980, citado en The Quote Book (Australia: Creation Science Foundation, 1984), pág. 5.


[SIZE=+1]«La fuerza casi irresistible de la analogía ha minado totalmente la autocomplacida presuposición, dominante en los círculos biológicos durante la mayor parte de los últimos cien años, de que la hipótesis del designio puede ser excluida sobre la base de que este concepto es fundamentalmente un apriorismo metafísico, y que por ello es científicamente inaceptable. Al contrario, la inferencia del designio es una inducción puramente a posteriori basada en la implacable aplicación de la lógica de la analogía. La conclusión puede que tenga implicaciones religiosas, pero no depende de presuposiciones religiosas.»[/SIZE]
Michael Denton, Evolution: A Theory in Crisis (Bethesda, Maryland: Adler and Adler Publishers, 1986), pág. 341.


[SIZE=+1]«Mientras tanto, el público educado sigue creyendo que Darwin ha dado todas las respuestas pertinentes mediante la fórmula mágica de cambios al azar y selección natural, ignorando del todo que los cambios al azar han resultado ser irrelevantes, y la selección natural una tautología.»[/SIZE]
Arthur Koestler, Janus: A Summing Up (New York: Vintage Books, 1978), pág. 185.


[SIZE=+1]En la actual etapa de investigación geológica, debemos admitir que no hay nada en el registro fósil que contradiga la perspectiva de los creacionistas conservadores, que Dios creó cada especie [nosotros diríamos cada baramin] de manera separada, supuestamente del polvo de la tierra.[/SIZE]
Edmund Ambrose, The Nature and Origin of the Biological World (New York: John Wiley and Sons, 1982), pág. 164.


[SIZE=+1]Nosotros, que conocemos el origen del hombre, sabemos con certidumbre que la muerte no procede de la naturaleza, sino del pecado[/SIZE][SIZE=+1].[/SIZE]
Tertuliano (160-230 d) Tratado De Anima, 52

Fuente: http://www.sedin.org/propesp/X0050_Ci.htm
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Aquí te metiste en un GRAN problema de la ciencia. El agua no puede formarse por procesos "naturales", porque el hidrógeno explota con una chispa. La única explicación plausible para la cantidad de agua que existe en la Tierra es que haya sido "puesta allí" por un Creador.

Qué deducción tan absurda. Pero siguiendo tu retorcido razonamiento, ¿por qué puso Dios miles de kilómetros de océano en Europa (satélite de Jupiter)?

¿Y por qué no hemos explotado ya si hay hidrógeno en nuestra atmósfera?

¿Y qué pasa con el vapor de agua que liberó la Tierra tras pasar de ser una enorme bola de magma a un planeta con superficie sólida?

¿Y qué pasa con el vapor de agua que liberan los volcanes a la atmósfera?

¿Y qué hay de las reacciones químicas que liberan agua como subproducto? ¿Sabías que el butano, al reaccionar con el oxígeno, produce agua?: 2C4H10 + 13O2 ---> 8CO2 + 10H2O

¿Y qué hay de las reacciones biológicas que liberan moléculas de agua como subproductos? Como la que ocurre en los peroxisomas de nuestras células: H[SUB]2[/SUB]O[SUB]2[/SUB] + R'H[SUB]2[/SUB] → R' + 2H[SUB]2[/SUB]O

¿Y qué hay de los meteoritos con grandes bloques de hielo que pudieron impactar en la Tierra?

Como ves, antes de recurrir a explicaciones mágicas, deberías investigar sobre explicaciones más lógicas.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Subí un gráfico que muestra la bioquímica dentro de una célula. Esto es lo que los expertos llaman "complejidad irreducible". Este término se usa para denominar a un sistema del cual no se puede quitar ninguna parte porque, de hacerlo, no funcionaría. Una célula de ADN es extremadamente compleja y no puede funcionar si es mínimamente alterada. Más aún, el ADN es un código que debe ser decodificado con el ARN, otro "sistema de complejidad irreducible". ¿Cómo es posible que estos dos sistemas de complejidad irreducible aparecieran súbitamente como resultado de procesos químicos?

Los evolucionistas intentan evitar la palabra "azar", porque saben que es imposible que el azar produzca estas cosas. Pero si no es por azar, la única otra opción es el diseño inteligente. Al decir que "no es por azar" no les queda otra opción que reconocer la inteligencia que hay detrás, porque los "procesos químicos evolutivos", como lo llaman, no pueden pensar por sí mismos como para ordenarse perfectamente y formar ADN y ARN en un ser vivo plenamente funcional que además tenga la capacidad de reproducirse antes de morir y desintegrarse. Es como intentar darle a un mono una máquina de escribir y que redacte por completo la enciclopedia británica sin cometer ningún error.

Ver el archivo adjunto 10679

El mapa bioquímico de una célula no es irreductible, tal y como demuestran los mapas bioquímicos de especies inferiores, como bacterias, que son versiones reducidas de nuestros mapas bioquímicos.

Azar es lo que ocurre en una partida de bingo o en la ruleta. La química no es exactamente azarosa. Las mutaciones son azar, porque no pueden predecirse, pero no son totalmente azarosas porque existen limitaciones que sí podemos predecir.

El ADN y ARN sí son reductibles. Tanto en estructura (nada que ver la estructura de un ADN eucariota con la de un ADN procariota) como en funciones (nuestro ADN desempeña funciones más complejas que el ADN bacteriano). Los nucleótidos siguen siendo útiles sin formar parte del ADN, incluso las bases nitrogenadas, los hidrocarburos, los fosfatos, etc, siguen teniendo su función fuera del ADN. El argumento de la complejidad irreductible es absurdo. Falló en su planteamiento de que el ojo, las mitocondrias, y los flagelos eran irreductibles, y desde entonces sólo unos pocos fanáticos siguen utilizándolo.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Citas citables acerca del evolucionismo


«No es por sus conclusiones, sino por su punto de partida metodológico por lo que la ciencia moderna excluye la creación directa. Nuestra metodología no sería honesta si negase este hecho. No poseemos pruebas positivas del origen inorgánico de la vida ni de la primitiva ascendencia del hombre, tal vez ni siquiera de la evolución misma, si queremos ser pedantes».
Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia (Barcelona, Ed. Labor, Nueva Colección Labor n(o) 27, 1972), pág. 125.
Falso.

«Todavía no entendemos demasiado bien las causas de la evolución,.
Weizsäcker, C. F. von, La importancia de la ciencia (Barcelona, Ed. Labor, Nueva Colección Labor n(o) 27, 1972), pág. 131.
Eso es evidente.

«Preferiría creer en las hadas.»
Ernst B. Chain, citado por Ronald W. Clark, The Life of Ernst Chain: Penicillin and Beyond (Londres: Weidenfeld & Nicolson, 1985), págs. 147-148. Bioquímico. Premio Nobel.
Lo comprendo, creer en las hadas y creer en Dios es virtualmente la misma cosa.

«Por muy numerosas que sean, las mutaciones no producen ninguna clase de Evolución.»
Pierre-Paul Grassé [destacado zoólogo evolucionista francés]. Véase La Evolución de lo Viviente (Ediciones H. Blume, Madrid).
Nadie ha dicho que las mutaciones produzcan evolución. Efectivamente.

«La probabilidad de la formación de la vida a partir de materia inanimada es de uno entre un uno con 40.000 ceros detrás. ... es suficientemente grande como para sepultar a Darwin y a toda la teoría de la evolución. ...
Sir Fred Hoyle, astrónomo, cosmólogo y matemático, Universidad de Cambridge. Véase su libro El Universo Inteligente (Grijalbo, Madrid).
Falso. No tiene que ver la teoría de la abiogénesis con la teoría evolutiva. Dios pudo crear una bacteria primitiva y esa bacteria evolucionar hasta formas superiores como las actuales. El hecho de que en el registro fósil no existan humanos, chimpancés, caballos o delfines (o miles de especies más) en el precámbrico, cámbrico, etc. Es evidencia de que la vida evolucionó de formas sencillas a formas complejas a lo largo de millones de años.

Se nos dice dogmáticamente que la evolución es un hecho establecido, pero nunca se nos dice quién lo estableció ni por qué medios. Se nos dice, bien a menudo, que la doctrina está basada sobre evidencia, y que lo cierto es que esta evidencia está "desde ahora más allá de toda verificación, así como inmune a cualquier posterior contradicción por parte de la experiencia", pero se nos deja totalmente a oscuras acerca de la crucial cuestión: cuál es precisamente esta evidencia.»
J. Wolfgang Smith, Ph.D. en matemáticas, Universidad de Columbia. Profesor de Matemáticas, Universidad Estatal de Oregón, ex instructor de matemáticas en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Publicaciones en diversas revistas científicas. En Teilhardism and the New Religion: A Thorough Analysis of The Teachings of Pierre Teilhard de Chardin (Tan Books & Publishers, Inc., 1988), 248 págs.
No existe evidencia que contradiga a la evolución. Por eso está “más allá de toda duda” y consolidada como “un hecho”.

Ya hemos tenido suficiente de la falacia darwinista. Es hora ya de gritar: «¡El emperador va desnudo!» (K. Hsu, geólogo en el Instituto Geológico de Zurich)
K. Hsu, «Darwin's Three Mistakes», Geology, Vol. 14 (1986), pág. 534. Citado por Wendell R. Bird, «The Antidarwinian Scientists», Impact Series n(o) 173, Acts and Facts (Nov. 1987), pág. IV.
Te faltó “loco de remate” en la descripción de sus credenciales.

En contra de lo que escriben la mayor parte de los científicos, el registro fósil no respalda la teoría darwinista de la evolución, porque es esta teoría (hay varias) la que empleamos para interpretar el registro fósil. Al actuar de esta manera, nos hacemos culpables de razonamiento en círculos si luego decimos que el registro fósil respalda esta teoría.
Ronald R. West, Ph.D. «Paleontology and uniformitarianism», Compass, vol. 45, mayo de 1968, pág. 216.
Eso es falso. Si dejas a un lado el registro fósil. La teoría de la evolución predice la existencia de criaturas simples en tiempos tempranos de la Tierra, y criaturas complejas en tiempos modernos. Si tras saber esto, te vas al registro fósil, verás que la teoría de la evolución adivinó lo que ibas a encontrarte.

Así, si la materia viva no tiene su origen en el juego mutuo de los átomos, de las fuerzas naturales y de la radiación, ¿cómo ha llegado a existir? Hay otra teoría, ahora fuera de favor, que se basa en las ideas de Lamarck: la que dice que si un organismo necesita una mejora, la desarrollará y la transmitirá a su progenie. Me parece que deberíamos ir más allá y admitir que la única explicación aceptable es la creación. Sé que eso es anatema para los físicos, como desde luego lo es para mí mismo, pero no debemos rechazar una teoría que no nos gusta si la evidencia experimental la apoya.
H. S. Lipson, «A Physicist Looks at Evolution», Physics Bulletin, vol. 31, 1980, citado en The Quote Book (Australia: Creation Science Foundation, 1984), pág. 5.
¿Cuál es esa evidencia experimental?

«Mientras tanto, el público educado sigue creyendo que Darwin ha dado todas las respuestas pertinentes»
Arthur Koestler, Janus: A Summing Up (New York: Vintage Books, 1978), pág. 185.
Tiene razón. El público EDUCADO.

En la actual etapa de investigación geológica, debemos admitir que no hay nada en el registro fósil que contradiga la perspectiva de los creacionistas conservadores, que Dios creó cada especie [nosotros diríamos cada baramin] de manera separada, supuestamente del polvo de la tierra.
Edmund Ambrose, The Nature and Origin of the Biological World (New York: John Wiley and Sons, 1982), pág. 164.
Sí la hay. El registro fósil muestra que las especies simples aparecieron en la tierra primitiva, y fueron evolucionando a especies más modernas hasta el día de hoy. También muestra formas humanoides no humanas, anteriores al humano. Eso tira por tierra todo el génesis, porque el registro fósil evidencia que la vida no fue creada en pocos días, que las especies fueron apareciendo a lo largo de millones de años, y que el humano apareció hace menos de 300 mil años.

Lo que más me llama la atención, es que todas tus citas son de los años 80 y para atrás. ¿Nadie de los años 90 o posterior ha intentado refutar la evolución? ¿Por qué será?
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

No existe evidencia que contradiga a la evolución. Por eso está “más allá de toda duda” y consolidada como “un hecho”.

que no haya sido falsada , no significa que no lo podrìa ser en el futuro. ... ahora SI NO TIENES DUDAS de la evolución, eres dogmático y punto.

..........

Eso no puede ser, en el momento en que no tiene capacidad de ser falsada deja de ser científica. Una teoría no puede dejar de tener la capacidad de ser falsada. Puede ser que los hechos que la rodean, las observaciones y las leyes que la formen hayan sido probadas, eso puede ser... pero que la teoría no pueda ser falsada es imposible, la exigencia para que una teoría científica sea teoría y no dogma a-científico es la falsabilidad. Al decir que no puede ser falsada la estás convirtiendo en un dogma y la estás eliminando del mundo de la ciencia.

Besos,
K.

Afortunadamente hay ateos que no son FANATICOS y saben diferenciar lo que es una teorìa de lo que es un hecho.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

No he dicho que no pueda falsearse. Espantapájaros...

Los HECHOS no son falsables. las teorias SI.

Teoria=Falsable
Hecho= no falsable

.... dale... saca tu estuche de maquillaje.

Bien dice Karina que los hechos se pueden PROBAR...

Las teorias solo se pueden VERIFICAR...

por eso TE VUELVO A RECOMENDAR que estudies a quienes NOS DESARROLLARON EL METODO , a los FILOSOFOS : Popper y Kuhn , entre otros.

sino, sigue destilando tu ignorancia, que yo solo me encargare de resaltarla
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Qué deducción tan absurda. Pero siguiendo tu retorcido razonamiento, ¿por qué puso Dios miles de kilómetros de océano en Europa (satélite de Jupiter)? ¿Y por qué no hemos explotado ya si hay hidrógeno en nuestra atmósfera? ¿Y qué pasa con el vapor de agua que liberó la Tierra tras pasar de ser una enorme bola de magma a un planeta con superficie sólida? ¿Y qué pasa con el vapor de agua que liberan los volcanes a la atmósfera? ¿Y qué hay de las reacciones químicas que liberan agua como subproducto? ¿Sabías que el butano, al reaccionar con el oxígeno, produce agua?: 2C4H10 + 13O2 ---> 8CO2 + 10H2O ¿Y qué hay de las reacciones biológicas que liberan moléculas de agua como subproductos? Como la que ocurre en los peroxisomas de nuestras células: H[SUB]2[/SUB]O[SUB]2[/SUB] + R'H[SUB]2[/SUB] → R' + 2H[SUB]2[/SUB]O ¿Y qué hay de los meteoritos con grandes bloques de hielo que pudieron impactar en la Tierra? Como ves, antes de recurrir a explicaciones mágicas, deberías investigar sobre explicaciones más lógicas.
En todo esto no has descrito ningún proceso químico por el cual el agua surga de la unión DIRECTA de Hidrógeno y Oxígeno, las que mencionaste surgen de la descomposición de moléculas más complejas. Pero ¿cómo unes las moleculas de hidrógeno y oxígeno para formar agua?
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Los HECHOS no son falsables. las teorias SI.

Teoria=Falsable
Hecho= no falsable

.... dale... saca tu estuche de maquillaje.

Bien dice Karina que los hechos se pueden PROBAR...

Las teorias solo se pueden VERIFICAR...

por eso TE VUELVO A RECOMENDAR que estudies a quienes NOS DESARROLLARON EL METODO , a los FILOSOFOS : Popper y Kuhn , entre otros.

sino, sigue destilando tu ignorancia, que yo solo me encargare de resaltarla

Pablo se preguntó por qué la teoría de la evolución estaba considerada un hecho más allá de toda duda. Yo simplemente le indiqué la razón: no hay evidencias que la contradigan.

Y yo te recomendaría, antes de estudiar toda esa parafernalia filosófica que claramente no estás a la altura de entender, que primero volvieras a la primaria y repasaras el vocabulario cotidiano. Ya te recomendé que le echaras un vistazo a la definición de posgrado, y ahora te instruyo en la definición de hecho según la RAE: Cosa que sucede.

La evolución sucede, ergo es un hecho. La Tierra gira alrededor del Sol según la teoría de Copérnico, y esto también es un hecho.

No me importa si no se te ocurre como falsearlo. No me interesa tu palabrería sin sustancia.
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

En todo esto no has descrito ningún proceso químico por el cual el agua surga de la unión DIRECTA de Hidrógeno y Oxígeno, las que mencionaste surgen de la descomposición de moléculas más complejas. Pero ¿cómo unes las moleculas de hidrógeno y oxígeno para formar agua?

No hay ninguna otra forma de crear agua que no sea uniendo hidrógeno y oxígeno pablo... :/
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

El mapa bioquímico de una célula no es irreductible, tal y como demuestran los mapas bioquímicos de especies inferiores, como bacterias, que son versiones reducidas de nuestros mapas bioquímicos. Azar es lo que ocurre en una partida de bingo o en la ruleta. La química no es exactamente azarosa. Las mutaciones son azar, porque no pueden predecirse, pero no son totalmente azarosas porque existen limitaciones que sí podemos predecir. El ADN y ARN sí son reductibles. Tanto en estructura (nada que ver la estructura de un ADN eucariota con la de un ADN procariota) como en funciones (nuestro ADN desempeña funciones más complejas que el ADN bacteriano). Los nucleótidos siguen siendo útiles sin formar parte del ADN, incluso las bases nitrogenadas, los hidrocarburos, los fosfatos, etc, siguen teniendo su función fuera del ADN. El argumento de la complejidad irreductible es absurdo. Falló en su planteamiento de que el ojo, las mitocondrias, y los flagelos eran irreductibles, y desde entonces sólo unos pocos fanáticos siguen utilizándolo.
El ARN catalítico — un catalizador indigno de una discusión seria acerca del origen de la vida Durante las últimas décadas, la búsqueda de la vida extraterrestre ha sido un punto focal de la exploración del espacio. Mientras la idea de seres extraterrestres en busca de nuevos planetas habitables sigue generando polémica en los círculos científicos y religiosos, más recientemente, en la conferencia de astrobiología de la Pontificia Academia de las Ciencias (1), una serie de investigaciones contemporáneas se ha centrado en los organismos unicelulares primitivos (2). Astrobiólogos como Richard Hoover afirman confiados que la vida primitiva existe fuera de nuestra propia tierra (3-4). Desde que la nave espacial de la NASA Galileo pasó en 1998 cerca de Europa, la luna de Júpiter, muchos consideran más que probable la existencia de bacterias en esta helada luna (5-6). La noción de que la vida podría desarrollarse así sin más, allí donde se encuentran las condiciones ambientales apropiadas, exige desde luego un gran salto de fe. Es una noción que pasa por alto una multitud de factores críticos, sobre todo el origen de alguna clase de material genético codificante. Stephen Mojzsis, de la Universidad de Colorado, presentaba la analogía de que el hecho de que haya un escenario en un teatro no significa que los actores están presentes y listos para desempeñar sus papeles respectivos (7). ¿Qué procesos habrían tenido que darse para llevar a una mezcla de compuestos químicos al nivel requerido de funcionalidad mínima sobre la que pudiera empezar a actuar la selección natural darwinista? El paleontólogo Niles Eldredge capturó la relevancia de esta pregunta en su discurso sobre los ritmos evolutivos, con su observación de que «hay una enorme diferencia entre una colección de moléculas orgánicas incapaces de captar la energía necesaria para catalizar su propia replicación, y un sistema organizado que posee exactamente esta capacidad» (8). Destacados pensadores, como el biofísico Paul Davies, sostienen la idea de que la vida surgió precisamente porque consiguió «liberarse de los grilletes de las leyes físicas y del mundo determinista, algorítmico» (9). Davies concluye que una aleatoriedad inicial es la única manera por la cual podríamos haber llegado a la complejidad biológica especificada que encontramos en la vida coetánea (9). No obstante, ¿como hubieran podido conseguir alcanzar tales actividades unos polímeros moleculares carentes de cualquier actividad funcional, solamente por medio de acontecimientos aleatorios? En los últimos veinte años han surgido varias pistas interesantes en el ámbito del ARN catalítico. Experimentos realizados a finales de los años 80 y 90 revelaron que ciertos tipos de ARN tenían actividades catalíticas intrínsecas (10). Bioquímicos renombrados en el estudio del ARN como Tom Cech, Dan Hershlag, Luc Jaeger y Anne Marie Pyle proporcionaron detalles clave sobre los procesos que llevan al ARN a plegarse en formas catalíticamente activas (10-12). Con la demostración de sus capacidades enzimáticas y de soporte de información, el ARN surgió como un candidato favorito en la búsqueda de la molécula que pudiera haber disparado el tiro de salida del comienzo de la vida (13). El mensaje promulgado por los partidarios del «mundo del ARN» era que, mediante una selección natural darwinista, las mutaciones pudieron haber producido actividades catalíticas que se fueron mejorando a través de generaciones sucesivas de replicación (13). Probablemente para disgusto de los proponentes de la famosa hipótesis sobre el «mundo de ARN», el químico de Duke University David Deamer, junto a otros, desacreditó convincentemente dicha hipótesis, fundándose en que los procesos necesarios para la formación de biopolímeros habrían sido sumamente ineficaces en una tierra sin vida. Sus conclusiones resultaron contundentes: «Está claro que sería difícil llegar directamente a un mundo de ARN (o también a su precursor molecular) a partir de compuestos orgánicos disueltos en un océano global (Joyce, 1991). Incluso si hubiese la posibilidad de generar nucleótidos químicamente activados capaces de polimerizarse y de formar ARN en solución, en ausencia de algún mecanismo que los concentrase se encontrarían sumamente diluidos, y no podrían haberse dado ningunas otras reacciones … [Dichas] ineficacias inherentes parecen ser inconsecuentes con ir más allá de las etapas iniciales de la generación de monómeros y quizá de unos polímeros aleatorios.» (13) Mis propias investigaciones durante mi estancia en la Universidad de Estrasburgo, en Francia, sirvieron para consolidar mi propio escepticismo sobre el papel del ARN en el origen de la vida (14). Usando algoritmos que simulan los pliegues de ácidos nucleicos, trabajé con otros para diseñar unas especiales moléculas catalíticas de ARN llamadas ribozimas, que identificaban de manera muy específica secuencias de ARNm dentro de la célula y las cortaban (véase la figura abajo; Ref 15). Como pronto descubrí, estas «tijeras» moleculares no sólo tenían que cumplir unos estrictos criterios en sus secuencias para poder discriminar entre los ARNs adecuados y los no deseados, sino que también tenían que ser lo suficientemente cortas para liberarse de sus productos de reacción y quedar disponibles para otras rondas de cortes (16). Este último punto es de suma importancia si el ribozima ha de exhibir la capacidad de catalizar repetidas veces una determinada reacción (17). ARN ribozima FIGURA: Gel de poliacrilamida 12% exhibiendo: Carriles 1,3- ARN objetivo; Carriles 2,4- ARN ribozima; Carriles 5-7- Curso temporal de la digestión del ribozima in vitro (obsérvense los productos de escisión en la mitad inferior del gel). Difícilmente se podría decir que mi meticuloso diseño de unos ribozimas representa de manera realista el proceso de selección darwinista. Si yo no hubiese escogido mis secuencias con todo cuidado, no habría obtenido los efectos deseados al introducir estos ARN en el interior de las células. Mis propios resultados se hacían eco de las conclusiones del biólogo estructuralista Thomas Creighton, que comentaba que «la dificultad fundamental con el panorama del mundo del ARN es que es difícil explicar cómo dichas moléculas se hubieran podido sintetizar en una sopa primordial» (18). En tanto que diversos equipos científicos han demostrado diversos tipos de actividad ribozimática incluyendo la formación de enlaces péptidos y la ligadura de ARN, el campo de tales actividades palidece frente al extenso repertorio de funciones proteínicas conocidas (19). Así, ¿en qué medida podemos considerar suficiente el ARN catalítico para la formación de componentes que pudieran posteriormente ensamblarse para constituir las formas más simples de vida? Por otra parte, la realización de tales actividades en el laboratorio sólo es posible guiando deliberadamente estas moléculas de ARN hacia puntos funcionales predeterminados (19, 20). Escribiendo en los años 70, el zoólogo Richard Dawkins compuso el siguiente «Himno a la causalidad natural»; «[La sopa primordial] debe haber estado poblada por variedades de moléculas estables, estables en el sentido de que o bien las moléculas naturales duraban mucho tiempo, o bien de que se replicaban rápidamente, o de que se replicaban con precisión. Las tendencias evolutivas hacia estas tres clases de estabilidad ocurrieron de la siguiente manera: si hubiésemos tomado muestras de esta sopa en dos momentos diferentes, la muestra posterior habría contenido una fracción más elevada de variedades moleculares con alta longevidad/fecundidad/fidelidad de copia. Esto es esencialmente lo que quiere decir un biólogo cuando está hablando de seres vivos, y el mecanismo es el mismo —la selección natural.» (21) Han transcurrido treinta años desde entonces, y sigue sin haber carne en los huesos de los peregrinos ensueños de Dawkins. Desde el punto de vista del mundo de ARN, sigue sin convencerme en absoluto. Literatura Citada 1. Tom Chivers (2009) The Vatican Joins The Search For Alien Life, Véase http://www.telegraph.co.uk/science/space/6536400/The-Vatican-joins-the-search-for-alien-life.html 2. David Malin (2004) Heaven and Earth: Unseen by the Naked Eye, Phaidon Press, Reino Unido 2004, p. 284 3. Kate Tobin (2009) Extremophile Hunter: The search is on for extremophiles that may provide insights about life elsewhere in the cosmos, Véase http://www.nsf.gov/news/special_reports/science_nation/extremophile.jsp 4. Jeff Hecht (2001) Life will find a way, New Scientist, 17 marzo 2001, p. 4 5. Patrick Barry (2009) A Tale Of Planetary Woe, Véase http://science.nasa.gov/headlines/y2009/06nov_maven.htm?list207640 6. Clues To Possible Life On Europa May Lie Buried In Antarctic Ice (1998) Véase http://science.nasa.gov/newhome/headlines/ast05mar98_1.htm 7. Stephen Mojzsis habló acerca del origen de la vida en un documental de NOVA que se emitió en la cadena PBS el 28 de septiembre de 2004, titulado «Origins: How Life Began». 8. Niles Eldredge (1987) Life Pulse: Episodes From The Story of The Fossil Record, Facts On File Publications, Nueva York, p. 30 9. Paul Davies (1999) The Fifth Miracle, The Search for the Origin and The Meaning of Life, Simon & Schuster, New York, pp. 250-257 (Hay edición en español, Paul Davies: El quinto milagro, Planeta-De Agostini, Barcelona 2004. 10. T. R. Cech and D. Herschlag (1997) Group I Ribozymes: Substrate Recognition, Catalytic Strategies and Comparative Mechanistic Analysis, Nucleic Acids and Molecular Biology, Vol 10 pp. 1-17 11. L. Jaeger, F. Mitchel, E. Westhof (1997) The Structure Of Group I Ribozymes, Nucleic Acids and Molecular Biology, Vol 10 pp. 33-51 12. A.M. Pyle (1997) Catalytic Reaction Mechanisms and Structural Features of Group II Intron Ribozymes, Nucleic Acids and Molecular Biology, Vol 10 pp. 75-107 13. David Deamer, Jason Dworkin, Scott Sandford, Max Bernstein, Louis Allamandola (2002) The First Cell Membranes, Astrobiology, Vol 2 pp. 371-381 14. Robert Deyes (1998) Observaciones inéditas, Trabajo realizado en LPCCNM-UPRES 2308, Faculté De Pharmacie, Université Louis Pasteur, Illkirch, Francia 15. Michael Zuker (2003) Mfold web server for nucleic acid folding and hybridization prediction, Nucleic Acids Res, Vol 31 pp. 3406-15 (es una versión actualizada de la que empleé en mi investigación) 16. Daniel Herschlag (1991) Implications Of Ribozyme Kinetics For Targeting The Cleavage Of Specific RNA Molecules In Vivo: More Isn't Always Better, Proc. Natl, Acad, Sci. USA, Vol 88 pp. 6921-6925 17. Thomas Creighton (1993) Proteins, Structure and Molecular Properties, W.H. Freeman and Company, Nueva York, p. 387 18. Ibid, p.107 19. Michael P. Robertson y William G. Scott (2007) The Structural Basis of Ribozyme-Catalyzed RNA Assembly, Science, Vol. 315 pp. 1549-1553 20. Gordon C. Mills y Dean Kenyon (1996) The RNA World: A Critique, Origins & Design 17:1, See http://www.arn.org/docs/odesign/od171/rnaworld171.htm#note4 21. Richard Dawkins (1989) The Selfish Gene, 2nd Ed, Oxford University Press, Oxford, Reino Unido, p. 18. Fuente: http://www.sedin.org/propesp/Deyes-ARN-catalitico-origen-vida-ES.html
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Falso. Eso es evidente.

Controversias en Paleoantropología __________ por Jerry Bergman, Ph.D. Índice Introducción 1—En el centro del conflicto 2—Fraude entre investigadores darwinistas 3—Falsos descubrimientos 4—La honradez existe 5—Conclusiones Referencias «El campo de la paleoantropología suscita un interés natural debido a nuestro propio interés acerca de los orígenes. Y, debido a que se tiene que llegar a conclusiones de peso emocional para muchos a partir de una evidencia sumamente exigua, es a menudo difícil separar lo personal de las furiosas disputas científicas desatadas en este campo.» — Constance Holden, «The Politics of Paleoanthropology» Science, p.737, 14 de agosto de 1981 Muchos estudios descubren que el campo pretendidamente objetivo de la evolución humana es cualquier cosa menos objetivo — los prejuicios son cosa común, y se han documentado casos de corrupción y de fraude. Entre los ejemplos bien conocidos aparecen el hombre de Piltdown y el Hesperopithecus, pero existen muchos otros ejemplos. Uno de los casos más bien conocidos de codicia, venganza y fraudes ostensibles se dio en la polémica abierta entre Edward Drinker Cope y Othniel Charles Marsh en la guerra de los huesos de finales de los 1800 (Wallace, 1999). Una parte de la razón para la controversia es que el campo de la antropología está dividido en «facciones» o «escuelas» que con no poca frecuencia compiten entre sí. Cada escuela está a menudo dominada por una pequeña cantidad de personas que con frecuencia son líderes con gran carisma personal. Cada facción intenta «demostrar» su propia teoría de evolución humana, a menudo de forma dogmática, mediante el uso de huesos fósiles, la mayoría de los cuales son fragmentos muy dañados. En estos conflictos se adoptan partidos y, como lo demuestra Morell con elocuencia (1995), los participantes acaban al final enzarzados en conflictos en los que valen las conductas carentes de ética (y casi todo lo demás). Lo único que se excluye es la agresión física (aunque no siempre). Un problema fundamental al afrontar esta cuestión es que existe una gran arrogancia dentro de la comunidad científica. Hooper afirma que algunos científicos creen dogmáticamente que ellos tienen la respuesta, y que solo ellos tienen derecho a hacer preguntas — y si ellos no las hacen, nadie más debiera hacerlas (2002). Un examen de esta historia arroja una gran luz sobre el «otro lado» de los científicos líderes en cada campo — los que dominan las fuentes literarias en Nature, Science y otras revistas científicas líderes. Debido a que la evidencia fósil representa a menos del 10 por ciento del animal, se puede interpretar de muchas formas, incluso en la infrecuente circunstancia de que un esqueleto sea relativamente completo. Lucy, por ejemplo, es el esqueleto más completo hasta la fecha, y faltan casi tres cuartas partes del mismo. La mayoría de los otros hallazgos se componen, como mucho, de unos pocos fragmentos de huesos o a veces solo de dientes. En el centro del conflicto Durante el último medio siglo, los Leakeys han estado en el centro de este conflicto. Las interminables y feroces confrontaciones, a veces hasta de nivel físico, entre los Leakeys o otros, como Donald Johanson y Timothy White, son sumamente iluminadoras acerca de cuán críticamente importantes son las preconcepciones para la interpretación que se aplica a la evidencia fósil disponible. De joven, Louis Leakey estaba lleno de «celo acerca de su cristianismo y a veces pronunciaba sermones en esquinas subido a una caja» (Morell, 1995; p. 28). Pero durante sus estudios en Cambridge, su «creciente conocimiento de la teoría evolucionista» y sus «opiniones más liberales» le hicieron apartarse de la iglesia y le llevaron a dedicarse a la ciencia a dedicación total. Louis Leakey, junto con los ateos y secularistas líderes de la época, prestó su apoyo al documento ateo conocido como el «Manifiesto Humanista». Posteriormente adoptó una postura de gran hostilidad contra el cristianismo, una actitud que pasó al menos a uno de sus hijos, Richard. Cuando le pidieron a Richard que participase en el programa de televisión de Walter Cronkite para discutir los temas de evolución y creacionismo como «ardiente anticreacionista», Richard accedió (Morell, 1995; p. 520). Esto resultó en un truco para hacerle aparecer en el programa, siendo el verdadero propósito de Cronkite enfrentar a Leakey y Johanson para que debatiesen sus opiniones radicalmente diferentes acerca del Australopithecus afarensis y otros pretendidos homínidos. En el programa, Johanson se mostró menos interesado en una discusión intelectual para conseguir una mejor comprensión de la evolución humana de lo que estaba en atacar a aquellos con los que estaba en desacuerdo. En mi opinión, Richard salió mejor de este intercambio, pero otros opinaron en sentido contrario. Poco después del programa de Cronkite, la National Geographic Society, que era la principal fuente de financiación de los Leakey, denegó la solicitud de fondos de Richard para su investigación en Koobi Fora y para nuevas prospecciones al norte y al oeste del Lago Turkana (Morell, 1995; p. 523). Un rasgo común en el campo es la dificultad que tienen los principales científicos para evaluar los datos de forma mesurada y objetiva. Muchos, como Tim White, profesor en la Universidad de California en Berkeley, son cualquier cosa menos razonables y objetivos. En palabras del profesor de Tim White en la Universidad de Michigan, Milford Wolpoff, Tim conoce el «buen» camino ... y esto es con una «B» mayúscula. ... Yo creía que una vez que consiguiese un puesto y se le tratase con respeto profesional, se calmaría un poco. Pero me equivoqué. ... La postura inflexible de White apareció [en el campo de estudio] ... lo que le llevó a ser «grosero y arrogante hacia los demás hasta un punto indescriptible». (Morell, 1995; p. 477.) Morell concluye que, igual que Wolpoff, Richard Leakey también «suponía que White llegaría finalmente a madurar y a deponer esta actitud. En lugar de ello, el mismo Leakey vino a ser un blanco para él» (Morell, 1995; p. 477). Por ejemplo, cuando Leakey explicó su inquietud acerca de la interpretación que White había hecho de un fósil, White «comenzó a chillarme, tildándome de dictador, diciendo que era una desgracia que yo estuviera al frente — todo esto es basura ... no quería tener nada más que ver conmigo, y finalmente salió de mi oficina dando un portazo» (Morell, 1995; p. 478). Los debates son necesarios para realizar progresos en la ciencia — pero la ferocidad que documenta Morell con tanta elocuencia es difícilmente lo que esperaríamos de unos antropólogos interesados en la verdad y que desean que otros evalúen sus ideas de forma racional. La conducta exhibida por estos individuos era tan extrema que no podía tratarse en una publicación destinada a la familia. Además, la moralidad de algunos de los científicos líderes deja mucho que desear. Fraude entre investigadores darwinistas El método científico es una aproximación ideal para conseguir conocimiento, pero constituye un método de aplicación especialmente difícil para «demostrar» ciertas hipótesis científicas, como las que involucran orígenes. Un buen ejemplo de esta dificultad es «la teoría de la evolución (que) es ... una teoría sumamente valorada por los científicos ... pero que en cierto sentido se encuentra en una posición demasiado profunda para ser directamente demostrada o refutada» (Broad y Wade; 1982, p. 17). Un caso célebre de fraude evolucionista, el del biólogo vienés Paul Kammerer, fue el tema de un libro ahora clásico titulado The Case of the Midwife Toad (Koestler, 1972). El fraude del doctor Kammerer incluyó simular unas «almohadillas nupciales» con tinta china en los pies de los sapos que estaba estudiando. Aunque su trabajo, que se falseó para sustentar la teoría evolucionista lamarckiana, fue puesto en evidencia, se empleó durante décadas para respaldar ciertas ideologías evolucionistas, incluyendo la que mantenía Trofim D. Lysenko (Kohn, 1988; p. 47). En un caso similar, William Summerlin inventó los resultados de un ensayo en la década de 1970 simplemente dibujando unos parches negros en sus ratas blancas de laboratorio, usando un rotulador (Chang, 2002). Otro reciente caso de fraude en el evolucionismo es el del Archaeoraptor, «el descubrimiento evolutivo del siglo» que se declaró que demostraba la evolución de las aves a partir de los dinosaurios. La National Geographic Society «proclamó estridentemente el descubrimiento del fósil ... como proporcionando un verdadero eslabón perdido en la compleja cadena que conecta los dinosaurios con las aves» (Simons, 2000). El Archaeoraptor fue empleado por «algunos destacados paleontólogos» para demostrar una «clave largamente buscada a un misterio de la evolución». Un trabajo de tomografía computerizada mediante rayos X encontró «fragmentos sin correspondencia, cuidadosamente pegados». El fraude también se determinó como «realizado mal — con intención engañosa» implicando a «fanáticos y maníacos», «un choque de egos desorbitados», «confianzas traicionadas» y «deseos fantasiosos». Aquí volvemos a tener la historia del hombre de Piltdown. Simons añade que es una historia en la que «ninguno» de los involucrados sale limpio. Uno de los casos «más hirientes» de fraude involucró al paleontólogo Viswat Jit Gupta que hizo «asombrosas adiciones a las listas de fauna» de especies en el área en que trabajaba (Talent, 1989). Después de una extensa investigación, los investigadores llegaron a la conclusión de que el Profesor Viswat Jit Gupta sembró el área con fósiles evidentemente robados de colecciones didácticas. Publicó cerca de 300 artículos acerca de estos hallazgos a lo largo de un período de 25 años, todos los cuales están ahora bajo sospecha. Talent (1989) concluye, como resultado de este caso, que «... como consecuencia de estas publicaciones, la base de datos para el Paleozoico y el Mesozoico de los Himalayas ha quedado tan empañada con inconsistencias que surgen graves dudas acerca de la validez científica de cualquier clase de conclusiones que se pudieran derivar de la misma. Debido a que el soporte bioestratigráfico de tanta estratigrafía de los Himalayas está en duda, está en juego la credibilidad de muchos años de trabajos de numerosos geólogos.» Como concluye Judson, «las dificultades, el trabajo y el tiempo que han sido necesarios para limpiar tanta suciedad son incalculables. Habrá sombras de un residuo de duda durante mucho tiempo sobre los trabajos posteriores» (2004, p. 134). Talento (1989) añade que «existen multitud de casos semejantes de negligencia acerca de datos o de confusión de conceptos». Un antropólogo inventa descubrimientos clave Las investigaciones han confirmado ahora que lo que el diario británico Guardian denominó como «uno de los hallazgos arqueológicos más sensacionales» — un pretendido fragmento de cráneo supuestamente de 36.000 años que se descubrió en una turbera cerca de Hamburgo, había sido falsificado. Se creía que este fragmento era un «eslabón perdido vital entre los humanos modernos y los neandertales» (Harding 2005). La carrera académica de 35 años del descubridor, el distinguido antropólogo alemán Profesor Reiner Potsch von Zieten, «ha acabado ahora en la deshonra después de desvelarse que falsificó sistemáticamente las fechas de estas y numerosas otras reliquias de la “edad de piedra”» (Harding 2005). El crucial fragmento de cráneo, que antes se creía que procedía del más antiguo Neanderthal del mundo, ha resultado ahora tener una antigüedad de solo 7.500 años, según la unidad de dataciones radiocarbónicas de la Universidad de Oxford. También otros cráneos fueron datados erróneamente por Von Zieten. después de volver a datar la evidencia, se llegó a la conclusión de que había falseado las fechas de numerosos artefactos. Sencillamente, había inventado las fechas para que concordasen con sus teorías. Los ensayos revelaron que todos los cráneos datados por Potsch eran, en realidad, mucho más recientes de lo que él había pretendido. Thomas Terberger, el descubridor del engaño, declaró que como resultado del fraude, «la antropología tendrá que revisar completamente su descripción del hombre moderno entre hace 40.000 y 10.000 años» (citado en Harding, 2005). El comité también estableció que Von Zieten había cometido otras numerosas «falsedades y manipulaciones». Sus engaños son tan graves que «pueden significar que se tendrá que volver a escribir toda una sección de la historia del desarrollo del hombre» (Harding, 2005). Otro de los hallazgos del profesor, la mujer de Binshof-Speyer, quedó situada en una edad de 1.300 a.C., no hace 21.000 años, y el hombre de Paderborn-Sande, que había sido datado por el profesor en 27.400 a.C., murió solo «hace unos doscientos años, en 1750». Posteriores investigaciones descubrieron que había hecho pasar falsos fósiles como verdaderos y que también había plagiado el trabajo de otros científicos. El escándalo quedó finalmente a descubierto cuando el Profesor Von Zieten fue sorprendido tratando de vender toda la colección de chimpancés de su departamento a un museo de los Estados Unidos. El comité que le investigó celebró diez diferentes reuniones con doce testigos, y fue desvelando evidencias que iban resultando más extrañas. Con el avance de las investigaciones resultó difícil tomar aquello en serio ... Sencillamente, todo resultaba increíble. En conclusión, lo que hizo resultaba increíble (citado en Harding, 2005). ¡También se descubrió que el profesor ni siquiera sabía hacer funcionar el aparato de dataciones radiocarbónicas que pretendía haber usado para determinar las fechas que ahora habían quedado desacreditadas! El Profesor von Zieten se vio obligado a acabar su carrera después de que la confirmación de las «falsedades y manipulaciones» vio la luz pública. Este escándalo es críticamente importante en el campo de la antropología física porque su carrera académica de treinta años produjo muchos sensacionales hallazgos que se consideraron como importantes evidencias para la moderna teoría de la evolución. Evidentemente, descubrió que podía hacer pasar los fraudes con impunidad, y siguió haciendo espectaculares anuncios hasta que llegaron a ser tan absurdos que alguien comenzó a investigar. Los administradores de la universidad admitieron que debieran haber descubierto mucho antes las extravagantes invenciones del profesor, pero «resultó difícil contrastar a este célebre antropólogo». Ahora existe evidencia de que comenzó a «inventar cosas» al comienzo mismo de su carrera hace más de treinta años. Después de volver a Alemania procedente de los Estados Unidos donde realizó su doctorado, tras aceptar un puesto de profesor, «simplemente se dedicó a inventar cosas». Un ejemplo de sus pretensiones fue un supuesto «medio simio» de cincuenta millones de años que él dijo haber encontrado en Suiza, pero que en realidad se había encontrado en Francia. Es probable que las investigaciones en marcha revelen mucho más acerca de este caso, que ha recordado a muchos el infame asunto de Piltdown. La honradez existe En ocasiones los evolucionistas son muy sinceros, como en el caso de la admisión de Johanson de que en la actualidad «nadie pone realmente mucha fe en ningún árbol [evolutivo]» (Morell, 1995; p. 546, énfasis en el original). Sin embargo, muchos de sus argumentos giran en torno a este árbol, que parece cambiar con cada nuevo hallazgo. La razón es que la construcción de estos árboles se basa en evidencia tan endeble y fragmentaria que es posible una amplia variedad de interpretaciones — lo que a su vez es una explicación principal de los muchos conflictos pasionales que han caracterizado a la paleoantropología. Hay tan pocos datos fehacientes que la mayor parte de los hallazgos se pueden interpretar de varias y diferentes maneras. Otra razón de que exista tanta controversia es que los nuevos descubrimientos fósiles raras veces se comparten con otros científicos durante años, si es que jamás se hace, debido al interés en las prioridades de publicación. Generalmente, para conseguir la plena atribución de un descubrimiento, el descubridor debe atesorar el fósil durante una década o más antes de permitir a otros que lo estudien, a fin de que él pueda publicar primero. Otra consideración es que estos fósiles son generalmente muy frágiles y que se rompen fácilmente — trabajar con ellos tiende a causarles daños. Por ello, la mayoría de investigadores tiene acceso solo a fotografías o, en el mejor de los casos, a modelos. A la vista de ello, no es sorprendente que los desacuerdos capitales sean cosa tan común. La mayoría de los antropólogos tienen que apoyarse en descripciones e interpretaciones propuestas por el descubridor de los fósiles — precisamente la persona que tiene un interés particular en demostrar sus propias teorías. Conclusiones Una reseña del campo de la paleoantropología desvela que este campo es mucho menos objetivo que la física, la química o incluso que la biología. Además, ocasionalmente se han demostrado fraudes y falsedades. En un campo que se basa en poca evidencia y muchas presuposiciones, las «guerras de los huesos» ilustran los conflictos comunes entre los científicos en esta área. La conducta antiprofesional y en ocasiones incluso fraudulenta no es lo que uno esperaría de profesionales. Yo mismo enseño antropología a nivel universitario, y después de preparar este artículo, cubriré la evidencia tocante a la evolución humana de una forma muy diferente a como lo he hecho en el pasado. Referencias Broad, W. and N. Wade. 1982. Betrayers of the Truth: Fraud and Deceit in the Halls of Science. NY: Simon and Schuster. Chang, K. 2002. On scientific fakery and the systems to catch it. The New York Times Science Times, Tuesday, October 15, pp. 1, 4. Harding, L. 2005. History of modern man unravels as German scholar is exposed as fraud. The Guardian, Saturday, February 19. Hooper, J. 2002. An Evolutionary Tale of Moths and Men: The Untold Story of Science and the Peppered Moth. New York: W. W. Norton. Howard, R.W. 1975. The Dawnseekers: The First History of American Paleontology. New York: Harcourt Brace Jovanovich. Judson, H.F. 2004. The Great Betrayal: Fraud in Science. New York: Harcourt, Inc. Koestler, A. 1972. The Case of the Midwife Toad. New York: Random House. Kohn, A. 1988. False Prophets: Fraud and Error in Science and Medicine. New York: Barnes & Noble Books. Morell, V. 1995. Ancestral Passions: The Leakey Families and the Quest for Humankind’s Beginnings. New York: Simon and Schuster. Simons, L.M. 2000. Archaeoraptor fossil trail. National Geographic 198(4):128-132. Talent, J. 1989. The case of the peripatetic fossils. Nature 338:613-615. Wallace, D.R. 1999. The Bonehunters’ Revenge: Dinosaurs, Greed, and the Greatest Scientific Feud of the Gilded Age. New York: Houghton Mifflin Company. Fuente: http://www.sedin.org/ID/controversias_antropologia.html Lo comprendo, creer en las hadas y creer en Dios es virtualmente la misma cosa.

Nadie ha dicho que las mutaciones produzcan evolución. Efectivamente.

Falso. No tiene que ver la teoría de la abiogénesis con la teoría evolutiva. Dios pudo crear una bacteria primitiva y esa bacteria evolucionar hasta formas superiores como las actuales. El hecho de que en el registro fósil no existan humanos, chimpancés, caballos o delfines (o miles de especies más) en el precámbrico, cámbrico, etc. Es evidencia de que la vida evolucionó de formas sencillas a formas complejas a lo largo de millones de años.

No existe evidencia que contradiga a la evolución. Por eso está “más allá de toda duda” y consolidada como “un hecho”.

Te faltó “loco de remate” en la descripción de sus credenciales.

Eso es falso. Si dejas a un lado el registro fósil. La teoría de la evolución predice la existencia de criaturas simples en tiempos tempranos de la Tierra, y criaturas complejas en tiempos modernos. Si tras saber esto, te vas al registro fósil, verás que la teoría de la evolución adivinó lo que ibas a encontrarte.

¿Cuál es esa evidencia experimental?

Tiene razón. El público EDUCADO.

Sí la hay. El registro fósil muestra que las especies simples aparecieron en la tierra primitiva, y fueron evolucionando a especies más modernas hasta el día de hoy. También muestra formas humanoides no humanas, anteriores al humano. Eso tira por tierra todo el génesis, porque el registro fósil evidencia que la vida no fue creada en pocos días, que las especies fueron apareciendo a lo largo de millones de años, y que el humano apareció hace menos de 300 mil años. Lo que más me llama la atención, es que todas tus citas son de los años 80 y para atrás. ¿Nadie de los años 90 o posterior ha intentado refutar la evolución? ¿Por qué será?
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Controversias en Paleoantropología __________ por Jerry Bergman, Ph.D. Índice Introducción 1—En el centro del conflicto 2—Fraude entre investigadores darwinistas 3—Falsos descubrimientos 4—La honradez existe 5—Conclusiones Referencias «El campo de la paleoantropología suscita un interés natural debido a nuestro propio interés acerca de los orígenes. Y, debido a que se tiene que llegar a conclusiones de peso emocional para muchos a partir de una evidencia sumamente exigua, es a menudo difícil separar lo personal de las furiosas disputas científicas desatadas en este campo.» — Constance Holden, «The Politics of Paleoanthropology» Science, p.737, 14 de agosto de 1981 Muchos estudios descubren que el campo pretendidamente objetivo de la evolución humana es cualquier cosa menos objetivo — los prejuicios son cosa común, y se han documentado casos de corrupción y de fraude. Entre los ejemplos bien conocidos aparecen el hombre de Piltdown y el Hesperopithecus, pero existen muchos otros ejemplos. Uno de los casos más bien conocidos de codicia, venganza y fraudes ostensibles se dio en la polémica abierta entre Edward Drinker Cope y Othniel Charles Marsh en la guerra de los huesos de finales de los 1800 (Wallace, 1999). Una parte de la razón para la controversia es que el campo de la antropología está dividido en «facciones» o «escuelas» que con no poca frecuencia compiten entre sí. Cada escuela está a menudo dominada por una pequeña cantidad de personas que con frecuencia son líderes con gran carisma personal. Cada facción intenta «demostrar» su propia teoría de evolución humana, a menudo de forma dogmática, mediante el uso de huesos fósiles, la mayoría de los cuales son fragmentos muy dañados. En estos conflictos se adoptan partidos y, como lo demuestra Morell con elocuencia (1995), los participantes acaban al final enzarzados en conflictos en los que valen las conductas carentes de ética (y casi todo lo demás). Lo único que se excluye es la agresión física (aunque no siempre). Un problema fundamental al afrontar esta cuestión es que existe una gran arrogancia dentro de la comunidad científica. Hooper afirma que algunos científicos creen dogmáticamente que ellos tienen la respuesta, y que solo ellos tienen derecho a hacer preguntas — y si ellos no las hacen, nadie más debiera hacerlas (2002). Un examen de esta historia arroja una gran luz sobre el «otro lado» de los científicos líderes en cada campo — los que dominan las fuentes literarias en Nature, Science y otras revistas científicas líderes. Debido a que la evidencia fósil representa a menos del 10 por ciento del animal, se puede interpretar de muchas formas, incluso en la infrecuente circunstancia de que un esqueleto sea relativamente completo. Lucy, por ejemplo, es el esqueleto más completo hasta la fecha, y faltan casi tres cuartas partes del mismo. La mayoría de los otros hallazgos se componen, como mucho, de unos pocos fragmentos de huesos o a veces solo de dientes. En el centro del conflicto Durante el último medio siglo, los Leakeys han estado en el centro de este conflicto. Las interminables y feroces confrontaciones, a veces hasta de nivel físico, entre los Leakeys o otros, como Donald Johanson y Timothy White, son sumamente iluminadoras acerca de cuán críticamente importantes son las preconcepciones para la interpretación que se aplica a la evidencia fósil disponible. De joven, Louis Leakey estaba lleno de «celo acerca de su cristianismo y a veces pronunciaba sermones en esquinas subido a una caja» (Morell, 1995; p. 28). Pero durante sus estudios en Cambridge, su «creciente conocimiento de la teoría evolucionista» y sus «opiniones más liberales» le hicieron apartarse de la iglesia y le llevaron a dedicarse a la ciencia a dedicación total. Louis Leakey, junto con los ateos y secularistas líderes de la época, prestó su apoyo al documento ateo conocido como el «Manifiesto Humanista». Posteriormente adoptó una postura de gran hostilidad contra el cristianismo, una actitud que pasó al menos a uno de sus hijos, Richard. Cuando le pidieron a Richard que participase en el programa de televisión de Walter Cronkite para discutir los temas de evolución y creacionismo como «ardiente anticreacionista», Richard accedió (Morell, 1995; p. 520). Esto resultó en un truco para hacerle aparecer en el programa, siendo el verdadero propósito de Cronkite enfrentar a Leakey y Johanson para que debatiesen sus opiniones radicalmente diferentes acerca del Australopithecus afarensis y otros pretendidos homínidos. En el programa, Johanson se mostró menos interesado en una discusión intelectual para conseguir una mejor comprensión de la evolución humana de lo que estaba en atacar a aquellos con los que estaba en desacuerdo. En mi opinión, Richard salió mejor de este intercambio, pero otros opinaron en sentido contrario. Poco después del programa de Cronkite, la National Geographic Society, que era la principal fuente de financiación de los Leakey, denegó la solicitud de fondos de Richard para su investigación en Koobi Fora y para nuevas prospecciones al norte y al oeste del Lago Turkana (Morell, 1995; p. 523). Un rasgo común en el campo es la dificultad que tienen los principales científicos para evaluar los datos de forma mesurada y objetiva. Muchos, como Tim White, profesor en la Universidad de California en Berkeley, son cualquier cosa menos razonables y objetivos. En palabras del profesor de Tim White en la Universidad de Michigan, Milford Wolpoff, Tim conoce el «buen» camino ... y esto es con una «B» mayúscula. ... Yo creía que una vez que consiguiese un puesto y se le tratase con respeto profesional, se calmaría un poco. Pero me equivoqué. ... La postura inflexible de White apareció [en el campo de estudio] ... lo que le llevó a ser «grosero y arrogante hacia los demás hasta un punto indescriptible». (Morell, 1995; p. 477.) Morell concluye que, igual que Wolpoff, Richard Leakey también «suponía que White llegaría finalmente a madurar y a deponer esta actitud. En lugar de ello, el mismo Leakey vino a ser un blanco para él» (Morell, 1995; p. 477). Por ejemplo, cuando Leakey explicó su inquietud acerca de la interpretación que White había hecho de un fósil, White «comenzó a chillarme, tildándome de dictador, diciendo que era una desgracia que yo estuviera al frente — todo esto es basura ... no quería tener nada más que ver conmigo, y finalmente salió de mi oficina dando un portazo» (Morell, 1995; p. 478). Los debates son necesarios para realizar progresos en la ciencia — pero la ferocidad que documenta Morell con tanta elocuencia es difícilmente lo que esperaríamos de unos antropólogos interesados en la verdad y que desean que otros evalúen sus ideas de forma racional. La conducta exhibida por estos individuos era tan extrema que no podía tratarse en una publicación destinada a la familia. Además, la moralidad de algunos de los científicos líderes deja mucho que desear. Fraude entre investigadores darwinistas El método científico es una aproximación ideal para conseguir conocimiento, pero constituye un método de aplicación especialmente difícil para «demostrar» ciertas hipótesis científicas, como las que involucran orígenes. Un buen ejemplo de esta dificultad es «la teoría de la evolución (que) es ... una teoría sumamente valorada por los científicos ... pero que en cierto sentido se encuentra en una posición demasiado profunda para ser directamente demostrada o refutada» (Broad y Wade; 1982, p. 17). Un caso célebre de fraude evolucionista, el del biólogo vienés Paul Kammerer, fue el tema de un libro ahora clásico titulado The Case of the Midwife Toad (Koestler, 1972). El fraude del doctor Kammerer incluyó simular unas «almohadillas nupciales» con tinta china en los pies de los sapos que estaba estudiando. Aunque su trabajo, que se falseó para sustentar la teoría evolucionista lamarckiana, fue puesto en evidencia, se empleó durante décadas para respaldar ciertas ideologías evolucionistas, incluyendo la que mantenía Trofim D. Lysenko (Kohn, 1988; p. 47). En un caso similar, William Summerlin inventó los resultados de un ensayo en la década de 1970 simplemente dibujando unos parches negros en sus ratas blancas de laboratorio, usando un rotulador (Chang, 2002). Otro reciente caso de fraude en el evolucionismo es el del Archaeoraptor, «el descubrimiento evolutivo del siglo» que se declaró que demostraba la evolución de las aves a partir de los dinosaurios. La National Geographic Society «proclamó estridentemente el descubrimiento del fósil ... como proporcionando un verdadero eslabón perdido en la compleja cadena que conecta los dinosaurios con las aves» (Simons, 2000). El Archaeoraptor fue empleado por «algunos destacados paleontólogos» para demostrar una «clave largamente buscada a un misterio de la evolución». Un trabajo de tomografía computerizada mediante rayos X encontró «fragmentos sin correspondencia, cuidadosamente pegados». El fraude también se determinó como «realizado mal — con intención engañosa» implicando a «fanáticos y maníacos», «un choque de egos desorbitados», «confianzas traicionadas» y «deseos fantasiosos». Aquí volvemos a tener la historia del hombre de Piltdown. Simons añade que es una historia en la que «ninguno» de los involucrados sale limpio. Uno de los casos «más hirientes» de fraude involucró al paleontólogo Viswat Jit Gupta que hizo «asombrosas adiciones a las listas de fauna» de especies en el área en que trabajaba (Talent, 1989). Después de una extensa investigación, los investigadores llegaron a la conclusión de que el Profesor Viswat Jit Gupta sembró el área con fósiles evidentemente robados de colecciones didácticas. Publicó cerca de 300 artículos acerca de estos hallazgos a lo largo de un período de 25 años, todos los cuales están ahora bajo sospecha. Talent (1989) concluye, como resultado de este caso, que «... como consecuencia de estas publicaciones, la base de datos para el Paleozoico y el Mesozoico de los Himalayas ha quedado tan empañada con inconsistencias que surgen graves dudas acerca de la validez científica de cualquier clase de conclusiones que se pudieran derivar de la misma. Debido a que el soporte bioestratigráfico de tanta estratigrafía de los Himalayas está en duda, está en juego la credibilidad de muchos años de trabajos de numerosos geólogos.» Como concluye Judson, «las dificultades, el trabajo y el tiempo que han sido necesarios para limpiar tanta suciedad son incalculables. Habrá sombras de un residuo de duda durante mucho tiempo sobre los trabajos posteriores» (2004, p. 134). Talento (1989) añade que «existen multitud de casos semejantes de negligencia acerca de datos o de confusión de conceptos». Un antropólogo inventa descubrimientos clave Las investigaciones han confirmado ahora que lo que el diario británico Guardian denominó como «uno de los hallazgos arqueológicos más sensacionales» — un pretendido fragmento de cráneo supuestamente de 36.000 años que se descubrió en una turbera cerca de Hamburgo, había sido falsificado. Se creía que este fragmento era un «eslabón perdido vital entre los humanos modernos y los neandertales» (Harding 2005). La carrera académica de 35 años del descubridor, el distinguido antropólogo alemán Profesor Reiner Potsch von Zieten, «ha acabado ahora en la deshonra después de desvelarse que falsificó sistemáticamente las fechas de estas y numerosas otras reliquias de la “edad de piedra”» (Harding 2005). El crucial fragmento de cráneo, que antes se creía que procedía del más antiguo Neanderthal del mundo, ha resultado ahora tener una antigüedad de solo 7.500 años, según la unidad de dataciones radiocarbónicas de la Universidad de Oxford. También otros cráneos fueron datados erróneamente por Von Zieten. después de volver a datar la evidencia, se llegó a la conclusión de que había falseado las fechas de numerosos artefactos. Sencillamente, había inventado las fechas para que concordasen con sus teorías. Los ensayos revelaron que todos los cráneos datados por Potsch eran, en realidad, mucho más recientes de lo que él había pretendido. Thomas Terberger, el descubridor del engaño, declaró que como resultado del fraude, «la antropología tendrá que revisar completamente su descripción del hombre moderno entre hace 40.000 y 10.000 años» (citado en Harding, 2005). El comité también estableció que Von Zieten había cometido otras numerosas «falsedades y manipulaciones». Sus engaños son tan graves que «pueden significar que se tendrá que volver a escribir toda una sección de la historia del desarrollo del hombre» (Harding, 2005). Otro de los hallazgos del profesor, la mujer de Binshof-Speyer, quedó situada en una edad de 1.300 a.C., no hace 21.000 años, y el hombre de Paderborn-Sande, que había sido datado por el profesor en 27.400 a.C., murió solo «hace unos doscientos años, en 1750». Posteriores investigaciones descubrieron que había hecho pasar falsos fósiles como verdaderos y que también había plagiado el trabajo de otros científicos. El escándalo quedó finalmente a descubierto cuando el Profesor Von Zieten fue sorprendido tratando de vender toda la colección de chimpancés de su departamento a un museo de los Estados Unidos. El comité que le investigó celebró diez diferentes reuniones con doce testigos, y fue desvelando evidencias que iban resultando más extrañas. Con el avance de las investigaciones resultó difícil tomar aquello en serio ... Sencillamente, todo resultaba increíble. En conclusión, lo que hizo resultaba increíble (citado en Harding, 2005). ¡También se descubrió que el profesor ni siquiera sabía hacer funcionar el aparato de dataciones radiocarbónicas que pretendía haber usado para determinar las fechas que ahora habían quedado desacreditadas! El Profesor von Zieten se vio obligado a acabar su carrera después de que la confirmación de las «falsedades y manipulaciones» vio la luz pública. Este escándalo es críticamente importante en el campo de la antropología física porque su carrera académica de treinta años produjo muchos sensacionales hallazgos que se consideraron como importantes evidencias para la moderna teoría de la evolución. Evidentemente, descubrió que podía hacer pasar los fraudes con impunidad, y siguió haciendo espectaculares anuncios hasta que llegaron a ser tan absurdos que alguien comenzó a investigar. Los administradores de la universidad admitieron que debieran haber descubierto mucho antes las extravagantes invenciones del profesor, pero «resultó difícil contrastar a este célebre antropólogo». Ahora existe evidencia de que comenzó a «inventar cosas» al comienzo mismo de su carrera hace más de treinta años. Después de volver a Alemania procedente de los Estados Unidos donde realizó su doctorado, tras aceptar un puesto de profesor, «simplemente se dedicó a inventar cosas». Un ejemplo de sus pretensiones fue un supuesto «medio simio» de cincuenta millones de años que él dijo haber encontrado en Suiza, pero que en realidad se había encontrado en Francia. Es probable que las investigaciones en marcha revelen mucho más acerca de este caso, que ha recordado a muchos el infame asunto de Piltdown. La honradez existe En ocasiones los evolucionistas son muy sinceros, como en el caso de la admisión de Johanson de que en la actualidad «nadie pone realmente mucha fe en ningún árbol [evolutivo]» (Morell, 1995; p. 546, énfasis en el original). Sin embargo, muchos de sus argumentos giran en torno a este árbol, que parece cambiar con cada nuevo hallazgo. La razón es que la construcción de estos árboles se basa en evidencia tan endeble y fragmentaria que es posible una amplia variedad de interpretaciones — lo que a su vez es una explicación principal de los muchos conflictos pasionales que han caracterizado a la paleoantropología. Hay tan pocos datos fehacientes que la mayor parte de los hallazgos se pueden interpretar de varias y diferentes maneras. Otra razón de que exista tanta controversia es que los nuevos descubrimientos fósiles raras veces se comparten con otros científicos durante años, si es que jamás se hace, debido al interés en las prioridades de publicación. Generalmente, para conseguir la plena atribución de un descubrimiento, el descubridor debe atesorar el fósil durante una década o más antes de permitir a otros que lo estudien, a fin de que él pueda publicar primero. Otra consideración es que estos fósiles son generalmente muy frágiles y que se rompen fácilmente — trabajar con ellos tiende a causarles daños. Por ello, la mayoría de investigadores tiene acceso solo a fotografías o, en el mejor de los casos, a modelos. A la vista de ello, no es sorprendente que los desacuerdos capitales sean cosa tan común. La mayoría de los antropólogos tienen que apoyarse en descripciones e interpretaciones propuestas por el descubridor de los fósiles — precisamente la persona que tiene un interés particular en demostrar sus propias teorías. Conclusiones Una reseña del campo de la paleoantropología desvela que este campo es mucho menos objetivo que la física, la química o incluso que la biología. Además, ocasionalmente se han demostrado fraudes y falsedades. En un campo que se basa en poca evidencia y muchas presuposiciones, las «guerras de los huesos» ilustran los conflictos comunes entre los científicos en esta área. La conducta antiprofesional y en ocasiones incluso fraudulenta no es lo que uno esperaría de profesionales. Yo mismo enseño antropología a nivel universitario, y después de preparar este artículo, cubriré la evidencia tocante a la evolución humana de una forma muy diferente a como lo he hecho en el pasado. Referencias Broad, W. and N. Wade. 1982. Betrayers of the Truth: Fraud and Deceit in the Halls of Science. NY: Simon and Schuster. Chang, K. 2002. On scientific fakery and the systems to catch it. The New York Times Science Times, Tuesday, October 15, pp. 1, 4. Harding, L. 2005. History of modern man unravels as German scholar is exposed as fraud. The Guardian, Saturday, February 19. Hooper, J. 2002. An Evolutionary Tale of Moths and Men: The Untold Story of Science and the Peppered Moth. New York: W. W. Norton. Howard, R.W. 1975. The Dawnseekers: The First History of American Paleontology. New York: Harcourt Brace Jovanovich. Judson, H.F. 2004. The Great Betrayal: Fraud in Science. New York: Harcourt, Inc. Koestler, A. 1972. The Case of the Midwife Toad. New York: Random House. Kohn, A. 1988. False Prophets: Fraud and Error in Science and Medicine. New York: Barnes & Noble Books. Morell, V. 1995. Ancestral Passions: The Leakey Families and the Quest for Humankind’s Beginnings. New York: Simon and Schuster. Simons, L.M. 2000. Archaeoraptor fossil trail. National Geographic 198(4):128-132. Talent, J. 1989. The case of the peripatetic fossils. Nature 338:613-615. Wallace, D.R. 1999. The Bonehunters’ Revenge: Dinosaurs, Greed, and the Greatest Scientific Feud of the Gilded Age. New York: Houghton Mifflin Company. El doctor Bergman enseña biología, química, antropología y anatomía en la Universidad Northwest State en Ohio, y pertenece al cuerpo docente de la misma desde hace más de 20 años. Su dirección de contacto es [email protected]. Título: Controversias en Paleoantropología Título original: Controversy in Paleoanthropology Autor: Jerry Bergman, Ph.D. Fuente: Creation Matters, vol. 11, nº 1, Enero-febrero 2006, pp. 1, 3-5. Una publicación de la Creation Research Society. © Copyright 2006, Creation Research Society, www.creationresearch.org - con permiso. 6801 N. Highway 89 Chino Valley, AZ 86323 - EE. UU. Traducción del inglés: Santiago Escuain © Copyright 2005, SEDIN - todos los derechos reservados. SEDIN-Servicio Evangélico Apartat 2002 08200 SABADELL (Barcelona) ESPAÑA Se puede reproducir en todo o en parte para usos no comerciales, a condición de que se cite la procedencia reproduciendo íntegramente lo anterior y esta nota. Fuente: http://www.sedin.org/ID/controversias_antropologia.html
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Se acumulan las pruebas de un designio deliberado con nuevos descubrimientos acerca de la visión 07 mayo 2010 — Los darwinistas han estado afirmando durante años que el ojo humano es un ejemplo de mal diseño, porque está cableado al revés —los fotorreceptores están situados detrás de una red de vasos sanguíneos y otros materiales. Pero llegó 2007, y científicos alemanes descubrieron que unas células de forma cónica conocidas como células de Müller actúan como conductores de las ondas lumínicas y transmiten la luz a través de estas redes directamente a los fotorreceptores (véase Más diseño óptico en la retina de lo que nunca se había visto — fibras ópticas vivas). Algunos darwinistas, sin dejarse arredrar (¡para qué estropear una cosmovisión materialista por tales detalles!), respondieron que sólo se trataba de una corrección improvisada por una manipulación de la selección natural. Decían que esto no cambiaba el argumento de que el ojo estaba mal diseñado. Las prodigiosas células de Müller, que forman la armazón de la retina y la atraviesan en todo su espesor, captan, direccionan y concentran la luz sobre las células receptoras de la luz en la parte posterior de la retina. Son, como todas las células del cuerpo, resultado de la expresión de unas instrucciones codificadas que especifican los materiales a producir, las estructuras a ensamblar, las ubicaciones donde los materiales deben ser transportados, el momento oportuno de su ensamblaje durante el desarrollo embrionario, los ritmos de desarrollo, y los modos de operación, y las fuentes de alimentación. Todo esto, ¿producto de mutaciones aleatorias y de una selección ciega? La retórica materialista carece de toda lógica y está sobrante de voluntarismo ateo. Imagen: PNAS Ahora acaban de salir a luz más hechos acerca de estas células de Müller. Aunque evidentemente esto dejará impertérritos a los materialistas, que seguirán firme el ademán con su himno al azar y a la selección natural. Investigadores en el Technion —el Instituto de Tecnología de Israel en Haifa— han descubierto que hacen mucho más que meramente conducir la luz a los fotorreceptores. Kate McAlpine comunicaba en New Scientist que las células de Müller ofrecen varias ventajas. Actúan como filtros para el ruido, como sintonizadores y como sistemas de enfoque de color: Entran al menos dos tipos de luz en el interior del ojo: luz portadora de información de imágen, que entra directamente a través de la pupila, y «ruido» que ha sido ya reflejado múltiples veces dentro del ojo. Las simulaciones demostraron que las células de Müller transmiten una mayor proporción de la primera a los bastones y conos debajo, mientras que lo segundo tiende a perderse. Esto sugiere que las células actúan como filtros de la luz, y mantienen la nitidez de las imágenes. Los investigadores descubrieron también que no era probable que la luz que había escapado de una célula de Müller fuese captada por una colindante, porque las células nerviosas alrededor ayudan a dispersarla. Lo que es más, las propiedades ópticas intrínsecas de las células de Müller parecían estar sintonizadas con la luz visible, dejando escapar en mayor medida las longitudes de ondas fuera del espectro visible y en los límites del mismo. Las células también parecen ayudar a mantener los colores bien enfocados. Así como la luz se separa en un prisma, las lentes en nuestros ojos separan diferentes colores, lo que hace que algunas frecuencias queden desenfocadas en la retina. Las simulaciones demostraron que las amplias bases de las células de Müller les permiten «captar» cualquier color separado y volver a enfocarlo sobre el mismo cono, asegurando que todos los colores procedentes de una imagen estén enfocados ... Estos descubrimientos fueron realizados por Amichai Labin y Erez Ribak en Technion. Uno de los autores del estudio de 2007, Kristian Franze, de la Universidad de Cambridge, manifestaba su agrado al ver que este trabajo complementaba el de su equipo. «Sugiere que el acoplamiento lumínico por parte de las células de Müller es un suceso crucial que contribuye a la visión tal como la conocemos», dice. ¿Qué harán los darwinistas con esta nueva revelación? Después de todo, en su crónica, la periodista McAlpine mencionaba que la retina con su cableado invertido había sido incluida en una lista en New Scientist en 2007 como uno de «los mayores errores de la evolución». Comenzaba confesando que «parece estar mal», pero luego tenía que admitir que «la extraña estructura “al revés” de la retina de los vertebrados realmente mejora la visión», según este nuevo estudio. Pero no podía dejar a Darwin sin su incienso, de modo que introducía a Ken Miller, el profesor de la Universidad Brown, católico pero darwinista irreductible y un incansable adversario de la tesis del diseño inteligente. Nunca parco de retórica para defender a Darwin, tuvo una oportunidad para decirles a los lectores lo que este descubrimiento significa y lo que no significa, desde una perspectiva evolucionista: No obstante, Kenneth Miller, biólogo de la Universidad Brown en Providence, Rhode Island, advierte que esto no significa que la retina invertida misma nos ayude a ver. Más bien, él recalca hasta qué punto la evolución ha solucionado esta defectuosa estructura. «La forma, orientación y estructura de las células de Müller ayudan a la retina a superar uno de los principales defectos de su cableado al revés», nos dice Miller. Pero, si es así, ¿por qué Ribak y su colega creen que los humanos deberíamos imitar una estructura defectuosa? Porque McAlpine concluía con estas palabras: «La nueva comprensión de la función de las células de Müller pudiera encontrar aplicaciones en transplantes de ojo con mayor éxito y mejores diseños de cámaras», según dice Ribak». El oído que oye, y el ojo que ve; ambos los ha hecho el SEÑOR (Proverbios 20:12) Es con mucho gusto que ofrecemos a Ken Miller el Premio al Voluntarismo Darwinista. Con su rápida reacción retórica, este ideólogo del darwinismo ha demostrado ante el público que las realidades y la lógica no tienen para él tanta importancia como defender el dogma naturalista. Se llama católico. Debería leer la Biblia: El oído que oye, y el ojo que ve; ambos los ha hecho el SEÑOR (Proverbios 20:12). Parece que prefiere mantener que las obras de Dios tienen una estructura incorrecta y defectos fundamentales, que están mal hechas, antes que ofender a aquel a quien considera como el verdadero maestro de maestros, Charles Darwin. Conviene clarificar los términos. Defectuoso es lo que funciona mal. El ojo vertebrado es una maravilla de ingeniería. Su rendimiento es tan bueno que no podemos ni acercarnos a imitarlo en todas sus especificaciones, que tienen que cumplirse simultáneamente (imagen estereoscópica, además en movimiento, miniaturización, alta definición, autorreparación en muchos casos, autolimpiante, una alta relación señal/ruido, gran profundidad de campo, gran margen dinámico, baja aberración cromática, enfoque rápido, procesamiento de imagen, larga duración, y mucho más). De hecho, es posible que su óptica sea insuperable (véase entrada en 05/09/2002). ¿En qué quiere Ken Miller que Dios mejore el diseño? ¿O tiene Dios una obligación a prestar atención a la ignorante opinión de un humano falible acerca de cómo diseñar un ojo? ¡Qué audacia! Hay razones para que el ojo esté cableado de la forma en que está. Los fotorreceptores eliminan piezas y necesitan mucha energía, por lo que tienen que estar cerca de los vasos sanguíneos en la parte posterior del globo ocular, no haciendo frente al interior (para refutaciones de la tesis de un diseño deficiente del ojo por el cableado inverso, véase artículos creacionistas en CSI por Peter Gurney y Carl Wieland, y respuestas desde el movimiento del Diseño Inteligente en ARN por George Ayoub y Michael Denton. Véanse también entradas en CEH de 05/27/2003 y 05/22/2003. Empíricamente, consideremos la agudeza visual del ojo del águila, o los ojos de un cormorante zambullidor, 24/05/2004. Y ahora descubrimos que mantener los fotorreceptores en la parte posterior cerca de los vasos sanguíneos no es meramente un mal menor. En realidad proporciona ventajas ópticas. Las células de Müller actúan como guías de ondas, sistemas de enfoque de colores y reductores de ruido. Si los fotorreceptores estuviesen mirando hacia el interior, es bien posible que nuestra visión fuese inferior —el enfoque de los colores sería menos nítido, y los reflejos parásitos desde el interior del globo ocular producirían destellos molestos y que reducirían la nitidez. Los pulpos y los calamares, que tienen los fotorreceptores enfrente, viven en un medio completamente diferente. Tienen que operar en la luz tenue de un medio acuoso. Cada animal tiene los ojos que necesita para sus hábitos y hábitat. Podemos estar bien seguros que el Creador sabe unas cuantas cosas acerca de óptica y de cableado que Ken Miller desconoce. Una de las más supremas muestras de voluntarismo darwinista está inmortalizada en nuestro detector de falacias. Jared Diamond escribió esta queja para la revista Discover hace 25 años (6/1985, p. 91) después de exhibir el viejo y desgastado argumento del mal diseño del ojo humano (como podemos ver, lo han estado paseando durante mucho tiempo). Es dudoso que se haya retractado de sus palabras, porque sigue siendo un evolucionista irreductible. Decía él: «Los ojos del humilde calamar, con los nervios ingeniosamente ocultos detrás de los fotorreceptores, son un ejemplo de perfección en diseño. Si el Creador realmente prodigó su mejor diseño sobre el ser que hizo a su propia imagen, los creacionistas tendrían que concluir que Dios es un calamar». Es penoso contemplar el espectáculo de personas que se han estado paseando por este mundo durante los últimos 25 años gozando de sus ojos, contemplando las maravillas de la creación en toda su maravilla policroma, y a la vez insistiendo en su propaganda que la evolución es una realidad porque ningún Dios hubiera llevado a cabo un trabajo de diseño tan inepto. Observemos las cuatro palabras más abajo (subrayadas) en el clásico pasaje de la Biblia acerca de cómo contempla Dios esta incredulidad voluntarista, según aparece en la epístola de Pablo a los Romanos: «Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad; porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de él, su eterno poder y deidad [la totalidad de sus atributos divinos, incluyendo sabiduría, omnisciencia, bondad y capacidad de diseñar cosas], se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa. Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido. Profesando ser sabios, se hicieron necios, ...» (Romanos 1:18-22). Y es que la evidencia es patente. Es pública, está delante de todos. Si no estamos agradecidos con toda la evidencia que tenemos delante, no hay esperanza. Fuente: http://sedin-notas.blogspot.com.es/...as-pruebas-de-un-designio.html?q=irreductible
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Sé que es para mi pero, me veo obligado a pedirte un resumen... xDD
 
Re: Breve historia de la teoría de la evolución

Pablo se preguntó por qué la teoría de la evolución estaba considerada un hecho más allá de toda duda. Yo simplemente le indiqué la razón: no hay evidencias que la contradigan.

Y yo te recomendaría, antes de estudiar toda esa parafernalia filosófica que claramente no estás a la altura de entender, que primero volvieras a la primaria y repasaras el vocabulario cotidiano. Ya te recomendé que le echaras un vistazo a la definición de posgrado, y ahora te instruyo en la definición de hecho según la RAE: Cosa que sucede.

La evolución sucede, ergo es un hecho. La Tierra gira alrededor del Sol según la teoría de Copérnico, y esto también es un hecho.

No me importa si no se te ocurre como falsearlo. No me interesa tu palabrería sin sustancia.

Yo no estudio parafernalia filosòfica... estudio Filosofìa y Epistemologìa, de manos de los autores mismos de tales propuestas. Lo que sì es parafernalie es el maquillaje que utilizan los fanaticos de la ciencia , cuando llaman paraferalia a aquello que jamás se han dignado en iformarse.

Pero bueno... sigue haciendo alarde de tu ignorancia y estupidez... es muy conveniente para validar a los distintos integrantes del foro.