Comparto que los términos no son muy apropiados.
Y tenés razón.
Ya no tiene que ver el hombre porque este hombre ya murió para Dios.
Y el arrepentimiento no está para nada contemplado.
Por eso el hombre caído nada puede hacer para reposicionarse con su Dios.
Pero la pregunta aún sigue vigente.
¿Cómo soluciona Dios esto?
El cimiento del cristianismo es el arrepentimiento, y el arrepentimiento en Cristo no es el arrepentimiento humano que se da incluso entre los incrédulos "discúlpame, me equivoqué", "discúlpame, me porté mal".
El arrepentimiento para Dios es darse la vuelta 180º y caminar en una dirección opuesta a la que estabas andando.
Juan el Bautista predicó este cimiento simbolizándolo con el bautismo en agua para que, cuando llegara el Cristo, los hebreos pudieran reconocerle y abrazar el ministerio de vida que aquel traía.... algo nuevo que había que aprehender en el espíritu, no en la letra de la ley.
El arrepentimiento prepara los corazones de los hombres para recibir el evangelio. Es la aceptación a través del Espíritu Santo de un pecado personal mortal (porque te mata) e ineludible (porque nadie puede escapar de él) ante Dios, que te hace reo de Su ira y merecedor de Su venganza.
Una vez arrepentido, el suelo del corazón está preparado para recibir la semilla, la simiente de Cristo, Cristo Mismo, que es Rectitud y te hace Recto a ojos de Dios.
El arrepentimiento es el cimiento de Su Casa, y no se puede entrar allí (no se puede aceptar el Evangelio) sin arrepentimiento.
Curiosamente, es un don del cielo. Es decir, Dios participa del verdadero arrepentimiento a través del poder del Espíritu Santo. Pero como todo regalo dado a los hombres,
se puede aceptar o no. Así mismo, el arrepentimiento debe dar "frutos que demuestren que realmente te has arrepentido". Dios busca ese fruto, el fruto de un verdadero arrepentimiento.
Lucas 5:32
No he venido a llamar a los justos, sino a pecadores al arrepentimiento.
De donde se extrae la enseñanza que el que se considera justo, no tiene parte ni suerte en el Evangelio.
Amor,
Ibero