Estimados hermanos. Saludos cordiales.
Ernesto Gil escribió: “EGW dijo haber visto que solo el pequeño rebaño adventista estaba en el camino al cielo; un camino iluminado por el mensaje de "Jesús regresa el 22 de Octubre del 1844". Peor aun esta profetisa falsa dijo haber visto que los que una vez creyeron y luego negaron el mensaje de "Jesús regresa el 22 de Octubre del 1844" se cayeron del sendero y no pudieron regresar al igual que "todo el mundo impío" que Dios había rechazado.”
Respondo: Estimado Ernesto Gil, veo que no te resististeis a cambiar las declaraciones de Ellen White, ¡después me criticas por llamarte la atención por esto!, ¡te pareces a Ely Curtis queriendo poner palabras que ella nunca dijo como si vinieran de ella!, ¡nos damos cuenta que solo es tu interesada y torcida interpretación!.
Esta es la interpretación correcta: "Jesús no vino a la tierra, como lo esperaba la compañía que le aguardaba gozosa, para purificar el santuario, limpiando la tierra por fuego. Vi que era correcto su cálculo de los períodos proféticos; el tiempo profético había terminado en 1844, y Jesús entró en el lugar santísimo para purificar el santuario al fin de los días. La equivocación de ellos consistió en no comprender lo que era el santuario ni la naturaleza de su purificación."-Primeros Escritos, pág. 243.
“Lo que experimentaban estaba descrito en los últimos versículos de Apocalipsis 10. Debían reavivar la expectación. Dios los había conducido y seguía conduciéndolos. En sus filas militaba una joven llamada Elena Harmon, quien recibió de Dios, en diciembre de 1844, una revelación profética. En esa visión el Señor le mostró la peregrinación del pueblo adventista hacia la áurea ciudad. La visión no explicaba el motivo del chasco, si bien la explicación podía obtenerse del estudio de la Biblia, como sucedió. Sobre todo hizo comprender a los fieles que Dios los estaba guiando y continuaría conduciéndolos mientras viajasen hacia la ciudad celestial.
Al pie de la senda simbólica mostrada a la joven Elena, había una luz brillante, que el ángel designó como el clamor de media noche, expresión vinculada con la predicación de un inminente advenimiento durante el verano y el otoño de 1844. En aquella visión, se discernía a Cristo conduciendo al pueblo a la ciudad de Dios. La conversación oída indicaba que el viaje iba a resultar más largo de lo que se había esperado. Algunos perdieron de vista a Jesús, y cayeron de la senda, pero los que mantuvieron los ojos fijos en Jesús y en la ciudad llegaron con bien a su destino. Esto es lo que se nos presenta, bajo el título "Mi primera visión," en las páginas 13-20 de este libro.
Eran muy pocos los que constituían aquel grupo que avanzaba en la luz. En 1846, eran como cincuenta. El grupo mayor, que abandonó la esperanza de que la profecía se hubiese cumplido en 1844, contaba tal vez con 30,000 personas. En 1845 se reunieron para reexaminar sus opiniones en una conferencia que se celebró en Albany, estado de Nueva York del 29 de abril al 1ero de mayo. Decidieron entonces formalmente denunciar a quienes aseverasen tener "iluminación especial" y a los que enseñasen "fábulas judaicas." (Advent XVII Herald, 14 de mayo, 1845.) Véase Messenger to the Remnant (Mensajera enviada al residuo), pág 31, columna 2.
Cerraron así la puerta para no dejar penetrar la luz referente al sábado y al Espíritu de Profecía. Creían que la profecía no se había cumplido en 1844, y algunos fijaron para una fecha ulterior la terminación de los 2300 días. Fueron fijadas varias fechas, pero una tras otra pasaron. Al principio, este grupo, unido por la influencia cohesiva de la esperanza adventista, marchaba en unidades vinculadas entre sí pero con bastante elasticidad, pues entre todas sostenían una gran variedad de doctrinas. Algunos de estos grupos no tardaron en dispersarse, El que sobrevivió algunas décadas llegó a ser la Iglesia Cristiana Adventista, cuyos miembros son llamados, en nuestras primeras publicaciones, "Adventistas del Primer Día" o "Adventistas Nominales."
Pero debemos dedicar ahora nuestra atención al pequeño grupo que se aferró tenazmente a su creencia de que la profecía se había cumplido el 22 de octubre de 1844 y aceptó con sinceridad la doctrina del sábado y la verdad del santuario como luz celestial que iluminara su senda. Quienes formaban este grupo no se hallaban reunidos en un lugar, sino que eran creyentes individuales aislados, o grupos muy pequeños dispersos en la parte noreste de los Estados Unidos.”
"Después que transcurriera la fecha en que se esperaba al Salvador, siguieron creyendo que su venida estaba cercana; sostenían que habían llegado a una crisis importante y que había cesado la obra de Cristo como intercesor del hombre ante Dios. Les parecía que la Biblia enseñaba que el tiempo de gracia concedido al hombre terminaría poco antes de la venida misma del Señor en las nubes del cielo. Eso parecía, desprenderse de los pasajes bíblicos que indican un tiempo en que los hombres buscarán, golpearán y llamarán ;a la puerta de la misericordia, sin que ésta se abra. Y se preguntaban si la fecha en que habían estado esperando la venida de Cristo no señalaba más bien el comienzo de ese periodo que debía preceder inmediatamente a su venida. Habiendo proclamado la proximidad del juicio, consideraban que habían terminado su labor para el mundo, y no sentían más la obligación de trabajar por la salvación de los pecadores, en tanto que las mofas atrevidas y blasfemas de los impíos les parecían una evidencia adicional de que el Espíritu de Dios se había retirado de los que rechazaran su misericordia. Todo esto les confirmaba en la creencia de que el tiempo de gracia había terminado, o, como decían ellos entonces, que 'la puerta XXVII de la misericordia estaba cerrada.' " Y a continuación la Sra. de White explica cómo se comenzó a comprender el asunto:
"Pero una luz más viva surgió del estudio de la cuestión del santuario. Vieron entonces que tenían razón al creer que el fin de los 2300 días, en 1844, había marcado una crisis importante. Pero si bien era cierto que se había cerrado la puerta de esperanza y de gracia por la cual los hombres habían encontrado durante mil ochocientos años acceso a Dios, otra puerta se les abría, y el perdón de los pecados era ofrecido a los hombres por la intercesión de Cristo en el lugar santísimo. Una parte de su obra había terminado tan sólo para dar lugar a otra. Había aún una 'puerta abierta' para entrar en el santuario celestial donde Cristo oficiaba en favor del pecador.
"Entonces comprendieron la aplicación de las palabras que Cristo dirigió en el Apocalipsis a la iglesia correspondiente al tiempo en que ellos mismos vivían: 'Estas cosas dice el que es santo, el que es veraz, el que tiene la llave de David, el que abre, y ninguno cierra, y cierra, y ninguno abre: Yo conozco tus obras: he aquí he puesto delante de ti una puerta abierta, la cual nadie podrá cerrar.' (Apocalipsis 3:7, 8, V.M.)
"Son los que por fe siguen a Jesús en su gran obra de expiación, quienes reciben los beneficios de su mediación por ellos, mientras que a los que rechazan la luz que pone a la vista este ministerio, no les beneficia".-Id., págs 482,483.
"Cuando pasó la fecha fijada para 1844, hubo un tiempo de gran prueba para los que conservaban aún la fe adventista. Su único alivio en lo concerniente a determinar su verdadera situación, fue la luz que dirigió su espíritu hacia el santuario celestial. Algunos dejaron de creer en la manera en que habían calculado antes los períodos proféticos, y atribuyeron a factores humanos o satánicos la poderosa influencia XXVIII del Espíritu Santo que había acompañado al movimiento adventista. Otros creyeron firmemente que el Señor los había conducido en su vida pasada; y mientras esperaban, velaban y oraban para conocer la voluntad de Dios, llegaron a comprender que su gran Sumo Sacerdote había empezado a desempeñar otro ministerio y, siguiéndole con fe, fueron inducidos a ver además la obra final de la iglesia. Obtuvieron un conocimiento más claro de los mensajes de los primeros ángeles, y quedaron preparados para recibir y dar al mundo la solemne amonestación del tercer ángel de Apocalipsis 14."-Id. pág. 485.
Poco después del chasco se vio que si bien algunos, por haber rechazado definitivamente la luz, habían clausurado la puerta que les daba acceso a la salvación, eran muchos los que no habían oído el mensaje ni lo habían rechazado. Los tales podían valerse de las medidas dispuestas por Dios para salvar a los hombres. Alrededor del año 1850, estos detalles se destacaban con claridad. También: en aquel entonces comenzó a haber oportunidades de presentar los mensajes de los tres ángeles. Los prejuicios se iban disipando. Elena de White, repasándolo que había sucedido después del chasco, escribió:
"Era entonces casi imposible acercarse a los incrédulos. El chasco de 1844 había confundido a muchos, y ellos no querían oír explicación alguna con respecto al asunto."-Review and Herald, 20 de noviembre de 1883. (Messenger to the Remnant, pág. 51.)
Pero en 1851 el pastor White pudo dar este informe: "Ahora la puerta está abierta casi por doquiera para presentar la verdad, y muchos de los que antes no tenían interés XXIX en investigar están ahora listos para leer las publicaciones."- Review and Herald, del 19 de agosto, 1851. (Messenger to the Remnant, pág. 51.)
Sin embargo, al presentarse esas nuevas oportunidades y al aceptar el mensaje un número mayor de personas, comenzaron a entrar juntamente con ellas ciertos elementos discordantes. Si no se hubiese puesto dique a esto, la obra habría sufrido gran prejuicio. Afortunadamente, con respecto a esto vemos nuevamente que la providencia de Dios guiaba a su pueblo, pues la misma Sra. de White nos dice acerca de una visión que le fue dada el 24 de diciembre de 1850:
"Vi cuán grande y santo es Dios. Dijo el ángel 'Andad cuidadosamente delante de él, porque es alto y sublime, y la estela de su gloria llena el templo.' Vi que en el cielo todo estaba en orden perfecto. Dijo el ángel: '¡Mirad! ¡Cristo es la cabeza; avanzad en orden! Haya sentido en todo.' Dijo el ángel: '¡Contemplad y conoced cuán perfecto y hermoso es el orden en el cielo! ¡Seguidlo!"-E. G. de White, manuscrito 11, 1850 (Messenger to the Remnant, pág 45)
Se necesitó tiempo para lograr que los creyentes en general apreciasen las necesidades y el valor que tiene el orden evangélico. Lo que les había sucedido antes en las iglesias protestantes de las cuales se habían separado los hacía muy cautelosos. Excepto en los lugares donde la necesidad práctica era muy evidente, el temor de atraer el formalismo impedía el avance que debiera haberse realizado en la organización de la iglesia. Todavía tuvo que transcurrir una década después de la visión de 1850 para que se dieran finalmente pasos juiciosos hacia la organización de la iglesia. Es indudable que un factor de primordial importancia para madurar aquellos esfuerzos lo constituyó un artículo abarcante que, bajo el título de "El orden evangélico,"' se publicó en el Suplemento de Experiencia Cristiana y Visiones de Elena G. de White, y se encuentra ahora en Primeros Escritos, págs. 97-104. XXX
Ernesto Gil dice: “Señores del adventismo... Dios no rechaza a una persona que no cree en un mensaje que fija una fecha exacta para la 2da venida de Jesús. Dios no nos prueba pidiéndonos que creamos una mentira; un mensaje que contradice la Palabra de Dios. ¡Dios no rechazó a "todo el mundo impío" en el 1844! ¡Dios no rechaza a un cristiano por no creer a un falso profeta! Dios no envió a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que crea en el mensaje adventista no se pierda más tenga vida eterna.
¡Vaya Evangelio el que predican los Adventistas del séptimo día!”
Respondo, leamos realmente lo que dice Ellen White sin la añadidura que le da egl: Mientras estaba orando ante el altar de la familia, el Espíritu Santo descendió sobre mí, y me pareció que me elevaba más y más, muy por encima del tenebroso mundo. Miré hacia la tierra para buscar al pueblo adventista, pero no lo hallé en parte alguna, y entonces una voz me dijo: "Vuelve a mirar un poco más arriba." Alcé los ojos y vi un sendero recto y angosto trazado muy por encima del mundo. El pueblo adventista andaba por ese sendero, en dirección a la ciudad que se veía en su último extremo. En el comienzo del sendero, detrás de los que ya andaban, había una brillante luz, que, según me dijo, un ángel, era el "clamor de media noche." Esta luz brillaba a todo lo largo del sendero, y alumbraba los pies de los caminantes para que no tropezaran.
Delante de ellos iba Jesús guiándolos hacia la ciudad, y si no apartaban los ojos de él, iban seguros. Pero no tardaron algunos en cansarse, diciendo que la ciudad estaba todavía muy lejos, y que contaban con haber llegado más pronto a ella. Entonces Jesús los alentaba levantando su glorioso brazo derecho, del cual dimanaba una luz que ondeaba sobre la hueste adventista, y exclamaban: "¡Aleluya!" Otros negaron temerariamente la luz que brillaba tras ellos, diciendo que no era Dios quien los había guiado hasta allí. Pero entonces se extinguió para ellos la luz que estaba detrás y dejó sus pies en tinieblas, de modo que tropezaron y, perdiendo de vista el blanco y a Jesús, cayeron fuera del sendero abajo, en el mundo sombrío y perverso.” (Primeros Escritos).
Podemos decir: “¡Que descaro de los anti-adventistas colocando palabras y frases que no provienen de Ellen White para desacreditarla!”: Tu deducción interesada que escribisteis: “Dios no envió a Su Hijo Unigénito para que todo aquel que crea en el mensaje adventista no se pierda más tenga vida eterna”, es propia de tu imaginación así como muchas de tus falsías.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo