Re: Adventistas adoran a Cristo como el Arcangel Miguel
Estimado ernesto gil. Saludos cordiales.
Tú dices:
El único inconsciente eres tú pues no he dicho ni insinuado tal cosa. Tus diositos Elena y Jaimito también se apoyaron en los apócrifos pero claro, tú te haces el loco.
Respondo: No reniegues de tus palabras, todos las podemos leer.
Ya sabes como los enemigos de la verdad y de Dios, como el chismoso emr, y toda su pandilla de truhanes (de la que no escapas), se apoyan en Apocrifos y en tablillas mentirosas para sostener sus erradas y fraudulentas doctrinas de engaño.
Ellen White, señala con total claridad que la Biblia, y sólo la Biblia es la fuente de autoridad a la que debemos someternos y obedecerla.
Así es, tarado, y en ese articulo del Day Star, expuso lo siguiente:
"Ha de quedar claro para todos que si el antitipo del servicio anual (Heb. 9:7) comenzó en la primera venida de Cristo, el antitipo del servicio diario (Heb. 9:6) tuvo que haber sido cumplido con anterioridad. Y puesto que la expiación para el perdón tenía lugar en ese servicio diario, no pueden escapar a la conclusión de que no ha habido perdón de los pecados bajo la dispensación evangélica". O.R.L. Crosier.
Entonces, sectario, ¿crees que lo que expuso Crosier es una "falsedad tan grosera" que "no puede decirla un escritor sagrado e inspirado"?
Espero tu respuesta.
Respondo: "Creo que el Santuario que ha de ser purificado al final de los 2.300 días es el templo de la Nueva Jerusalem, del que Cristo es ministro. El Señor me mostró en visión, hace más de un año, que el hermano Crosier tenía la verdadera luz sobre la purificación del Santuario; y que era su voluntad que el hermano C. escribiese la exposición que nos hizo en el Day-Star Extra del 7 de Febrero de 1846. Me siento ple-namente autorizada por el Señor para recomendar ese Extra a todo santo" ('Una palabra a la manada pequeña', publicado en 1847).
Este artículo, 'El Santuario', se imprimió en el 'Day-Star Extra', en 1846. En relación con él, E. White escribió en una carta dirigida al hermano Eli Curtis, fechada el 21 de Abril de 1847
Con respecto a lo que señalas sobre Hebreos 9: 7 y Hebreos 9: 6, te escribo lo que O. R. Crosier habla en el artículo enviado al "Day start":
"Estas cosas eran ordenadas así: En la primera parte entraban siempre los sacerdotes a cumplir los oficios del culto" diariamente (7:27 y 10:11).
"Pero en la segunda entraba solo el sumo sacerdote, una vez en el año, no sin llevar sangre, que ofrecía por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo" (Heb. 9:6-7).
Aquí Pablo divide los servicios del sacerdocio levítico en dos clases: una diaria, en el lugar Santo, y la otra anual, en el Santísimo. Establecieron servicios diarios, llevados a cabo en el lugar Santo y en el altar de bronce que estaba situado en el atrio, frente al Tabernáculo, consistiendo en la ofrenda ardiente (holocausto continuo) de dos corderos, uno por la mañana y otro por la tarde, junto al presente consti-tuido por la décima parte de un efa de harina amasada con la cuarta parte de un hin de aceite de olivas machacadas, y una libación consistente en la cuarta parte de un hin de vino. El presente se ofrecía junto al cordero, y la libación se derramaba en el Santuario (Éxo. 29:38-42; Núm. 28:3-8). En relación con eso, quemaban incienso en el altar de oro del lugar santo en suave olor, cuando aderezaban las lámparas por la tarde y por la mañana (Éxo. 30:34-38; 31:11; 30:7-9). Lo mismo se efectuó posteriormente en el templo (1 Crón. 16:37-40; 2 Crón. 2:4; 13:4-12; 31:3, Esdras 3:3).
Eso no expiaba los pecados, ni de forma individual ni colectivamente. El servicio diario descrito era algo así como una intercesión continua; pero la expiación era una obra especial para la que se propor-cionaron directivas específicas. Tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento se emplean muchos y diferentes nombres para expresar la misma idea de expiación: de una sola mente.
Ejemplos (las palabras en cursiva son sinónimos de expiar o expiación): Éxo. 29:36, "Purificarás el altar mediante la expiación". Lev. 12:8, "El sacerdote hará expiación por ella, y quedará limpia". Lev. 14:2, "Esta será la ley para la purificación del leproso". Lev. 14:20, "El sacerdote hará expiación por él, y quedará limpio". La expiación no sería para él posible, sino hasta después de haber sido sanado de la lepra (Lev. 13:45-46). Hasta que fuese sanado, tenía que habitar solo, fuera del campamento. Lev. 14:3-4, "[el sacerdote] saldrá fuera del campamento y lo examinará. Si ve que el leproso está sano, mandará traer para el que se purifica dos avecillas vivas y limpias..." La ley era similar para la purificación de la lepra que afectaba a una casa (vers. 33-57). Las piedras afectadas por la plaga se arrancaban y se echaban fuera de la ciudad, debiendo sustituirlas por otras nuevas.
Habiendo quitado la impureza física, cabría esperar que el objeto quedara limpio, pero no era así. De acuerdo con la ley, no había hecho más que ponerse en la condición idónea para ser purificado. Vers. 49: "Entonces, para limpiar la casa, tomará dos avecillas..." Versos 52-53: "Y purificará la casa con la sangre de la avecilla... Así expiará la casa, y quedará limpia". Levítico 16:18-19 dice:
"Entonces Aarón saldrá hacia el altar que está ante el Eterno, y lo expiará", "Y con su dedo esparcirá de la sangre siete veces sobre él. Así lo purificará y lo santificará de las impurezas de los israelitas". Lev. 8:15, "Y Moisés lo degolló. Tomó la sangre y puso con su dedo sobre los cuernos del altar; y echó el resto de la sangre al pie del altar. Así lo consagró para ofrecer sobre él el sacrificio expiatorio". 2 Crón. 29:24, "Entonces los sacerdotes... esparcieron la sangre sobre el altar por ofrenda por el pecado, para reconciliar a todo Israel". Jer. 33:8, "Los limpiaré de toda la maldad" y "perdonaré todos los pe-cados que cometieron". Rom. 5:9-11, "Hemos sido justificados por su sangre", "hemos recibido ahora la reconciliación". 2 Cor. 5:17-19, "Nos reconcilió consigo por medio de Cristo". Efe. 2:16, "Reconciliar con Dios a ambos". Heb. 9:13-14, "Si la sangre de los toros, los machos cabríos... santifican para purificar la sangre, mucho más la sangre de Cristo... purificará vuestra conciencia". Cristo es el Media-dor, para "perdonar los pecados" (Heb. 9:15) y para llevar "a la perfección para siempre a los santifica-dos" (Heb. 10:14). Efe. 1:7, "En él tenemos redención por su sangre, el perdón de los pecados". Hechos 3:19, "Convertíos, para que sean borrados vuestros pecados".
Esos textos nos muestran que los términos expiar, limpiar, purificar, perdonar, santificar, justificar, redimir, borrar y algunos otros, son empleados para significar lo mismo: llevar a una situación de favor para con Dios. Y en todos los casos la sangre es el medio; en algunas ocasiones la sangre y el agua. La gran idea de la ley es la expiación, tanto como lo es del evangelio; y dado que el objeto de la ley era enseñarnos el evangelio, es muy importante su comprensión. La expiación que el sacerdote efectuaba en favor del pueblo en su ministerio diario, era diferente de la que llevaba a cabo el décimo día del mes séptimo. En la primera no iba más allá del lugar Santo; pero para efectuar la segunda llegaba hasta el lugar Santísimo –la primera trataba de los casos individuales, mientras que la segunda trataba de forma colectiva a toda la nación de Israel–. La primera tenía por objeto el perdón de los pecados, la segunda el borramiento de los mismos –la primera podía efectuarse en cualquier momento, pero la segunda sólo en el décimo día del mes séptimo. Por lo tanto cabe referirse a la primera como a la expiación diaria, y a la segunda como a la anual. También se puede llamar a la primera la individual, y a la segunda la nacional.
La expiación individual para el perdón de los pecados era efectuada en favor de una sola persona, o bien de toda la congregación, en caso de ser esta culpable de algún pecado, de forma colectiva. El pri-mer capítulo de Levítico da instrucción sobre la ofrenda encendida u holocausto, el segundo sobre los presentes, el tercero sobre los sacrificios de paz, el cuarto sobre los sacrificios por el pecado que, como su nombre indica, permitían obtener perdón por sus pecados a quien los ofrecía. La ofrenda por el pe-cado (Lev. 5; 6:1-7) era equivalente al sacrificio por el pecado, "cuando alguien peque por inadvertencia [ignorancia]" (Lev. 4:2), "si después llega a saberlo, queda culpable" (Lev. 5:3), "el que peque en alguna cosa de estas, confesará aquello en que pecó" (vers. 5).
Según Números 5:6-8, en todos los casos son necesarios la confesión y la restitución antes de que se pueda efectuar la expiación por el individuo. "El hombre o la mujer que cometa alguno de los pecados con que ofenden a otro y al Eterno, esa persona confesará el pecado que cometió, y compensará ente-ramente el daño. Añadirá la quinta parte sobre ellos, y lo dará a aquel contra quien pecó".
Entonces, él (o los ancianos si trataba de un pecado de la congregación), traía la víctima u ofrenda por el pecado a la puerta del Tabernáculo de reunión, a la parte norte del altar de los holocaustos que estaba situado en el atrio (Lev. 4:24; 1:11; 17:1-7) y entonces él o los ancianos ponían sus manos sobre la cabeza de la víctima y la degollaban (Lev. 4:2-4; 13-15; 22-24; 27-29). Tras haber sido presentada y degollada la víctima, el sacerdote ungido llevaba parte de la sangre al lugar santo, y con su dedo la as-perjaba ante el velo del Santuario, y parte de ella la llevaba a los cuernos del altar del incienso, derra-mando el resto de la sangre al pie del altar. Con ello había efectuado una expiación por el individuo, y su pecado era perdonado (Lev. 4:5-10, 16-20, 25, 26, 30-35). Los cadáveres de las ofrendas por el pe-cado eran llevados fuera del campamento y quemados en "un lugar limpio" (Lev. 4:11, 12, 21).
Es necesario prestar cuidadosa atención al hecho de que el sacerdote no iniciaba sus obligaciones sin haber obtenido antes la sangre de la víctima, y de que todo ello se realizaba en el atrio (en el recinto del Santuario), y que la expiación se efectuaba solamente para el perdón de los pecados. Se enseñan expre-samente esos puntos en este capítulo y en el siguiente, relativos a los sacrificios por el pecado. Hay aquí una expiación, para la realización de la cual los sacerdotes entraban sólo hasta el lugar Santo, cosa que podían hacer "siempre", "cada día". "Pero en la segunda parte entraba sólo el sumo sacerdote, una vez en el año, no sin llevar sangre, que ofrecía por sí mismo, y por los pecados de ignorancia del pueblo" (Laos, nación). Eso caracteriza el servicio anual.
Así es la Expiación Nacional de la que el Señor habla "en particular" en Levítico 16: "El Señor dijo a Moisés: 'Di a tu hermano Aarón, que no entre en todo tiempo en el Santuario, detrás del velo ante el Propiciatorio que está sobre el Arca, para que no muera; porque yo apareceré en la nube sobre el Propi-ciatorio" (verso 2). ¿Con qué propósito y cuándo podía entrar? Para hacer "la expiación por todos los pecados de los israelitas" (la nación entera), "el día diez del séptimo mes" (versos 34, 29).
Se trataba del día más importante del año. Una vez que a la nación le habían sido perdonados pre-viamente todos los pecados mediante la expiación efectuada en el lugar Santo, se reunía ahora en el Santuario, donde entraba el sumo sacerdote ataviado con su santo vestido de gloria y primor (Éxo. 28:4), con sus campanillas de oro en la orilla inferior, a fin de que se oyese su sonido cuando compare-ciese ante el Señor; con el pectoral del juicio, con los nombres de los hijos de Israel a fin de que llevase el juicio de los israelitas sobre su corazón. En él estaba también el Urim y el Tumim (luz y perfección), y la plancha de oro fino, la santa diadema (Lev. 8:9; Éxo. 28:36) con la inscripción "Santidad a Jehová" grabada en ella, sujeta sobre el frente anterior de la mitra donde había de llevar el pecado de las cosas santas. Ataviado así, entraba en el lugar Santísimo a fin de hacer una expiación para purificarlos, a fin de que quedaran limpios de todos sus pecados ante el Señor (verso 30). Las víctimas para la expiación de ese día eran, para el propio sacerdote, un becerro como sacrificio de su expiación, y para el pueblo, dos machos cabríos; uno como sacrificio expiatorio, y el otro como chivo expiatorio, además de un carnero para el holocausto (Lev. 16:3-8). Mataba o hacía matar al becerro ofrecido como sacrificio por sí mismo (verso 11). "Después tomará el incensario y lo llenará de brasas tomadas del altar que está ante el Eterno. Tomará dos puñados de incienso aromático molido, y lo llevará al interior detrás del velo. Pondrá el incienso sobre el fuego, ante el Eterno, y la nube del incienso cubrirá el Propiciatorio que está sobre el Testimonio. Así no morirá. Luego tomará un poco de la sangre del becerro, y con su dedo rociará al lado oriental del Propiciatorio, y con su dedo esparcirá la sangre siete veces sobre el Propiciatorio" (versos 12-14). Todo eso como preparación para expiar al pueblo, cosa que queda descrita como sigue:
"Después degollará para el sacrificio de la expiación, el macho cabrío por el pecado del pueblo. Lle-vará la sangre al interior, detrás del velo, y hará con la sangre como hizo con la sangre del becerro, la esparcirá sobre el Propiciatorio y delante de él. Así purificará el Santuario de las impurezas de los is-raelitas, de sus rebeliones y de todos sus pecados. De la misma manera hará también con la Tienda de la Reunión que reside entre ellos, en medio de sus impurezas" (vers. 15 y 16). "Entonces Aarón saldrá (del lugar Santísimo) hacia el altar que está ante el Eterno (en el lugar Santo), y lo expiará. Tomará sangre del becerro (por sí mismo), sangre del macho cabrío (por el pueblo), y untará todos los cuernos del altar. Y con su dedo esparcirá de la sangre siete veces sobre él. Así lo purificará y lo santificará de las impurezas de los israelitas" (vers. 18 y 19). Se trataba del altar de oro del incienso en el lugar Santo, sobre el que era asperjada la sangre de las expiaciones individuales durante el ministerio diario. Recibía de ese modo las inmundicias de las que quedaría ahora purificado (Éx. 30:1-10). "Sobre los cuernos del altar Aarón hará la expiación una vez al año, con la sangre del sacrificio por el pecado, para expiación". (O. R. Crosier" Day-Star Extra, 1846)
En resumen, veo que Crosier presenta un extraordinario aporte sobre el Santuario.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.