Yo guardaré el sabado, el día que vea a LOS ADVENTISTAS CIRCUNCIDARSE 
Hagan ustedes como deseen y como les obligaron a creer en su secta; yo pertenezco al pacto de la Gracia, y ya no estoy bajo la Ley; la Ley está escrita en mi corazón, y el Espiritu Santo que vive en mi, no me redarguye para guardar el sábado, porque TODOS MIS DIAS SON DEL SEÑOR ¿entiende usted?
Ustedes sigan obedeciendo a Elena , yo obedezco a Dios, y jamás, ningún apóstol o autor del Nuevo Testamento nos habla de guardar el sabado.
Quédese con sus legalismos, yo soy libre en Cristo. Ustedes los adventistas, son como los católico romanos y forman parte de las hijas de la Gran Ramera, las que se han prostituido con leyes de hombres y han abandonado la enseñanza de la Escritura, y los escritos del apóstol Pablo
Ellen White y la ley mosaica
Dentro de este repaso breve a las creencias fundamentales del adventismo no podría faltar una referencia a la doctrina que insiste en que aún nos hallamos bajo la Ley mosaica. Seguramente, a estas alturas ya no extrañará a nadie saber que también ese punto de vista fue obtenido por Ellen White en distintas visiones angélicas. Entre ellas cabe destacar la del 27 de junio de 1850, tenida bajo el influjo de su "ángel acompañante" (Early Writings p. 64 ss); otra en la que se le mostró la mortalidad del alma y la inexistencia del infierno (Early Writings, p. 125 ss); otra más en que los ángeles volvieron a enseñarle la doctrina sabatista y la negación de la inmortalidad del alma (Early Writings, p.213 ss) y un largo etcétera. Dado que ya hemos visto la calidad espiritual de esas visiones y enseñanzas podríamos ahorramos examinar si estamos o no bajo la ley, pero, por amor a posibles adventistas que lean estas líneas, trataremos el tema de manera somera analizando hasta cuándo se extendía el señorío de la ley y si podemos ser justificados por la misma.
En relación al primer tema, Pablo se expresó con enorme claridad:
"Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, HASTA QUE VINIESE la simiente a quien fue hecha la promesa... antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley HA SIDO nuestro ayo, para llevamos a Cristo a fin de que FUESEMOS JUSTIFICADOS POR LA FE. Pero venida la fe, YA NO ESTAMOS BAJO AYO". Gálatas 3:19-25
Pablo utiliza en este pasaje una hermosa ilustración tomada del mundo helénico. Me estoy refiriendo a la figura del "paidagogos" que la RV 1960 traduce como "ayo". Era éste un esclavo que acompañaba a los niños ricos hasta sus clases. Resultaba alguien Q1uy útil porque los maestros de la época de Pablo eran muy duros y sin el "ayo" los niños se hubieran escapado. La ley de Moisés cumplió un papel de ayo para nosotros al mostramos que éramos culpables y que la salvación no podía venir por nuestras obras (Romanos 3: 19-20). Mediante damos ese conocimiento de nuestra situación pecaminosa y de la imposibilidad de salvamos por nuestros propios medios nos preparaba para aceptar la salvación mediante la fe en Cristo. Llegada ésta ya no necesitamos la ley y no estamos bajo ella.
Pablo insiste por ello en que nadie puede salvarse por las obras de la ley:
"El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y /la por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley NADIE SERA JUSTIFICADO".Gálatas 2:16
De hecho, si pudiéramos justificamos por las obras de la ley Cristo no hubiera tenido que morir:
"Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo".Gálatas 2:21
Pero como no es así, murió en nuestro lugar para damos vida eterna mediante la fe en El. Ese era el Evangelio predicado por Pablo. Conciso, macizo y preciso.
1. "Todos somos pecadores y no alcanzamos la gloria de
Dios" (Romanos 3:23).
2. "No podemos salvamos por obras (Efesios 2:8-9; Tito
3:4-5) ni por la ley" (Romanos 3:20).
3. "Cristo murió en nuestro lugar pagando por nuestros
pecados" (Romanos 3:24-27).
4. "Si recibimos su sacrificio mediante la fe somos justificados
ante Dios sin las obras de la ley" (Romanos 3:28).
Este mensaje sencillo y claro del Evangelio--el único Evangelio- aparece conscientemente oculto en la teología de Ellen White. No deja de ser curioso que una de sus primeras visiones titulada "El plan de salvación" (Early Writings, p. 149 ss) no haga la más mínima referencia a la justificación por la fe ni a la salvación por pura gracia sin las obras de la ley (Efesios 2:8-9). Todo lo contrario, hasta contiene disparates como el de que los ángeles querían morir por el hombre para salvado.
Sin embargo, no debería extrañamos. El ángel o ángeles que se aparecían a la White no parecían estar muy interesados en que la gente conociera el Evangelio. Todo lo contrario. Anunciaron que sólo 144.000 se salvarían; dieron falsas profecías sobre el fin del mundo; enseñaron que aún estamos bajo la Ley, que dependemos de ella para salvamos y que su mayor mandamiento es guardar el sábado; insistieron en que ni el alma era inmortal ni había infierno y, finalmente, sumergieron a Ellen en una terrible amalgama de ideas disparatadas sobre la salud y la ciencia. Salvarse significaba ser adventista, guardar la ley, respetar el sábado, creer las fechas del fin del mundo, someterse a una dieta específica. En suma, todo lo contrario de lo que enseña la Palabra de Dios. De nuevo debemos enfrentamos con un dilema. Si las visiones de Ellen White fueron reales no procedían de ángeles de Dios y si fueron falsas ella fue una de las peores farsantes que han pisado este planeta. En ambos casos no fue una profetisa de Dios y su mensaje fue otro Evangelio pero "si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gálatas 1:8).
La otra cara del Paraíso. La verdad sobre las grandes sectas. César Vidal Manzanares. Ed. Unilit. Pgs.112-115
Hagan ustedes como deseen y como les obligaron a creer en su secta; yo pertenezco al pacto de la Gracia, y ya no estoy bajo la Ley; la Ley está escrita en mi corazón, y el Espiritu Santo que vive en mi, no me redarguye para guardar el sábado, porque TODOS MIS DIAS SON DEL SEÑOR ¿entiende usted?
Ustedes sigan obedeciendo a Elena , yo obedezco a Dios, y jamás, ningún apóstol o autor del Nuevo Testamento nos habla de guardar el sabado.
Quédese con sus legalismos, yo soy libre en Cristo. Ustedes los adventistas, son como los católico romanos y forman parte de las hijas de la Gran Ramera, las que se han prostituido con leyes de hombres y han abandonado la enseñanza de la Escritura, y los escritos del apóstol Pablo
Ellen White y la ley mosaica
Dentro de este repaso breve a las creencias fundamentales del adventismo no podría faltar una referencia a la doctrina que insiste en que aún nos hallamos bajo la Ley mosaica. Seguramente, a estas alturas ya no extrañará a nadie saber que también ese punto de vista fue obtenido por Ellen White en distintas visiones angélicas. Entre ellas cabe destacar la del 27 de junio de 1850, tenida bajo el influjo de su "ángel acompañante" (Early Writings p. 64 ss); otra en la que se le mostró la mortalidad del alma y la inexistencia del infierno (Early Writings, p. 125 ss); otra más en que los ángeles volvieron a enseñarle la doctrina sabatista y la negación de la inmortalidad del alma (Early Writings, p.213 ss) y un largo etcétera. Dado que ya hemos visto la calidad espiritual de esas visiones y enseñanzas podríamos ahorramos examinar si estamos o no bajo la ley, pero, por amor a posibles adventistas que lean estas líneas, trataremos el tema de manera somera analizando hasta cuándo se extendía el señorío de la ley y si podemos ser justificados por la misma.
En relación al primer tema, Pablo se expresó con enorme claridad:
"Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, HASTA QUE VINIESE la simiente a quien fue hecha la promesa... antes que viniese la fe, estábamos confinados bajo la ley, encerrados para aquella fe que iba a ser revelada. De manera que la ley HA SIDO nuestro ayo, para llevamos a Cristo a fin de que FUESEMOS JUSTIFICADOS POR LA FE. Pero venida la fe, YA NO ESTAMOS BAJO AYO". Gálatas 3:19-25
Pablo utiliza en este pasaje una hermosa ilustración tomada del mundo helénico. Me estoy refiriendo a la figura del "paidagogos" que la RV 1960 traduce como "ayo". Era éste un esclavo que acompañaba a los niños ricos hasta sus clases. Resultaba alguien Q1uy útil porque los maestros de la época de Pablo eran muy duros y sin el "ayo" los niños se hubieran escapado. La ley de Moisés cumplió un papel de ayo para nosotros al mostramos que éramos culpables y que la salvación no podía venir por nuestras obras (Romanos 3: 19-20). Mediante damos ese conocimiento de nuestra situación pecaminosa y de la imposibilidad de salvamos por nuestros propios medios nos preparaba para aceptar la salvación mediante la fe en Cristo. Llegada ésta ya no necesitamos la ley y no estamos bajo ella.
Pablo insiste por ello en que nadie puede salvarse por las obras de la ley:
"El hombre no es justificado por las obras de la ley, sino por la fe de Jesucristo, nosotros también hemos creído en Jesucristo, para ser justificados por la fe de Cristo y /la por las obras de la ley, por cuanto por las obras de la ley NADIE SERA JUSTIFICADO".Gálatas 2:16
De hecho, si pudiéramos justificamos por las obras de la ley Cristo no hubiera tenido que morir:
"Si por la ley fuese la justicia, entonces por demás murió Cristo".Gálatas 2:21
Pero como no es así, murió en nuestro lugar para damos vida eterna mediante la fe en El. Ese era el Evangelio predicado por Pablo. Conciso, macizo y preciso.
1. "Todos somos pecadores y no alcanzamos la gloria de
Dios" (Romanos 3:23).
2. "No podemos salvamos por obras (Efesios 2:8-9; Tito
3:4-5) ni por la ley" (Romanos 3:20).
3. "Cristo murió en nuestro lugar pagando por nuestros
pecados" (Romanos 3:24-27).
4. "Si recibimos su sacrificio mediante la fe somos justificados
ante Dios sin las obras de la ley" (Romanos 3:28).
Este mensaje sencillo y claro del Evangelio--el único Evangelio- aparece conscientemente oculto en la teología de Ellen White. No deja de ser curioso que una de sus primeras visiones titulada "El plan de salvación" (Early Writings, p. 149 ss) no haga la más mínima referencia a la justificación por la fe ni a la salvación por pura gracia sin las obras de la ley (Efesios 2:8-9). Todo lo contrario, hasta contiene disparates como el de que los ángeles querían morir por el hombre para salvado.
Sin embargo, no debería extrañamos. El ángel o ángeles que se aparecían a la White no parecían estar muy interesados en que la gente conociera el Evangelio. Todo lo contrario. Anunciaron que sólo 144.000 se salvarían; dieron falsas profecías sobre el fin del mundo; enseñaron que aún estamos bajo la Ley, que dependemos de ella para salvamos y que su mayor mandamiento es guardar el sábado; insistieron en que ni el alma era inmortal ni había infierno y, finalmente, sumergieron a Ellen en una terrible amalgama de ideas disparatadas sobre la salud y la ciencia. Salvarse significaba ser adventista, guardar la ley, respetar el sábado, creer las fechas del fin del mundo, someterse a una dieta específica. En suma, todo lo contrario de lo que enseña la Palabra de Dios. De nuevo debemos enfrentamos con un dilema. Si las visiones de Ellen White fueron reales no procedían de ángeles de Dios y si fueron falsas ella fue una de las peores farsantes que han pisado este planeta. En ambos casos no fue una profetisa de Dios y su mensaje fue otro Evangelio pero "si aun nosotros, o un ángel del cielo, os anunciare otro evangelio diferente del que os hemos anunciado, sea anatema" (Gálatas 1:8).
La otra cara del Paraíso. La verdad sobre las grandes sectas. César Vidal Manzanares. Ed. Unilit. Pgs.112-115