Me parece interesante:
¿Nadie quiere el aborto?
7 DE AGOSTO 2018 - 01:41
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Jose Durand Mendioroz
Escuchamos con frecuencia afirmaciones tales como que "nadie quiere el aborto", o "todos queremos la vida *nadie quiere matar niños!". Al parecer los partidarios de la ley del aborto estarían a favor de la vida, pero de un modo peculiar, consistente en privilegiar la vida de la mujer (madre) que quiere abortar, y tornando aceptable en consecuencia el "daño colateral", lamentable pero necesario, del fin de la vida del embrión (hijo). Esta postura ha sido reiteradamente planteada por algunos senadores durante las audiencias que se están llevando a cabo en estos días, quizás buscando una empatía con el público que acaba de oír que el resultado típico del aborto es matar al ser en gestación, que en nuestro derecho, nos guste o no, se denomina niño.
Pero esto no es tan así, existen matices que intentaremos mostrar.
Abortismo.Porque, claramente, están los que quieren el aborto como fin en sí mismo. Tenemos un primer grupo compuesto por aquellos que procuran la reducción de la población mundial y generan políticas antinatalistas globales, aplicadas en nuestro medio por aliados locales. Esta posición se sustenta ideológicamente por combinaciones diversas de conveniencia político-económica, neo-
malthusianismo y un cierto tufillo a racismo (tal que se habla de "calidad" de la población). Si bien nadie la defiende públicamente y suele quedar fuera de los análisis, de ningún modo podríamos decir que sea secreta o de conocimiento inaccesible para una persona de cultura media.
Feminismo radical. Luego, en sentido decreciente, ubicaría un segundo grupo que también quiere el aborto, integrado por aquellos que están convencidos de que "el producto del embarazo", sobre todo en sus primeros estadios de vida, es una larva o un manojo de células, carente de toda entidad humana, y que por ende puede ser abortado en cualquier momento a libre demanda por parte de la madre. Esta, en el ejercicio de una autonomía absoluta, puede decidir si su hijo es o no persona y desde cuando. Este segundo grupo está principalmente integrado por el feminismo radical, basado ideológicamente en un voluntarismo extremo y, por qué no decirlo, en la utilización del pensamiento mágico, ya que sólo mediante el recurso a éste puede sostenerse que el "ser" del hijo depende del deseo de la madre antes que de una situación relacional objetiva. Esta ideologización extrema lo torna impenetrable a cualquier razón, pero al mismo tiempo limita su difusión entre la mayoría de la gente dotada de sentido común.
Mal necesario. Hasta aquí, las posiciones que quieren el aborto como un objetivo deseable. Cabe considerar ahora aquella que aludíamos al comienzo, la que no cree que el aborto sea bueno en sí, ni deseable, sino solamente un mal necesario porque si bien una vida humana se sacrifica, en definitiva debe garantizarse la práctica a fin de preservar la vida de la madre, que sería el bien superior. Se trata de una aplicación de la tesis de que el fin justifica los medios, también conocida como "del mal menor". Sin duda esta posición es sostenida por un arco de personas mucho más amplio y numeroso que las anteriores y además, es la más "presentable" para el debate público: "aborto para no morir", "todos queremos la vida, aunque de un modo diferente". Pero al ser la más presentable, no todos la sostienen sinceramente, de modo tal que los grupos que individualizamos como primero y segundo, le prestan su fervoroso y poderoso apoyo; más aún, organizan y lideran la campaña por el aborto libre, seguro y gratuito, asumiendo la "defensa de los humildes" -sin que nadie se lo hubiere pedido- y desarrollando argumentos reiteradamente desmentidos pero no por eso menos utilizados, ya que lo que buscan aunque por diferentes motivos es el resultado del aborto y no resolver los problemas de los marginados.
La mujer vulnerable
Dentro del tercer grupo, debemos diferenciar la situación de las mujeres embarazadas que se encuentran en muy diversas situaciones de vulnerabilidad, por lo que se plantean la posibilidad de realizarse un aborto. Ellas no suelen plantearse teorías sino que viven un drama existencial frente a un embarazo imprevisto, en circunstancias sumamente complejas, capaces de trastornar su vida. No obstante, no ponen el foco en el cambio de legislación sino en la "solución" de su propio problema.
Pueden intuir que el aborto no es algo bueno, pero en definitiva imaginan que la continuidad del embarazo puede acabar con "su vida", o piensan que el desafío de la maternidad las supera completamente. En ocasiones están solas, presionadas, condicionadas, deficientemente informadas, con baja auto estima, y se encuentran con la "oferta" cultural del aborto, no como la solución ideal al problema, sino a falta de una alternativa mejor. "No tengo otra opción" resume en casi todos los casos el motivo de la decisión de abortar, quizás ilusionándose con que el aborto "va a volver las cosas atrás", al lugar que tenían antes del embarazo, como si rebobináramos una película hasta un punto determinado. Pero esto nunca es así, el aborto no vuelve nada atrás, sino que constituye un hito en la historia personal de la madre que suele ser traumático por una honda razón antropológica: el vínculo madre-hijo es el más fuerte que se conoce en la naturaleza humana y en algún momento la mujer "realiza" que hay una historia de amor que quedó trunca y una existencia común que jamás será transitada.
El apoyo de la comunidad
En nuestro país se encuentra cada vez más extendida la experiencia de varias organizaciones de la sociedad civil orientadas al apoyo a mujeres embarazadas en situación de vulnerabilidad. La enseñanza de millares de entrevistas de orientación y acompañamiento es que la escucha, la empatía, el afecto, el respeto, posibilitan a la mamá un ámbito de seguridad y libertad para tomar una decisión, cuya conclusión suele ser que el proyecto de vida en común con el hijo es mejor que la (imaginaria) vuelta atrás.
Es decir, la madre descubre y asume que sí tiene otras opciones.
En síntesis, ante el drama del embarazo en situación de vulnerabilidad, contención personal; ante el drama de las muertes maternas, condiciones obstétricas y neonatales esenciales en todo el país.
La deuda de la democracia no es, pues, el debate del aborto sino la implementación de un régimen de seguridad social especial e integral para el niño y la madre durante el embarazo y período posterior, tal como lo manda el art 75 inciso 23 de la Constitución.
En este punto, advertimos que la diferenciación de los tres grupos es una de las claves para obtener algunas precisiones en una situación de tanta complejidad. El primer grupo “político” y el segundo, “ideológico” tienen una coincidencia estratégica en cuanto ambos buscan el aborto como resultado “valioso” y la prueba está en que operan en forma conjunta ante el tercero y ante la sociedad toda, utilizando como pantalla la necesidad de los pobres. Seguramente hoy existen senadores partidarios de sancionar la legalización del aborto, más o menos identificados con alguno de los tres grupos.
A quienes integren sinceramente el tercero les propongo un punto de partida común: que una mujer argentina jamás deba decidir abortar “porque no tiene otra opción”.
En consecuencia la vía para “salvar las dos vidas” (que es lo que todos queremos aparentemente) es habilitar mecanismos que posibiliten opciones, de forma tal que el aborto pase a ser, lisa y llanamente, un “mal innecesario”.