El Evangelio NO PUEDE SER modificado, en absoluto. ¿Qué significa esto? Que ninguna tradición, no importa de dónde provenga (sea del pastor de la esquina o del Papa en Roma con toda su jerarquía), puede sumar o restar a la Fe Cristiana. Este es el mandato claro que recibimos de los Apóstoles de Cristo. Escuchen a san Pablo, cuando le escribe a "las iglesias en Galacia":
– Gálatas 1:11-12: "Sepan ustedes esto, hermanos: el Evangelio que yo anuncio no es invención humana. No lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino que Jesucristo mismo me lo hizo conocer".
Nótese primero la autoridad en la que Pablo fundamenta Su evangelio dado a los creyentes gentiles en Galacia: no fue Pedro o Santiago, que Pablo, casi de manera despreciativa, pone a un lado, cuando más adelante escribe, "aunque a mí no me interesa lo que hayan sido ellos, porque Dios no juzga por las apariencias" (Gal. 2:6). La base de esta santísima Fe Cristiana es la revelación divina, la cual, como sabemos, actuó por inspiración del Espíritu Santo en los santos apóstoles, tal como lo hizo en los santos profetas bajo la antigua alianza. Así que, no es Pedro o Santiago, ni siquiera el mismo Pablo, la autoridad sobre la que descansa este Evangelio, y mucho menos en sus discípulos que les seguirán, sino en la "revelación dada una vez por todas las edades a todos los santos". Es por esto que Pablo, después de escuchar que los creyentes gentiles en las iglesias de Galcia estaban abrazando nuevas tradiciones de la secta judaizante, les dice enfáticamente (y también, por extensión, nos lo dice a nosotros):
– "Pero si alguien les anuncia un Evangelio distinto del que YA LES HEMOS ANUNCIADO, que caiga sobre él la maldición de Dios, no importa si se trata de mí mismo o de un ángel venido del cielo. Lo he dicho antes y ahora lo repito: Si alguien les anuncia un Evangelio diferente del que YA RECIBIERON, que caiga sobre él la maldición de Dios"
(Gal. 1:8-9).
Esto es de vital importancia que entendamos porque tenemos ciertas corrientes dentro del Cristianismo, algunas antiguas, otras nuevas, que afirman que todavía hay vías abiertas de poder revelador, por las cuales se pueden agregar nuevos dogmas o nuevas enseñanzas, a la Fe una vez dada para siempre a todos los santos. Claramente, esta NO es la enseñanza apostólica. El Apóstol Judas, en sus breves cartas, nos dice:
– "Amados, por el gran empeño que tenía en escribiros acerca de nuestra común salvación, he sentido la necesidad de escribiros exhortándoos a contender ardientemente por la fe que de una vez para siempre fue entregada a los santos"
(Judas 1:3).
En otras palabras: las tradiciones, o los sueños, o las experiencias, o cualquier otra cosa, no pueden quitar ni añadir a lo que una vez y para siempre fue revelado a todos los Cristianos. Creer y afirmar que además del Evangelio revelado a través de los escritos de los Apóstoles, tenemos otras fuentes de igual autoridad, es decir, infalibles y vinculantes para todas las conciencias de los Cristianos, contradice frontalmente la enseñanza de los apóstoles.
Estén alerta mis queridos amigos y hermanos en la Fe: así es exactamente como el Evangelio es socavado y su brillo socavado por las tradiciones humanas y las revelaciones privadas de personas que tienen un concepto mayor sí mismos del que deberían tener. Ni una iota, ni una tilde, se puede añadir a esta santísima Fe Cristiana una vez dada por todos, y a todos. Aquellos que intentan hacer esto, alegando la misma autoridad de los apóstoles, son fraudes y como dijo Pablo, "están malditos".
Entienda quien pueda …
Hombre, quizás aquí al experto en calvinismo que citas habría que decirle que la mitad de su Nuevo Testamento proviene de "revelaciones privadas", incluido el famoso Apocalipsis.
Oye Bart, como convencido calvinista que eres... ¿tú crees que los que repudian el calvinismo (o sus obvias taras) van al infierno para siempre jamás? Porque supongo que la paga de los que "socavan el Evangelio" es el infierno, como mínimo...
Amor,
Ibero