Re: a los testigos de jehova
Parousía" en las versiones más antiguas del Nuevo Testamento
Como es bien conocido, la Vulgata Latina fue producida por el gran erudito del siglo cuarto Hieronymus, más conocido en la actualidad como San Jerónimo. Él llevó a cabo su obra de traducción hacia el final del siglo cuarto, comenzando con los evangelios, que publicó en 383 d.C. Es interesante que Jerónimo, en 20 de las 24 ocasiones en las que la palabra parousía aparece en el Nuevo Testamento, escogió la palabra latina para "venida", adventus, de la cual se deriva la palabra española "advenimiento". Las cuatro excepciones son 1 Corintios 16:17; 2 Corintios 10:10, Filipenses 2:12 y 2 Pedro 1:16. En estos lugares la Vulgata usa praesentia, la palabra latina para "presencia". Merece notarse que sólo el último de estos cuatro versículos trata de la parousía de Cristo. En las dieciséis apariciones restantes, donde parousía se refiere a la venida de Cristo, Jerónimo prefirió la palabra latina adventus. ¿Por qué? Evidentemente porque él entendió que en los versículos que trataban de la parousía de Jesucristo la palabra significaba "venida" en lugar de "presencia". ¿Fue erróneo su entendimiento?
La Vulgata Latina, en realidad, no fue la versión latina más antigua de la Biblia. Otras numerosas traducciones latinas la precedieron, algunas de las cuales se produjeron en tiempos tan tempranos como el siglo II. De hecho, la Vulgata de Jerónimo no fue una traducción, sino una revisión de estas versiones antiguas (aunque cotejándolas con los textos Hebreo, Arameo y Griego originales) que se hizo con el fin de crear una versión autorizada de la Biblia que destacase de la gran variedad de antiguas versiones latinas existentes. Estas versiones antiguas se conocen con el nombre común de Biblia Latina Antigua o, en latín, Vetus Latina. Al igual que la Vulgata, ellas también tradujeron normalmente parousía por adventus. Entre las cinco excepciones (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12; 2 Tesalonicenses 2:9; 2 Pedro 3:4, 12), hay sólo dos pasajes que se refieren a la parousía de Cristo. Así, al igual que la Vulgata, las antiguas versiones latinas prefirieron traducir parousía por la palabra adventus, haciendo esto en 15 de los 17 versículos que tratan de la parousía de Cristo.
La palabra latina adventus significa literalmente "un venir a", aunque a veces se podía usar también en el sentido de "presencia". Sin embargo, en las mencionadas versiones latinas, adventus se usa claramente en el sentido de "venida" en contraste con praesentia, la palabra latina para "presencia".
La versión Peshitta siriaca fue producida en el siglo quinto, pero al igual que la Vulgata latina fue precedida por otras versiones más antiguas, como muestran, por ejemplo, los manuscritos Curetoniano y Sinaítico siriaco. Si, como generalmente se cree, el lenguaje nativo de Jesús y sus apóstoles fue el Arameo, es posible que estas versiones siriacas reflejen palabras usadas por Jesús y los apóstoles mismos, incluyendo la palabra siriaca que se usa para parousía en el capítulo veinticuatro de Mateo, me’thithá. Al igual que la palabra latina adventus, me’thithá literalmente significa "venida", pues se deriva de un verbo que significa "venir".
La Versión Gótica fue producida por Wulfila a mediados del siglo cuarto, y por lo tanto es un poco anterior a la Vulgata Latina. Esta versión traduce parousía por el sustantivo cums, un término relacionado con la palabra inglesa "come" (venir). Como es natural, esta palabra significa "venida".
La conclusión de todo esto, pues, es que las versiones más antiguas del Nuevo Testamento, —producidas cuando el Griego Koiné era todavía una lengua viva por traductores entre los cuales había algunos que conocían en profundidad esa lengua desde su niñez— prefirieron traducir el sustantivo griego parousía por palabras que significaban "venida" en lugar de "presencia" en los pasajes que se referían a la segunda venida de Cristo. Hicieron esto a pesar de que la palabra parousía significa principalmente "presencia" y fue traducida así en otros lugares. La pregunta es: ¿Por qué tradujeron ellos la palabra parousía como "venida" cuando ésta se refería a la parousía de Jesucristo, pero como "presencia" cuando ésta se refería a la presencia de, por ejemplo, el apóstol Pablo (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12)? Durante siglos esto permaneció en cierto modo como un misterio, hasta que a principios del siglo veinte nuevos descubrimientos permitieron a los expertos modernos en el Griego del Nuevo Testamento hallar la respuesta a este enigma.
El uso técnico de "parousía"
Durante las excavaciones efectuadas en el siglo diecinueve en los antiguos emplazamientos de las colonias del mundo grecorromano, salieron a la luz cientos de miles de inscripciones en piedra y metal, y textos escritos en papiro, pergamino y fragmentos de cerámica.
Estos nuevos descubrimientos revolucionaron el estudio de la lengua griega original del Nuevo Testamento. Se descubrió que el Griego del Nuevo Testamento no era ni un "Griego Bíblico" especial, como algunos creían, ni tampoco el griego literario y arcaico que usaron los autores contemporáneos, sino un griego influenciado en gran parte por el Griego vernáculo usado por la gente corriente en sus casas y en otros lugares, el lenguaje común de la vida diaria, la forma hablada del Griego Koiné.
Las consecuencias que este descubrimiento tuvo en la comprensión de la lengua Griega original de la Biblia fueron examinadas por vez primera en detalle por Adolf Deissmann, que más tarde llegó a ser profesor de la Universidad de Heidelberg (y posteriormente también de la Universidad de Berlín), y que comenzó a publicar sus hallazgos en 1895. Otros eruditos, que se dieron cuenta de la importancia del descubrimiento, pronto tomaron parte en examinar los nuevos textos. Nueva luz se arrojó sobre la forma en que muchas palabras griegas se usaban y entendían en el tiempo en que se escribió el Nuevo Testamento.
Una de las palabras cuyo significado fue iluminado por los nuevos textos fue la palabra parousía. Esta nueva luz fue resumida por el Profesor Deissmann en 1908 en su ahora clásica obra Licht vom Osten (Luz del Este). Su consideración de la palabra parousía, que abarca varias páginas, comienza con la siguiente declaración:
Pero hay otra idea central de la antigua adoración Cristiana que recibe luz de los nuevos textos, a saber, parousia [parousía], ‘advenimiento, venida’, una palabra que expresa las más ardientes esperanzas de San Pablo. Podemos decir ahora que la mejor interpretación de la esperanza cristiana primitiva de la parousía es el antiguo texto del advenimiento, ‘He aquí, tu Rey viene a ti’ [Mateo 21:5]. Desde el periodo Tolemaico hasta el siglo II d.C., podemos trazar el uso de esta palabra en Oriente como una expresión técnica para designar la llegada o la visita del Rey o del emperador.
A continuación el profesor Deissmann pasa a dar muchos ejemplos de este uso del término. Con motivo de una de estas visitas reales oficiales, como por ejemplo aquella en la que el emperador Romano hizo una parousía a las provincias del Este, "las calles fueron reparadas, las multitudes se congregaron para rendir homenaje, hubieron procesiones de súbditos vestidos de blanco, toques de trompeta, aclamaciones, discursos, regalos y festejos". A menudo una nueva era se computaba a partir de la parousía del rey o del emperador, y se acuñaban monedas para conmemorarla. En la visita o parousía del emperador Nerón, por ejemplo, en cuyo reinado Pablo escribió sus cartas a Corinto, las ciudades de Corinto y Patras acuñaron "monedas conmemorativas". Estas monedas llevan la inscripción Adventus Aug(usti) Cor(inthi), lo cual demuestra
que la palabra latina adventus se usaba como equivalente del término griego parousía en estas ocasiones.
Desde entonces, investigación adicional llevada a cabo por numerosos eruditos, como los Profesores George Milligan, James Hope Moulton y otros, han confirmado las conclusiones de Deissmann, que fue el primero en demostrar este uso técnico de parousía. Este uso explica claramente por qué las primeras versiones del Nuevo testamento tradujeron el término por palabras que significaban "venida" en los pasajes que tratan de la parousía de Jesucristo. Todos los léxicos y diccionarios de Griego actuales señalan a este sentido de la palabra además de su significado principal ("presencia"), y existe un consenso general entre los eruditos modernos en el sentido de que parousía, cuando se usa en el Nuevo Testamento en relación con la segunda venida de Cristo, se usa en el sentido técnico de una visita real.
¿Será la venida de Cristo "la visita de un Rey"? Sin duda que sí. La Biblia presenta repetidamente la parousía de Cristo como una venida "con poder y gran gloria", en la que él se sentará "sobre su glorioso trono" y vendrá acompañado de "todos sus ángeles" (Mateo 24.30; 25:31). Una fuerte "voz de arcángel", "un gran sonido de trompeta", y otras notables señales, contribuyen a la descripción de la parousía de Cristo como una visita real y oficial, percibida por todos y resultando en que "todas las tribus de la tierra se golpeen en lamento" a su vista. De ninguna manera se presenta su venida como una presencia secreta e invisible que pase desapercibida para la mayor parte de la humanidad.—Mateo 24:27, 29–31; 1 Tesalonicenses 4:15, 16; Revelación 1:7.
Parousía" en las versiones más antiguas del Nuevo Testamento
Como es bien conocido, la Vulgata Latina fue producida por el gran erudito del siglo cuarto Hieronymus, más conocido en la actualidad como San Jerónimo. Él llevó a cabo su obra de traducción hacia el final del siglo cuarto, comenzando con los evangelios, que publicó en 383 d.C. Es interesante que Jerónimo, en 20 de las 24 ocasiones en las que la palabra parousía aparece en el Nuevo Testamento, escogió la palabra latina para "venida", adventus, de la cual se deriva la palabra española "advenimiento". Las cuatro excepciones son 1 Corintios 16:17; 2 Corintios 10:10, Filipenses 2:12 y 2 Pedro 1:16. En estos lugares la Vulgata usa praesentia, la palabra latina para "presencia". Merece notarse que sólo el último de estos cuatro versículos trata de la parousía de Cristo. En las dieciséis apariciones restantes, donde parousía se refiere a la venida de Cristo, Jerónimo prefirió la palabra latina adventus. ¿Por qué? Evidentemente porque él entendió que en los versículos que trataban de la parousía de Jesucristo la palabra significaba "venida" en lugar de "presencia". ¿Fue erróneo su entendimiento?
La Vulgata Latina, en realidad, no fue la versión latina más antigua de la Biblia. Otras numerosas traducciones latinas la precedieron, algunas de las cuales se produjeron en tiempos tan tempranos como el siglo II. De hecho, la Vulgata de Jerónimo no fue una traducción, sino una revisión de estas versiones antiguas (aunque cotejándolas con los textos Hebreo, Arameo y Griego originales) que se hizo con el fin de crear una versión autorizada de la Biblia que destacase de la gran variedad de antiguas versiones latinas existentes. Estas versiones antiguas se conocen con el nombre común de Biblia Latina Antigua o, en latín, Vetus Latina. Al igual que la Vulgata, ellas también tradujeron normalmente parousía por adventus. Entre las cinco excepciones (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12; 2 Tesalonicenses 2:9; 2 Pedro 3:4, 12), hay sólo dos pasajes que se refieren a la parousía de Cristo. Así, al igual que la Vulgata, las antiguas versiones latinas prefirieron traducir parousía por la palabra adventus, haciendo esto en 15 de los 17 versículos que tratan de la parousía de Cristo.
La palabra latina adventus significa literalmente "un venir a", aunque a veces se podía usar también en el sentido de "presencia". Sin embargo, en las mencionadas versiones latinas, adventus se usa claramente en el sentido de "venida" en contraste con praesentia, la palabra latina para "presencia".
La versión Peshitta siriaca fue producida en el siglo quinto, pero al igual que la Vulgata latina fue precedida por otras versiones más antiguas, como muestran, por ejemplo, los manuscritos Curetoniano y Sinaítico siriaco. Si, como generalmente se cree, el lenguaje nativo de Jesús y sus apóstoles fue el Arameo, es posible que estas versiones siriacas reflejen palabras usadas por Jesús y los apóstoles mismos, incluyendo la palabra siriaca que se usa para parousía en el capítulo veinticuatro de Mateo, me’thithá. Al igual que la palabra latina adventus, me’thithá literalmente significa "venida", pues se deriva de un verbo que significa "venir".
La Versión Gótica fue producida por Wulfila a mediados del siglo cuarto, y por lo tanto es un poco anterior a la Vulgata Latina. Esta versión traduce parousía por el sustantivo cums, un término relacionado con la palabra inglesa "come" (venir). Como es natural, esta palabra significa "venida".
La conclusión de todo esto, pues, es que las versiones más antiguas del Nuevo Testamento, —producidas cuando el Griego Koiné era todavía una lengua viva por traductores entre los cuales había algunos que conocían en profundidad esa lengua desde su niñez— prefirieron traducir el sustantivo griego parousía por palabras que significaban "venida" en lugar de "presencia" en los pasajes que se referían a la segunda venida de Cristo. Hicieron esto a pesar de que la palabra parousía significa principalmente "presencia" y fue traducida así en otros lugares. La pregunta es: ¿Por qué tradujeron ellos la palabra parousía como "venida" cuando ésta se refería a la parousía de Jesucristo, pero como "presencia" cuando ésta se refería a la presencia de, por ejemplo, el apóstol Pablo (2 Corintios 10:10; Filipenses 2:12)? Durante siglos esto permaneció en cierto modo como un misterio, hasta que a principios del siglo veinte nuevos descubrimientos permitieron a los expertos modernos en el Griego del Nuevo Testamento hallar la respuesta a este enigma.
El uso técnico de "parousía"
Durante las excavaciones efectuadas en el siglo diecinueve en los antiguos emplazamientos de las colonias del mundo grecorromano, salieron a la luz cientos de miles de inscripciones en piedra y metal, y textos escritos en papiro, pergamino y fragmentos de cerámica.
Estos nuevos descubrimientos revolucionaron el estudio de la lengua griega original del Nuevo Testamento. Se descubrió que el Griego del Nuevo Testamento no era ni un "Griego Bíblico" especial, como algunos creían, ni tampoco el griego literario y arcaico que usaron los autores contemporáneos, sino un griego influenciado en gran parte por el Griego vernáculo usado por la gente corriente en sus casas y en otros lugares, el lenguaje común de la vida diaria, la forma hablada del Griego Koiné.
Las consecuencias que este descubrimiento tuvo en la comprensión de la lengua Griega original de la Biblia fueron examinadas por vez primera en detalle por Adolf Deissmann, que más tarde llegó a ser profesor de la Universidad de Heidelberg (y posteriormente también de la Universidad de Berlín), y que comenzó a publicar sus hallazgos en 1895. Otros eruditos, que se dieron cuenta de la importancia del descubrimiento, pronto tomaron parte en examinar los nuevos textos. Nueva luz se arrojó sobre la forma en que muchas palabras griegas se usaban y entendían en el tiempo en que se escribió el Nuevo Testamento.
Una de las palabras cuyo significado fue iluminado por los nuevos textos fue la palabra parousía. Esta nueva luz fue resumida por el Profesor Deissmann en 1908 en su ahora clásica obra Licht vom Osten (Luz del Este). Su consideración de la palabra parousía, que abarca varias páginas, comienza con la siguiente declaración:
Pero hay otra idea central de la antigua adoración Cristiana que recibe luz de los nuevos textos, a saber, parousia [parousía], ‘advenimiento, venida’, una palabra que expresa las más ardientes esperanzas de San Pablo. Podemos decir ahora que la mejor interpretación de la esperanza cristiana primitiva de la parousía es el antiguo texto del advenimiento, ‘He aquí, tu Rey viene a ti’ [Mateo 21:5]. Desde el periodo Tolemaico hasta el siglo II d.C., podemos trazar el uso de esta palabra en Oriente como una expresión técnica para designar la llegada o la visita del Rey o del emperador.
A continuación el profesor Deissmann pasa a dar muchos ejemplos de este uso del término. Con motivo de una de estas visitas reales oficiales, como por ejemplo aquella en la que el emperador Romano hizo una parousía a las provincias del Este, "las calles fueron reparadas, las multitudes se congregaron para rendir homenaje, hubieron procesiones de súbditos vestidos de blanco, toques de trompeta, aclamaciones, discursos, regalos y festejos". A menudo una nueva era se computaba a partir de la parousía del rey o del emperador, y se acuñaban monedas para conmemorarla. En la visita o parousía del emperador Nerón, por ejemplo, en cuyo reinado Pablo escribió sus cartas a Corinto, las ciudades de Corinto y Patras acuñaron "monedas conmemorativas". Estas monedas llevan la inscripción Adventus Aug(usti) Cor(inthi), lo cual demuestra
que la palabra latina adventus se usaba como equivalente del término griego parousía en estas ocasiones.
Desde entonces, investigación adicional llevada a cabo por numerosos eruditos, como los Profesores George Milligan, James Hope Moulton y otros, han confirmado las conclusiones de Deissmann, que fue el primero en demostrar este uso técnico de parousía. Este uso explica claramente por qué las primeras versiones del Nuevo testamento tradujeron el término por palabras que significaban "venida" en los pasajes que tratan de la parousía de Jesucristo. Todos los léxicos y diccionarios de Griego actuales señalan a este sentido de la palabra además de su significado principal ("presencia"), y existe un consenso general entre los eruditos modernos en el sentido de que parousía, cuando se usa en el Nuevo Testamento en relación con la segunda venida de Cristo, se usa en el sentido técnico de una visita real.
¿Será la venida de Cristo "la visita de un Rey"? Sin duda que sí. La Biblia presenta repetidamente la parousía de Cristo como una venida "con poder y gran gloria", en la que él se sentará "sobre su glorioso trono" y vendrá acompañado de "todos sus ángeles" (Mateo 24.30; 25:31). Una fuerte "voz de arcángel", "un gran sonido de trompeta", y otras notables señales, contribuyen a la descripción de la parousía de Cristo como una visita real y oficial, percibida por todos y resultando en que "todas las tribus de la tierra se golpeen en lamento" a su vista. De ninguna manera se presenta su venida como una presencia secreta e invisible que pase desapercibida para la mayor parte de la humanidad.—Mateo 24:27, 29–31; 1 Tesalonicenses 4:15, 16; Revelación 1:7.