También hay variaciones que involucran
sinónimos. ¿Cómo dice Juan 4:1, ((Cuando,
pues, Jesús entendió», o ((Cuando, pues, el
Señor entendió»? No estamos seguros cuál es
la que se remonta al original, pero ambas palabras
son verdaderas. Muchas de las variaciones
tienen que ver con la práctica griega de utilizar
un artículo definido. junto a un nombre propio,
cosa que no hacemos en español. Por ejemplo,
un manuscrito puede referirse a «la María» y
otro escriba puede haber escrito simplemente
«María». De nuevo aquí no se produce ningún
impacto sobre el significado, pero se consideran
como variaciones.
-Además de todo eso, tenemos variaciones
que ni siquiera se pueden traducir al español.
El griego es un idioma que se declina.
Eso implica que el orden en que se colocan las
palabras en griego no es tan importante como
lo es en castellano. Por ejemplo, hay dieciséis
diferentes maneras de decir en griego «Jesús
ama a Pablo», pero se traducirían al castellano
siempre de la misma manera. Sin embargo, se
cuenta como variación textual el que haya diferencias
en el orden en que aparecen las palabras,
aunque el sentido no se vea afectado.
-Así que si consideramos que hay entre
200.000 y 400.000 variaciones, ¡me sorprende
que sean tan pocas! -señaló-. ¿Cuál podría
ser el número potencial de ellas? Decenas de
millones! Parte de la razón por la que tenemos
tantas variaciones es porque contamos con tantos
manuscritos. Y nos alegramos de tener tantos
manuscritos: nos ayudan inmensamente en
la labor de remontarnos hacia el original.