Son argumentos que carecen de exegesis biblica adecuada. Estas leyendo pasajes en la biblia y les estas atribuyendo un significado que los discipulos y los Apostoles de Cristo no le atribuyeron. Y lo haces porque tu ya decidiste el significado que tienen los pasajes. La iglesia de roma invento, dos siglos despues, una sucesion apostolica que no existio nunca en la iglesia primitiva y para la cual no hay respaldo teologico ninguno. Hay 23 textos en el Nuevo Testamento mas alla de los Evangelios. Y NINGUNO de los Apostoles habla de sucession.
Por ultimo, Juan vivio quizas 40 años mas despues de Jesus y fue, por lo tanto, el ultimo de los Apostoles. Por consiguiente, si hubiera una sucesion verdadera seria depositada en el. Y no fue asi. Los Apostoles fueron el cimiento de la iglesia. Una vez plantado, no hubo reemplazo de ninguna clase. NO hubo Apotoles despues Juan murio. Y en todo caso Juan debio ser el lider "apostolico" y sus discipulos los sucesores.
Tanto Ignacio como Policarpo fueron discípulos de Juan. De hecho, existe una importante leyenda en la historia de la Iglesia que cuenta que, dado que Ignacio y Policarpo fueron discípulos de Juan, Policarpo también fue discípulo de Ignacio. Policarpo, a su vez, fue maestro de Ireneo, y este último —un personaje destacado de la Iglesia primitiva— fue maestro de Hipólito. De esta manera, se establece una importante cadena didactica que se extiende a lo largo de los dos primeros siglos de la vida de la Iglesia, remontándose hasta Juan.
Pedro fue un Apostol de Jesus Cristo. Nunca fue un "episcopo", supervisor or administrador como se les llamo a los lideres de las congregaciones locales. Los Apostoles ordenaban y seleccionaban a los episcopos (obispos). Por lo que Pedro NUNCA fue el "primer obispo de roma" como claman.
Cuando terminan los evangelios, Pedro se encuentra en Jerusalén. Lo mismo ocurre en el Libro de los Hechos. El apóstol Pablo, en sus cartas, también habla de haberse reunido con Pedro en el Mediterráneo oriental. Después de la muerte de Jesús, Pablo afirma que el hermano de Jesús, Santiago, y Pedro eran los colíderes de la "iglesia", o asamblea, de seguidores de Jesús en Jerusalén.
En resumen, no existe evidencia textual temprana de la presencia de Pedro en Roma, por lo que a la mayoria de los teologos. excepto los catolicos, les resulta muy difícil creer que alguna vez viajara allí. No solo se trata de un viaje muy largo, sino que, según el Nuevo Testamento, Pedro era un pescador con poca educación que solo hablaba arameo; no era el tipo de persona que viajara extensamente por el Imperio Romano a una gran ciudad donde el latín y el griego eran los idiomas predominantes.
La ausencia de conexión entre Pedro y Roma en el Nuevo Testamento, la falta de referencias a él en la literatura cristiana romana más antigua y lo que sabemos sobre los orígenes y el carácter de Pedro, todo ello, en mi opinión, hace improbable que alguna vez haya estado en Roma.
Lo que tu haces no es nuevo. La iglesia de roma tambien invento un sacerdocio que no existe y toda una estructura eclesiastica qeu tampoco existio en la iglesia primitiva. El pontifex maximus era el sumo sacerdote de las religiones misteriosas romanas antiguas. Y lo arrastraron a la corrupcion sincretica que inventaron con vestimenta y todo. Los mormones hicieron algo similar. Se inventaron un sacerdocio de Mequizedek y autoridad consequente como andamiaje para su iglesia.
En fin y como dije ateriormente; puedes creer lo que desees al respecto. Como ves, tu solo copias y pegas de otros sitios en un afan de perpetuar un mito. Yo puedo leer el latin y el koine de los textos antiguos. He estudiado el tema de manera exhaustiva. Y sin duda, excepto los catolicos; convencidos a priori y sin mas fundamento que su alianza religiosa, la evidencia indica que la tal sucesion no es sino una leyenda antigua y tardia para cementar el poder politico de la iglesia de roma.
Decir que la sucesión apostólica es una “invención tardía de Roma” revela una comprensión muy limitada tanto del Nuevo Testamento como de la Iglesia primitiva. La sucesión apostólica
no consiste en crear nuevos apóstoles, sino en la transmisión de la autoridad apostólica a través de quienes los apóstoles mismos establecieron.
El propio Nuevo Testamento muestra este principio cuando los apóstoles
imponen manos, designan presbíteros y obispos y hablan de custodiar y transmitir un “depósito” de la fe (Hch 14:23; 1 Tim 4:14; 2 Tim 2:2; Tit 1:5).
Que el término técnico “sucesión apostólica” no aparezca explícitamente no significa que el concepto no exista; ese argumento es puramente nominalista y se derrumba si se aplica con coherencia, porque tampoco aparece la palabra “Trinidad” y nadie serio niega la doctrina.
El error central de tu argumento es asumir que la sucesión debía recaer en el último apóstol vivo, Juan. Eso
no está en ninguna parte de la Escritura ni en la práctica histórica de la Iglesia. La autoridad apostólica nunca se transmitió por longevidad biológica, sino por
misión y encargo. Juan nunca fue presentado como cabeza de la Iglesia universal, nunca recibió las llaves, nunca fue encargado de confirmar a sus hermanos ni de pastorear todo el rebaño. Todo eso, en cambio, sí se dice explícitamente de Pedro. Que Juan haya vivido más tiempo no lo convierte automáticamente en sucesor de una función que
nunca le fue dada.
Además, es falso que los Padres apostólicos no conozcan ni presupongan sucesión. Ignacio de Antioquía, discípulo directo de Juan, escribe de forma constante sobre la autoridad del obispo como garante de la unidad y la doctrina, y reconoce a la Iglesia de Roma como la que “preside en la caridad”. Ireneo de Lyon, discípulo de Policarpo (a su vez discípulo de Juan), afirma sin ambigüedades que es necesario que todas las iglesias concuerden con la Iglesia de Roma a causa de su autoridad preeminente, y ofrece incluso una
lista de sucesión de los obispos de Roma desde Pedro. Esto ocurre en el siglo II, no en Nicea ni en el siglo IV. Negar esto solo es posible ignorando o descartando deliberadamente a Ireneo, que es una de las fuentes más importantes para conocer la fe de la Iglesia primitiva.
Respecto a Pedro y Roma, la objeción de que el Nuevo Testamento no describe explícitamente su viaje es irrelevante y metodológicamente débil. El Nuevo Testamento tampoco narra la muerte de la mayoría de los apóstoles, ni muchos hechos que sabemos por tradición histórica temprana. Sin embargo,
desde finales del siglo I, Clemente de Roma da testimonio del martirio de Pedro; a mediados del siglo II, Dionisio de Corinto afirma que Pedro y Pablo enseñaron y murieron en Roma; Ireneo lo da por hecho; Tertuliano lo confirma; y Eusebio lo recoge como dato común. No existe ninguna tradición antigua alternativa que sitúe la muerte de Pedro en otro lugar. Negar esto no es “crítica histórica”, es
hiperescepticismo selectivo.
El argumento sociológico de que Pedro era un pescador sin educación y por tanto incapaz de viajar o liderar en Roma es francamente endeble. El propio Nuevo Testamento muestra a Pedro predicando en griego (Hch 2), interactuando con autoridades, viajando fuera de Palestina y siendo una figura conocida por Pablo en múltiples regiones. Además, Silvano (Silas), colaborador de Pedro, era ciudadano romano y perfectamente capacitado para ese contexto. El cristianismo primitivo no se expandió gracias a élites académicas, sino a hombres sencillos investidos de autoridad divina.
Decir que Pedro “nunca fue obispo” es jugar con categorías anacrónicas.
En el siglo I, los términos obispo, presbítero y pastor aún no estaban diferenciados como lo estarían después, pero las funciones sí existían.
El hecho de que Pedro ordenara obispos no excluye que él mismo ejerciera una función episcopal; de hecho, ejercer la autoridad apostólica
incluye la plenitud del episcopado. La distinción técnica posterior no invalida la realidad funcional anterior.
Comparar el sacerdocio cristiano con el Pontifex Maximus pagano o con los mormones no es un argumento histórico, sino un recurso retórico. El sacerdocio cristiano se fundamenta en el sacerdocio de Cristo y en el mandato apostólico, no en sincretismo romano. Que Roma reutilizara términos culturales existentes no invalida la realidad teológica, del mismo modo que usar la palabra “iglesia” (ekklesía) no convierte al cristianismo en una copia de la asamblea ateniense.
La posición protestante que niega la sucesión apostólica y la primacía de Pedro no se basa en una lectura neutral de las fuentes, sino en una
decisión previa de rechazar cualquier estructura visible y autoritativa en la Iglesia. Paradójicamente, acusa a los católicos de leer con prejuicios lo que él mismo ya ha decidido negar de antemano. La evidencia bíblica, patrística e histórica, leída sin filtros confesionales modernos, muestra con claridad que Pedro tuvo una función singular, que murió en Roma y que la Iglesia primitiva entendió desde muy temprano la necesidad de sucesión apostólica como garantía de fidelidad doctrinal y unidad.