BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Estimado emiliojorge,

Efectivamente, hablas correctamente en tu afirmación de que "para un protestante, especificamente para Martín Lutero por ejemplo, un creyente en Cristo es justo ante Dios por su sola fe". El problema es la distorsión teológica que haces después, especialmente descontextualizando las palabras de Lutero. Para que veas que la deformación del SOLA FIDE ya era -de forma maliciosa- distorsionada en la época de la reforma por los católicos, me tomo la libertad de transcribir un extracto de la famosa respuesta de Calvino al Cardenal Jacobo Sadoleto, en la que tras hacer una exposición acerca de la Justificación por la Fe, se ve impelido a aclarar que con esto no se desprecian las buenas obras.

NO SE DESPRECIAN LAS OBRAS. Por Juan Calvino (1539)

Pero de este modo se hace injuria a Cristo, al rechazar, con el pretexto de su gracia, las buenas obras: ya que vino para hacer un pueblo agradable a Dios, realizador de buenas obras. Sobre lo cual existen muchos testimonios semejantes, con los que se demuestra que Cristo vino para que, obrando el bien, fuésemos por Él aceptables a Dios. Nuestros adversarios apenas si tienen en sus labios otra calumnia que la de proclamar que hemos apartado a los hombres, con la predicación de la justicia gratuitamente imputada, del deseo de obrar el bien; calumnia que es tanto más frívola cuanto que a nada podemos vernos obligados ni apremiados por ella.

Decimos que las buenas obras de nada sirven para la justificación del hombre; pero les asignamos su propio lugar en la vida de los justos. Pues si el que está justificado posee a Jesucristo y Cristo no está jamás sin su Espíritu, siguese necesariamente que esta Justicia gratuita está siempre unida a la regeneración. Por lo cual si quieres comprender cómo la fe y las buenas obras son cosas inseparables, mira a Cristo, que, como dice el Apóstol, nos ha sido dado como justicia y santificación. Por consiguiente en cualquier parte donde esté la justicia de fe -que nosotros llamamos gratuita- allí está también Cristo. Y donde está Cristo, está presente el Espíritu de santificación para regenerar al alma con nueva vida. Por el contrario donde no existe deseo alguno de santidad e inocencia, no pueden estar ni Cristo ni su Espíritu. Y donde Cristo no está, tampoco hay justicia, ni siquiera fe, la cual no puede tomar a Cristo como Justicia sin el Espíritu de santificación. En vista, pues, de que Jesucristo -como decimos- regenera a los que justifica, para la vida bienaventurada, después de haberles apartado del reino del pecado, con el fin de llevarle al reino de la Justicia, transfigurándoles en imagen de Dios, y reformándoles por su Espíritu, para que obedezcan a su voluntad, no tienes ni sombra de motivo para quejarte de que con nuestra doctrina demos rienda suelta a los deseos de la carne y si no quieren decir otra cosa, todas las alegaciones que presentas, de las que sin embargo quieres abusar para destruir la justificación gratuita, mira entonces con que gran ignorancia argumentas.

San Pablo dice en otro pasaje que hemos sido elegidos en Cristo antes de la creación del mundo, para ser santos e irreprensibles en la presencia de Dios en amor. ¿Quién se atreverá a concluir de aquí, que la elección no es gratuita, o que no es el amor la causa de aquélla? Por el contrario, así como el fin de la elección gratuita es que vivamos puramente y sin mancha delante de Dios, así también la justificación gratuita tiene esa misma finalidad.

Sin embargo mantenemos con firmeza y seguridad que no sólo ha sido justificado el hombre de una vez para siempre, sin ningún merito de sus obras, sino que su salvación eterna depende solamente de esta justicia gratuita. Y que sus obras en manera alguna pueden ser agradables a Dios, si no son aceptadas y aprobadas por esta justicia. Por lo que al leer tus escritos me he quedado sobremanera maravillado, al ver que dices que la caridad es la primera y principal causa de nuestra salvación. ¿Quién hubiera jamás pensado, Sadoleto, oírte decir tal frase? Hasta los ciegos, en medio de sus tinieblas, están mas seguros de la misericordia de Dios, sin osar atribuir el principio de su salvación a la caridad.

Y los que conservan aunque sólo sea una chispa de la luz de Dios saben perfectamente que su salvación no está asegurada por ninguna otra cosa sino por el hecho de ser adoptados por Dios. Pues la salvación eterna es la herencia del Padre Celestial, que sólo para sus hijos ha sido preparada. ¿Habrá alguien que quiera asignar a nuestra adopción otra causa distinta de la que señala comúnmente la escritura? A saber, que el primer amor no proviene de nosotros, sino que Dios, por su propio querer y buena voluntad, nos recibió graciosa y benévolamente.

De esta tu ceguera proviene el otro error de sostener que los pecados son purgados y borrados con penitencias y satisfacciones. ¿Dónde estará, pues, esta única víctima propiciatoria, fuera de la cual no existe -según la Escritura- ningún otro sacrificio por los pecados? Busca detenidamente en toda la Santa Escritura: pues si la sangre de Cristo nos es propuesta como precio de nuestra satisfacción y purificación, ¿con qué temeridad te atreves a transferir este honor a tus obras? Y sin embargo no es preciso que atribuyas este sacrilegio a la iglesia de Dios. Confieso llanamente que la iglesia primitiva tenia sus satisfacciones; pero no las concebían de modo que los pecadores pensaran impetrar gracia y librarse de sus pecados por medio de las mismas; sino para probar que el arrepentimiento que mostraban por fuera, no era una ficción y para borrar el recuerdo del escándalo que habían dado con sus fechorías. Y sin embargo no estaban prescritas para todos; sino sólo para aquellos que hablan caldo en algún grave y grande pecado; y las ponían en práctica con una solemne observancia.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Pues entonces Señor Tobi, se va a tener que ir de aqui por que usted no le llega ni a los pies a Zyrozx, Gabaon, El torito, Prisdeli, Lulis, y dicho sea de paso los respeto mucho.

Mejor, regrese con su historieta que solo usted se la cree.

Usted me ha mencionado y solamente por éso decidí comentar ésto que ha dirigido a mi hermano Tobi.

Si si respeto que ofrece es verdadero, tendrá ahora que leer mi amonestación con atención y que entender que, entre nosotros no se trata de saber cuál es el mayor o cual es el menor, si tuviera que elegir un lugar, eligiría el último.

Si usted quiere hacer callar a las personas a través de personalismos y desviando la atención de éste tema a otros, si desea además descalificar así a los foristas, creo que estan todo su derecho, sin embargo no es exactamente la mejor forma de sostener un buen argumento, usualmente los argumentos más débiles (y no digo que el suyo lo sea, no le he leído en detalle), son los que requieren éste tipo de argucias para ser defendidos.

Yo no sé exactamente qué cree usted sobre el tema, no se que opina exactamente sobre la catequesis del papa, lo que si sé es que Tobi tiene razón en al menos una cosa, este debate si es Teológico y si usted no estudia a fondo lo que se aporta, poco o nada lo podrá aprovechar o nosotros podremos aprovechar sus aportes o argumentos.

Cordialmente,
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Lulis, la misión de estos elementos es la de descalificar, enredar y otras lindezas por el estilo.
En cuanto al tema no tienen ni idea y se limitan a copiar de su paginitas web.
Sostener un diálogo con ellos es imposible puesto que su unico argumento es el insulto mas o menos disimulado.

Observa que ante mis argumentos incluso Gabaón los ha soslayado puesto que son imposibles de rebatir.

Nosotros no necesitamos las definiiones tridentinas respecto a la fe. Para ello tenemos Las Escrituras donde estan todas las repuestas.
Un abrazo, Lulis.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Lulis, la misión de estos elementos es la de descalificar, enredar y otras lindezas por el estilo.
En cuanto al tema no tienen ni idea y se limitan a copiar de su paginitas web.
Sostener un diálogo con ellos es imposible puesto que su unico argumento es el insulto mas o menos disimulado.

Observa que ante mis argumentos incluso Gabaón los ha soslayado puesto que son imposibles de rebatir.

Nosotros no necesitamos las definiiones tridentinas respecto a la fe. Para ello tenemos Las Escrituras donde estan todas las repuestas.
Un abrazo, Lulis.

Cuanta humildad.

Por cierto Tobi, no fue a usted que lo sorprendieron copiando integramente de una página que no es de su propiedad??

Entonces porque acusa a los otros de lo que usted mismo hace??
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Cuanta humildad.

Por cierto Tobi, no fue a usted que lo sorprendieron copiando integramente de una página que no es de su propiedad??

Entonces porque acusa a los otros de lo que usted mismo hace??

Y dale que dale!

Supongo que usted no ha tenido oportunidad de revisar la catequesis del Papa BXVI, donde habla sobre la justificación, o si?

Quisiera usted compartir su opiniòn sobre ESO en lugar de su opiniòn personal sobre un forista?

Despues de todo, el tema es "La palabra 'sola fide' de Lugero es verdadera, siempre y cuando no se oponga a la caridad", no - que opina Kerigma21 sobre Tobi - :hockey:

Digo, si va a entrar en tema asi, haga que valga la pena.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Lulis, la misión de estos elementos es la de descalificar, enredar y otras lindezas por el estilo.
En cuanto al tema no tienen ni idea y se limitan a copiar de su paginitas web.
Sostener un diálogo con ellos es imposible puesto que su unico argumento es el insulto mas o menos disimulado.

Observa que ante mis argumentos incluso Gabaón los ha soslayado puesto que son imposibles de rebatir.

Nosotros no necesitamos las definiiones tridentinas respecto a la fe. Para ello tenemos Las Escrituras donde estan todas las repuestas.
Un abrazo, Lulis.

Si... no se si tus argumentos estan siendo soslayados o estudiados, como sea, es lamentable que de todas las cosas edificantes que se pueden escribir, venir a decir o hacer, los que se presumen "cristianos" o quieren enseñarlos lo que es para ellos el "verdadero cristianismo" no puedan demostrar la caridad, que su doctrina presume como indispensable para justificarse más.

Increible... exactamente en el mismo tema que tendrìan que demostrar cómo podrìase sujetar la justificación (como quiera que la entiendan) a la caridad, sean incapaces de ejercitar tal don... tan necesario para ellos mismos.

Lamentable, que con sus aportes tan descuidados demeriten éste tema que pintaba tan bueno para realmente hablar en serio de cosas importantes y no de lo primero que se les venga en mente, con tal de hacernos callar.

NO les debería sorprender, recibir sendas y merecidas amonestaciones a pesar de habiendo inicialmente pensado amedrentar a alguno, ya seas tu o yo o quien sea, con sus palabrería soez y falaz argumentación, se conviertan en niños regañados, vez tras vez.

Un abrazo, y es una pena pero el tema, esta destinado a morir.

DTB
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Si... no se si tus argumentos estan siendo soslayados o estudiados, como sea, es lamentable que de todas las cosas edificantes que se pueden escribir, venir a decir o hacer, los que se presumen "cristianos" o quieren enseñarlos lo que es para ellos el "verdadero cristianismo" no puedan demostrar la caridad, que su doctrina presume como indispensable para justificarse más.

Increible... exactamente en el mismo tema que tendrìan que demostrar cómo podrìase sujetar la justificación (como quiera que la entiendan) a la caridad, sean incapaces de ejercitar tal don... tan necesario para ellos mismos.

Lamentable, que con sus aportes tan descuidados demeriten éste tema que pintaba tan bueno para realmente hablar en serio de cosas importantes y no de lo primero que se les venga en mente, con tal de hacernos callar.

NO les debería sorprender, recibir sendas y merecidas amonestaciones a pesar de habiendo inicialmente pensado amedrentar a alguno, ya seas tu o yo o quien sea, con sus palabrería soez y falaz argumentación, se conviertan en niños regañados, vez tras vez.

Un abrazo, y es una pena pero el tema, esta destinado a morir.

DTB

Observa Lulis que todos estos papanatas se dedican a descalificar pero no encontraás ni un solo pensamiento propio. No pueden opinar y entonces se dedican a denigrar.
Repíto de nuevo que el único que nos ha dado opiniones ha sido Gabaón al que, seguro que avergonzado de sus propios correligionarios, ha abandonado el tema.

La práctica de hacer argumento de su ignoráncia es la propia de los que papan natas.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Y dale que dale!

Supongo que usted no ha tenido oportunidad de revisar la catequesis del Papa BXVI, donde habla sobre la justificación, o si?

Quisiera usted compartir su opiniòn sobre ESO en lugar de su opiniòn personal sobre un forista?

Despues de todo, el tema es "La palabra 'sola fide' de Lugero es verdadera, siempre y cuando no se oponga a la caridad", no - que opina Kerigma21 sobre Tobi - :hockey:

Digo, si va a entrar en tema asi, haga que valga la pena.


Disculpe Lulis, que no le haya gustado mi mensaje, en todo caso no iba dirigido a usted. Por lo demás mi única intención de escribir mi mensaje anterior, fue para demostrar que Tobi que se la pasa acusandonos de copiar y pegar es algo que el tambíen hace como ya se lo han demostrado en el tema de Constanza.

Así que no se moleste, pues si Tobi cree que a él nadie le rebate sus argumentos, no veo porque tenga que perder el tiempo en tratar de contestarle.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Si... no se si tus argumentos estan siendo soslayados o estudiados, como sea, es lamentable que de todas las cosas edificantes que se pueden escribir, venir a decir o hacer, los que se presumen "cristianos" o quieren enseñarlos lo que es para ellos el "verdadero cristianismo" no puedan demostrar la caridad, que su doctrina presume como indispensable para justificarse más.

Increible... exactamente en el mismo tema que tendrìan que demostrar cómo podrìase sujetar la justificación (como quiera que la entiendan) a la caridad, sean incapaces de ejercitar tal don... tan necesario para ellos mismos.

Lamentable, que con sus aportes tan descuidados demeriten éste tema que pintaba tan bueno para realmente hablar en serio de cosas importantes y no de lo primero que se les venga en mente, con tal de hacernos callar.

NO les debería sorprender, recibir sendas y merecidas amonestaciones a pesar de habiendo inicialmente pensado amedrentar a alguno, ya seas tu o yo o quien sea, con sus palabrería soez y falaz argumentación, se conviertan en niños regañados, vez tras vez.

Un abrazo, y es una pena pero el tema, esta destinado a morir.

DTB


Disculpe Lulis nuevamente, pero de donde sale la afirmación que se les quiere amedrentar o hacerlo callar???

Usted puede opinar todo lo que quiera, este foro es libre y nadie le puede limitar a que exponga sus ideas.

Para mí esta claro el tema, no tengo porque hacerla callar en sus exposiciones, en todo caso, con lo que usted diga o deje de decir no va hacer que mi fe cambie.

Por lo demás siga con comentarios, pues los únicos que yo leo con atención son los de Gabaón.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Disculpe Lulis, que no le haya gustado mi mensaje, en todo caso no iba dirigido a usted. Por lo demás mi única intención de escribir mi mensaje anterior, fue para demostrar que Tobi que se la pasa acusandonos de copiar y pegar es algo que el tambíen hace como ya se lo han demostrado en el tema de Constanza.

Así que no se moleste, pues si Tobi cree que a él nadie le rebate sus argumentos, no veo porque tenga que perder el tiempo en tratar de contestarle.

No estoy molesta estimado Kerigma, sino el hecho de que haya entrado al tema unicamente para probar éso y no para hablar sobre el tema.

Unicamente.

Sobre su segundo mensaje, que había dirigido su servidora, ahora si, al forista Tobi, usted comenta:

Disculpe Lulis nuevamente, pero de donde sale la afirmación que se les quiere amedrentar o hacerlo callar???

Al intentar descalificar por medio de personalismos a los foristas.

Usted puede opinar todo lo que quiera, este foro es libre y nadie le puede limitar a que exponga sus ideas.

Lo se.

Para mí esta claro el tema, no tengo porque hacerla callar en sus exposiciones, en todo caso, con lo que usted diga o deje de decir no va hacer que mi fe cambie.

Bueno, en todo caso no ha emitido aún personalismos en mi contra para desacreditarme en el desarrollo del tema, incluisive ni siquiera hemos intercambiado nada sobre el tema como para que usted me dica a mi, que nada de lo que yo diga vaya a hacer cambiar su fe. Eso es muy claro para mi, yo se perfectamente que nada de lo que haga o deje de hacer, diga o no diga, su fe no va a cambiar, es un asunto espiritual, si debe o no haber cambios en su fe y en su vida, es un asunto muy personal, suyo de si y entre usted y el Espiritu Santo.

Por lo demás siga con comentarios, pues los únicos que yo leo con atención son los de Gabaón.

Bueno, esperemos entonces que venga y escriba más. Quizas usted podríase dar cuenta que en éste caso, no soy yo quien le esta pidiendo aprenda, pues es que quizas no lo sabe y esto lo resumo despues de que usted ha creído que es mi intensión "cambie su fe", que las catequesis del Papa si estan hablando de una justificación inicial por la sola fe, esta diciendo que ésta dara fruto y que este fruto le justifica más. Pero sabe usted cuál es la diferencia entre ésto que dice el papa y lo que nosotros le venimos diciendo a Gabaon?

Bendiciones,
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Carta abierta al Cardenal Joseph Ratzinger
José María GONZÁLEZ RUIZ
________________________________________

Señor Cardenal:
Su reciente intervención en el tema de la Teología de la liberación, sobre todo a través del “Informe sobre la fe”, ha producido no poca perplejidad y confusión en una no despreciable mayoría de católicos en todo el mundo. Sin embargo, a través de esta carta abierta quisiera, en primer lugar, agradecerle profundamente algo suyo y a continuación plantearle algunas preguntas con el fin de superar o amainar aquella perplejidad.
El agradecimiento va por la reciente lectura que he hecho de su fascinante libro El nuevo pueblo de Dios, que en su original alemán vio la luz en 1969 y al español se tradujo en 1972 (Editorial Herder, Barcelona). Las citas del libro las haré según esta versión española que está a mi alcance.
Para que los lectores de esta carta sepan a qué atenerse procuraré hacer un resumen de lo que yo pienso es más esencial en su libro, para también hacerle después las preguntas pertinentes. Para eso me voy a permitir distribuir la materia en varios apartados.

I. SÍNTESIS DE LAS PROPOSICIONES:
1. La Iglesia
A) Oficios laicales:
El profesor Ratzinger nos dice que el “oficio” cristiano no es una herencia del sacerdocio de la antigua ley, sino una derivación de Cristo mismo:
“Cristo no fue sacerdote, sino laico. Considerado desde el punto de vista del israelita, jurídicamente no poseía ningún “oficio”. Y, sin embargo, Cristo no se entendió a sí mismo como intérprete de deseos y esperanzas humanos, algo así como voz del pueblo, como su mandatario secreto o público, ni comprendió su misión desde abajo, como si dijéramos en sentido democrático. Más bien se presentó a los hombres bajo el “menester” o necesidad de un mandato divino claramente perfilado, con autoridad y misión de arriba, como aquél a quien el Padre había enviado” (p. 123).

B) Autonomía versus centralismo
Aunque bajo otros apartados este tema va a recurrir, baste por ahora citar este párrafo significativo:
“Mientras en Oriente se afianzaba cada vez más la autonomía de las comunidades particulares –el elemento vertical– y se relegaba a segundo término la conexión horizontal de las iglesias particulares dentro del conjunto de la colegialidad, en Occidente se desarrolló con tan fuerte predominio la “monarquía” papal, que quedó casi completamente olvidada la autonomía de las iglesias particulares, que fueron absorbidas, por así decirlo, en la iglesia romana (por obra principalmente de la liturgia uniforme de Roma)” (p. 133).

C) Infalibilidad
El profesor Ratzinger describe lúcidamente la infalibilidad, no sólo como el privilegio de una sola persona dotada de un determinado ministerio de la presidencia, sino como la consecuencia de la esencia misma de la iglesia como “convocatoria" del propio Cristo:
“Así, pues, la infalibilidad es por de pronto propia de toda la Iglesia. Hay algo así como una infalibilidad de la fe en la Iglesia universal, en virtud de la cual esta Iglesia no puede caer nunca totalmente en el error. Esta es la participación de los laicos en la infalibilidad: que a esta participación le convenga, a veces, una significación sumamente activa, se demostró en la crisis arriana, en que temporalmente la jerarquía entera parecía haber caído en las tendencias arrianizantes de mediación, y sólo la infalible actitud de los fieles aseguró la victoria de la fe nicena…,porque la fe no es privilegio de los jerarcas, sino de toda la esposa de Cristo, y la Iglesia entera es la presencia viva de la palabra divina y, por tanto, no puede nunca descarriarse como iglesia universal… Por eso, en última instancia, no hay laicos en la Iglesia que sean únicamente receptores de la Palabra y no portadores activos de la misma: como, a la inversa, los predicadores activos de la Palabra siguen siendo siempre en lo más hondo receptores de la misma y sólo aprendiendo y recibiendo pueden también enseñar” (pp.168 s.) En estas últimas afirmaciones descubrimos uno de los pilares más fundamentales de la Teología de la liberación: el pueblo cristiano no es solamente objeto, sino sujeto de la evangelización.
------------------------------------------------------------
D) Constantinismo
El profesor Ratzinger no se limita solamente al constantinismo antiguo y medieval, sino que descubre la desviación más próxima a nuestro presente:

“Nos referimos al estrangulamiento de lo cristiano que tuvo su expresión en el siglo XIX y comienzos del XX en los “Syllabi” de Pío IX y de Pío X, de los que dijo Harnack, exagerando, desde luego, pero no sin parte de razón, que con ellos condenaba la Iglesia la cultura y ciencias modernas, cerrándoles la puerta; y así, añadimos nosotros, se quitó a sí misma la posibilidad de vivir lo cristiano como actual, por estar excesivamente apegada al pasado” (pp. 404-405). El Profesor Ratzinger ve modernamente un peligro de neoconstantinismo en una especie de “fariseísmo” y “qumranismo”:
“¿Quién podría poner en duda que también hoy se da en la Iglesia el peligro del fariseísmo y del qumranismo? ¿No ha intentado efectivamente la Iglesia, en el movimiento que se hizo particularmente claro desde Pío IX, salirse del mundo para construirse su propio mundillo aparte, quitándose así en gran parte la posibilidad de ser sal de la tierra y luz del mundo? El amurallamiento del propio mundillo, que ya ha durado bastante, no puede salvar a la Iglesia, ni conviene a una Iglesia cuyo Señor murió fuera de las puertas de la ciudad como recalca la carta a los Hebreos, para añadir: “Salgamos, pues, hacia él delante del campamento y llevemos con él su ignominia” (Heb 13, 12 s). “Afuera”, delante de las puertas custodiadas de la ciudad y del santuario, está el lugar de la Iglesia que quiera seguir al Señor crucificado. No puede caber duda de lo que, partiendo de aquí, podrá decirse de los bien intencionados esfuerzos de quienes tratan de salvar a la Iglesia salvando la mayor parte posible de tradiciones; de quienes a cada devoción que desaparece, a cada proposición de boca papal que se pone en tela de juicio barruntan la destrucción de la Iglesia y no se preguntan ya si lo así defendido puede resistir ante las exigencias de verdad y de veracidad. En lugar de hacerse esta pregunta nos gritan: ¡No demoláis lo que está construido; no destruyáis lo que tenemos; defended lo que se nos ha dado!... ¿Es que no se enfrentan, en cierto grado, también entre nosotros, el relativismo de una ciencia de las religiones que corresponde a la inteligencia, pero deja vacíos los corazones, y el estrecho ghetto de una ortodoxia, que a menudo no sospecha lo ineficaz que es entre los hombres y que, en todo caso, se hace a sí misma tanto más ineficaz cuanto con mayor obsesión defiende su propia causa? Es evidente que así no puede realizarse la renovación de la Iglesia. El intento falló ya en el celoso Pablo IV, que quiso anular el Concilio de Trento y renovar la Iglesia con el fanatismo de un zelota” (pp. 307-310).

__________________________________________


2. Colegialidad
Con respecto a la colegialidad de los obispos el profesor Ratzinger hacía observaciones muy pertinentes y extremadamente valientes. Veamos las más importantes:
“Esta comunión entre sí, con que se contempla la esencia del episcopado y es, por ende, elemento constitutivo para estar con pleno derecho en el colegio episcopal, tiene como punto de referencia no sólo al obispo de Roma, sino también a los que son obispos como él: la cabeza y los restantes miembros del colegio. Nunca es posible mantener una comunión sólo con el papa, sino que tener comunión con él significa necesariamente ser “católico”, es decir, estar igualmente en comunión con todos los otros obispos que pertenecen a la Iglesia católica… Resulta claro e inequívoco que el colegio episcopal no es una mera creación del papa, sino que brota de un hecho sacramental y representa así un dato previo indestructible de la estructura eclesiástica, que emerge de la esencia misma de la Iglesia instituida por el Señor” (p. 198) La colegialidad, pues, está en una estrecha posición dialéctica con el ministerio petrino:
“Pedro está dentro, no fuera, de este primer colegio… Los “poderes extraordinarios” de los Apóstoles, es decir, la ordenación ilimitada de cada uno de ellos a la Iglesia universal (sin limitación a un obispado determinado), dependen de la unicidad del apostolado que como tal no se transmite. Los obispos son obispos, y no apóstoles; el sucesor es algo distinto de aquél de quien se toma la sucesión. Esta misma irrepetibilidad vale, sin embargo, teóricamente también para la relación Pedro-papa. Tampoco el papa es apóstol, sino obispo; tampoco el papa es Pedro, sino papa precisamente, que no está en el orden de origen, sino en el orden de sucesión… El papa sucede al apóstol Pedro y recibe así el oficio de Pedro de servir a la Iglesia universal; el obispo, en cambio, no sucede a un apóstol particular, sino, con el colegio de obispos y por él, al colegio de los Apóstoles… El papa no es que, además de tener una misión de cara a la Iglesia universal, sea también por desgracia obispo de una comunidad particular, sino que sólo por ser obispo de una iglesia puede ser precisamente “episcopus episcoporum”, de forma que todas las iglesias han de orientarse por la sola iglesia de Roma… El pensamiento colectivo de que el colegio episcopal entero como tal es sucesor del colegio de los Apóstoles, en vano se buscará por lo menos en los primeros cuatrocientos años” (pp. 203-207).[/B]


3. El testimonio del cristiano
Frente a estas realidades eclesiológicas el prof. Ratzinger se plantea estos serios interrogantes: ¿cuál será la actitud del cristiano ante la Iglesia que vive históricamente: de crítica (por amor a la pureza de la Iglesia), de obediencia callada (por razón de su misión divina) o cuál otra? He aquí su respuesta:
“No es azar que los grandes santos no sólo tuvieron que luchar con el mundo, sino también con la Iglesia, con la tentación de la Iglesia a hacerse mundo, y bajo la Iglesia y en la Iglesia tuvieron que sufrir; un Francisco de Asís, un Ignacio de Loyola, que, en su tercera prisión durante veintidós días en Salamanca, aherrojado entre cadenas con su compañero Calixto, permaneció en la cárcel de la Inquisición, y todavía le quedaba alegría y fe confiada para decir: “No hay en toda Salamanca tantos grillos y esposas, que yo no pida más aún por amor de Dios”. No cedió un ápice de su misión, ni tampoco de su obediencia a la Iglesia… Sin embargo, la verdadera obediencia no es la obediencia de los aduladores (los que son calificados por los auténticos profetas del AT de “profetas embusteros”), que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas… Lo que necesita la Iglesia de hoy (y de todos los tiempos) no son panegiristas de lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la verdad; hombres que den testimonio a despecho de todo desconocimiento y ataque; hombres, en una palabra, que amen a la Iglesia más que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino” (pp. 290-295).
============================

4. Nueva teología
El profesor de teología, que era entonces Joseph Ratzinger, se presentaba con mucha lucidez a la hora de definir la esencia y los límites de lo que debe ser una teología correcta tras el Concilio Vaticano II. En primer lugar critica ásperamente la que él llama “teología de encíclicas”:
“Teología de encíclicas significa una forma de teología en que la tradición parecía lentamente estrecharse a las últimas manifestaciones del magisterio papal. En muchas manifestaciones teológicas, antes del Concilio y todavía durante el Concilio mismo, podía percibirse el empeño de reducir la teología a ser registro y –tal vez también– sistematización de las manifestaciones del magisterio.” Pero este reduccionismo le parece a Ratzinger gravemente mutilador:
“El Concilio manifestó e impuso también su voluntad de cultivar de nuevo la teología desde la totalidad de las fuentes, de no mirar estas fuentes únicamente en el espejo de la interpretación oficial de los últimos cien años, sino de leerlas y entenderlas en sí mismas; manifestó su voluntad no sólo de escuchar la tradición dentro de la Iglesia católica, sino de pensar y recoger críticamente el desarrollo teológico en las restantes iglesias y confesiones cristianas; dio finalmente el mandato de escuchar los interrogantes del hombre de hoy como tales y, partiendo de ellos, repensar la teología y, por encima de todo esto, escuchar la realidad, “la cosa misma”, y aceptar sus lecciones.”
Además, la urgencia de este método teológico omnicomprensivo es tan grande, que “una teología magisterial que naciera del miedo al riesgo de la verdad histórica o al riesgo de la realidad misma, sería cabalmente una teología apocada, una teología de poca fe desde su punto de partida y, en último término, una evasión ante la grandeza de la verdad. Sería una teología conservadora en el mal sentido de la palabra, preocupada sólo del hecho de conservar y no de la realidad” (pp. 318-320).
Finalmente, la nueva teología se reconcilia con el mundo, cuya autonomía reconoce plenamente, siguiendo el discurso de apertura del Concilio de Juan XXIII:
“Hasta entonces era costumbre mirar la Edad Media como el tiempo ideal cristiano, cuya plena equivalencia entre Iglesia y mundo se consideraba como la meta última de las aspiraciones; la Edad Moderna, en cambio, se concebía como la gran apostasía, comparable con la historia del hijo pródigo, que toma su herencia y sale de la casa paterna, para luego —con la Segunda Guerra Mundial— sentir hambre de las bellotas de los cerdos; en tales comparaciones resonaba también la esperanza del pronto retorno a la casa paterna… El conjunto, empero, conduce en el papa del Concilio a una teología de la esperanza, que casi parece lindar con un optimismo ingenuo” (p. 350).

5. Primado
Sobre el primado papal el profesor Ratzinger nos ofrece una perspectiva profunda y alentadora. Vamos a extraer los pensamientos esenciales de su estructuración teológica.

A) Origen histórico del “centralismo” pontificio
El profesor Ratzinger estudia a fondo el nacimiento del que él llama “primado en el sentido del centralismo estatal moderno”. El origen se halla en las órdenes mendicantes que se desligan de la obediencia al obispo local y se vinculan directamente al papa:
“Ello significa que ahora, de golpe, en todo el mundo cristiano se movía una tropa de sacerdotes que estaban inmediatamente sometidos al papa sin el eslabón inmediato de un prelado local. Es evidente que este proceso cobraba importancia muy por encima del plano de la vida religiosa. El proceso significa, en efecto, que el centralismo realizado por de pronto como una novedad dentro de las órdenes religiosas iba a trasladarse igualmente a la iglesia universal, que ahora, y sólo ahora, se concebía en el sentido de un Estado central moderno. Con ello acontece ahora al primado algo que hoy día nos parece caerse de su peso, pero que en modo alguno se sigue necesariamente de su esencia; y es que ahora, y sólo ahora, se entiende el primado en el sentido del centralismo estatal moderno” (p. 65).
B) Rechazo del centralismo papal
Como era de suponer, esta novedad, tras una estructura milenaria más o menos federal, de la Iglesia, encontró enseguida sus contradictores. El principal de ellos fue Guillermo de Saint-Amour. Este autor acudía al principio fundamental de la “jerarquía” según el Seudo-Dionisio:
“Según este principio, a ninguna jerarquía se le podía permitir intervenir en el orden total jerárquico, sino que cada una podía influir únicamente sobre la jerarquía que estaba inmediatamente debajo de ella. Este principio tenía que resultar en su aplicación como esencialmente antipapal. Exigía, por así decirlo, la observación del principio de subsidiaridad en la Iglesia y vedaba, por tanto, que el papa se saltara la autoridad episcopal, como sucedía efectivamente en el caso de las licencias de predicar y confesar concedidas a los frailes mendicantes organizados en sistema centralista… Ya en el tratado De periculis novissimorum temporum recalca Guillermo con énfasis la falibilidad teórica del papa, que él demuestra por el Decretum Gratiani y por el Liber extra… Si en el tractatus brevis la tesis de la falibilidad del papa todavía se movió entre generalidades, luego indicó que el papa también puede caer en la herejía y que, en tal caso, debe negársele la obediencia. Tal habría acontecido efectivamente en tiempo de San Hilario” (pp. 66-68).
C) Papalismo de San Buenaventura
El profesor Ratzinger hace un sustancioso estudio sobre el pensamiento de San Buenaventura con respecto al primado papal. El santo franciscano se agarraba al AT, donde había un sumo sacerdote, para deducir de ahí, por vía de minori ad majus, que en el NT también lo tiene que haber y que, en concreto, es el papa:
“En este punto resulta a la vez evidente la debilidad y hasta el peligro del pensamiento jerárquico de Buenaventura, inicialmente tan luminoso. Porque ¿pueden trasladarse realmente todos los datos del AT sin más al Nuevo con un “cuánto más” eminentiore modo? ¿O no habrá más bien que borrar muchas cosas via negationis? Cabe preguntar, sobre todo, si pareja argumentación, precisamente respecto de la dignidad sumo—sacerdotal, no está directamente vedada por la carta a los Hebreos. Porque según las claras palabras de este texto, el equivalente neotestamentario del sumo sacerdote de la antigua alianza no está representado por sacerdote alguno puramente humano, sino por el sumo sacerdote Cristo, definitivo y en verdad único” (Heb 4,14; 10,18).
El profesor Ratzinger hace una sustanciosa valoración teológica de este “papalismo” de San Buenaventura:
a) “El intento de interpretar la realidad del primado por el concepto de reducción debe calificarse de desafortunado y peligroso. Amenaza con colocar al papa en un puesto que en verdad sólo corresponde a Cristo. Así, este intento no puede justificarse, aunque puede comprenderse por el impulso total del sistema”.
b) “La designación del papa como summus hierarca que de pronto puede parecer brillante, es también peligrosa dentro de una estricta inteligencia del concepto de jerarquía desde el sistema dionisíaco”.
c) “El papa no es vicarius Christi en el sentido de que esté ahora en lugar del Cristo histórico que vivió sobre la tierra, sino, más bien, de suerte que representa exteriormente al Señor que vive y reina ahora, y actualiza su presencia” pp.74-79).
6. Primado y episcopado
El profesor Ratzinger estudia la evolución del primado dentro de su ambiente natural, que es, sin duda, el episcopado. Para ello empieza por rastrear el origen de la misma expresión:
“La palabra primatus aparece, en cuanto se me alcanza, en el canon seis del Concilio de Nicea, donde curiosamente está en plural y no describe sólo la función de Roma, sino al mismo tiempo la de Alejandría y Antioquía, no expresando, por tanto, un problema referido exclusivamente a la sede romana” (pp. 138-146). En la evolución de las relaciones primado-episcopado después de Nicea el profesor Ratzinger destaca la intervención que, en el siglo XII, tuvo el obispo Nicetas de Nicomedia en sus diálogos con Anselmo de Havelberg. Ratzinger califica de “grandiosa” esta intervención del obispo oriental, que copia literalmente:
“Roma, sede eminentísima del imperio, obtuvo la primacía, de suerte que se llamó primera sede y a ella apelaron todas las demás en las disciplinas eclesiásticas, y lo que no se comprende en reglas fijas quedó sometido a su juicio. Sin embargo, el romano pontífice no se llamó príncipe de los obispos ni sumo sacerdote ni cosa por el estilo, sino sólo obispo de la primera sede. Pero la iglesia romana, a la que nosotros no negamos ciertamente la primacía entre hermanos, se ha separado de nosotros por su sublimidad, al asumir la monarquía (lo que no era su oficio) y, dividido el imperio, ha dividido también a los obispos de Oriente y Occidente. Nosotros no discordamos en la misma fe católica de la iglesia romana; sin embargo, como quiera que en estos tiempos no celebramos concilios con ellas, ¿cómo vamos a aceptar sus decretos que se dan sin nuestro consejo y hasta sin nuestro conocimiento? Porque si el romano pontífice, sentado en el alto trono de su gloria, quiere tronar contra nosotros y desde su alto puesto dispararnos, por así decirlo, sus decretos y juzga no por nuestro consejo, sino por su beneplácito y propio arbitrio, de nosotros y de nuestras iglesias y hasta impera sobre ellas ¿qué fraternidad y hasta qué paternidad puede ser ésa? En tal caso podríamos llamarnos y ser verdaderos esclavos y no hijos de la Iglesia… Sólo él deberá ser obispo, sólo maestro, sólo preceptor, sólo él deberá responder, como único buen pastor, ante Dios de todo lo que se le ha confiado. Mas si quisiere tener cooperadores en la viña del Señor, manteniendo desde luego su primado en su exaltación, gloríese de su bajeza y no desprecie a sus hermanos, a los que la verdad de Cristo engendró no para la servidumbre, sino para la libertad en el seno de la madre Iglesia”.
Comparando los orígenes primitivos de los patriarcados con el más reciente del cardenalato, el antiguo profesor de Tubinga escribe:
“El patriarcado es una institución de la Iglesia universal que designa a los obispos de las iglesias principales, llamados originalmente “primados” y que, consiguientemente, afectaba a la manera con que se reguló la unidad de la Iglesia en las grandes extensiones eclesiásticas y la unión entre ellas. Ahora aparece a ojos vista el cardenalato como un oficio de la Iglesia universal… Desde el siglo XIII el cardenal está por encima del patriarca, de suerte que éste sube de honor cuando se le hace cardenal… Finalmente surge la idea de que los cardenales son los verdaderos sucesores de los Apóstoles, porque éstos habrían sido cardenales antes de haber sido hechos obispos” (pp. 148-154). En una palabra, en todo este problema de las relaciones entre primado papal y episcopado, “a lo que debe más bien aspirarse es a la pluralidad en la unidad y a la unidad en la pluralidad. En este sentido, la conjunción de las posibilidades del principio colegial (consejo episcopal, conferencia episcopal, etc.) con las del primado y su intercambio constante debieran, sobre todo, ser capaces de posibilitar la recta respuesta a las exigencias actuales. El primado necesita del episcopado, pero también el episcopado del primado; y uno y otro deberían enjuiciarse cada vez menos como rivales y cada vez más como complementarios” (pp. 159-163)
7. Primado y Concilio
En las relaciones entre primado y concilio el profesor Ratzinger hace unas sabrosas observaciones que vamos a resumir. En primer lugar, el oficio eclesiástico es “colegial” por institución:
“No se confiere al individuo como individuo, sino con miras a la comunidad; sólo puede poseerse comunitariamente, como inserción en un collegium. Por eso, el concilio no es, por esencia, otra cosa que la realización de la colegialidad”.
De esta consideración se sigue que el servicio de los obispos representa el magisterio normal ordinario de la Iglesia:
“Este magisterio no es ciertamente (a Dios gracias) infalible en todas sus manifestaciones particulares; quiere, efectivamente, traducir la palabra a la vida y presentarla de un modo concreto a los hombres… La infalibilidad normal de la Iglesia tiene forma colegial; lo otro es “extraordinario”. Por eso “la infalibilidad del papa no existe per se, sino que ocupa un lugar perfectamente determinado y limitado y, en modo alguno, exclusivo, dentro del marco de la presencia perenne de la palabra divina en el mundo”.
Pero la cuestión, dice Ratzinger, es saber en qué relación están estos dos datos: concilio infalible y papa infalible.
“El llamado papalismo o curialismo desde la aparición de la órdenes mendicantes en la alta Edad Media, se mostró pujante y ganó posteriormente nueva importancia en la época de la restauración. El papalismo declara, a la inversa, que los obispos son únicamente de derecho papal, órganos ejecutivos del papa, de quien en exclusiva reciben su jurisdicción y junto al cual no representarían, por tanto, ningún orden especial en la Iglesia. El Concilio Vaticano I declaró heréticos ambos puntos de vista”. Y concluye el profesor Ratzinger:
“Según esto, el primado del papa no puede entenderse de acuerdo con el modelo de una monarquía absoluta, como si el obispo de Roma fuera el monarca, sin limitaciones, de un organismo estatal sobrenatural, llamado “Iglesia” y de constitución centralista… El primado supone la communio ecclesiarum y debe entenderse, desde luego, partiendo únicamente de ella” (pp. 23-51).

8. El papa “roca” y “escándalo”
Finalmente el profesor Ratzinger destaca valientemente las dos facetas que indisoluble y dialécticamente constituyen la figura del ministerio petrino: “roca” y “escándalo”:
“Es la figura de Pedro, a quien en Mt 16,19 se le promete el mismo poder que en Mt 18,18 transmite el Señor a toda la comunidad de los Apóstoles… Prescindiendo por completo del problema de la localización histórica de la promesa del primado, podemos afirmar independientemente que, para el pensamiento bíblico, la simultaneidad de “roca” y “Satanás” (y “skándalon”=piedra de tropiezo) no tiene de suyo nada de imposible. Al contrario, para ese pensamiento que sabe de la necedad de Dios, de la victoria de la fuerza de Dios por la catástrofe de la cruz, semejante paradoja es típicamente cristiana”. El antiguo profesor de Tubinga descubre, a lo largo de la historia del papado, la supervivencia de esta doble faceta dialéctica:
“¿Y no ha sido fenómeno constante a través de la historia de la Iglesia que el papa, el sucesor de Pedro, haya sido a la par “petra” y “skándalon”, roca de Dios y piedra de tropiezo? De hecho, importará al creyente aguantar esta paradoja del obrar divino, que confunde siempre su soberbia, esta tensión entre roca y Satanás, en que se compenetran de manera inquietante los contrastes más extremos. Lutero conoció con opresora claridad el factor “Satanás” y no dejaba de tener alguna razón en ello; pero su pecado estuvo en no aguantar la tensión bíblica entre “Cefas” (“petra”) y Satanás, que pertenece a la tensión fundamental de una fe que no vive del merecimiento, sino de la gracia”. Finalmente el teólogo alemán advierte contra el peligro de distinguir entre “institución” y “hombres de la institución”:
“No pueden separarse sencillamente la “Iglesia” y “los hombres de la Iglesia”; la abstracta pureza sin mácula de la Iglesia que de este modo destilaría, no tiene sentido alguno real histórico. La Iglesia vive por medio de los hombres en el tiempo y en el mundo presente y, a pesar del misterio divino que lleva dentro de sí, vive de manera verdaderamente humana. Hasta la institución como institución conlleva la carga de lo humano; también la institución conlleva la inquietante arbitrariedad de lo humano para poder ser piedra de tropiezo” (pp. 285-288).
II. PREGUNTAS
Una vez que he intentado resumir lo más sabroso de su libro, me permito ahora, Sr. Cardenal, hacerle unas preguntas, con toda humildad y respeto, para que su respuesta disipe la no pequeña perplejidad en que su aparentemente doble postura nos tiene sumidos.
1. ¿Hasta qué punto la actual estructura de la Iglesia católica romana permite que en su seno se lleve a cabo aquella “infalibilidad de los laicos” que, según Vd. mismo insinúa muy acertadamente, en el Concilio de Nicea salvó la ortodoxia frente a las vacilaciones de una jerarquía fuertemente influida por el arrianismo? (p. 168 s.). ¿No hemos descubierto, más bien, un profundo recelo ante la afirmación de la Teología de la liberación, según la cual los pobres no son sólo objetos, sino sujetos de la evangelización?
2. ¿Qué hace hoy la cúspide de la Iglesia católica romana, sobre todo la Curia, por despojarse de aquellas “insignias de los funcionarios romanos que no tuvieron inconveniente en colgarse”? ¿Cuál es la actitud de la actual Curia romana para impedir que no surjan de nuevo otros “Syllabi”, como “los de Pío IX y Pío X, de los que dijo Harnack, exagerando desde luego, pero no sin parte de razón, que con ellos condenaba la Iglesia la cultura y ciencias modernas, cerrándoles la puerta”, con lo cual –Vd. mismo añade– “se quitó a sí misma la posibilidad de vivir lo cristiano como actual, por estar excesivamente apegada al pasado? (pp. 404-405).
3. ¿No cree que hoy se da de nuevo el peligro de “fariseísmo” y “qumranismo”, por Vd. tan valientemente denunciados, y que estamos a punto de caer el “el estrecho ghetto de una ortodoxia que a menudo no sospecha lo ineficaz que es entre los hombres y que, en todo caso, se hace a sí misma tanto más ineficaz cuanto con mayor obsesión defiende su propia causa”? ¿Es que hoy no podría también repetirse el caso del “celoso Pablo IV, que quiso anular el Concilio de Trento y renovar la Iglesia con el fanatismo de un zelota” (pp. 307-310)?
4. ¿Sigue Vd. creyendo que, después del Concilio Vaticano II, “el intento de conservar una posición de mayoría, supuesta o real, ha fracasado”? ¿Sigue pensando todavía que “el Concilio marca la transición de una actitud conservadora a una actitud misional” y que “la oposición conciliar al conservadurismo no se llama progresismo, sino espíritu misional” (pp. 332 s.)? ¿O más bien, desde sus altos cargos jerárquicos se ha visto obligado a dar marcha atrás en este optimismo conciliar de primera hora?
5. Supongo, Sr. Cardenal, que no habrá cambiado nada en esta afirmación suya: “El colegio episcopal no es una mera creación del papa, sino que brota de un hecho sacramental y representa así un dato previo indestructible de la estructura eclesiástica, que emerge de la esencia misma de la Iglesia instituida por el Señor” (p. 198). Pero ¿sigue Vd. manteniendo, con todas sus consecuencias, la afirmación de que “Pedro está dentro, no fuera de este primer colegio”? (pp. 203-207). ¿No encuentra todavía excesiva la distancia real que existe entre el papa y los obispos?
6. Ahora que ya no ejerce de teólogo, sino de juez de los teólogos, ¿sigue creyendo que en nuestra Iglesia existen hoy profetas “que no sólo deben luchar con el mundo, sino también con la Iglesia, con la tentación de la Iglesia a hacerse mundo”, y que “bajo la Iglesia y en la Iglesia tienen que sufrir”? ¿Sigue calificando negativamente “a los que evitan todo choque y ponen su intangible comodidad por encima de todas las cosas”? ¿De verdad sigue creyendo que “lo que necesita la Iglesia de hoy (y de todos los tiempos) no son panegiristas de lo existente, sino hombres en quienes la humildad y la obediencia no sean menores que la pasión por la verdad… que amen a la Iglesia más que a la comodidad e intangibilidad de su propio destino” (pp. 290-295)?
7. ¿Sigue sosteniendo su mala opinión sobre la que Vd. tan atinadamente llama “teología de encíclicas”, o sea, una teología que se reduzca a ser “registro y –tal vez también– sistematización de las manifestaciones del magisterio” (pp. 318-320)? ¿Sigue pensando que el ideal de hoy es superar la concepción de que “la Edad Media era como el tiempo ideal cristiano, cuya plena equivalencia entre Iglesia y mundo se consideraba como la meta última de las aspiraciones” (p. 350)? ¿No se inclina más bien al resurgir medievalista que indudablemente llevan consigo movimientos católicos contemporáneos como “Comunión y Liberación”?
8. ¿Sigue criticando la postura de San Buenaventura, cuando éste llama al papa “vicario de Cristo” (pp. 74-79)? ¿Cree que en la rutina cotidiana no se sigue entendiendo esta adjetivación como si el papa fuera una especie de sucesor de Cristo, el cual sólo sería venerado en el “hábitat” celestial, y no considerado como Cabeza del Cuerpo, que es la Iglesia?
9. Ahora que es cardenal, ¿sigue sosteniendo la tesis de lo peligrosa que es la institución del cardenalato, ya que puede “surgir la idea de que los cardenales son los verdaderos sucesores de los Apóstoles” (pp. 148-154)? ¿Ha hecho algo por que se modifique esta inflación eclesial del cardenalato en beneficio del colegio episcopal y, también, del pueblo de Dios en general?
10. Si, según su teología, “el concilio no es, por esencia, otra cosa que la realización de la colegialidad” (pp. 236 s.), ¿ha hecho algo para que se multipliquen los concilios, sin los cuales la colegialidad corre el riesgo de convertirse en sucursalismo de la Curia romana? ¿No ha pensado que, sin una mayor frecuencia de los concilios, se peligra caer en el grave riesgo que Vd. acertadamente señala: “El primado del papa no puede entenderse de acuerdo con el modelo de una monarquía absoluta, como si el obispo de Roma fuera el monarca, sin limitaciones, de un organismo estatal sobrenatural, llamado “Iglesia” y de constitución centralista” (pp. 236 s.)?
11. ¿Sigue sosteniendo su luminosa distinción entre las dos facetas del ministerio petrino –“roca” y “skándalon” o “Satanás”–, y sigue creyendo que, en la crítica dirigida a la Iglesia, sobre todo a la cúspide, “no pueden separarse sencillamente la “Iglesia institución” y “hombres de la institución” (pp. 985-988)? Según esto, ¿no cree que los cristianos, sobre todo los teólogos, deben ser críticos frente al propio papa, para descubrir lo que en él pueda haber de “escándalo” o “satánico” y lo que, sin duda, hay siempre de “roca”? ¿No le parece que un determinado panegirismo al enfocar la figura de un papa –sobre todo, si es el de turno– hace un gran daño a la Iglesia, empezando por el mismo que ejerce el ministerio petrino, al que se engañaría con una adulación, cuyo origen está, como Vd. muy bien dice, en el apego a la propia comodidad?

Señor Cardenal:
Estas preguntas están hechas con una enorme sinceridad y con un gran cariño a la Iglesia católica romana, a la que desde el principio de mi existencia pertenezco. Estoy seguro de que una respuesta suya disiparía muchas dudas y eliminaría muchas perplejidades, que indudablemente se dan a todos los niveles.
No me queda más que pedirle al Espíritu Santo, verdadera alma de la Iglesia, que nos ilumine a todos, para que “nos vaya guiando por toda la verdad” (Jn 16,13).

Publicada en “Misión Abierta” 2(1987)106-120

Tobi pregunta:
Las afirmaciones de Ratzinger, ¿No son las mismas que las de Simeon de Tesalónica junta a las de Gennadios Scholarios?
Incluso parece que las ha copiado.

¿Que diran a esto la caterva de papanatas comenzando por kerigma21 seguidos por el colecionista de títulos y demás que hablan de lo que no entienden y solo defienen paparruchadas?

Su papa les ha dejado en cueros.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Diran... que te excediste copiando... en lugar de LEERLO.

Con suerte y piden tu expulsión por ser un '"copy/paste"ador' compulsivo.

Ignorando que gran parte de "defender su fe" se trata de mucho leer, mucho estudiar, mucho entender para al final tener algo bueno que decir.

Yo lo leeré con mucha atención. Aunque si esta largo, esta interesante.

Bendiciones,
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Diran... que te excediste copiando... en lugar de LEERLO.

Con suerte y piden tu expulsión por ser un '"copy/paste"ador' compulsivo.

Ignorando que gran parte de "defender su fe" se trata de mucho leer, mucho estudiar, mucho entender para al final tener algo bueno que decir.

Yo lo leeré con mucha atención. Aunque si esta largo, esta interesante.

Bendiciones,

Lo que si es cierto, Lulis es que Ratzinger, aceptó lo que antes rechazó.
Y ahora nos habla de la fe condicionada a la caridad, lo cual en lenguaje común es en realidad las obras son imprescindibles para "ganarse" la salvación y que los hay que han tenido "méritos sobrantes"
Esto es lo que enseñan el papa Ratzinger contra el pofesor de teología Ratzinger.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Hola,

De momento no puedo participar mucho pero encontré esta liga que expresa un pensamiento ortodoxo sobre el tema.

http://www. fatheralexander .org/booklets/spanish/essence_christianity_4s.htm

En lo personal me parece que el autor, el obispo Alexander, de bendita memoria, no conoce profundamente la teología católica ni la protestante, la apariencia general y superficial de ambas teologías sirven como punto de partida para plantearse el problema.

En mi opinión La Justificación es un proceso, que continúa con la deificación, sin embargo considero que siempre es imputable a Dios.

Torito tiene razón cuando dice que hay que ver el tema también desde la vivencia de la Fe, para esto no hay mejores ejemplos que los santos, leyendo la filocalia llega uno a la conclusión de que toda la obra de la fe y deificación es obra del Espíritu Santo, de hecho el hombre aunque tenga obras no puede gloriarse de ninguna de ellas, por que el hombre lo ha recibido todo de Dios y no hay nada que el hombre pueda ofrecer a Dios que no sea ya por derecho de Dios.

Ese evitar envanecerse de las obras no es motivado por una falsa modestia sino en el confesarse siervo inútil que en el mejor de los casos hacemos lo que debimos haber hecho y para lo cual fuimos creados, cualquier otra cosa es una desviación del propósito del creador.

La justificación muchas veces es dudosa, bien se ha dicho que la Fe realiza las obras de Dios, pero ¿que pasa cuando entre nuestras obras persisten también las obras de satanás? ¿no será que no tenemos verdadera fe y que realmente no somos justificados por falta de fe? sin embargo la Fe produce Caridad amor a Dios en varios sentidos una forma es llamada eros, de la cual deseamos estar en Dios, el proceso de sanación es lento en muchos casos, incluso las obras que parecen buenas muchas veces estan contaminadas con malas intenciones, como orar para que me vean, donar para que el pastor o padre me de mas importancia.

Un aspecto interesante de la impureza de las obras es que en ocasiones sentimos que tenemos derecho a algo por nuestras obras, es decir yo voy a la iglesia yo doy dinero y tiempo y depronto se me ocurre pensar que meresco que Dios me debe una vida mejor !!!!

En el proceso de deificación es el Espíritu Santo quien va moldeando a sus siervos, sanando estas impurezas, obras de las pasiones estimuladas por satanás, de tal forma que el buen obrar no es obra de uno sino que es el propio Espíritu Santo, sin violentar la voluntad de la persona quien obra en y por la persona, de tal forma que no hay obra ni mérito del que pueda uno gloriarse.

Entiendo que el debate gira en torno a lo que dicen que dijo el Papa que piensa de lo que dijo Lutero.

Sin embargo muchas veces queda el pero, de cuando todavía tenemos obras que no son de Dios.

También se me ocurre pensar que el tema de la justificación suele estar viciado por los conceptos que se tienen sobre lo que es la salvación y como la gana Cristo para nosotros, a grandes razgos la idea de San Anselmo de Canterbury parece ser la mas difundida y simple de entender pero a su vez carece de profundidad y espiritualidad siendo una explicación de orden legalista, en lugar de estar orientado a la vida mística y su desarrollo.

Saludos
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Para HermanDeAlaska:

El problema está en cnfundir fe con creencias.

La fe, aunténtica, es un dos de Dios a quienes con sinceridad aceptan a Cristo como Señor de sus vidas. !"A los que le recibieron se les dió la potestatd de ser hechos hijos de Dios" "No son engendrados de carne y sangre, sino de Dios" Juan cap 1.

No te olvides de algo importante: El romanismo condenó a todos los santos ortodoxos a la condenación cuando afirmó que fuera de la iglesia romana no hay salvación, comenzando por Atanasio hasta Atenagoras y a los que le sigan.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Para HermanDeAlaska:

El problema está en cnfundir fe con creencias.

La fe, aunténtica, es un dos de Dios a quienes con sinceridad aceptan a Cristo como Señor de sus vidas. !"A los que le recibieron se les dió la potestatd de ser hechos hijos de Dios" "No son engendrados de carne y sangre, sino de Dios" Juan cap 1.

No te olvides de algo importante: El romanismo condenó a todos los santos ortodoxos a la condenación cuando afirmó que fuera de la iglesia romana no hay salvación, comenzando por Atanasio hasta Atenagoras y a los que le sigan.

La Fe auténtica, don y gracia de Dios, produce las obras de Dios, hay muchos que presumen tener dicha Fe y hacen las obras del Diablo.

Tal vez también sería demasiado pretender que en todos los casos la Fe entra avasalladora transformando al hombre casi por arte de magia, muchas veces empieza con una Fe incipiente, la semilla ha caido en una tierra no muy fertil, y una transformación paulatina, en la medida en que el hombre va confiando en Dios se va dando esa transformación, la fe que inicia imperfecta se va perfeccionando, tal vez sería demasiado pretender que esa persona de fe incipiento que se esfuerza por superar, con la gracia de Dios, su naturaleza enferma, no esté ya justificada, mas sin embargo mientras también se vean los frutos del maligno sería imprudente pensar que uno está justificado, como si no nos pudiera pasar lo que le pasó a Adan quien estando en gracia fue expulsado del paraiso por un solo pecado.

Saludos
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

y sin embargo es gratis.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

y sin embargo es gratis.

Debo suponer que eres ortodoxo.
Siendo así. ¿que opinas de la condenación romanista sobre los grandes hombres de la antigua ortodoxia. con lo de fuera de iglesia romana no hay salvación?

¿Y de las indulgencias para sacar las almas del purgatorio?, previo pago. por supuesto ¿Es esta la caridad que condiciona la fe? Se lo pregunté a Gabaón y no obtuve respuesta.
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Estimado emiliojorge,

Efectivamente, hablas correctamente en tu afirmación de que "para un protestante, especificamente para Martín Lutero por ejemplo, un creyente en Cristo es justo ante Dios por su sola fe". El problema es la distorsión teológica que haces después, especialmente descontextualizando las palabras de Lutero. Para que veas que la deformación del SOLA FIDE ya era -de forma maliciosa- distorsionada en la época de la reforma por los católicos, me tomo la libertad de transcribir un extracto de la famosa respuesta de Calvino al Cardenal Jacobo Sadoleto, en la que tras hacer una exposición acerca de la Justificación por la Fe, se ve impelido a aclarar que con esto no se desprecian las buenas obras.

NO SE DESPRECIAN LAS OBRAS. Por Juan Calvino (1539)

Pero de este modo se hace injuria a Cristo, al rechazar, con el pretexto de su gracia, las buenas obras: ya que vino para hacer un pueblo agradable a Dios, realizador de buenas obras. Sobre lo cual existen muchos testimonios semejantes, con los que se demuestra que Cristo vino para que, obrando el bien, fuésemos por Él aceptables a Dios. Nuestros adversarios apenas si tienen en sus labios otra calumnia que la de proclamar que hemos apartado a los hombres, con la predicación de la justicia gratuitamente imputada, del deseo de obrar el bien; calumnia que es tanto más frívola cuanto que a nada podemos vernos obligados ni apremiados por ella.

Decimos que las buenas obras de nada sirven para la justificación del hombre; pero les asignamos su propio lugar en la vida de los justos. Pues si el que está justificado posee a Jesucristo y Cristo no está jamás sin su Espíritu, siguese necesariamente que esta Justicia gratuita está siempre unida a la regeneración. Por lo cual si quieres comprender cómo la fe y las buenas obras son cosas inseparables, mira a Cristo, que, como dice el Apóstol, nos ha sido dado como justicia y santificación. Por consiguiente en cualquier parte donde esté la justicia de fe -que nosotros llamamos gratuita- allí está también Cristo. Y donde está Cristo, está presente el Espíritu de santificación para regenerar al alma con nueva vida. Por el contrario donde no existe deseo alguno de santidad e inocencia, no pueden estar ni Cristo ni su Espíritu. Y donde Cristo no está, tampoco hay justicia, ni siquiera fe, la cual no puede tomar a Cristo como Justicia sin el Espíritu de santificación. En vista, pues, de que Jesucristo -como decimos- regenera a los que justifica, para la vida bienaventurada, después de haberles apartado del reino del pecado, con el fin de llevarle al reino de la Justicia, transfigurándoles en imagen de Dios, y reformándoles por su Espíritu, para que obedezcan a su voluntad, no tienes ni sombra de motivo para quejarte de que con nuestra doctrina demos rienda suelta a los deseos de la carne y si no quieren decir otra cosa, todas las alegaciones que presentas, de las que sin embargo quieres abusar para destruir la justificación gratuita, mira entonces con que gran ignorancia argumentas.

San Pablo dice en otro pasaje que hemos sido elegidos en Cristo antes de la creación del mundo, para ser santos e irreprensibles en la presencia de Dios en amor. ¿Quién se atreverá a concluir de aquí, que la elección no es gratuita, o que no es el amor la causa de aquélla? Por el contrario, así como el fin de la elección gratuita es que vivamos puramente y sin mancha delante de Dios, así también la justificación gratuita tiene esa misma finalidad.

Sin embargo mantenemos con firmeza y seguridad que no sólo ha sido justificado el hombre de una vez para siempre, sin ningún merito de sus obras, sino que su salvación eterna depende solamente de esta justicia gratuita. Y que sus obras en manera alguna pueden ser agradables a Dios, si no son aceptadas y aprobadas por esta justicia. Por lo que al leer tus escritos me he quedado sobremanera maravillado, al ver que dices que la caridad es la primera y principal causa de nuestra salvación. ¿Quién hubiera jamás pensado, Sadoleto, oírte decir tal frase? Hasta los ciegos, en medio de sus tinieblas, están mas seguros de la misericordia de Dios, sin osar atribuir el principio de su salvación a la caridad.

Y los que conservan aunque sólo sea una chispa de la luz de Dios saben perfectamente que su salvación no está asegurada por ninguna otra cosa sino por el hecho de ser adoptados por Dios. Pues la salvación eterna es la herencia del Padre Celestial, que sólo para sus hijos ha sido preparada. ¿Habrá alguien que quiera asignar a nuestra adopción otra causa distinta de la que señala comúnmente la escritura? A saber, que el primer amor no proviene de nosotros, sino que Dios, por su propio querer y buena voluntad, nos recibió graciosa y benévolamente.

De esta tu ceguera proviene el otro error de sostener que los pecados son purgados y borrados con penitencias y satisfacciones. ¿Dónde estará, pues, esta única víctima propiciatoria, fuera de la cual no existe -según la Escritura- ningún otro sacrificio por los pecados? Busca detenidamente en toda la Santa Escritura: pues si la sangre de Cristo nos es propuesta como precio de nuestra satisfacción y purificación, ¿con qué temeridad te atreves a transferir este honor a tus obras? Y sin embargo no es preciso que atribuyas este sacrilegio a la iglesia de Dios. Confieso llanamente que la iglesia primitiva tenia sus satisfacciones; pero no las concebían de modo que los pecadores pensaran impetrar gracia y librarse de sus pecados por medio de las mismas; sino para probar que el arrepentimiento que mostraban por fuera, no era una ficción y para borrar el recuerdo del escándalo que habían dado con sus fechorías. Y sin embargo no estaban prescritas para todos; sino sólo para aquellos que hablan caldo en algún grave y grande pecado; y las ponían en práctica con una solemne observancia.

Nunca he afirmado que los protestantes desprecien las buenas obras.

Martín Lutero tampoco énseñó a despreciar las buenas obras, agradables a Dios.

Sin embargo, fue bastante honesto y franco (¡¡tal vez demasiado!!) para afirmar que aún si el creyente no hacía obras buenas a los ojos de Dios sino que todo lo contrario, fornicaba y mataba mil veces al día seguía siendo justificado ante Dios ¿por qué? por la famosa sola fide...

Ese dilema, es característico entre los que sostienen la doctrina de la sola fide y de ahí las toneladas de páginas que han escrito para defender lo indefendible...

La Biblia declara claramente que la fe sin obras es fe muerta...

¿Por qué entonces seguir enseñando que somos justificados ante Dios por la sola fe? ¿si la misma Biblia dice que no es así la cosa?

Otra cosa que hacen los protestantes, es enseñar que la sangre derramada en la Cruz por el Señor es la que nos salva de todo pecado y no es así... si, no es así...

La sangre que nos redime de todo pecado es la que el Señor nos regala cada vez que celebramos la cena del Señor (eucaristía, misa) en el templo... si, en el templo...

Porque, esa es la sangre que Él declaró que derramaría por nuestros pecados en el Lugar Santísimo (el cielo) como nuestro SUMO SACERDOTE... es ahí, en ese lugar, que la sangre derramada por nuestro sumo sacerdote redime de todo pecado...

El Señor no vino a eliminar el sacerdocio sino que vino a cambiarlo (He. 7.12), el Señor no vino a eliminar la ley sino que vino a cambiarla (He. 7.12) y el Señor no vino a eliminar el templo sino que vino a reformarlo (He. 8.10)
 
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad

Ante mi larga aportación, ¿por que será que todos los catos se han quedado callados y sin ni siquiera su afición al pataleo?

Por lo visto ni siquiera acuden al Google. :biggrinbo