Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad
Re: BXVI: "La palabra `sola fide´ de Lutero es verdadera si no se opone a la caridad
Bendiciones en Cristo.
Estas quejas son las que a mí me hacen querer hablar:
Tobi dijo:
Me temo que vuestros teólogos, papas incluidos, lo que han hecho es liar las cuestiones de tal manera a fin de unir fe y obras para la salvación como algo imprescindible minimizando el sacrificio de Cristo.
Prisdeli dijo:
En cambio para el católico prácticante la justificación en sí en un proceso, cosa que carece de todo sustento biblico y aparte de esto el hombre participa de manera activa en la misma y en de ahi el enunciado de la fe+obra para justificación del hombre.
Esto de la Fe+Obras en la justificación lo entienden ustedes por la interpretación que le han venido dando estos "católicos" que no se enteran de nada.
Cualquier protestante lee versos en el tenor de estos: "
Por la dureza y la impenitencia de tu corazón vas atesorando contra ti cólera para el día de la cólera y de la revelación del justo juicio de Dios, el cual dará a cada cual según sus obras: a los que, por la perseverancia en el bien busquen gloria, honor e inmortalidad: vida eterna, mas a los rebeldes, indóciles a la verdad y dóciles a la injusticia: cólera e indignación. Tribulación y angustia sobre toda alma humana que obre el mal" (Romanos 2, 5-7) y dice Amén a estas Palabras, las reconoce reveladas, sabe y profesa que son verdad divina.
Ahora, su explicación protestante es defensiva, no le hace justicia a la radicalidad de los versos y para colmo las sistematizaciones son variadas y diversas según la confesión. La nuestra es una sola: La vida eterna es regalo divino, sobrenatural e inmerecido y al mismo tiempo es recompensa para el que habiendo obrado se dejó guiar por el Espíritu Santo.
Cálmense un poco, respire hondo, y resista la tentación de querer escribir ahora mismo. Aguante conmigo un poco más.
El Catolicismo tiene más de quince (15) siglos condenando el Pelagianismo una y otra vez que levanta cabeza, cada vez que asoma su fantasma vuelve y lo condena. Osea que cualquier intento de hacer depender la salvación, la justificación, la santificación o la elevación al orden sobrenatural de algo extraño, al margen o distinto de la gracia no tiene cabida en el Catolicismo Doctrinal... y por la Gloria de Jesús jamás la tendrá.
La explicación Católica (mayúscula) para estos versos es la de Trento: sólo un hombre que cuenta no ya con la ayuda de la gracia actual de Dios sino que él mismo es uno en quien inhabita Dios, es contado como los hijos de Dios, es visto como santo, no porque se le reputa como tal sino porque lo es en realidad, sólo ese hombre puede entrar en el cielo, sólo y ningún otro más puede hacer obras que se vayan a recompensar en el cielo. Pero ojo con esto. No son sus obras como algo suyo lo que le dan la entrada al cielo, la entrada al cielo depende de otras cosas. Y siga conmigo por favor.
Aquí es donde La Gracia católica demuestra ser mucho más Gracia en el sentido pleno de la palabra que la protestante.
Para entrar al cielo no basta haber sido justificado, hace falta que Dios lo tenga a usted como uno de los predestinados y que él, por lo mismo, le conceda la gracia de la perseverancia final. Esta gracia es un don particular que en toda la tradición católica se tiene como algo que tampoco es merecido, por eso el Concilio se refiere a él como "
el gran don". Tenga en mente que Trento cree y profesa que el don de la justificación se puede perder, que es lo que vulgarmente se entiende como "no estar en estado de gracia", por lo tanto el estr justificado hoy no es garantía de nada. Léalo claro: "
Canon 22. Si alguno dijere, que el hombre justificado puede perseverar en la santidad recibida sin especial auxilio de Dios, o que no puede perseverar con él; sea excomulgado.". La manera en la que un justificado puede garantizarse que llegará al cielo es sóla, única y exclusivamente si Dios le concede este don que consiste en hacer coincidir el momento de su muerte con que usted está en estado de gracia. Nadie puede contar con que su condición actual, ni siquiera la más santa le puede garantizar que usted pueda hacer algo que garantice su salvación: su salvación final su entrada al cielo es hasta el último momento: por gracia. Más claro: "
Canon 16. Si alguno dijere con absoluta e infalible certidumbre, que ciertamente ha de tener hasta el fin el gran don de la perseverancia, a no saber esto por especial revelación; sea excomulgado."
Ya sé que alguno viene con la queja de que esto parece crueldad, pero aguante conmigo un poquito más.
Trento, precisamente por su creencia de que el don de la justificación se pierde con todo pecado mortal, forzosamente obliga a todo el mundo que cae del estado de la justificación a perder cualquier tipo de reclamo, derecho o merecimiento delante de Dios porque al haber caído de ese estado usted ha vuelto a ser uno al que no se le debe nada, usted ha perdido el don virtuoso de la Caridad infunsa y ahora si va a volver al estado de justicia volverá por Gracia no por obras.
Notamos aquí por qué Trento, y con él toda la tradición católica hace esta triple división:
1. Predestinación.
2. Justificación.
3. Salvación.
Es el protestantismo el que ha mezclado las tres, para sorprendemente desligar Justificación de Santificación. Pero en cada testimonio bíblico y de la tradición donde se habla de certezas y garantías de salvación el Catolicismo entiende que se habla de Predestinación, la que es infalible y certera. Todos los predestinados son justificados y son salvados, infaliblemente y sin excepción, pero no todo el que pruebe alguna vez del don de la justificación es uno de los predestinados, por lo tanto no necesariamente todos los justificados se salvarán. Usted no puede ignorar esta distinción cuando quiera entender qué papel juegan las obras en la salvación del hombre, qué papel en la justificación y qué papel en la predestinación.
A ver, si se reconoce que nosotros distinguimos aquí, y ya lo han hecho los protestantes de aquí, nadie puede venir a juzgar cuando hablamos de obras como si no distinguiéramos. Esto no es una cantinflada, medite pa' que me entienda.
Una última aclaración, en la que ya abundaré. Cuando en el capítulo trece (13) del Concilio, Sesión VI, se hace una lista abundantísima de cómo debe vivir el cristiano, mucho católico ha caído en la terrible trampa de creer que es cierto de lo que le acusa el protestante y es que esta lista de buenas obras: "
trabajos, vigilias, limosnas, oraciones, oblaciones, ayunos y castidad" es lo que le otorga la entrada al cielo. Nada más lejos del consejo de Trento o del consentimiento pleno de la tradición católica o de lo que ha dicho el Papa reciéntemente. Esta lista debe ser entendida en su contexto para ver qué se espera que ellas causen.
El texto completo: "
Lo mismo se ha de creer acerca del don de la perseverancia, del que dice la Escritura: El que perseverare hasta el fin, se salvará: lo cual no se puede obtener de otra mano que de la de aquel que tiene virtud de asegurar al que está en pie para que continúe así hasta el fin, y de levantar al que cae. Ninguno se prometa cosa alguna cierta con seguridad absoluta; no obstante que todos deben poner, y asegurar en los auxilios divinos la más firme esperanza de su salvación. Dios por cierto, a no ser que los hombres dejen de corresponder a su gracia, así como principió la obra buena, la llevará a su perfección, pues es el que causa en el hombre la voluntad de hacerla, y la ejecución y perfección de ella. No obstante, los que se persuaden estar seguros, miren no caigan; y procuren su salvación con temor y temblor, por medio de trabajos, vigilias, limosnas, oraciones, oblaciones, ayunos y castidad: pues deben estar poseídos de temor, sabiendo que han renacido a la esperanza de la gloria, mas todavía no han llegado a su posesión saliendo de los combates que les restan contra la carne, contra el mundo y contra el demonio; en los que no pueden quedar vencedores sino obedeciendo con la gracia de Dios al Apóstol san Pablo, que dice: Somos deudores, no a la carne para que vivamos según ella: pues si viviéreis según la carne, moriréis; mas si mortificareis con el espíritu las acciones de la carne, viviréis. "
Esto es lo que Trento opina, que el único que puede otorgar el don final, el gran don, de la perserverancia final es Dios. Ha responsabilizado el concilio a Dios de ser el que levanta y hace permanecer firme al hombre, y traiciona
aquí al Concilio desvergonzadamente el católico que le roba lo que el concilio le asigna a Dios para otorgárselo a sus obras, aunque estas obras sean obras de la gracia de Dios. Note que el Concilio lo que atestigua es que nuestros tres enemigos pueden robarnos y hacernos caer, por nuestra propia culpa del estado de justificación y note que
aquí el llamado a las obras es un llamado negativo, es un llamado a obrar bien en contra de las seducciones de nuestros enemigos. En otras palabras: el simple mantener la gracia de la justificación es la garantía de que el morir así es señal de que Dios nos ha mantenido y por tanto Él, que es el único que puede, nos otorga la co-incidencia (literal) del momento de la muerte con el estado de gracia.
Esto es Gracia. Gracia hasta las últimas consecuencias.
Ya en su momento hablaremos del llamado positivo a la buena obra del justo, del mérito que ellas tienen y de la inmensa bondad de Dios que se manifiesta en esta manera en que La Católica lo presenta.
En el Amor de Jesús.
Gabaon.