Mi último aporte
Mi último aporte
Concluí mi anterior aporte diciéndoles que primero me “compenetraría” del pensamiento del Recobro respecto al “ministerio único y única publicación”, antes de atreverme a comentar el asunto. De su página Web
www.lsm.org/onepublication/espanol bajé el artículo “La Obra de Publicación en el Recobro del Señor”, notando ahora aquí no todo lo que habría para comentar sino seleccionando los párrafos más significativos.
El artículo de los “colaboradores compenetrados” comienza con la siguiente frase:
“Gracias a la comunión que sostuvo el hermano Lee con nosotros durante muchos años,...”.
Y de ahí y cuanto más digan, ha de aceptarse como el oráculo de Dios, ya que ellos simplemente aseguran trasmitir lo que Witness Lee les compartió, lo que no fue otra cosa que lo que en China Watchman Nee le compartiera. Así tenemos una flagrante “sucesión apostólica”, en la que hacen de Witness Lee un Papa, a Watchman Nee un Pedro, y ellos son un Colegio de Cardenales que prefieren subsistir como tales antes que disolverse de insistir con un personal sucesor. Así que de la chimenea de Anaheim no es de esperar que salga humo blanco. Ahora ellos son más infalibles que el Papa y siempre tendrán la razón, pues con el invento del “un mismo hablar” y el subsidiario del ¡Amén, Amén!, la adhesión es incondicional y absoluta, sin riesgo alguno a sufrir el menor cuestionamiento. Sé que cualquiera de ellos que leyera lo anteriormente expresado esbozará un sonrisa resignada diciendo:
- Demasiado acostumbrados estamos en el Recobro a recibir cosas como esas.
Pues bien, así como tantas veces repiten ellos lo que quisieran que fuese una verdad: “Sólo hablamos lo que Witness Lee habló, así como él unicamente habló lo que Watchman Nee habló”, ¿no podemos acaso reiterar los conceptos que ellos mismos se encargan de acreditarlos como verdaderos? - con lo que dicen y pretenden.
Siguen diciendo:
“La existencia de una sola obra de publicación no solamente constituye un testimonio de nuestra unidad en el Cuerpo, sino también una salvaguardia del único ministerio en el recobro del Señor. Si nuestra obra de publicación no fuese una sola, resultaría imposible conservar la integridad del ministerio del Señor entre nosotros, lo cual es de crucial importancia para que la unidad entre las iglesias locales sea guardada en términos concretos. “
La anterior declaración sería por demás infantil si no fuera que quienes la profieren son hombres maduros con pretensiones de enseñar a otros. No se apoya en la Escritura sino en el pragmatismo contemporáneo. También denota falta de fe y dependencia del Espíritu Santo. La perfecta unidad en Cristo es mantenida según las instrucciones que nos enseña la Palabra de Dios (Ef.4:1-16 y pasajes paralelos) y no según códigos de uniformidad exterior y sometimiento jerárquico. Una iglesecta que anda por ahí dice reconocer como únicamente inspirados los escritos de Pablo. Para las cristianos de todas las épocas y hasta hoy, “Toda la Escritura es inspirada por Dios” (2Tim.3:16), y junto con las epístolas de Pablo, también las de Juan, Pedro, Santiago y Judas. No nos atreveríamos a decir que en el siglo primero existió únicamente el ministerio de Pablo, cuando salvo Jacobo los demás apóstoles todavía vivían, y había muchos obreros activos como Lucas, Timoteo, Tito, Apolos, Silas, Bernabé, etc. El ministerio único siempre entendimos que es el del mismo Señor Jesucristo a través del Espíritu Santo, quien llama y dota a los obreros con dones y servicios diferentes pero complementarios (Mr. 16:20; Hch.1:8; 13:2). Cualquier atento lector de las epístolas de Pablo advertirá que el apóstol no se esmeraba en convencer a nadie de la exclusividad de su ministerio desmereciendo otros trabajos, sino previniendo a los hermanos e iglesias respecto a los falsos apóstoles que presentándose como tales sólo buscaban su propio beneficio. Pero Juan, Pedro, Santiago y Judas también avisan a los santos acerca de anticristos, falsos maestros y hombres corruptos contra quienes debían precaverse. Esto de ninguna manera quiere decir que cada uno de ellos preconizaba su propio ministerio desmereciendo el de otros. Si ese “único ministerio” que el Recobro pretende imponer, tuviera un precedente neotestamentario, era formidable la oportunidad de Pablo para decirlo por las claras en 1Co.3, pero no sólo que no lo hace, sino que ahí y en otras muchas partes deja bien en claro la diversidad de dones, ministerios y actividades (12:4-11) dados por el Señor y administrados por el Espíritu Santo conforme al propósito de Dios Padre. Por supuesto que – como en Corinto – Pablo sentía una especial responsabilidad hacia aquellos a quienes inicialmente había conducido a su salvación en Cristo. Su celo personal en tales casos es comprensible, sin conferirle en absoluto la prerrogativa de un monopolio en la obra de Dios, como si cualquiera que quisiera ir a levantar testimonios por el sur de Europa, norte de África o Cercano Oriente, tuviera primero que consultarle y obtener una concesión para su trabajo allí. Pues tal es el derecho que se le daba a Witness Lee, y el que hoy día porfían por arrogarse los “colaboradores compenetrados”. Si no fuera que esto resulta trágico, sería risible.
Párrafos extractados de un testimonio de Witness Lee:
“Cuando estuvimos en China, solamente existía la obra de publicación del hermano Nee, y el Gospel Room [Casa de publicaciones evangélicas] era de él exclusivamente.” “Todo lo que se publicaba procedía del Gospel Room del hermano Nee, ya que entendíamos que publicar literatura equivalía a dar el sonido de trompeta al pueblo de Dios. No sólo se está tocando la trompeta cuando se dan mensajes, sino aun mucho más cuando se publica literatura.”
El precedente testimonio de Witness Lee es verdadero apenas parcialmente. Si se refiere a la responsabilidad específica que el hermano Nee asumía para proveer a los hermanos y obreros de literatura sana y oportuna, por supuesto que publicaba únicamente lo que creía mejor a tales fines, ya fuesen los escritos procedentes de su propia pluma o ajenos. Por supuesto que en este emprendimiento dependía totalmente de la guía y recursos del Señor, sin comprometerse ni comprometer a nadie, usando de libertad en el Espíritu y de independencia en cuanto a otros editores y casas de publicaciones. Pero jamás trascendió que él hubiese dicho o escrito alguna vez que los hermanos debían reducirse a leer sólo lo que él escribiera o publicara. ¡Demasiado amante era él de los libros para caer en tal grosera exclusividad!
Así que cuando Witness Lee dice: “Cuando estuvimos en China, solamente existía la obra de publicación del hermano Nee” concretamente se refiere al círculo de hermanos entre quienes él se movía y a quienes servía, pero sin significar ello que no existieran en China otras casas cristianas publicadoras, denominacionales o no. De hecho, las iglesias y librerías en aquel entonces eran abastecidas con excelentes obras (en inglés y también en chino) de editoriales británicas y norteamericanas. El testimonio de Witness Lee apenas sirve para significar que él mismo no fundó entonces su propia editorial, ni lo hizo el hermano Yu ni ningún otro de sus colaboradores, allá y en aquel entonces. Si el mantener la Gospel Room ya era bastante problemático, ¡cuánto más si entonces a cada obrero se le hubiera ocurrido tener su propia editorial para publicar sus escritos! En toda la historia del cristianismo vemos a hombres de Dios dedicados a difundir cuanto creían útil para esclarecer la verdad del Evangelio y esparcir las Escrituras. Sin ir más lejos, el bien conocido Charles H. Spurgeon publicaba sus sermones semanales que eran distribuidos por todo el mundo (se estima que en total se imprimieron 32 millones). Dos miembros de su iglesia (el Tabernáculo Metropolitano de Londres), dueños de una importante casa editora, no daban abasto para publicar todos los libros y folletos de Spurgeon, viéndose forzados a no aceptar publicar otra cosa. Pero tal exclusividad era resultado de la gran demanda que tenía esta literatura, y no porque Spurgeon se arrogara el monopolio del hablar y el escribir entre los cristianos de su época. La esposa de Spurgeon fundó en el año 1875 el Fondo de Libros, a fin de proveer a todos los siervos de Dios que lo requirieran (misioneros, obreros, evangelistas, pastores, maestros, etc.) de la literatura cristiana que les instruyera e inspirara en su ministerio. Por supuesto que muchos de ellos eran de autoría de su propio esposo, pero no necesariamente todos. Entonces se entendía que el único y postrer hablar había sido el de Cristo (He.1:2) y que el Espíritu de verdad seguía ministrando la Palabra de Dios a cuantos quisiesen hacer la voluntad del Padre. ¡Ni por asomo a nadie entonces se le hubiera ocurrido que debían limitar sus lecturas a lo dicho y escrito por Spurgeon! Lo mismo podríamos decir de muchísimos más.
La verdad de la milanesa en toda esta tramoya, es que Witness Lee ha consagrado a Watchaman Nee como único Trompeta, a fin de poder perpetuarse luego él como único trompetista, haciendo que aquel diera el sonido que a este le gustara soplar. En cuanto a sus “compenetrados colaboradores”, tocan al unísono el mismo pito procurando no desafinar a riesgo de ser puestos en cuarentena.
Si algún susceptible lector pensara que se me va la mano usando de imágenes ofensivas, vea que el tratamiento es demasiado benévolo atendiendo a la gravedad de los extremos heréticos en que se incurre con abuso de tantas almas preciosas rescatadas con la sangre de nuestro Señor y Salvador.
En párrafos que siguen los “compenetrados” continúan:
“En conformidad con la práctica establecida por el hermano Nee en China, esta única obra de publicación, este único sonido de trompeta, siempre ha sido producido, en términos prácticos y concretos, por una sola empresa de publicaciones...” “Por lo tanto, hoy nosotros tenemos que dar continuación a esta práctica con toda diligencia y hacer sonar la trompeta de una manera concreta a través de una sola obra de publicación...”
Preguntémosles:
- ¿Pero de cuál trompeta están hablando?
- Obviamente, que de la que no debe dar sonido incierto, como enseña Pablo en 1Co.12:8; o sea, el un solo hablar a través de un solo ministerio, una sola empresa de publicaciones y una sola obra de publicación.
- ¿Pero acaso es eso lo que anota Witness Lee en su comentario a ese versículo en su Versión Recobro?
- Pues déjeme ver..., no..., extrañamente no dice nada sobre él.
- Pues sí que resulta extraño, habida cuenta de la tremenda importancia que ustedes dan a ese “único sonido de trompeta”. Y más extraño resulta todavía que comentando Witness Lee el contexto a ese versículo (vs.7 y 10), rectamente los refiere al desorden provocado con el uso abusivo del don de lenguas, asunto para nada relacionado con el un solo hablar y un único ministerio.
Y este es apenas un ejemplo de otros más que se podría dar, mostrando como a veces lo que Witness Lee escribe con la mano lo borra con el codo, contradicción en la que tan frecuentemente reinciden los trompetistas – perdón, “compenetrados” debió decirse.
Siguen los colaboradores:
“Living Stream Ministry y Taiwan Gospel Book Room publican tanto el ministerio de años pasados que nos fue impartido por el hermano Nee y el hermano Lee así como el hablar actual, vigente y actualizado que procede de la comunión del grupo de colaboradores compenetrados, el cual se basa en los materiales del ministerio del hermano Lee y el hermano Nee. Éstos son los materiales que han sido utilizados con regularidad en la vida de iglesia en el recobro del Señor, y ellos constituyen la única obra de publicación existente entre nosotros hoy.”
Véase por favor el cercano parentesco de estos “compenetrados colaboradores” con el Cuerpo Gobernante de los Testigos de Jehová, que apenas se proclaman obreros fieles que prosiguen con los trabajos del Juez Rutherford y el Pastor Charles. T. Russell.
Si un mismo hablar requería de dos bocas de propalación: una desde California y otra desde Taiwan, cualquiera se preguntaría:
-¿Y por qué no sería lícito tener una tercera, por ejemplo “Árvore da Vida” desde San Pablo, Brasil? ¿U otra desde Buenos Aires o Ciudad de Méjico para atender la demanda de los muchos hispano hablantes? Así también Moscú, Sud África y Australia podrían también constituir estratégicos lugares de expansión de la obra.
De China continental mejor no hablemos, pues bien se cuidó Witness Lee que no hubiera acercamiento alguno entre su Recobro y lo que el Señor seguía haciendo allí. Temía lo que pudiera resultar de una confrontación entre la verdadera obra de Dios en el continente, y la suya propia. Dijo verdad en cuanto al no interferir con la obra del Espíritu allí, pero coincidentemente tal verdad se avenía a su conveniencia. Era menester ocultar que en China el Señor en absoluto había revelado los asuntos que dijo luego haber recobrado, y que sin ninguna de sus novedades particulares la obra de Dios allí prosperaba mejor que en cualquier otra parte del mundo conocido. Dios en su providencia permitió que nosotros tratáramos en Montevideo con un anciano matrimonio chino radicado en Uruguay, familiares de la esposa de Watchman Nee, habiendo éste convivido con ellos por un tiempo en casa del hermano Bao Koh Chong en Shangai. Dado que ellos visitaron las iglesias en distintas localidades en China continental en los años 80, pudieron testificarnos del avance de la obra del Señor allí. Nada se sabía entonces del Recobro de Witness Lee.
La prevención de tener una sola obra de publicación, en aras de asegurar la unidad del movimiento, denota falta de fe en el Señor de su iglesia que prometió edificarla, santificarla y purificarla “a fin de presentársela a Sí mismo, una iglesia gloriosa...” (Ef.5:26,27). ¿Acaso son necesarios los recaudos humanos, como si la sagacidad de Witness Lee pudiera prevenir de latentes divisiones? Con los resultados a la vista, sus mejores intenciones parece que contribuyeron a las desavenencias internas con las consiguientes divisiones, malogrando tanto esfuerzo invertido. Finalmente: ¿queda alguna esperanza de solución? Bueno, si la esperanza es lo último que se pierde, por nada querríamos perderla. En el mundo se dice: “Hablando los hombres se entienden”. Sabido esto, muchos hermanos se rehúsan a hablar, porque temen verse llevados hacia un entendimiento que difiera a lo que se han encaprichado a no renunciar, aunque tampoco lo entiendan demasiado bien. Cuando la obstinación carnal es interpretada como fidelidad espiritual, ya no hay nada que se pueda hacer. No olvidemos que dentro del Recobro han sido dadas instrucciones precisas de no escuchar ni leer nada de lo que puedan decir o escribir cuantos son antagónicos a la organización dirigida desde Anaheim. Podríamos comprender que no se quiera exponer al diálogo abierto a los neófitos y hermanos poco preparados, pero ¿por qué los mismos “colaboradores compenetrados” se encierran irreductibles en su torre de marfil no “dispuestos siempre a presentar defensa ante todo el que os pida razón de la esperanza que hay en vosotros”? (1Pedro 3:15). Creo que su mutismo los delata. Quienes alcanzan a oírnos, nos sonríen benignamente, ponen sus ojos en lontananza, musitan un “¡Oh, Señor Jesús!”, hacen mutis y se van. En la medida que los hijos de Dios seamos vencedores en Cristo para hablar la verdad en el poder de su Espíritu, arrugarán como bicho bolita y sucumbirán aplastados bajo toneladas de material de la MSM, en que paradójicamente se hallaban preciosas verdades bíblicas a las que no le hicieron el honor de creerlas, practicarlas y enseñarlas como Dios manda. Por sus caprichos mundanos y carnales, malograron toda la rica herencia espiritual que nos legaron preciosos hermanos de todos los tiempos y continentes. Quienes ahora somos testigos de semejante desastre debemos guardarnos de no caer en lo mismo, siempre asidos a nuestra Cabeza en los cielos, a la diestra del Padre (Col.2:19).
Con este aporte finalizo aquí mis consideraciones a que dieron lugar algunos artículos de los “colaboradores compenetrados”, y quedo a las órdenes para responder a cualquier consulta de algún hermano que quiera escribirme
ricardoestevez2003@yahoo.com.ar
Saludos a todos en la gracia y amor del que pronto viene.
Ricardo.