A las 10 preuntas!
A las 10 preuntas!
Apreciado Dagoberto Juan:
¡Qué alegría reencontrarnos nuevamente en el Foro!
Me consta que es recíproco el respeto y la simpatía que mutuamente nos dispensamos.
Pero me consta también que yo sería la última persona que quisieras ver aparecer en un epígrafe que participas. Cuando debatimos lado a lado defendiendo juntos la misma posición, todo va bien. Pero cuando nos enfrentamos sosteniendo criterios diferentes, ¡ahí la cosa se pone brava!
Por lo menos ahora sabemos que si alguna respuesta tuya no viene o se demora más de lo esperado, no implica una deserción sino sólo la escasa oportunidad que tienes de entrar al Foro.
Ya que este último aporte tuyo parece no responder a argumento alguno que hubiesen propuesto Miniyo o Félix, parecería que responder a mis preguntas y al asunto de la doble descobertura del varón y la doble cobertura de la mujer sería lo más apropiado.
Pero en fin, si en el terreno que planteo (el propio de 1Co.11) no te sientes cómodo, y prefieres con tus diez preguntas distraer nuestra atención a otros aspectos ajenos al pasaje en sí, estás en tu derecho, por más evidente que sea tu maniobra.
Aunque las preguntas las diriges a Miniyo y Félix (orando que no sea yo quien tome la posta), con todo entre líneas se lee una invitación a que participe, pues sabes perfectamente que sí quiero responder a cuanto en cualquier tema se me proponga.
A la simplicidad de las dos observaciones que hice en mi aporte, y que surgen naturalmente de la simple lectura de esa primera mitad del capítulo, opones diez preguntas que contribuyen a enturbiar la discusión, mas no a clarificarla. De todos modos, no las temo, y paso a contestarlas sin enredarme con ellas, y esperando mejor que tú o cualquier otro forista expresen la razón de su disconformidad con lo que expuse, si es que tienen alguna.
1 – Gn.24:65: Cuando Isaac viene al encuentro de quien sería su esposa Rebeca tomó el velo y se cubrió. 38:14-19 Un uso pernicioso del velo hizo Tamar para que no la reconociese su suegro y pudiera concebir de él lo que no logró de sus hijos; con todo, de su descendencia nació el Señor Jesús (Mt.1:3). 2Samuel 15:30 David y sus acompañantes subieron la cuesta de los Olivos, llorando y con la cabeza cubierta. Bueno, estos son los primeros casos que yo recuerdo. Pero esto no es cosa de echar mano de una Concordancia bíblica y registrar las referencias a cubrirse, velo y cabeza. Buscar los antecedentes es innecesario cuando en el propio pasaje Pablo se encarga de explicar la razón de esta conducta, que no es de índole costumbrista sino espiritual y basada en razones teológicas. Apelar a los precedentes solamente sirve si lo que se propone es quitarle toda trascendencia a una enseñanza dada solamente por Pablo sin estar refrendada por todo el colegio apostólico como ocurrió en Hechos 15. Pero no sería a Pablo a quien se le estaría retaceando esa enseñanza, sino al Espíritu Santo que lo inspiró al escribir 1Corintios. La singularidad de las revelaciones dadas a Pablo (2Co.12:1-7; Gl.1:12; Ef.3:2,3) incluye algunas “difíciles de entender” pero a las que se subscribe también Pedro (2Pe.3:15). ¿O acaso nos atreveremos a decir: si lo que Pablo enseña no lo repiten Pedro, Juan, Santiago y Judas, no lo aceptaremos? ¡Cómo se nos achicará todo el epistolario! Si este punto, como el de las lenguas, solamente aquí se discute, es porque sólo en Corinto no se estaban reteniendo estas instrucciones que con carácter general acataban todas las iglesias.
2 – El objeto del velo está magistralmente explicado por Pablo bajo inspiración del Espíritu Santo en todo ese pasaje de 1Co.11, como para que yo necesite aclarar lo que de por sí es más que claro: en la iglesia de Cristo solamente debe resplandecer la gloria de su Cabeza: Cristo Jesús. Como Cristo es cabeza de todo varón, éste no debe cubrir la suya a fin de no tapar la gloria de Cristo que debe ser exhibida. Pero como la mujer es gloria del varón (su cabeza) ella sí debe cubrir la suya a fin de no competir con la gloria de Cristo, el cual es el mismo resplandor de la gloria del Padre (He.1:3). Si algo tan sencillo no se quiere acatar, entonces todavía queda el recurso de retorcer el texto generando complicaciones que sirvan a excusar la desobediencia.
3 y 4 – Como costumbre, lo de cubrirse la cabeza no se limita solamente a las judías, sino que es universal; y no exclusivo en las mujeres, sino en los hombres también. Desde el principio y hasta ahora la cabeza se cubre tanto para protegerla de la inclemencia del sol, como para abrigarla del frío. También para preservarla de la arena y el polvo que levanta el viento. La cabellera larga de las mujeres requiere más de este cuidado que en los hombres. Dentro de la cultura neotestamentaria, judíos y judías estaban cubiertos en el Templo y en las sinagogas. Entre griegos y romanos, hombres y mujeres participaban de los cultos en los templos paganos con la cabeza descubierta. Así que lo que Pablo enseña nada tiene que ver con costumbres de los hebreos o de los gentiles. En cuanto a los precedentes históricos entre los israelitas, al comienzo del primer punto cité los primeros casos que recordaba, pero si para ti ese detalle es importante puedes proseguir buscando tú mismo.
5 y 6 – En las asambleas de hermanos donde estuve congregado y en las que visité, los varones permanecían con su cabeza descubierta durante toda la reunión, y las hermanas cubiertas con velo, mantilla o sombrero. En 1.950 años del cristianismo también fue así entre católicos, ortodoxos y protestantes, salvo los cuáqueros y otros pocos grupos.
7 – Esta pregunta no requiere de una respuesta “según ustedes”, ya que Pablo únicamente apela al buen juicio, sano criterio y sentido común de sus lectores. Tanto entonces como dos mil años después, sea en España o en Bolivia, la situación es la misma. Si travestis o afeminados lucen largas cabelleras, y desde la primera guerra mundial las feministas cortan su pelo a la garçon y visten trajes de saco y pantalón, ese es su problema. Lo que hagan, no afecta la sana doctrina que se imparte en 1Corintios 11.
8 – En cuanto al “en lugar de” ya lo dije en mi anterior aporte: Cuando Dios creó a Eva, no la hizo con un cráneo pelado sobre el que pegó una mantilla, sino que la dotó de una larga y hermosa cabellera, que cuando ondulaba a los lejos por la brisa, arrancaba profundos suspiros de Adán. Que Absalón quisiera imitar a la madre de todos los vivientes, le costó la vida (2Sam.18:9). Aislando el v.15 del resto del capítulo, es posible concluir que Pablo da a entender que Dios les ahorra a las mujeres el tener que ponerse un velo sobre su cabeza, pues ya las cubrió con el de su propia cabellera. Pero no era a influjos del vino que escribía Pablo sino por inspiración del Espíritu. No padeció de ninguna amnesia temporal olvidando lo que viene argumentando desde el v.3.
De todos modos, las hermanas que no suelen reparar en la observancia del velo, tampoco se preocupan por lo largo, corto, encrespado, teñido o peinados ostentosos de sus cabellos (1Pe.3:3).
9 – No hay tanta necesidad de enseñar a las hermanas lo que es obvio y de lo que serán convencidas por su propia lectura bíblica, pues tienen el ejemplo práctico de lo que siempre han hecho sus madres, abuelas y demás mujeres en la congregación. Pero caso que sí se enseñe, hay que hacerlo bien y no mal, como generalmente suele hacerse:
a) debe empezarse no con las hermanas sino con los varones, como hace Pablo.
b) es indebido poner el énfasis en el “debe tener señal de autoridad sobre su cabeza” lo que la inferioriza ante el varón, sino hacerle ver su privilegio de mostrar el perfecto orden de Dios en la iglesia (único lugar bajo el cielo con tal testimonio) “por causa de los ángeles” v.10.
c) no debiera presionarse jamás a ninguna hermana a que resignadamente haga por imitación lo que no siente de hacer, sino mostrarle pacientemente las razones que acaben por vencer la resistencia propia de la ignorancia o costumbres diferentes.
Recuérdese que los evangélicos hispano americanos no solemos pensar con nuestra propia cabeza, sino que hacemos según hayan hecho los misioneros británicos y norteamericanos. Así es que acertamos en lo que ellos están correctos, y erramos en todo aquello en que ellos están despistados. Gracias a Dios, últimamente las cosas vienen cambiando, pues estamos viendo que Dios no rellenó nuestros cráneos con money, sino que nos dotó de cerebro.
10 – Lo que Pablo está defendiendo en 1Co.11 son las instrucciones que les había entregado (v.2), pero que tal como hoy día, los corintios también eran hábiles en seguir unas y desatender otras. Lo que él expone no da lugar a que se le cuestione (v.16) pues no es palabra de hombre sino de Dios (1Ts.2:13). Pero quien no quiera reconocer que los mandamientos que escribe son de Dios, está en todo su derecho de ignorarlos, si bien él mismo también será ignorado (1Co.14:37,38) no siendo reconocido como hermano. Su enseñanza no es locataria y para ese tiempo solamente, sino universal y mientras dure la presente dispensación: “Como en todas las iglesias de los santos” (1Co.14:33); “de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias” (1Co.4:17); “con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1Co.1:2).
Preguntar si Pablo podría en ese capítulo estar defendiendo el no uso del velo es un chiste.
He respondido a estas diez preguntas por pura cortesía, apartándome de momento por lo que creo era más importante y trascendente, como lo expuse en mi anterior aporte. Prefiero debatir sobre el terreno del propio texto bíblico que desviarme a hipotéticos casos como los planteados.
Si cabe alguna duda, dispuesto estoy a atenderla.
Ricardo.
A las 10 preuntas!
Apreciado Dagoberto Juan:
¡Qué alegría reencontrarnos nuevamente en el Foro!
Me consta que es recíproco el respeto y la simpatía que mutuamente nos dispensamos.
Pero me consta también que yo sería la última persona que quisieras ver aparecer en un epígrafe que participas. Cuando debatimos lado a lado defendiendo juntos la misma posición, todo va bien. Pero cuando nos enfrentamos sosteniendo criterios diferentes, ¡ahí la cosa se pone brava!
Por lo menos ahora sabemos que si alguna respuesta tuya no viene o se demora más de lo esperado, no implica una deserción sino sólo la escasa oportunidad que tienes de entrar al Foro.
Ya que este último aporte tuyo parece no responder a argumento alguno que hubiesen propuesto Miniyo o Félix, parecería que responder a mis preguntas y al asunto de la doble descobertura del varón y la doble cobertura de la mujer sería lo más apropiado.
Pero en fin, si en el terreno que planteo (el propio de 1Co.11) no te sientes cómodo, y prefieres con tus diez preguntas distraer nuestra atención a otros aspectos ajenos al pasaje en sí, estás en tu derecho, por más evidente que sea tu maniobra.
Aunque las preguntas las diriges a Miniyo y Félix (orando que no sea yo quien tome la posta), con todo entre líneas se lee una invitación a que participe, pues sabes perfectamente que sí quiero responder a cuanto en cualquier tema se me proponga.
A la simplicidad de las dos observaciones que hice en mi aporte, y que surgen naturalmente de la simple lectura de esa primera mitad del capítulo, opones diez preguntas que contribuyen a enturbiar la discusión, mas no a clarificarla. De todos modos, no las temo, y paso a contestarlas sin enredarme con ellas, y esperando mejor que tú o cualquier otro forista expresen la razón de su disconformidad con lo que expuse, si es que tienen alguna.
1 – Gn.24:65: Cuando Isaac viene al encuentro de quien sería su esposa Rebeca tomó el velo y se cubrió. 38:14-19 Un uso pernicioso del velo hizo Tamar para que no la reconociese su suegro y pudiera concebir de él lo que no logró de sus hijos; con todo, de su descendencia nació el Señor Jesús (Mt.1:3). 2Samuel 15:30 David y sus acompañantes subieron la cuesta de los Olivos, llorando y con la cabeza cubierta. Bueno, estos son los primeros casos que yo recuerdo. Pero esto no es cosa de echar mano de una Concordancia bíblica y registrar las referencias a cubrirse, velo y cabeza. Buscar los antecedentes es innecesario cuando en el propio pasaje Pablo se encarga de explicar la razón de esta conducta, que no es de índole costumbrista sino espiritual y basada en razones teológicas. Apelar a los precedentes solamente sirve si lo que se propone es quitarle toda trascendencia a una enseñanza dada solamente por Pablo sin estar refrendada por todo el colegio apostólico como ocurrió en Hechos 15. Pero no sería a Pablo a quien se le estaría retaceando esa enseñanza, sino al Espíritu Santo que lo inspiró al escribir 1Corintios. La singularidad de las revelaciones dadas a Pablo (2Co.12:1-7; Gl.1:12; Ef.3:2,3) incluye algunas “difíciles de entender” pero a las que se subscribe también Pedro (2Pe.3:15). ¿O acaso nos atreveremos a decir: si lo que Pablo enseña no lo repiten Pedro, Juan, Santiago y Judas, no lo aceptaremos? ¡Cómo se nos achicará todo el epistolario! Si este punto, como el de las lenguas, solamente aquí se discute, es porque sólo en Corinto no se estaban reteniendo estas instrucciones que con carácter general acataban todas las iglesias.
2 – El objeto del velo está magistralmente explicado por Pablo bajo inspiración del Espíritu Santo en todo ese pasaje de 1Co.11, como para que yo necesite aclarar lo que de por sí es más que claro: en la iglesia de Cristo solamente debe resplandecer la gloria de su Cabeza: Cristo Jesús. Como Cristo es cabeza de todo varón, éste no debe cubrir la suya a fin de no tapar la gloria de Cristo que debe ser exhibida. Pero como la mujer es gloria del varón (su cabeza) ella sí debe cubrir la suya a fin de no competir con la gloria de Cristo, el cual es el mismo resplandor de la gloria del Padre (He.1:3). Si algo tan sencillo no se quiere acatar, entonces todavía queda el recurso de retorcer el texto generando complicaciones que sirvan a excusar la desobediencia.
3 y 4 – Como costumbre, lo de cubrirse la cabeza no se limita solamente a las judías, sino que es universal; y no exclusivo en las mujeres, sino en los hombres también. Desde el principio y hasta ahora la cabeza se cubre tanto para protegerla de la inclemencia del sol, como para abrigarla del frío. También para preservarla de la arena y el polvo que levanta el viento. La cabellera larga de las mujeres requiere más de este cuidado que en los hombres. Dentro de la cultura neotestamentaria, judíos y judías estaban cubiertos en el Templo y en las sinagogas. Entre griegos y romanos, hombres y mujeres participaban de los cultos en los templos paganos con la cabeza descubierta. Así que lo que Pablo enseña nada tiene que ver con costumbres de los hebreos o de los gentiles. En cuanto a los precedentes históricos entre los israelitas, al comienzo del primer punto cité los primeros casos que recordaba, pero si para ti ese detalle es importante puedes proseguir buscando tú mismo.
5 y 6 – En las asambleas de hermanos donde estuve congregado y en las que visité, los varones permanecían con su cabeza descubierta durante toda la reunión, y las hermanas cubiertas con velo, mantilla o sombrero. En 1.950 años del cristianismo también fue así entre católicos, ortodoxos y protestantes, salvo los cuáqueros y otros pocos grupos.
7 – Esta pregunta no requiere de una respuesta “según ustedes”, ya que Pablo únicamente apela al buen juicio, sano criterio y sentido común de sus lectores. Tanto entonces como dos mil años después, sea en España o en Bolivia, la situación es la misma. Si travestis o afeminados lucen largas cabelleras, y desde la primera guerra mundial las feministas cortan su pelo a la garçon y visten trajes de saco y pantalón, ese es su problema. Lo que hagan, no afecta la sana doctrina que se imparte en 1Corintios 11.
8 – En cuanto al “en lugar de” ya lo dije en mi anterior aporte: Cuando Dios creó a Eva, no la hizo con un cráneo pelado sobre el que pegó una mantilla, sino que la dotó de una larga y hermosa cabellera, que cuando ondulaba a los lejos por la brisa, arrancaba profundos suspiros de Adán. Que Absalón quisiera imitar a la madre de todos los vivientes, le costó la vida (2Sam.18:9). Aislando el v.15 del resto del capítulo, es posible concluir que Pablo da a entender que Dios les ahorra a las mujeres el tener que ponerse un velo sobre su cabeza, pues ya las cubrió con el de su propia cabellera. Pero no era a influjos del vino que escribía Pablo sino por inspiración del Espíritu. No padeció de ninguna amnesia temporal olvidando lo que viene argumentando desde el v.3.
De todos modos, las hermanas que no suelen reparar en la observancia del velo, tampoco se preocupan por lo largo, corto, encrespado, teñido o peinados ostentosos de sus cabellos (1Pe.3:3).
9 – No hay tanta necesidad de enseñar a las hermanas lo que es obvio y de lo que serán convencidas por su propia lectura bíblica, pues tienen el ejemplo práctico de lo que siempre han hecho sus madres, abuelas y demás mujeres en la congregación. Pero caso que sí se enseñe, hay que hacerlo bien y no mal, como generalmente suele hacerse:
a) debe empezarse no con las hermanas sino con los varones, como hace Pablo.
b) es indebido poner el énfasis en el “debe tener señal de autoridad sobre su cabeza” lo que la inferioriza ante el varón, sino hacerle ver su privilegio de mostrar el perfecto orden de Dios en la iglesia (único lugar bajo el cielo con tal testimonio) “por causa de los ángeles” v.10.
c) no debiera presionarse jamás a ninguna hermana a que resignadamente haga por imitación lo que no siente de hacer, sino mostrarle pacientemente las razones que acaben por vencer la resistencia propia de la ignorancia o costumbres diferentes.
Recuérdese que los evangélicos hispano americanos no solemos pensar con nuestra propia cabeza, sino que hacemos según hayan hecho los misioneros británicos y norteamericanos. Así es que acertamos en lo que ellos están correctos, y erramos en todo aquello en que ellos están despistados. Gracias a Dios, últimamente las cosas vienen cambiando, pues estamos viendo que Dios no rellenó nuestros cráneos con money, sino que nos dotó de cerebro.
10 – Lo que Pablo está defendiendo en 1Co.11 son las instrucciones que les había entregado (v.2), pero que tal como hoy día, los corintios también eran hábiles en seguir unas y desatender otras. Lo que él expone no da lugar a que se le cuestione (v.16) pues no es palabra de hombre sino de Dios (1Ts.2:13). Pero quien no quiera reconocer que los mandamientos que escribe son de Dios, está en todo su derecho de ignorarlos, si bien él mismo también será ignorado (1Co.14:37,38) no siendo reconocido como hermano. Su enseñanza no es locataria y para ese tiempo solamente, sino universal y mientras dure la presente dispensación: “Como en todas las iglesias de los santos” (1Co.14:33); “de la manera que enseño en todas partes y en todas las iglesias” (1Co.4:17); “con todos los que en cualquier lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo, Señor de ellos y nuestro” (1Co.1:2).
Preguntar si Pablo podría en ese capítulo estar defendiendo el no uso del velo es un chiste.
He respondido a estas diez preguntas por pura cortesía, apartándome de momento por lo que creo era más importante y trascendente, como lo expuse en mi anterior aporte. Prefiero debatir sobre el terreno del propio texto bíblico que desviarme a hipotéticos casos como los planteados.
Si cabe alguna duda, dispuesto estoy a atenderla.
Ricardo.