Re: Preguntas para la forista llamada "Catolica"
toni dijo:
Se os reclama a los catos:
Contenido y límites de la tradición apostólica
En el Concilio de Trento (en una declaración reiterada en el Vaticano I, II y el el Nuevo Catecismo) se declara que toda la verdad y disciplina "se contiene en los libros escritos y en tradiciones no escritas que, transmitidas como de mano en mano, han llegado hasta nosotros desde los Apóstoles, quienes las recibieron o bien de labios de Cristo mismo, o bien por inspiración del Espíritu Santo." (Denzinger 783).
Aquí no se está hablando de cualesquiera tradiciones, ni siquiera de lo que puede llamarse tradición eclesiástica, sino de enseñanzas que provienen de los Apóstoles mismos.
Ahora bien, la iglesia universal reconoció hace muchos siglos la extensión y por tanto el contenido de las Escrituras.
Si la Iglesia de Roma afirma haber conservado impoluta las tradiciones que los Apóstoles no escribieron, en tantos siglos cabe pensar que dicha Iglesia debería haber llegado a una clara delimitación de la extensión y el contenido de dicha parte de la Revelación que sostiene tener.
Lo que yo pido es una transcripción autorizada, o siquiera una fuente bibliográfica accesible, donde todas estas tradiciones que la Iglesia de Roma dice tener estén convenientemente compiladas.
Seguiremos con las cortinas de humo? miapuestapuntocom no aceptan apuestas
Quedo a la espera ...
Si existe la Tradición divina
257. Nociones. Antes de establecer nuestra tesis, nos ha parecido conveniente y oportuno, para mayor claridad de lo
que vamos a decir, proponer algunas nociones previas.
Qué se entiende por Tradición divina. Esta palabra, que ha tenido no una, sino varias acepciones, significa, por lo general, en el nuevo Testamento el conjunto de hechos y de doctrinas pertenecientes a la revelación que nos trajo Jesucristo y que los Apóstoles y sus inmediatos sucesores nos comunicaron, ya oralmente, ya por escrito
Lc 1, 2 “según nos han transmitido los que, desde el principio, fueron testigos oculares, convertidos después en ministros de la palabra”
2 Tes 2, 15 “Manteneos, pues, hermanos, firmes y guardad las tradiciones que recibisteis, ya de palabra, ya por nuestra carta”
2 Tes 3, 6 “En nombre de nuestro Señor Jesucristo os exhortamos a apartaros de todo hermao que viva desordenadamente y no según las tradiciones que de nosotros recibieron”
División de la Tradición. La Tradición suele dividirse en tradición objetiva y tradición subjetiva; tradición objetiva es el conjunto de verdades, de hechos, de milagros…, que constituyen el depósito de la fe; tradición subjetiva es el conjunto de personas, por cuya mediación llegaron hasta nosotros los hechos y dichos de Cristo; así, por ejemplo, el mismo Cristo, los Apóstoles y sus discípulos inmediatos, y después todos cuantos de una o de otra manera nos comunicaron la doctrina revelada.
Organos de la Tradición, son aquellas personas morales o físicas que transmiten, dentro de la Iglesia, las verdades reveladas contenidas en la tradición objetiva y pueden catalogarse en dos categorías, a saber: primarios y secundarios; primarios, son aquellas personas físicas o morales que tienen en la Iglesia de Dios el oficio de enseñar, de conservar y de declarar la tradición objetiva, y son el Romano Pontífice, los Concilios y los obispos dispersos por todo el mundo, secundarios, son aquellas personas físicas que, bajo la vigilancia y dirección de los anteriores, transmiten, dentro de la Iglesia, la tradición objetiva, y son los Doctores, los Teólogos, los escritores y los artistas, quienes de una o de otra manera se ocupan de la verdad revelada y la profesan.
Los actos, con los que la revelación objetiva se transmite hasta nosotros, son principalmente la predicación oral y la fe de la Iglesia, conforme a aquello de San Pablo: “Pues tanto yo como ellos, esto predicamos, y esto habéis creido” (1 Cor 15, 11)
Doble tradición objetiva. Una es dogmática y otra, disciplinar; dogmática es aquella cuyo objeto es la verdad que ha de creerse con fe divina; disciplinar es aquella cuyo objeto es algún mandato divino que debe observarse perennemente en la Iglesia de Dios (D 1827)
Con todo cuidado debe distinguirse lo que es Tradición divina, meramente apostólica y eclesiástica;
- Tradición divina es aquella que procede de Dios o de Cristo o también de los Apóstoles, en cuanto que éstos la recibieron o de boca de Cristo o del Espíritu Santo;
- meramente apostólica es aquella que procede de los Apóstoles, pero solamente en cuanto que éstos regían las Iglesias que ellos habían fundado, y, por tanto, daban leyes disciplinares propias, mas no recibidas de Dios;
- tradición eclesiástica es aquella que procede de la Iglesia, por ejemplo, ciertas ceremonias, oraciones, etc.
Finalmente se comprende que nosotros tratamos solamente de la tradición divina objetiva, y no de las meramente apostólicas o eclesiásticas.
Existe la tradición divina, es decir, la revelación hecha oralmente por Dios, la cual se nos ha transmitido mediante la predicación oral (Doctrina de fe divina católica definida)
Niegan la tesis:
a) Wiclef, según el cual: “ La verdad que no está en la Escritura no está en ninguna parte”
b) Los Protestantes, tanto antiguos como modernos, los cuales dicen que en la Sagrada Escritura, tanto del Nuevo como del Antiguo Testamento, está contenida toda la verdad revelada por Dios, y solamente en ella. “Creemos que la única regla de fe la constituyen los escritos proféticos y apostólicos, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento” (Concordia, no.1)
Se prueba la tesis:
Por la Sagrada Escritura del Antiguo Testamento, pues desde la primera revelación hecha a nuestros primeros padres hasta el día en que se escribieron los primeros libros, pasaron ciertamente muchos siglos, durante los cuales no hubo sino tradición oral. Luego existe la tradición como fuente de revelación.
Por la Sagrada Escritura del Nuevo Testamento todavía nos consta con mayor claridad, pues:
a) Cristo nos enseñó oralmente muchas, cosas, pero no escribió ninguna, como nos consta por la narración evangélica; más aún, dio a los Apóstoles el precepto de predicar, mas no el de escribir: “Id, pues, haced discípulos a todas las gentes…, enseñándoles a observar todo cuanto yo os mandé, y he aquí que yo estoy siempre con vosotros hasta la consumación de los siglos” (Mt 28, 19-20; Mc 16, 15-16; Jn 16,26)
b) Por el modo de proceder de los Apóstoles, pues éstos, conocedores perfectos del oficio que les había impuesto el Maestro, reivindicaron para sí el oficio de predicar, pero no el de escribir; no todos los Apóstoles acudieron a la escritura como medio de la transmisión de la revelación cristiana; hay entre ellos quienes no escribieron ni una letra, como Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Simón Cananeo, Santiago de Zebedeo y Matías; ninguno de ellos creyó que la doctrina por ellos predicada debiera ser escrita; ninguno de ellos encomendó tal cosa a sus sucesores. Si hubo algunos Apóstoles que escribieron, lo hicieron circunstancialmente, para responder a algún fin particular determinado. Más aún, cuando ya estaban escritos los libros del Nuevo Testamento, los Apóstoles no recurren a estos libros para instruir a los fieles en la fe, sino a la predicación oral, a las cosas que habían oído y en las cuales deben perseverar: “Lo que desde el principio habéis oído, procurar que permanezca en vosotros” (1 Jn 2, 24). “Manteneos, pues, firmes, y guardad las enseñanzas que recibisteis, ya de palabra, ya por nuestra carta” (2 Tes 2, 15). 1 Cor 7, 17; 2 Cor 1, 18; Gal 1, 8; Col 2, 6
Por lo cual se debe recordar aquí la máxima importancia que tuvo siempre en la primitiva Iglesia la catequesis; ésta consistía en la cuidadosísima exposición de todas las verdades y de todos los hechos que por tradición oral se habían recibido de labios de Cristo y de los Apóstoles.
Luego tanto por el modo de proceder de Cristo y de los Apóstoles, como por la existencia de la catequesis en la primitiva Iglesia, nos consta que la Sagrada Escritura no fue el medio único ni el principal, por el cual se nos transmitieron las verdades reveladas; hubo también otro medio, a saber: la palabra tradicional, la cual se conserva en la Iglesia por medio de la predicación oral y de la fe de los fieles, y es también fuente de la que podemos sacar las verdades reveladas. La tradición fue, pues, un modo empleado y recomendado por Cristo y los Apóstoles conforme a aquello: “Id, pues, haced discípulos a todos…, enseñándoles a observar todo cuanto yo os he mandado” (Mt. 28, 19-20)
Por la antigüedad cristiana, pues en este punto abundan los testimonios de los santos Padres; según éstos, son dos las fuentes de la revelación, a saber: la Sagrada Escritura y la Tradición; además de los testimonios de Clemente Romano (R 20) y de Papías (R 94), solamente aducimos los clásicos de San Ireneo y de Tertuliano.
Dice San Ireneo:
“¿Qué pasaria si tampoco los Apóstoles nos hubiesen dejado libros escritos? ¿Acaso no habría que seguir entonces el orden de la tradición que legaron a los que encomendaban el cuidado de las Iglesias?” (R 213)
Dice San Tertuliano:
“¿Qué cosa predicaron los Apóstoles, es decir, qué cosa les reveló Cristo –también aquí se da lugar a la prescripción-, no de otra manera debe probarse sino por medio de las mismas Iglesias que los Apóstoles fundaron, predicándoles ya de viva voz, como suele decirse, ya más tarde por medio de cartas…” (R 293)
Véanse también otros documentos patrísticos en San Basilio (R 954), Epifanio (R 1098), San Juan Crisóstomo (R 1213), en los que se dice claramente que las verdades reveladas se encuentran no solamente en las Sagradas Escrituras, sino también en las tradiciones no escritas.
(R) Enchiridion Patristicum, M. J. Rouet de Journel, S. J.
Teología del Dogma Católico
P. Javier de Abarzuza, O.F.M. Cap.
La Asunción de la Vírgen Maria y la Perpetua Virginidad son Tradición oral transmitida desde los apóstoles hasta nuestros días.