RETO a cualquier TRINITARIO

Yo digo que los tres son iguales
El Padre, porque el Él habita toda la plenitud de la deidad
El Hijo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad
El Espíritu Santo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad

Por lo que observo, tú dices que no son iguales: ¿por qué no lo son?

No lo son porque la misma Biblia muestra una relación de procedencia y autoridad, no de igualdad absoluta.
Jesús mismo dijo:

“El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28)

y también:

“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19).

El "Espíritu" tampoco actúa con independencia, sino que “no hablará por su propia cuenta, sino todo lo que oyere hablará” (Juan 16:13).

Así que los tres no son iguales en autoridad ni en origen:
-el Padre es la fuente,
-el Hijo obra por medio del Padre,
-y el "Espíritu" procede del Padre (y en el NT, también a través del Hijo).

La plenitud divina que habita en el Hijo y el "Espíritu" viene del Padre, no es una igualdad ontológica, sino una participación y manifestación del mismo poder divino.

La igualdad funcional que algunos proponen es una interpretación teológica posterior, no una declaración bíblica literal.
 
Interesante...
Tu observación merece atención, porque toca un punto crucial:
¿La Trinidad es una doctrina impuesta por los concilios, o es la lectura fiel de lo que la Biblia afirma, aun cuando no use la palabra “esencia”?

Empecemos por lo evidente: la Biblia tampoco dice “canon”, “inspiración verbal” o “justificación por la fe sola” con esas palabras —y sin embargo, todas esas doctrinas se derivan necesariamente del texto. Lo mismo ocurre con la homoousios (igualdad de esencia): no es una imposición filosófica, sino la conclusión lógica de afirmaciones bíblicas que, si se niegan, colapsan el evangelio mismo.

Veamos tus puntos —no para refutarlos con hostilidad, sino para examinarlos a la luz del todo de la Escritura.

¿Dónde dice la Biblia que el Hijo es igual en esencia al Padre?
No usa la palabra ousía (esencia), es cierto.
Pero sí afirma igualdad divina sin ambigüedad:

-“Yo y el Padre uno somos”(Juan 10:30).
El verbo somos es plural; uno (ἕν, hen) es neutro —no “una voluntad”, sino una unidad de ser. Los judíos entendieron bien: “Por buena obra no te apedreamos, sino por blasfemia; porque tú, siendo hombre, te haces Dios” (v. 33). Jesús no los corrigió.

- “El que me ha visto a mí, ha visto al Padre”* (Juan 14:9). No dice: “ha visto su representante”, sino al Padre mismo, porque el Hijo “está en el seno del Padre” (Juan 1:18) y “es el resplandor de su gloria, y la imagen misma de su sustancia” (Hebreos 1:3, gr. hypostáseōs — término técnico para ser real, usado más tarde en los concilios precisamente por esto).

- Filipenses 2:6: Cristo, “siendo en forma de Dios, no reputó el ser igual a Dios como cosa a que aferrarse”. El griego es contundente: morphḗ theoû hypárchōn (“existiendo en la forma/realidad de Dios”) y ísá theō̂ (“igualdad con Dios”). No es “igual en misión”, sino en estatus ontológico. Y eso, antes de la encarnación.

Nicea no inventó esto. Solo declaró lo que Juan, Pablo y el propio Jesús enseñaron —contra quienes reducían a Cristo a una criatura.


Ahora... ¿La subordinación de Cristo implica inferioridad ontológica?
No. La Biblia distingue con claridad entre subordinación funcional (económica) y igualdad ontológica (inmanente).

Durante su estado de humillación (Filipenses 2:7–8), Cristo voluntariamente asumió el rol de siervo. Por eso ora, obedece, ignora el día del fin (Marcos 13:32). Pero eso no anula su deidad —al contrario, la exalta: ¿quién más, siendo Dios, puede vaciarse y seguir siendo Dios?

Nota lo siguiente:
- Jesús no aprende a conocer el día —lo posee en su naturaleza divina, pero no lo ejerce en su naturaleza humana limitada (teología de las dos naturalezas, afirmada en Calcedonia, pero implícita en Lucas 2:52 y Juan 16:30).
- Tras la resurrección, recibe toda autoridad (Mateo 28:18) y es exaltado “sobre todo nombre” (Filipenses 2:9–11), incluyendo el nombre Kyrios (Señor), equivalente del YHWH del Antiguo Testamento (Isaías 45:23 citado en Filipenses 2:10–11).

La subordinación de Cristo al Padre en la misión no niega su igualdad en el ser. Así como un hijo real puede obedecer a su padre rey sin dejar de ser de la misma sangre real, Cristo obedece al Padre sin dejar de ser Dios de Dios, Luz de Luz.

Entonces... ¿El Espíritu es solo “poder activo” del Padre?
No. Si fuera así, no se le podría mentir (Hechos 5:3–4: “¿Por qué tentó Satanás tu corazón para que mientas al Espíritu Santo?… No has mentido a los hombres, sino a Dios”), ni entristecer (Efesios 4:30), ni enviar apóstoles (Hechos 13:4). Estas son acciones entre personas, no entre una persona y una fuerza.

Y sí, el Espíritu es enviado por el Padre y el Hijo (Juan 14:26; 15:26). Pero eso no lo hace inferior —igual que el Hijo, enviado por el Padre (Juan 3:17), no es menos Dios por ello. La misión no define la esencia; la revela.

Juan 16:13 no dice que el Espíritu sea un repetidor automático: “tomará de lo mío, y os lo hará saber” (v. 14). Él toma, glorifica, anuncia —actos de inteligencia, libertad y relación.

Será que... ¿“El Padre es la fuente” implica jerarquía ontológica?
1 Corintios 8:6 dice: “Un solo Dios, el Padre, del cual son todas las cosas, y uno solo Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas”.
Pero el mismo Pablo, en 2 Corintios 3:17, declara: “El Señor es el Espíritu” —identificando al Espíritu con *Kyrios*, título de YHWH.
Y en 1 Corintios 12:4–6, pone a las tres Personas en paralelo absoluto:
- “Hay diversidad de dones, pero el mismo Espíritu;
diversidad de ministerios, pero el mismo Señor;
diversidad de operaciones, pero el mismo Dios que hace todas las cosas en todos.”

No hay allí “fuente, medio y poder”, sino tres sujetos activos, con igual autoridad y gloria.

Jesús dijo: “El Padre es mayor que yo” (Juan 14:28) —pero también: “Antes que Abraham fuese, yo soy” (Juan 8:58). Ambas son verdaderas: la primera, en el estado de humillación; la segunda, en su eternidad divina.

La Trinidad no es una teoría filosófica, sino la única forma coherente de sostener todas las afirmaciones bíblicas sobre Dios:
Que hay un solo Dios (Deuteronomio 6:4),
Que el Padre es Dios,
Que el Hijo es Dios (Juan 20:28; Tito 2:13; Hebreos 1:8),
Que el Espíritu es Dios (Hechos 5:4; 1 Corintios 3:16),
Y que las tres interactúan como Personas distintas.

Negar la igualdad de esencia no simplifica la fe la vacía y la haría mentirosa.
Porque si Cristo no es verdadero Dios, su muerte no redime.
Si el Espíritu no es Persona, la comunión con Dios es imposible. Y si el Padre no comparte su gloria con otro que sea igual a Él, entonces Jesús mintió al decir: “Para que todos sean uno; como tú, oh Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros” (Juan 17:21).

La Iglesia no inventó la Trinidad. Solo tuvo el coraje de decir lo que las Escrituras dan a entender —y el evangelio exige.

Yo te respondo Biblicamente, un abrazo compañero.

עֶלְיוֹן
[◊] ✡️
P.A.E. ✝️

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Salud y bendición en la paz de Cristo.

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Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad

Aprecio el tono de tu respuesta NerElyon, pero justamente ahí está la diferencia:
tú partes de una conclusión teológica posterior (igualdad de esencia) y luego la proyectas sobre los textos, mientras que yo parto del texto mismo y dejo que hable con su propio lenguaje.

  1. Juan 10:30 (“Yo y el Padre uno somos”) no dice que sean una misma persona o esencia, sino que están unidos en propósito y obra. En Juan 17:22 Jesús usa las mismas palabras para los discípulos: “para que sean uno, así como nosotros somos uno”.
    ¿Significa eso que los discípulos son consustanciales con Dios? No: es unidad de voluntad, no identidad ontológica.
  2. Filipenses 2:6 tampoco enseña que Jesús sea “igual en esencia”, sino que, aunque existía en forma divina, no se aferró a esa condición, sino que se despojó a sí mismo para obedecer al Padre. El texto muestra subordinación voluntaria, no igualdad eterna.
  3. Decir que “Jesús es el mismo YHWH” contradice sus propias palabras:

    -“El Padre mayor es que yo” (Jn 14:28)
    -“Mi Dios y vuestro Dios” (Jn 20:17)
    -“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” (Jn 5:19)

Si Jesús fuera literalmente el mismo YHWH, no tendría “un Dios sobre Él”.

  1. Los concilios usaron categorías filosóficas (ousía, hipóstasis, homoousios) que no aparecen en la Escritura. Que algo “parezca lógico” no significa que sea bíblico. La fe no se basa en deducciones ontológicas griegas, sino en la revelación:

“Para nosotros, un solo Dios, el Padre... y un solo Señor, Jesucristo, por medio del cual son todas las cosas” (1 Corintios 8:6).

Ese texto establece claramente una distinción de fuente y mediación, no igualdad de esencia.

  1. En cuanto al "Espíritu Santo", los textos que mencionas (Hechos 5:3–4, Efesios 4:30) pueden entenderse perfectamente sin suponer que es una persona separada de Dios. En la mentalidad hebrea, el Espíritu de Dios es Su presencia activa, Su poder que siente, habla y actúa porque Dios mismo actúa a través de el.

En resumen:

  • Jesús comparte la gloria y la autoridad que el Padre le dio, no una “esencia idéntica”.
  • La subordinación no es solo funcional o temporal: forma parte de cómo el Hijo procede del Padre y depende de Él.
  • La “Trinidad” es una explicación posterior, no una enseñanza explícita de la Biblia.

El propio Jesús resumió la relación de forma sencilla:

“Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.” (Juan 17:3)
 
Aprecio el tono de tu respuesta NerElyon, pero justamente ahí está la diferencia:
tú partes de una conclusión teológica posterior (igualdad de esencia) y luego la proyectas sobre los textos, mientras que yo parto del texto mismo y dejo que hable con su propio lenguaje.

  1. Juan 10:30 (“Yo y el Padre uno somos”) no dice que sean una misma persona o esencia, sino que están unidos en propósito y obra. En Juan 17:22 Jesús usa las mismas palabras para los discípulos: “para que sean uno, así como nosotros somos uno”.
    ¿Significa eso que los discípulos son consustanciales con Dios? No: es unidad de voluntad, no identidad ontológica.
  2. Filipenses 2:6 tampoco enseña que Jesús sea “igual en esencia”, sino que, aunque existía en forma divina, no se aferró a esa condición, sino que se despojó a sí mismo para obedecer al Padre. El texto muestra subordinación voluntaria, no igualdad eterna.
  3. Decir que “Jesús es el mismo YHWH” contradice sus propias palabras:

    -“El Padre mayor es que yo” (Jn 14:28)
    -“Mi Dios y vuestro Dios” (Jn 20:17)
    -“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” (Jn 5:19)

Si Jesús fuera literalmente el mismo YHWH, no tendría “un Dios sobre Él”.

  1. Los concilios usaron categorías filosóficas (ousía, hipóstasis, homoousios) que no aparecen en la Escritura. Que algo “parezca lógico” no significa que sea bíblico. La fe no se basa en deducciones ontológicas griegas, sino en la revelación:



Ese texto establece claramente una distinción de fuente y mediación, no igualdad de esencia.

  1. En cuanto al "Espíritu Santo", los textos que mencionas (Hechos 5:3–4, Efesios 4:30) pueden entenderse perfectamente sin suponer que es una persona separada de Dios. En la mentalidad hebrea, el Espíritu de Dios es Su presencia activa, Su poder que siente, habla y actúa porque Dios mismo actúa a través de el.

En resumen:

  • Jesús comparte la gloria y la autoridad que el Padre le dio, no una “esencia idéntica”.
  • La subordinación no es solo funcional o temporal: forma parte de cómo el Hijo procede del Padre y depende de Él.
  • La “Trinidad” es una explicación posterior, no una enseñanza explícita de la Biblia.

El propio Jesús resumió la relación de forma sencilla:
Agradezco sinceramente su respuesta. Permítame responder no desde la defensa de una tradición, sino desde tres principios que usted mismo valora: fidelidad al texto, coherencia bíblica y respeto por la revelación progresiva.

Primero: usted cita Juan 17:3 — “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” — y con razón ve allí una distinción clara entre el Padre y el Hijo. Pero fíjese: Jesús no dice “a ti, el único Dios verdadero, y luego a mí, tu siervo”, ni “a ti, el único Dios, y a un hombre enviado”. Dice: “y a Jesucristo, a quien has enviado”. La vida eterna no consiste en conocer solo al Padre, sino en conocer también al Enviado — y no como un intermediario creado, sino como el único revelador del Padre (Juan 1:18). Si Jesús fuera un mensajero como Moisés o Elías, la vida eterna se reduciría al conocimiento del Padre. Pero Jesús se coloca como co-objeto de conocimiento salvífico — algo que ninguna criatura jamás podría reclamar.

Segundo: usted interpreta Juan 10:30 (“Yo y el Padre uno somos”) como unidad de propósito, y cita Juan 17:22 para los discípulos. Pero el griego es decisivo: en Juan 10:30, Jesús dice ἕν ἐσμεν (hen esmen) — unum sumus en latín: “uno somos”, en número neutro, no masculino. Si fuera unidad de voluntad (como en los discípulos), diría εἷς ἐσμεν (heis esmen), número masculino — como en Juan 17:22: ἕν ὦσιν (hen ōsin), también neutro, pero en contexto de imitación de la unidad divina. La diferencia es sutil pero teológicamente profunda: el neutro hen apunta a unidad esencial, no solo moral. Por eso los judíos no le acusaron de “decir que está de acuerdo con el Padre”, sino de “hacerse Dios” (Juan 10:33). Ellos entendieron lo que el texto dice.

Tercero: Filipenses 2:6–7 no niega la igualdad, sino que la presupone. El verbo ὑπάρχων (hyparchōn) — “existiendo en forma de Dios” — no se usa para cualidades adquiridas, sino para estado esencial previo. Y la frase οὐχ ἁρπαγμὸν ἡγήσατο τὸ εἶναι ἴσα θεῷ significa literalmente: “no consideró el ser igual a Dios como algo a aferrar ilegítimamente”, sino que, siendo igual, se humilló.
La subordinación no contradice la igualdad; la revela como acto de amor libre, no de necesidad.

Cuarto: sus citas de Juan 14:28, 20:17 y 5:19 son reales — pero deben leerse a la luz de todo el testimonio de Juan. Juan también registra que Tomás llama a Jesús “¡Señor mío y Dios mío!” (20:28), y Juan comenta: “Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” — usando un título que en el Antiguo Testamento pertenece solo a YHWH (Salmo 2:7; Hebreos 1:5). Y Jesús acepta esa adoración sin corrección.

Quinto: sobre el Espíritu Santo, Hechos 5:3–4 no solo dice que Ananías mintió al Espíritu, sino que Pedro le responde: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo?… No has mentido a los hombres, sino a Dios”. Aquí no hay metáfora: mentir al Espíritu es mentir a Dios — no porque el Espíritu sea una fuerza, sino porque es una persona con conciencia, voluntad y dignidad divina. De lo contrario, Pedro habría dicho: “Has ofendido la presencia de Dios”, no “has mentido a Dios”.

Finalmente, usted tiene razón: la palabra “Trinidad” no está en la Biblia. Tampoco están “encarnación”, “justificación” o “canon” — pero las realidades sí. La iglesia no inventó la Trinidad para resolver un acertijo; la descubrió porque no podía predicar el evangelio sin ella:
— Si Jesús no es Dios, su muerte no salva.
— Si el Espíritu no es Dios, su regeneración no transforma.
— Si el Padre no envía al Hijo y al Espíritu, la salvación no es obra soberana de Dios.

La doctrina no nació de la filosofía, sino de la predicación: los apóstoles bautizaban en un solo nombre (singular), pero tres personas (Mateo 28:19). Oraban al Padre, por el Hijo, en el Espíritu (Efesios 2:18). ¿Cómo explicar eso sin confundir las personas ni dividir la esencia? Así nació el credo — no como sistema, sino como valla protectora para el evangelio.

Dios te bendiga 🫂 Cristo viene.

נֵר עֶלְיוֹן
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Agradezco sinceramente su respuesta. Permítame responder no desde la defensa de una tradición, sino desde tres principios que usted mismo valora: fidelidad al texto, coherencia bíblica y respeto por la revelación progresiva.

Primero: usted cita Juan 17:3 — “que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” — y con razón ve allí una distinción clara entre el Padre y el Hijo. Pero fíjese: Jesús no dice “a ti, el único Dios verdadero, y luego a mí, tu siervo”, ni “a ti, el único Dios, y a un hombre enviado”. Dice: “y a Jesucristo, a quien has enviado”. La vida eterna no consiste en conocer solo al Padre, sino en conocer también al Enviado — y no como un intermediario creado, sino como el único revelador del Padre (Juan 1:18). Si Jesús fuera un mensajero como Moisés o Elías, la vida eterna se reduciría al conocimiento del Padre. Pero Jesús se coloca como co-objeto de conocimiento salvífico — algo que ninguna criatura jamás podría reclamar.

Segundo: usted interpreta Juan 10:30 (“Yo y el Padre uno somos”) como unidad de propósito, y cita Juan 17:22 para los discípulos. Pero el griego es decisivo: en Juan 10:30, Jesús dice ἕν ἐσμεν (hen esmen) — unum sumus en latín: “uno somos”, en número neutro, no masculino. Si fuera unidad de voluntad (como en los discípulos), diría εἷς ἐσμεν (heis esmen), número masculino — como en Juan 17:22: ἕν ὦσιν (hen ōsin), también neutro, pero en contexto de imitación de la unidad divina. La diferencia es sutil pero teológicamente profunda: el neutro hen apunta a unidad esencial, no solo moral. Por eso los judíos no le acusaron de “decir que está de acuerdo con el Padre”, sino de “hacerse Dios” (Juan 10:33). Ellos entendieron lo que el texto dice.

Tercero: Filipenses 2:6–7 no niega la igualdad, sino que la presupone. El verbo ὑπάρχων (hyparchōn) — “existiendo en forma de Dios” — no se usa para cualidades adquiridas, sino para estado esencial previo. Y la frase οὐχ ἁρπαγμὸν ἡγήσατο τὸ εἶναι ἴσα θεῷ significa literalmente: “no consideró el ser igual a Dios como algo a aferrar ilegítimamente”, sino que, siendo igual, se humilló.
La subordinación no contradice la igualdad; la revela como acto de amor libre, no de necesidad.

Cuarto: sus citas de Juan 14:28, 20:17 y 5:19 son reales — pero deben leerse a la luz de todo el testimonio de Juan. Juan también registra que Tomás llama a Jesús “¡Señor mío y Dios mío!” (20:28), y Juan comenta: “Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios” — usando un título que en el Antiguo Testamento pertenece solo a YHWH (Salmo 2:7; Hebreos 1:5). Y Jesús acepta esa adoración sin corrección.

Quinto: sobre el Espíritu Santo, Hechos 5:3–4 no solo dice que Ananías mintió al Espíritu, sino que Pedro le responde: “¿Por qué llenó Satanás tu corazón para que mintieras al Espíritu Santo?… No has mentido a los hombres, sino a Dios”. Aquí no hay metáfora: mentir al Espíritu es mentir a Dios — no porque el Espíritu sea una fuerza, sino porque es una persona con conciencia, voluntad y dignidad divina. De lo contrario, Pedro habría dicho: “Has ofendido la presencia de Dios”, no “has mentido a Dios”.

Finalmente, usted tiene razón: la palabra “Trinidad” no está en la Biblia. Tampoco están “encarnación”, “justificación” o “canon” — pero las realidades sí. La iglesia no inventó la Trinidad para resolver un acertijo; la descubrió porque no podía predicar el evangelio sin ella:
— Si Jesús no es Dios, su muerte no salva.
— Si el Espíritu no es Dios, su regeneración no transforma.
— Si el Padre no envía al Hijo y al Espíritu, la salvación no es obra soberana de Dios.

La doctrina no nació de la filosofía, sino de la predicación: los apóstoles bautizaban en un solo nombre (singular), pero tres personas (Mateo 28:19). Oraban al Padre, por el Hijo, en el Espíritu (Efesios 2:18). ¿Cómo explicar eso sin confundir las personas ni dividir la esencia? Así nació el credo — no como sistema, sino como valla protectora para el evangelio.

Dios te bendiga 🫂 Cristo viene.

נֵר עֶלְיוֹן
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Aprecio sinceramente tu esfuerzo por responder con respeto y profundidad, y valoro que busques sostener tus puntos con el texto. Sin embargo, creo que lo que planteas sigue partiendo de una lectura sistemática posterior y no de la intención original de los escritores bíblicos. Permíteme responderte con el mismo amor por la Palabra que tú has mostrado.


1. Sobre Juan 17:3
El texto sigue siendo tan claro como siempre: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
Jesús no se incluye dentro del “único Dios verdadero”, sino que se distingue de Él como “el Enviado”. Que la vida eterna consista en conocer al Padre y también al Hijo no convierte al Hijo en el mismo Dios, sino que refleja el papel que el Padre le asignó como mediador (cf. Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5).
Conocer al Hijo es conocer al Padre porque el Hijo lo revela (Juan 1:18), no porque sea Él mismo. El texto no dice “el Hijo, que es el único Dios”, sino “a Jesucristo, a quien tú has enviado”.


2. Sobre Juan 10:30 y la unidad en el griego
El argumento sobre ἕν (hen) no cambia el hecho de que el contexto habla de unidad de acción y propósito, no de sustancia. En los versículos siguientes (Juan 10:37–38), Jesús mismo explica:


“Si no hago las obras de mi Padre, no me creáis; mas si las hago… creed a las obras, para que conozcáis y creáis que el Padre está en mí y yo en el Padre.”

No dice “porque somos la misma esencia”, sino “porque el Padre actúa en mí”.

Y en Juan 17:22–23, usa exactamente el mismo neutro ἕν (hen) para los discípulos: “para que sean uno (ἕν), así como nosotros somos uno (ἕν).” Si el neutro implicara unidad de esencia divina, entonces los discípulos compartirían esa misma esencia, lo cual sería absurdo.
Por tanto, la unidad de Juan 10:30 es operativa y relacional, no ontológica.

3. Sobre Filipenses 2:6–7
Decir que “existiendo en forma de Dios” implica igualdad esencial es ir más allá del texto. Pablo no usa morphē theou para definir naturaleza, sino condición o función (como en morphē doulou, “forma de siervo”).
El punto de Pablo no es establecer igualdad, sino subrayar la humildad: Cristo, a pesar de su condición exaltada por el Padre, no se aferró a ella, sino que se despojó para obedecer.
Si Pablo quisiera afirmar igualdad de esencia, no terminaría diciendo que “Dios le exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil 2:9).
El texto describe subordinación voluntaria, no identidad eterna.


4. Sobre Tomás y Juan 20:28
Tomás, al ver al resucitado, exclama: “¡Señor mío y Dios mío!” Esa expresión, en labios de un judío, no convierte a Jesús en YHWH, sino que reconoce que Dios actúa y se manifiesta por medio de el (Juan 5:19–23).

Jesús no dice “soy tu Dios”, sino que inmediatamente después Juan escribe:

“Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios.”

El propósito del evangelio no es que creamos que “Jesús es Dios”, sino que es el Hijo de Dios. Esa distinción se mantiene en todo Juan.

5. Sobre Hechos 5:3–4 y el Espíritu Santo
El texto no requiere que el "Espíritu" sea una “persona distinta”. Mentir al Espíritu es mentir a Dios porque el "Espíritu "es la presencia de Dios en acción.
En Isaías 63:10 se dice: “Contristaron su "Espíritu Santo"; por eso se convirtió en enemigo de ellos.” No hay allí otra persona separada, sino Dios mismo ofendido por medio de Su Espíritu.

La forma de hablar es relacional y personal porque el Espíritu representa a Dios actuando, no porque sea un “yo” distinto.


6. Sobre la Trinidad y la predicación apostólica
Decir que la Iglesia “descubrió la Trinidad porque no podía predicar sin ella” es una afirmación teológica, no bíblica.
Los apóstoles predicaban a un solo Dios — el Padre — y a Jesucristo, su Hijo, resucitado por Él (Hechos 2:22–24, 36).
No usaban categorías como “una esencia, tres personas”, sino lenguaje hebreo: Padre, Hijo y "Espíritu" como manifestaciones y obras de un mismo Dios.
Mateo 28:19 no dice que haya tres seres divinos, sino que el bautismo se realiza en un solo nombre (singular), el del Padre que envía, el Hijo que obedece y el "Espíritu" que actúa.


En conclusión:
El testimonio bíblico muestra una clara distinción y subordinación entre el Padre y el Hijo.
Jesús no reclama igualdad de esencia, sino perfecta obediencia y comunión.
El "Espíritu" no es una “tercera persona”, sino el aliento y presencia activa de Dios que obra en los creyentes.

La fe apostólica no se basaba en categorías ontológicas griegas, sino en la revelación sencilla de un solo Dios, el Padre, manifestado por medio de su Hijo y actuando por su Espíritu.

“Para nosotros, un solo Dios, el Padre, de quien proceden todas las cosas,
y un solo Señor, Jesucristo, por medio de quien son todas las cosas.”
(1 Corintios 8:6)

Esa sigue siendo la confesión original de la fe cristiana primitiva.
 
Aprecio el tono de tu respuesta NerElyon, pero justamente ahí está la diferencia:
tú partes de una conclusión teológica posterior (igualdad de esencia) y luego la proyectas sobre los textos, mientras que yo parto del texto mismo y dejo que hable con su propio lenguaje.

  1. Juan 10:30 (“Yo y el Padre uno somos”) no dice que sean una misma persona o esencia, sino que están unidos en propósito y obra. En Juan 17:22 Jesús usa las mismas palabras para los discípulos: “para que sean uno, así como nosotros somos uno”.
    ¿Significa eso que los discípulos son consustanciales con Dios? No: es unidad de voluntad, no identidad ontológica.
  2. Filipenses 2:6 tampoco enseña que Jesús sea “igual en esencia”, sino que, aunque existía en forma divina, no se aferró a esa condición, sino que se despojó a sí mismo para obedecer al Padre. El texto muestra subordinación voluntaria, no igualdad eterna.
  3. Decir que “Jesús es el mismo YHWH” contradice sus propias palabras:

    -“El Padre mayor es que yo” (Jn 14:28)
    -“Mi Dios y vuestro Dios” (Jn 20:17)
    -“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” (Jn 5:19)

Si Jesús fuera literalmente el mismo YHWH, no tendría “un Dios sobre Él”.

  1. Los concilios usaron categorías filosóficas (ousía, hipóstasis, homoousios) que no aparecen en la Escritura. Que algo “parezca lógico” no significa que sea bíblico. La fe no se basa en deducciones ontológicas griegas, sino en la revelación:



Ese texto establece claramente una distinción de fuente y mediación, no igualdad de esencia.

  1. En cuanto al "Espíritu Santo", los textos que mencionas (Hechos 5:3–4, Efesios 4:30) pueden entenderse perfectamente sin suponer que es una persona separada de Dios. En la mentalidad hebrea, el Espíritu de Dios es Su presencia activa, Su poder que siente, habla y actúa porque Dios mismo actúa a través de el.

En resumen:

  • Jesús comparte la gloria y la autoridad que el Padre le dio, no una “esencia idéntica”.
  • La subordinación no es solo funcional o temporal: forma parte de cómo el Hijo procede del Padre y depende de Él.
  • La “Trinidad” es una explicación posterior, no una enseñanza explícita de la Biblia.

El propio Jesús resumió la relación de forma sencilla:
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Jesucristo declara solemnemente que quien no crea que Él es Dios, morirá en sus pecados. Y aunque no lo dice literalmente como yo lo digo, se deduce de cuando Jesús afirma de que antes de que Abraham fuese, o existiese, Él ya era, o existía. Es decir, la única forma de que esto sea verdad, es que Jesús fuese Dios eternamente en la persona del Hijo.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

Jesucristo declara solemnemente que quien no crea que Él es Dios, morirá en sus pecados. Y aunque no lo dice literalmente como yo lo digo, se deduce de cuando Jesús afirma de que antes de que Abraham fuese, o existiese, Él ya era, o existía. Es decir, la única forma de que esto sea verdad, es que Jesús fuese Dios eternamente en la persona del Hijo.

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Paz a la gente de buena voluntad

Aprecio tu comentario y el deseo sincero de honrar a Cristo, pero creo que la interpretación que haces de Juan 8:58 (“Antes que Abraham fuese, yo soy”) necesita leerse con más cuidado, especialmente a la luz del contexto bíblico y del idioma original.

Jesús no está declarando allí “yo soy el mismo YHWH del Éxodo”, sino afirmando su preexistencia y misión divina dentro del plan de Dios.
El texto griego dice: πρὶν Ἀβραὰμ γενέσθαι, ἐγώ εἰμι — literalmente: “Antes de que Abraham naciera, yo soy (yo existo)”.
La frase no equivale automáticamente a “Yo soy el que soy” (ἐγώ εἰμι ὁ ὤν, Éxodo 3:14 LXX).

Jesús no usa la forma completa de la autodeclaración divina del Sinaí, ni el contexto es el mismo.


1. Contexto histórico del Éxodo

En Éxodo 3:14, cuando Dios dice “Yo soy el que soy”, no está revelando un “nombre personal ontológico”, sino una garantía de fidelidad a su pueblo oprimido.
En hebreo, Ehyeh asher ehyeh significa literalmente “Seré el que seré” — una expresión de presencia activa y cumplimiento:


“Diles que Ehyeh (‘Yo estaré’) me ha enviado.” (Éxodo 3:14–15)

Era una forma de decirles: Yo soy el Dios que cumple sus promesas, el que sigue contigo, el que se manifiesta.
Nada en el texto sugiere una definición filosófica del “ser absoluto” ni una fórmula que Jesús repita siglos después para identificarse con YHWH.


2. El uso de “Yo soy” en los Evangelios
Jesús usa “yo soy” (ego eimi) muchas veces, y no siempre con sentido divino:

  • “Soy yo, no temáis” (Juan 6:20).
  • “Yo soy la puerta” (Juan 10:9).
  • “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11).
  • “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1).
    En todas esas frases, el énfasis está en su función y misión, no en reclamar identidad ontológica con el Padre.

En Juan 8:58, Jesús responde a la incredulidad de los judíos que se gloriaban en Abraham (v.53).
Su punto no es decir “Yo soy YHWH”, sino mostrar que su autoridad y misión preceden a Abraham — que él es el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas.

Por eso dice en el mismo pasaje:

“Abraham se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se alegró.” (Juan 8:56)

Jesús se refiere al plan eterno de Dios, no a una identidad de esencia.


3. Sobre la idea de “si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados” (Juan 8:24)
Aquí tampoco se está exigiendo creer que “Jesús es Dios”.
El contexto muestra que los judíos no entendían quién era él (“¿Tú quién eres?”, v.25).
Jesús responde que deben creer que él es el Enviado del Padre, el Mesías prometido, no que es el mismo YHWH.

El sentido correcto sería:

“Si no creéis que yo soy el que digo ser (el Cristo, el Hijo enviado), moriréis en vuestros pecados.”

Eso concuerda con todo el Evangelio de Juan, cuyo propósito explícito no es probar que Jesús es Dios, sino que:

“Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en su nombre.” (Juan 20:31)


4. La clave del malentendido
Muchos confunden el simple uso de ego eimi (“soy yo”) con el nombre divino del Éxodo.
Pero esa confusión proviene de leer la Biblia desde traducciones castellanas antiguas (“yo soy”) sin tener en cuenta el contexto hebreo.
En español moderno, la frase podría traducirse como “Soy yo” — una afirmación de identidad personal, no una declaración de divinidad.


5. El mensaje verdadero del pasaje

Jesús está revelando que su origen y autoridad proceden del Padre y preceden a Abraham porque estaba en el propósito eterno de Dios.
Así lo confirma 1 Pedro 1:20:

“Ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros.”

No es que Jesús existiera como Dios independiente y eterno, sino que existía en el plan y propósito de Dios, manifestado en el tiempo señalado.


Conclusión:

Jesús no está diciendo “Yo soy Dios”, sino “Yo soy aquel que el Padre prometió desde antes de Abraham”.
Confundir el hebreo del Éxodo con el griego del Evangelio es mezclar dos contextos completamente distintos.
La fe bíblica no exige creer que Jesús sea YHWH, sino que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo (Mateo 16:16).

“Porque hay un solo Dios, y un solo mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo hombre.” (1 Timoteo 2:5)

Esa es la confesión apostólica y suficiente para la salvación.
 
No lo son porque la misma Biblia muestra una relación de procedencia y autoridad, no de igualdad absoluta.
Jesús mismo dijo:



y también:



El "Espíritu" tampoco actúa con independencia, sino que “no hablará por su propia cuenta, sino todo lo que oyere hablará” (Juan 16:13).

Así que los tres no son iguales en autoridad ni en origen:
-el Padre es la fuente,
-el Hijo obra por medio del Padre,
-y el "Espíritu" procede del Padre (y en el NT, también a través del Hijo).

La plenitud divina que habita en el Hijo y el "Espíritu" viene del Padre, no es una igualdad ontológica, sino una participación y manifestación del mismo poder divino.

La igualdad funcional que algunos proponen es una interpretación teológica posterior, no una declaración bíblica literal.
La TOTALIDAD (plenitud) estructural, simbólica y espiritual desde el Génesis hasta Apocalipsis, hace que la Biblia sea la Biblia.
Funciones o atributos de la Biblia: Enseñar, Corregir, Redargüir; Instruye en justicia, revela, conduce al Salvador, consuela, advierte, unifica, celebra, narra, interpela, transforma.
Todos estos atributos, funciones, naturaleza, cualidades conforman la plenitud de la Biblia
La cual habita en el antiguo y nuevo testamento, como en todos sus libros, que son iguales en autoridad y origen

La Biblia es una sola

Del mismo modo que los tres son iguales:

El Padre, porque el Él habita toda la plenitud de la deidad
El Hijo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad
El Espíritu Santo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad

Que el Padre sea la fuente, el Hijo el medio y el Espíritu la fuerza que procede del Padre, estos son atributos, funciones, cualidades, naturaleza de la divinidad
La que habita En su totalidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo

Así como el antiguo testamento no deja de ser la Biblia si no es el nuevo testamento
Así también el Hijo no deja de ser Dios si no es el Padre
 
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Aprecio tu comentario y el deseo sincero de honrar a Cristo, pero creo que la interpretación que haces de Juan 8:58 (“Antes que Abraham fuese, yo soy”) necesita leerse con más cuidado, especialmente a la luz del contexto bíblico y del idioma original.

Jesús no está declarando allí “yo soy el mismo YHWH del Éxodo”, sino afirmando su preexistencia y misión divina dentro del plan de Dios.
El texto griego dice: πρὶν Ἀβραὰμ γενέσθαι, ἐγώ εἰμι — literalmente: “Antes de que Abraham naciera, yo soy (yo existo)”.
La frase no equivale automáticamente a “Yo soy el que soy” (ἐγώ εἰμι ὁ ὤν, Éxodo 3:14 LXX).

Jesús no usa la forma completa de la autodeclaración divina del Sinaí, ni el contexto es el mismo.


1. Contexto histórico del Éxodo

En Éxodo 3:14, cuando Dios dice “Yo soy el que soy”, no está revelando un “nombre personal ontológico”, sino una garantía de fidelidad a su pueblo oprimido.
En hebreo, Ehyeh asher ehyeh significa literalmente “Seré el que seré” — una expresión de presencia activa y cumplimiento:




Era una forma de decirles: Yo soy el Dios que cumple sus promesas, el que sigue contigo, el que se manifiesta.
Nada en el texto sugiere una definición filosófica del “ser absoluto” ni una fórmula que Jesús repita siglos después para identificarse con YHWH.


2. El uso de “Yo soy” en los Evangelios
Jesús usa “yo soy” (ego eimi) muchas veces, y no siempre con sentido divino:

  • “Soy yo, no temáis” (Juan 6:20).
  • “Yo soy la puerta” (Juan 10:9).
  • “Yo soy el buen pastor” (Juan 10:11).
  • “Yo soy la vid verdadera” (Juan 15:1).
    En todas esas frases, el énfasis está en su función y misión, no en reclamar identidad ontológica con el Padre.

En Juan 8:58, Jesús responde a la incredulidad de los judíos que se gloriaban en Abraham (v.53).
Su punto no es decir “Yo soy YHWH”, sino mostrar que su autoridad y misión preceden a Abraham — que él es el cumplimiento de las promesas hechas a los patriarcas.

Por eso dice en el mismo pasaje:



Jesús se refiere al plan eterno de Dios, no a una identidad de esencia.


3. Sobre la idea de “si no creéis que yo soy, moriréis en vuestros pecados” (Juan 8:24)
Aquí tampoco se está exigiendo creer que “Jesús es Dios”.
El contexto muestra que los judíos no entendían quién era él (“¿Tú quién eres?”, v.25).
Jesús responde que deben creer que él es el Enviado del Padre, el Mesías prometido, no que es el mismo YHWH.

El sentido correcto sería:



Eso concuerda con todo el Evangelio de Juan, cuyo propósito explícito no es probar que Jesús es Dios, sino que:




4. La clave del malentendido
Muchos confunden el simple uso de ego eimi (“soy yo”) con el nombre divino del Éxodo.
Pero esa confusión proviene de leer la Biblia desde traducciones castellanas antiguas (“yo soy”) sin tener en cuenta el contexto hebreo.
En español moderno, la frase podría traducirse como “Soy yo” — una afirmación de identidad personal, no una declaración de divinidad.


5. El mensaje verdadero del pasaje

Jesús está revelando que su origen y autoridad proceden del Padre y preceden a Abraham porque estaba en el propósito eterno de Dios.
Así lo confirma 1 Pedro 1:20:



No es que Jesús existiera como Dios independiente y eterno, sino que existía en el plan y propósito de Dios, manifestado en el tiempo señalado.


Conclusión:

Jesús no está diciendo “Yo soy Dios”, sino “Yo soy aquel que el Padre prometió desde antes de Abraham”.
Confundir el hebreo del Éxodo con el griego del Evangelio es mezclar dos contextos completamente distintos.
La fe bíblica no exige creer que Jesús sea YHWH, sino que Jesús es el Cristo, el Hijo del Dios vivo (Mateo 16:16).



Esa es la confesión apostólica y suficiente para la salvación.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

«Yo Soy» es el nombre de Dios con el que se reveló a Moisés, y cuando Jesús dice que antes que Abraham fuese (en pasado), Jesús dice y afirma que Él es «Yo Soy» (en presente), y no dice «yo era», está diciendo que Él es Dios.

Así que lo tuyo, simplemente es la obstinación rebelde de un enemigo de Cristo y de su Evangelio. Es decir, la Escritura te contradice por todas partes, por mucho que te quieras justificar.

La verdad es que yo no creo que tú hayas creído en Cristo en toda tu vida, y que simplemente eres un enemigo de Cristo y de Dios. Porque si fueses de Dios te humillarías y reconocerías Su Palabra, que es Cristo mismo, pero no lo haces aunque se te ha demostrado tu error y falsedad hasta que no quedara ninguna duda.

Así que leer tus argumentos reciclados una y otra vez, es una pérdida de tiempo, y darle lugar al diablo. Por tanto, no te extrañes si no te contesto más, porque hacerlo es favorecer la obra del diablo para que esparza en el foro sus patrañas y herejías.

Yo por mi parte ya te he demostrado lo que dice el Evangelio sobre este asunto de que Jesucristo es Dios, y tú lo rechazas, así que como dice Jesús sacudo mis pies como testimonio contra ti, y quedarás expuesto al juicio del que habló Jesús para aquellos que hacen lo que tú haces.


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
La TOTALIDAD (plenitud) estructural, simbólica y espiritual desde el Génesis hasta Apocalipsis, hace que la Biblia sea la Biblia.
Funciones o atributos de la Biblia: Enseñar, Corregir, Redargüir; Instruye en justicia, revela, conduce al Salvador, consuela, advierte, unifica, celebra, narra, interpela, transforma.
Todos estos atributos, funciones, naturaleza, cualidades conforman la plenitud de la Biblia
La cual habita en el antiguo y nuevo testamento, como en todos sus libros, que son iguales en autoridad y origen

La Biblia es una sola

Del mismo modo que los tres son iguales:

El Padre, porque el Él habita toda la plenitud de la deidad
El Hijo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad
El Espíritu Santo, porque en Él habita toda la plenitud de la deidad

Que el Padre sea la fuente, el Hijo el medio y el Espíritu la fuerza que procede del Padre, estos son atributos, funciones, cualidades, naturaleza de la divinidad
La que habita En su totalidad en el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo

Así como el antiguo testamento no deja de ser la Biblia si no es el nuevo testamento
Así también el Hijo no deja de ser Dios si no es el Padre

Comprendo tu intención de expresar la unidad y plenitud divina, pero conviene distinguir entre unidad funcional y igualdad ontológica, porque la Biblia nunca dice que el Padre, el Hijo y el Espíritu sean “iguales en autoridad y origen”.

Tu comparación con la Biblia (Antiguo y Nuevo Testamento) es interesante, pero se rompe por una razón clave: la Biblia es una colección de escritos inspirados, no tres personas con relación jerárquica. El Antiguo y el Nuevo Testamento son “uno” porque proceden del mismo Autor (Dios), pero no son “iguales en autoridad” entre sí — de hecho, el Nuevo cumple y amplía al Antiguo (Hebreos 8:6-13).

Del mismo modo, el Hijo y el Espíritu proceden del Padre y dependen de Él. Jesús mismo dijo:

“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo, sino lo que ve hacer al Padre” (Juan 5:19),
“El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28),
y “El Espíritu no hablará por su propia cuenta” (Juan 16:13).

Estas declaraciones no son metáforas ni “atributos de función”, sino afirmaciones directas de dependencia.
Si los tres fuesen “iguales en autoridad y origen”, ninguna de esas frases tendría sentido.

Cuando Colosenses 2:9 dice que “en Él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad”, el contexto muestra que esa plenitud proviene del Padre
(“porque quiso el Padre que en Él habitase toda plenitud”, Col. 1:19). Es decir, Jesús no posee plenitud independiente, sino plenitud otorgada.

Llamar a esa dependencia “atributo o función” es un modo teológico de suavizar lo que el texto dice claramente:

-el Padre es la fuente,
-el Hijo es el enviado,
-y el Espíritu es el poder que procede de ambos.

La Biblia nunca dice que el Hijo sea “Dios igual al Padre”; más bien, que “Dios lo hizo Señor y Cristo” (Hechos 2:36) y que “todo poder le fue dado”
(Mateo 28:18), lo cual implica que antes no lo tenía.


En resumen:
  • La unidad entre Padre, Hijo y Espíritu es de propósito y procedencia,
  • No de igualdad ontológica ni de autoridad.
  • Y la plenitud divina en el Hijo y el Espíritu procede del Padre, no es intrínseca o eterna en ellos.

Pretender igualarlos en todo sentido, aunque suene poético, contradice la enseñanza explícita de Jesús sobre su relación con el Padre.
 
@sieppetes

¿Y qué es esencia?
Esencia = naturaleza, condición, sustancia.
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

«Yo Soy» es el nombre de Dios con el que se reveló a Moisés, y cuando Jesús dice que antes que Abraham fuese (en pasado), Jesús dice y afirma que Él es «Yo Soy» (en presente), y no dice «yo era», está diciendo que Él es Dios.

Así que lo tuyo, simplemente es la obstinación rebelde de un enemigo de Cristo y de su Evangelio. Es decir, la Escritura te contradice por todas partes, por mucho que te quieras justificar.

La verdad es que yo no creo que tú hayas creído en Cristo en toda tu vida, y que simplemente eres un enemigo de Cristo y de Dios. Porque si fueses de Dios te humillarías y reconocerías Su Palabra, que es Cristo mismo, pero no lo haces aunque se te ha demostrado tu error y falsedad hasta que no quedara ninguna duda.

Así que leer tus argumentos reciclados una y otra vez, es una pérdida de tiempo, y darle lugar al diablo. Por tanto, no te extrañes si no te contesto más, porque hacerlo es favorecer la obra del diablo para que esparza en el foro sus patrañas y herejías.

Yo por mi parte ya te he demostrado lo que dice el Evangelio sobre este asunto de que Jesucristo es Dios, y tú lo rechazas, así que como dice Jesús sacudo mis pies como testimonio contra ti, y quedarás expuesto al juicio del que habló Jesús para aquellos que hacen lo que tú haces.


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad

Lamento sinceramente que hayas tomado un tono tan ofensivo, porque mi intención nunca ha sido atacar la fe de nadie, sino dialogar desde la Escritura.
La diferencia entre nosotros no está en si amamos a Cristo, sino en cómo entendemos lo que él mismo dijo.

Jesús jamás insultó a quien le hacía preguntas; más bien dijo:

“Escudriñad las Escrituras, porque ellas dan testimonio de mí” (Juan 5:39).

Eso es precisamente lo que hago: escudriñar con respeto el texto, no imponer dogmas posteriores.
El hecho de que en Juan 8:58 Jesús diga “ego eimi” no convierte automáticamente esa frase en una proclamación de identidad ontológica con YHWH, como ya expliqué desde el griego y el contexto. Si tú lo crees así, estás en tu derecho; pero eso no autoriza a llamar “enemigo de Cristo” a quien simplemente interpreta el pasaje con otro enfoque.


La fe bíblica no se demuestra anulando al interlocutor, sino mostrando el fruto del Espíritu — amor, paciencia y templanza (Gálatas 5:22).
Y si Jesús dijo:

“Aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29)

entonces seguirle incluye también la forma de responder, no solo el contenido.


Así que, con todo respeto, te dejo en paz si consideras cerrado el diálogo.
Yo seguiré confesando lo que confesó Pedro:

“Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo” (Mateo 16:16)

porque esa fue —y sigue siendo— la confesión que Jesús mismo aprobó.

Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
Lamento sinceramente que hayas tomado un tono tan ofensivo, porque mi intención nunca ha sido atacar la fe de nadie, sino dialogar desde la Escritura.
La diferencia entre nosotros no está en si amamos a Cristo, sino en cómo entendemos lo que él mismo dijo.

Jesús jamás insultó a quien le hacía preguntas; más bien dijo:



Eso es precisamente lo que hago: escudriñar con respeto el texto, no imponer dogmas posteriores.
El hecho de que en Juan 8:58 Jesús diga “ego eimi” no convierte automáticamente esa frase en una proclamación de identidad ontológica con YHWH, como ya expliqué desde el griego y el contexto. Si tú lo crees así, estás en tu derecho; pero eso no autoriza a llamar “enemigo de Cristo” a quien simplemente interpreta el pasaje con otro enfoque.


La fe bíblica no se demuestra anulando al interlocutor, sino mostrando el fruto del Espíritu — amor, paciencia y templanza (Gálatas 5:22).
Y si Jesús dijo:



entonces seguirle incluye también la forma de responder, no solo el contenido.


Así que, con todo respeto, te dejo en paz si consideras cerrado el diálogo.
Yo seguiré confesando lo que confesó Pedro:
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Salud y bendición en la paz de Cristo.

No para ti, sino para los que leen.

El decir la verdad, y calificar las cosas conforme a la verdad, nunca puede ser un insulto, si fuese así, los pecadores podrían decir que la Biblia (la Palabra de Dios) los maldice e insulta, cuando en realidad les está avisando, por y para su bien, de su condición perdida, y del final eterno que les espera, si no se arrepienten sinceramente.


Que Dios les bendiga a todos
Paz a la gente de buena voluntad
 
@sieppetes

¿Y qué es esencia?
Esencia = naturaleza, condición, sustancia.
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Entiendo tu intento de aclarar el término, pero precisamente ahí está el problema:
La palabra “esencia” (del latín essentia, equivalente al griego ousía) no pertenece al lenguaje bíblico, sino al vocabulario filosófico griego desarrollado siglos después.

La Escritura no define a Dios ni a Cristo en términos de “sustancia” o “condición ontológica”, sino en relación, obediencia y propósito.
Por eso Jesús dice:

“El Padre mayor es que yo” (Juan 14:28),
“El Hijo no puede hacer nada por sí mismo” (Juan 5:19),

y Pablo declara que “Dios es la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3).

En ningún lugar del Nuevo Testamento los apóstoles enseñan que el Hijo comparte la misma esencia que el Padre; eso pertenece al lenguaje de los credos del siglo IV, no al vocabulario inspirado.

Si queremos mantenernos dentro del marco bíblico, conviene hablar de naturaleza moral y relacional, no de “sustancia metafísica”.
El Hijo tiene la naturaleza divina reflejada — porque actúa, habla y revela al Padre —, pero su ser y autoridad proceden de Él, no son autoexistentes.

Así que, más que definir “qué es esencia”, la pregunta realmente bíblica sería:

¿Cómo se manifiesta Dios en Cristo y por medio del Espíritu, según lo que ellos mismos declararon?
 
Entiendo tu intento de aclarar el término, pero precisamente ahí está el problema:
La palabra “esencia” (del latín essentia, equivalente al griego ousía) no pertenece al lenguaje bíblico, sino al vocabulario filosófico griego desarrollado siglos después.

La Escritura no define a Dios ni a Cristo en términos de “sustancia” o “condición ontológica”, sino en relación, obediencia y propósito.
Por eso Jesús dice:

y Pablo declara que “Dios es la cabeza de Cristo” (1 Corintios 11:3).

En ningún lugar del Nuevo Testamento los apóstoles enseñan que el Hijo comparte la misma esencia que el Padre; eso pertenece al lenguaje de los credos del siglo IV, no al vocabulario inspirado.

Si queremos mantenernos dentro del marco bíblico, conviene hablar de naturaleza moral y relacional, no de “sustancia metafísica”.
El Hijo tiene la naturaleza divina reflejada — porque actúa, habla y revela al Padre —, pero su ser y autoridad proceden de Él, no son autoexistentes.

Así que, más que definir “qué es esencia”, la pregunta realmente bíblica sería:
Lo que aun no entiendes es que el latín esencia (naturaleza) precisamente es sinónimo del griego phusis.

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Y la plenitud divina en el Hijo y el Espíritu procede del Padre, no es intrínseca o eterna en ellos.
¿Por qué no, si toda la plenitud de la deidad habita en los tres?

Si te fijas, el texto dice:
Colosenses 2:9 Porque en él habita corporalmente toda la plenitud de la Deidad,

No dice que en Él habita toda la plenitud del Padre
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Aprecio sinceramente tu esfuerzo por responder con respeto y profundidad, y valoro que busques sostener tus puntos con el texto. Sin embargo, creo que lo que planteas sigue partiendo de una lectura sistemática posterior y no de la intención original de los escritores bíblicos. Permíteme responderte con el mismo amor por la Palabra que tú has mostrado.


1. Sobre Juan 17:3
El texto sigue siendo tan claro como siempre: “Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado.”
Jesús no se incluye dentro del “único Dios verdadero”, sino que se distingue de Él como “el Enviado”. Que la vida eterna consista en conocer al Padre y también al Hijo no convierte al Hijo en el mismo Dios, sino que refleja el papel que el Padre le asignó como mediador (cf. Juan 14:6; 1 Timoteo 2:5).
Conocer al Hijo es conocer al Padre porque el Hijo lo revela (Juan 1:18), no porque sea Él mismo. El texto no dice “el Hijo, que es el único Dios”, sino “a Jesucristo, a quien tú has enviado”.


2. Sobre Juan 10:30 y la unidad en el griego
El argumento sobre ἕν (hen) no cambia el hecho de que el contexto habla de unidad de acción y propósito, no de sustancia. En los versículos siguientes (Juan 10:37–38), Jesús mismo explica:




No dice “porque somos la misma esencia”, sino “porque el Padre actúa en mí”.

Y en Juan 17:22–23, usa exactamente el mismo neutro ἕν (hen) para los discípulos: “para que sean uno (ἕν), así como nosotros somos uno (ἕν).” Si el neutro implicara unidad de esencia divina, entonces los discípulos compartirían esa misma esencia, lo cual sería absurdo.
Por tanto, la unidad de Juan 10:30 es operativa y relacional, no ontológica.

3. Sobre Filipenses 2:6–7
Decir que “existiendo en forma de Dios” implica igualdad esencial es ir más allá del texto. Pablo no usa morphē theou para definir naturaleza, sino condición o función (como en morphē doulou, “forma de siervo”).
El punto de Pablo no es establecer igualdad, sino subrayar la humildad: Cristo, a pesar de su condición exaltada por el Padre, no se aferró a ella, sino que se despojó para obedecer.
Si Pablo quisiera afirmar igualdad de esencia, no terminaría diciendo que “Dios le exaltó y le dio un nombre que es sobre todo nombre” (Fil 2:9).
El texto describe subordinación voluntaria, no identidad eterna.


4. Sobre Tomás y Juan 20:28
Tomás, al ver al resucitado, exclama: “¡Señor mío y Dios mío!” Esa expresión, en labios de un judío, no convierte a Jesús en YHWH, sino que reconoce que Dios actúa y se manifiesta por medio de el (Juan 5:19–23).

Jesús no dice “soy tu Dios”, sino que inmediatamente después Juan escribe:



El propósito del evangelio no es que creamos que “Jesús es Dios”, sino que es el Hijo de Dios. Esa distinción se mantiene en todo Juan.

5. Sobre Hechos 5:3–4 y el Espíritu Santo
El texto no requiere que el "Espíritu" sea una “persona distinta”. Mentir al Espíritu es mentir a Dios porque el "Espíritu "es la presencia de Dios en acción.
En Isaías 63:10 se dice: “Contristaron su "Espíritu Santo"; por eso se convirtió en enemigo de ellos.” No hay allí otra persona separada, sino Dios mismo ofendido por medio de Su Espíritu.

La forma de hablar es relacional y personal porque el Espíritu representa a Dios actuando, no porque sea un “yo” distinto.


6. Sobre la Trinidad y la predicación apostólica
Decir que la Iglesia “descubrió la Trinidad porque no podía predicar sin ella” es una afirmación teológica, no bíblica.
Los apóstoles predicaban a un solo Dios — el Padre — y a Jesucristo, su Hijo, resucitado por Él (Hechos 2:22–24, 36).
No usaban categorías como “una esencia, tres personas”, sino lenguaje hebreo: Padre, Hijo y "Espíritu" como manifestaciones y obras de un mismo Dios.
Mateo 28:19 no dice que haya tres seres divinos, sino que el bautismo se realiza en un solo nombre (singular), el del Padre que envía, el Hijo que obedece y el "Espíritu" que actúa.


En conclusión:
El testimonio bíblico muestra una clara distinción y subordinación entre el Padre y el Hijo.
Jesús no reclama igualdad de esencia, sino perfecta obediencia y comunión.
El "Espíritu" no es una “tercera persona”, sino el aliento y presencia activa de Dios que obra en los creyentes.

La fe apostólica no se basaba en categorías ontológicas griegas, sino en la revelación sencilla de un solo Dios, el Padre, manifestado por medio de su Hijo y actuando por su Espíritu.



Esa sigue siendo la confesión original de la fe cristiana primitiva.
Gracias por su respuesta tan cuidadosa, respetuosa y profundamente comprometida con la Palabra. Mil disculpas por la respuesta algo tardía. Es evidente que usted no busca defender una posición, sino entender lo que los escritores bíblicos realmente quisieron decir o eso quiero pensar, ya que la misma palabra revela quien es el Padre, Hijo y El Espíritu Santo. Permítame responder con el mismo espíritu — no con categorías posteriores, sino con el texto mismo, en su contexto histórico, lingüístico, canónico y litúrgico primitivo, apoyado por los manuscritos más antiguos, los usos judíos del primer siglo y la práctica apostólica tal como se registra en los papiros y testimonios más tempranos.

Sobre Juan 17:3
Usted tiene razón: Jesús dice “el único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado”. Pero fíjese lo que no dice:
— No dice “al único Dios verdadero, y luego a su siervo”.
— No dice “al único Dios verdadero, y a su profeta”.
— Dice “y a Jesucristo” — como objeto directo de conocimiento salvífico.

En el judaísmo del primer siglo, solo YHWH era objeto de ginōskō salvífico (Jeremías 31:34; Oseas 4:6). Si Jesús fuera una criatura, incluirlo en la misma cláusula de vida eterna sería idolatría — y Juan, fariseo convertido, lo sabría mejor que nadie. Pero no lo corrige. Porque ya en Juan 1:1, establece: “El Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios” — con theos sin artículo, como en Juan 1:18: “a Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el seno del Padre, Él le ha dado a conocer”. Solo quien es Dios puede dar a conocer a Dios.

Sobre Juan 10:30 y ἕν (hen)
Es cierto que Jesús explica en Juan 10:38: “para que creáis que el Padre está en mí, y yo en el Padre”. Pero observe el verbo griego: ἐν ἐμοὶ ἐστιν ὁ Πατήρ, κἀγὼ ἐν τῷ Πατρί — “el Padre está en mí, y yo en el Padre”.
Este lenguaje de mutua indwelling (perichōrēsis) no se usa para criaturas. En el judaísmo, solo Dios “habita” en otro ser si ese ser es templo — pero Jesús dice que Él mismo es el templo (Juan 2:19–21).
Y sobre Juan 17:22: sí, los discípulos son uno como el Padre y el Hijo son uno — pero la palabra “como” (καθὼς) indica analogía, no identidad. Los discípulos son uno por participación; el Padre y el Hijo son uno por esencia. De lo contrario, los creyentes serían dioses — y Jesús rechazó esa idea (Juan 10:34–36).

Sobre Filipenses 2:6–7
Usted dice que morphē theou no implica naturaleza. Pero en griego clásico y koiné, morphē nunca se refiere a “apariencia” o “función” — eso sería schēma.
— Morphē= forma esencial, lo que algo es en su ser (como morphē doulos — forma de siervo — no “rol de siervo”, sino identidad real).
— El verbo ὑπάρχων (*hyparchōn*) significa “existiendo previamente como”, no “ocupando una posición”.
— Y ἁρπαγμόν (harpagmon) no es “algo que aferrar”, sino “algo que retener con ventaja ilegítima”.

Jesús, siendo en esencia Dios, no consideró esa igualdad como algo que debía explotar para sí mismo — sino que se humilló. La exaltación de Filipenses 2:9 no contradice la igualdad; la confirma, porque solo quien es Dios puede recibir el ónoma hypèr pan ónoma — el nombre que en el Antiguo Testamento pertenece solo a YHWH (Filipenses 2:10–11 cita Isaías 45:23: “toda rodilla se doble… y toda lengua confiese” — donde “confesar” es exomologeō, el mismo verbo usado para confesar a YHWH como Señor).

Hablando un poco Sobre Tomás y Juan 20:28
Tomás dice: Ὁ Κύριός μου καὶ ὁ Θεός μου — “El Señor mío y el Dios mío”.
En el judaísmo del primer siglo, ningún judío fiel diría esto a una criatura — ni siquiera a un ángel (Apocalipsis 19:10; 22:8–9: “No lo hagas… adora a Dios”).
Jesús no lo corrige. No dice “no me llames Dios”. Acepta la adoración.
Y Juan inmediatamente escribe: “Estas cosas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios*” — donde Hijo de Dios no es un título humano, sino divino (Salmo 2:7; 2 Samuel 7:14; Hebreos 1:5). En el judaísmo, “Hijo de Dios” aplicado a una persona significaba igualdad con Dios — por eso los judíos querían apedrear a Jesús (Juan 5:18).

Mas Sobre Hechos 5:3–4 y el Espíritu Santo
Usted cita Isaías 63:-10 “contristaron su Espíritu Santo”. Pero el versículo 11 añade: “¿Dónde está aquel que hizo subir de él su santo Espíritu?”. El pronombre אֲשֶׁר (asher, “aquel”) es masculino — y se refiere al Espíritu, no a Dios en tercera persona. En hebreo, el Espíritu (רוּחַ, ruaj) es femenino, pero aquí se le atribuye un pronombre masculino — señal de personificación real, no metafórica.
Y en Hechos 5:3–4, Pedro no dice “has ofendido la presencia de Dios”, sino **“has mentido al Espíritu Santo… no a los hombres, sino a Dios”. La gramática griega es inequívoca: dos sujetos (tō pneumati / tō theō), un verbo (epseusō). Solo se usa así cuando dos nombres denotan una misma realidad personal — como en 2 Corintios 3:17: “el Señor es el Espíritu”.

Sobre la predicación apostólica y la Trinidad, aquí te enseñó más.
Usted cita Hechos 2:22–24: “Jesús de Nazaret, varón aprobado por Dios… a este, entregado por el determinado consejo y presciencia de Dios, crucificasteis… a quien Dios resucitó”.
Pero observe lo que Pedro añade en el versículo 33:
Exaltado, pues, a la diestra de Dios, y habiendo recibido del Padre la promesa del Espíritu Santo, ha derramado esto que vosotros veis y oís”.
¿Quién derrama el Espíritu? Jesús, desde la diestra de Dios.
¿Quién promete el Espíritu? El Padre.
¿Quién es derramado? El Espíritu.
Tres sujetos, una obra salvífica — y eso desde el día de Pentecostés.
Los apóstoles no usaban la palabra Trinidad, pero sí bautizaban en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mateo 28:19) — y los manuscritos más antiguos (𝔓⁶⁴, 𝔓⁴⁵, Codex Sinaiticus, Vaticanus) confirman esta lectura sin variantes.

Mas datos que son indispensable:
Los papiros cristianos más antiguos — 𝔓⁵² (Juan, ~125 d.C.), 𝔓⁴⁶ (Pablo, ~200 d.C.) — ya muestran una cristología alta: Jesús es Kyrios, Theos, Sōtēr.

Los escritos de Ignacio de Antioquía (107 d.C.) dicen: “Jesucristo es nuestro Dios”.
Justino Mártir (150 d.C.) escribe: “El Hijo es Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos”.

No citan homoousios; citan Juan 1:1, Romanos 9:5, Tito 2:13 — donde “nuestro gran Dios y Salvador Jesucristo” es una construcción gramatical (Granville Sharp’s Rule) que une Theos y Sōtēr al mismo sujeto.

La fe primitiva no era unitaria. Era trinitaria en práctica, aun cuando no tenía la terminología. Porque no podían predicar el evangelio sin confesar:
— Un solo Dios (Deuteronomio 6:4),
— Un solo Señor (1 Corintios 8:6),
— Un solo Espíritu (Efesios 4:4),
— Y los tres son objeto de adoración, obediencia y confianza salvífica.

Que el Señor nos dé gracia para amar la verdad más que nuestras interpretaciones, y para buscar no quién tiene razón, sino qué dice la Escritura — con corazones dispuestos a obedecer, no solo a razonar.

נֵר עֶלְיוֹן
[◊] ✡️
P.A.E. ✝️
 
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