Entiendo lo que dices, pero eso que planteas es más cercano al
modalismo (la idea de que el Padre simplemente “se manifiesta” como Hijo o Espíritu), y no es lo que enseñan las Escrituras cuando se leen con atención.
Jesús mismo habla de una relación real con el Padre, no de una simple manifestación de sí mismo:
- “El Padre me envió” (Juan 5:36; 8:42)
- “No he venido de mí mismo” (Juan 7:28; 8:42)
- “El Padre es mayor que yo” (Juan 14:28)
- “Padre, glorifica a tu Hijo con aquella gloria que tuve contigo antes que el mundo fuese” (Juan 17:5)
Si el Padre “se hizo” Hijo, no tendría sentido que el Hijo
hable con el Padre,
le ore, o
reciba de Él. Es una relación, no un disfraz.
En la Escritura, Dios se
manifiesta de muchas formas (fuego, nube, voz, paloma), pero esas no son “personas”. En cambio, el Hijo habla, ama, obedece y se somete al Padre —eso va más allá de una simple manifestación simbólica.
Pablo lo expresa claramente:
Aquí no se dice que el Padre
sea el Hijo, sino que el Hijo es el medio por el cual el Padre actúa.
Así que reconocer la distinción entre el Padre y el Hijo no es seguir “doctrinas preconcebidas”, sino respetar lo que el texto bíblico realmente muestra.