Jueces 4:4
Gobernaba en aquel tiempo a Israel una mujer, Débora, profetisa, mujer de Lapidot
Cuando leemos el versículo siguiente:
Jue 4:5 y acostumbraba sentarse bajo la palmera de Débora, entre Ramá y Bet-el, en el monte de Efraín; y los hijos de Israel subían a ella a juicio.
Nos damos cuenta que el lugar donde los hijos de Israel subían a ella a consultar sus problemas, no era ni Jerusalén, ni el templo, ni ningún lugar sagrado.
¿Dónde estaba su consultoría?
Debajo de una palmera, bautizada con su propio nombre, un lugar despoblado en el trayecto entre dos ciudades.
Pero según la ley, quién debiese estar allí no era una mujer, sino un hombre, por lo que esto manifiesta una vez más, el desorden espiritual de una época donde escaseaba la palabra de Jehová y cada uno hacía lo que bien le parecía, aquí está el texto:
Deu 17:8 Cuando alguna cosa te fuere difícil en el juicio, entre una clase de homicidio y otra, entre una clase de derecho legal y otra, y entre una clase de herida y otra, en negocios de litigio en tus ciudades; entonces te levantarás y recurrirás al lugar que Jehová tu Dios escogiere;
Deu 17:9 y vendrás a los sacerdotes levitas, y al juez que hubiere en aquellos días, y preguntarás; y ellos te enseñarán la sentencia del juicio.
Deu 17:10 Y harás según la sentencia que te indiquen los del lugar que Jehová escogiere, y cuidarás de hacer según todo lo que te manifiesten.
Esta decadencia espiritual, es claramente manifestada en algunos grupos religiosos donde la mujer ministra con absoluto descaro en abierto desafío a Cristo.
Pues está manifestando que lo que impera allí es la gloria del varón, que es ella, por lo tanto, El Señor no garantiza su Presencia en tales lugares (Mt.18:20).