Conversadores en extinción

28 Febrero 1999
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5.010
I

(Aunque me lleve varios aportes, podemos ir intercambiando ideas de a poco)

El haber nacido a mediados del Siglo XX, nos ha facilitado el trato con personas de todo ese siglo, a más de algunas del XIX y las del XXI que vamos conociendo.

Mis abuelos, cuando jóvenes, no conocieron Internet, Fax, televisión, cine, radio o teléfono, sino que toda comunicación impersonal entre ellos era epistolar, y solo ante alguna urgencia, el telégrafo. El entretenimiento gráfico lo daban los libros, periódicos y revistas. Por supuesto, el teatro, las salas de concierto y de conferencias hacían su mejor aporte cultural en las ciudades. Los estudios superiores quedaban limitados a los que perseguían una carrera universitaria.

Entonces, como desde hacía siglos, la conversación era todo un arte que no necesariamente distinguía entre cultos e ignorantes, ya que el intelecto puede avivarse en iletrados y apagarse en los más letrados. El buen decir, podía ser virtud de poco instruidos y falta notoria en los más leídos, pues el cuidado que unos ponen en tal ejercicio es descuido imperdonable en los que por el mucho leer mejor tendrían que expresarse. El analfabeto, no por carencia de letras lo era también de voces en un rico lenguaje que correctamente dicho podía dejar perplejos a personas doctas.

Antiguamente, los cafés céntricos de las grandes urbes, eran punto de encuentro de los intelectuales locales, que en torno a una mesa discutían méritos y deméritos de las últimas obras literarias aparecidas. Parroquianos asiduos al lugar, carentes de estudios pero ávidos del saber, podían arrimar su silla, y de acostumbrarse a escuchar, acabar por sorprender con comentarios agudos correctamente expresados.

Por mucho tiempo, la conversación fue el arte más difícil y apreciado en aquellas sociedades. Con apenas vivir despierto y poseer mediana inteligencia, era capaz un hombre de sostener una charla provechosa con individuos de su nivel y superior todavía.

El arte del conversador consistía en pensar bien y decirlo bien. La precisión, claridad y brevedad se acompañaban con la acertada elección de un bello vocabulario.

Actualmente, abundan los charlatanes y escasean los conversadores. Proseguiremos con esto.


Saludos cordiales
 
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Reacciones: Efe-E-Pe
I

(Aunque me lleve varios aportes, podemos ir intercambiando ideas de a poco)

El haber nacido a mediados del Siglo XX, nos ha facilitado el trato con personas de todo ese siglo, a más de algunas del XIX y las del XXI que vamos conociendo.

Mis abuelos, cuando jóvenes, no conocieron Internet, Fax, televisión, cine, radio o teléfono, sino que toda comunicación impersonal entre ellos era epistolar, y solo ante alguna urgencia, el telégrafo. El entretenimiento gráfico lo daban los libros, periódicos y revistas. Por supuesto, el teatro, las salas de concierto y de conferencias hacían su mejor aporte cultural en las ciudades. Los estudios superiores quedaban limitados a los que perseguían una carrera universitaria.

Entonces, como desde hacía siglos, la conversación era todo un arte que no necesariamente distinguía entre cultos e ignorantes, ya que el intelecto puede avivarse en iletrados y apagarse en los más letrados. El buen decir, podía ser virtud de poco instruidos y falta notoria en los más leídos, pues el cuidado que unos ponen en tal ejercicio es descuido imperdonable en los que por el mucho leer mejor tendrían que expresarse. El analfabeto, no por carencia de letras lo era también de voces en un rico lenguaje que correctamente dicho podía dejar perplejos a personas doctas.

Antiguamente, los cafés céntricos de las grandes urbes, eran punto de encuentro de los intelectuales locales, que en torno a una mesa discutían méritos y deméritos de las últimas obras literarias aparecidas. Parroquianos asiduos al lugar, carentes de estudios pero ávidos del saber, podían arrimar su silla, y de acostumbrarse a escuchar, acabar por sorprender con comentarios agudos correctamente expresados.

Por mucho tiempo, la conversación fue el arte más difícil y apreciado en aquellas sociedades. Con apenas vivir despierto y poseer mediana inteligencia, era capaz un hombre de sostener una charla provechosa con individuos de su nivel y superior todavía.

El arte del conversador consistía en pensar bien y decirlo bien. La precisión, claridad y brevedad se acompañaban con la acertada elección de un bello vocabulario.

Actualmente, abundan los charlatanes y escasean los conversadores. Proseguiremos con esto.


Saludos cordiales
Interesante lo que planteas. A mí me habría gustado utilizar él verbo 'comunicar' en lugar de 'conversar'... Puede que hasta sean sinónimos, pero yo habría optado por este último. Un comunicador hace partícipe a otros de su mensaje, el conversador dice, habla... Pero igual, sólo tú conoces la razón de tu tema y también la razón de las palabras que escoges ??
 
I

(Aunque me lleve varios aportes, podemos ir intercambiando ideas de a poco)

El haber nacido a mediados del Siglo XX, nos ha facilitado el trato con personas de todo ese siglo, a más de algunas del XIX y las del XXI que vamos conociendo.

Mis abuelos, cuando jóvenes, no conocieron Internet, Fax, televisión, cine, radio o teléfono, sino que toda comunicación impersonal entre ellos era epistolar, y solo ante alguna urgencia, el telégrafo. El entretenimiento gráfico lo daban los libros, periódicos y revistas. Por supuesto, el teatro, las salas de concierto y de conferencias hacían su mejor aporte cultural en las ciudades. Los estudios superiores quedaban limitados a los que perseguían una carrera universitaria.

Entonces, como desde hacía siglos, la conversación era todo un arte que no necesariamente distinguía entre cultos e ignorantes, ya que el intelecto puede avivarse en iletrados y apagarse en los más letrados. El buen decir, podía ser virtud de poco instruidos y falta notoria en los más leídos, pues el cuidado que unos ponen en tal ejercicio es descuido imperdonable en los que por el mucho leer mejor tendrían que expresarse. El analfabeto, no por carencia de letras lo era también de voces en un rico lenguaje que correctamente dicho podía dejar perplejos a personas doctas.

Antiguamente, los cafés céntricos de las grandes urbes, eran punto de encuentro de los intelectuales locales, que en torno a una mesa discutían méritos y deméritos de las últimas obras literarias aparecidas. Parroquianos asiduos al lugar, carentes de estudios pero ávidos del saber, podían arrimar su silla, y de acostumbrarse a escuchar, acabar por sorprender con comentarios agudos correctamente expresados.

Por mucho tiempo, la conversación fue el arte más difícil y apreciado en aquellas sociedades. Con apenas vivir despierto y poseer mediana inteligencia, era capaz un hombre de sostener una charla provechosa con individuos de su nivel y superior todavía.

El arte del conversador consistía en pensar bien y decirlo bien. La precisión, claridad y brevedad se acompañaban con la acertada elección de un bello vocabulario.

Actualmente, abundan los charlatanes y escasean los conversadores. Proseguiremos con esto.


Saludos cordiales
seguro que tus abuelos no pensarían distinto que tú, respecto a tu generación...

bueno.. y tus tataratatarabuelos respecto de ellos...
 
I

(Aunque me lleve varios aportes, podemos ir intercambiando ideas de a poco)

El haber nacido a mediados del Siglo XX, nos ha facilitado el trato con personas de todo ese siglo, a más de algunas del XIX y las del XXI que vamos conociendo.

Mis abuelos, cuando jóvenes, no conocieron Internet, Fax, televisión, cine, radio o teléfono, sino que toda comunicación impersonal entre ellos era epistolar, y solo ante alguna urgencia, el telégrafo. El entretenimiento gráfico lo daban los libros, periódicos y revistas. Por supuesto, el teatro, las salas de concierto y de conferencias hacían su mejor aporte cultural en las ciudades. Los estudios superiores quedaban limitados a los que perseguían una carrera universitaria.

Entonces, como desde hacía siglos, la conversación era todo un arte que no necesariamente distinguía entre cultos e ignorantes, ya que el intelecto puede avivarse en iletrados y apagarse en los más letrados. El buen decir, podía ser virtud de poco instruidos y falta notoria en los más leídos, pues el cuidado que unos ponen en tal ejercicio es descuido imperdonable en los que por el mucho leer mejor tendrían que expresarse. El analfabeto, no por carencia de letras lo era también de voces en un rico lenguaje que correctamente dicho podía dejar perplejos a personas doctas.

Antiguamente, los cafés céntricos de las grandes urbes, eran punto de encuentro de los intelectuales locales, que en torno a una mesa discutían méritos y deméritos de las últimas obras literarias aparecidas. Parroquianos asiduos al lugar, carentes de estudios pero ávidos del saber, podían arrimar su silla, y de acostumbrarse a escuchar, acabar por sorprender con comentarios agudos correctamente expresados.

Por mucho tiempo, la conversación fue el arte más difícil y apreciado en aquellas sociedades. Con apenas vivir despierto y poseer mediana inteligencia, era capaz un hombre de sostener una charla provechosa con individuos de su nivel y superior todavía.

El arte del conversador consistía en pensar bien y decirlo bien. La precisión, claridad y brevedad se acompañaban con la acertada elección de un bello vocabulario.

Actualmente, abundan los charlatanes y escasean los conversadores. Proseguiremos con esto.


Saludos cordiales
nada nuevo, cliches sobre que el pasado fue mejor
 
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Reacciones: Vino Tinto
¿Te referis a nuestros hijos y nietos?

-No pensé en ellos al escribir esto, pero ahora que lo decís, te puedo asegurar que se me hace difícil conversar largo rato con mis hijos, y con mis nietos a duras penas iniciar una conversación.
 
Interesante lo que planteas. A mí me habría gustado utilizar él verbo 'comunicar' en lugar de 'conversar'... Puede que hasta sean sinónimos, pero yo habría optado por este último. Un comunicador hace partícipe a otros de su mensaje, el conversador dice, habla... Pero igual, sólo tú conoces la razón de tu tema y también la razón de las palabras que escoges ??

-Actualmente se llama de "comunicador" al que por la prensa, radio o televisión da una noticia o la comenta, o como con más autoridad que la mía lo define Wikipedia:

"Un comunicador es una persona como organización que se dedica a transmitir eficientemente un mensaje a un público objetivo a través de un medio de comunicación; también es quien realiza un trabajo social para informar, expresar y convencer en cualquier medio masivo de comunicación". Wikipedia

O sea, el "comunicador" no sabe quién le lee, oye o ve, ni le importa la reacción de ellos; el conversador, lo hace con apenas un interlocutor, o muy pocos más, e irá diciendo según digan los demás. Es más fácil ser un comunicador en cualquier medio que conversar amigable y provechosamente con nuestro vecino.
 
seguro que tus abuelos no pensarían distinto que tú, respecto a tu generación...

bueno.. y tus tataratatarabuelos respecto de ellos...

-Es posible que mis ancestros así pensaran de sus descendientes, pero acuérdate que por siglos no disponían ellos de tantos medios para comunicarse como trajo luego el Siglo XX. Mis bisabuelos debían de cultivar la buena conversación con mis tatarabuelos si no querían pasar por zopencos.
 
"Todo tiempo pasado fue mejor" es un dicho repetido que sabemos falso, pero es útil para advertir y recordar la degradación permanente de valores en nuestra humanidad.

Es útil también cuando se recuerdan aquellos años en los que se podían hacer más cosas y no se tenían tantos achaques. Me sentaba a escuchar las historias de mi abuela, sus travesuras de la infancia cuando se encaramába en algún árbol para coger algún mango o esconderse de su hermana mayor.
Era grato que ahí postrada en esa cama de donde no se podía levantar pasara riendo recordando los momentos más graciosos de su existencia. Con los años y la enferemdad se fué volviendo menos seria y más risueña. Fueron buenos tiempos.
 
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Reacciones: Ricardo
"Todo tiempo pasado fue mejor" es un dicho repetido que sabemos falso, pero es útil para advertir y recordar la degradación permanente de valores en nuestra humanidad.
de acuerdo... pero ya eso es un postulado totalmente diferente a la exposición de motivos con que abres este tema.

todo tu palabrerío eufemístico no supera al cliché es su postulado más básico.
 
-Es posible que mis ancestros así pensaran de sus descendientes, pero acuérdate que por siglos no disponían ellos de tantos medios para comunicarse como trajo luego el Siglo XX. Mis bisabuelos debían de cultivar la buena conversación con mis tatarabuelos si no querían pasar por zopencos.
tu tenías radio y prensa y teléfono y ya mayorcito, televisión. toda una revolución tecnológica para ellos.

yo tengo 3 hijos y he vivido distanciado de ellos miles de kilómetros durante muchísimos años. Sin ir más lejos, tú y yo tenemos al menos una decena de años de estar "conversando" , y lo digo entre comillas por tu costumbre de llamar tácitamente zopencos, a tus interlocutores o al menos considerarlos. .. Y justo al aplicar , en el corto plazo el cliché, cuando sales a recordar a debatientes de inicios del foro.

Te recuerdo que la única ocasión en que te ví recapacitar y concederle una a un interlocutor tuyo fue la de escribir diablo con minúscula, de ahí pues todas tus "conversaciones" no son más que pretensiones de "ganar" la conversación. En muchos casos pues, charlataneria pura y dura.

Te felicito
 
En lo que a mí concierne, he rozado las dos fronteras, orbitando entre las cosas antiguas y las cosas nuevas, atrapado entre generaciones del pasado y del futuro.

Lo mismo he sabido desarrollar habilidades literarias refinadas gracias a la educación que fue el legado de mis padres, que he leído las cosas jocosamente horribles de la generación milenial que usa emojis en vez de palabras porque es lo que más les acomoda.

A cada generación le ha tocado tener una formación, una cultura, y hasta una disparatada moda que trate de dar una identidad y un propósito definidos. Tender un puente entre ambas partes requiere de comprender cómo se mueven las personas del pasado y del futuro. En especial, cuando se trata de comunicarles el mensaje más importante de todos, ese que está al margen de modas y modos de humanos, poniendo al ser humano en el lugar en que se encuentra, en una gran miseria existencial. El único modo posible de salvar a jóvenes y viejos, es anunciando el mensaje de la cruz de Cristo, un mensaje que ha traspasado épocas y generaciones.

Pero ello no se logra solamente por un deseo intenso de querer ganar almas; el Espíritu Santo es quien se encarga de convencer de pecado, justicia y juicio. Ser como felipe conversando con algún personaje importante que no logra comprender el mensaje de salvación, más que ser un trabajo difícil, habría de ser una tarea de colaboración entre la realidad eterna y nuestra limitación humana.

El resultado habrá de notarse en la conversión de las personas. Una vida transformada por mediación nuestra, en lugar de hincharnos el ego, debería darnos más humildad porque el mensaje no es nuestro ni la salvación nos pertenece. Al menos, habremos pasado de ser un "siervo inútil" a uno que se atrevió a tender un rayo de luz como lo hace una delgada fibra óptica.


:)
 
de acuerdo... pero ya eso es un postulado totalmente diferente a la exposición de motivos con que abres este tema.

todo tu palabrerío eufemístico no supera al cliché es su postulado más básico.

-No fui yo quién postuló "clichés" y "falacias" para andar a los saltos desde una cosa a otra. En vez de aprobarlo ¡repruébalo!
 
tu tenías radio y prensa y teléfono y ya mayorcito, televisión. toda una revolución tecnológica para ellos.

yo tengo 3 hijos y he vivido distanciado de ellos miles de kilómetros durante muchísimos años. Sin ir más lejos, tú y yo tenemos al menos una decena de años de estar "conversando" , y lo digo entre comillas por tu costumbre de llamar tácitamente zopencos, a tus interlocutores o al menos considerarlos. .. Y justo al aplicar , en el corto plazo el cliché, cuando sales a recordar a debatientes de inicios del foro.

Te recuerdo que la única ocasión en que te ví recapacitar y concederle una a un interlocutor tuyo fue la de escribir diablo con minúscula, de ahí pues todas tus "conversaciones" no son más que pretensiones de "ganar" la conversación. En muchos casos pues, charlataneria pura y dura.

-No he llamado de "zopenco" a ningún forista, sino que he dicho: " Mis bisabuelos debían de cultivar la buena conversación con mis tatarabuelos si no querían pasar por zopencos". Abandona de una buena vez esa pésima costumbre que tienes de cuestionar lo que no se ha dicho.

-Si puedes aportar algún pensamiento sobre el tema de "Conversadores en extinción", bien, pero para dedicarte a cuestionarme, mejor espera a que algún loco escriba en el Foro mi biografía.
 
II

Las mejores conversaciones son siempre un diálogo entre dos individuos, porque de ser más, sería necesario que todos estuviesen ya bien entrenados en este ejercicio. Veremos por qué:

  • Cuando estoy frente a un único interlocutor, escucho sólo a uno, y él ha de responderme a mí. Ambos somos responsables de escuchar atentamente y de contestar coherentemente.
  • Cualquier artificio usado (evasión, distracción, falacia, etc.) es inmediatamente detectado, y a fuerza de tanto ser descubierto al fin depondrá su actitud y desistirá de tales recursos.
  • En caso de ser corregidos por el otro, lo asumiremos más fácilmente, y no haremos el triste papel de ponernos a la defensiva. En caso de que un tercero participe en la conversación, existe el riesgo permanente de que cuanto se diga apunte a lograr la adhesión de ese tercero, distorsionando de esa manera la línea que llevaba el diálogo. Si los interlocutores son cuatro o más, se complica mantener el hilo, pues la hipersensibilidad de alguno lo llevará a quejarse por cualquier supuesto motivo. En caso de alguno ser corregido, se sentirá avergonzado, y por no delatarse, se empecinará más todavía en sostener a porfía su error. Así la conversación se encamina al desastre.
  • El que participen simultáneamente varios en la conversación apareja el riesgo de que coincidiendo algunos en un punto, se valide la opinión de los menos entendidos por sobre la de aquel mejor entendido, y que bien pudiera –aunque en solitario- tener la razón.
  • Al conversar, expresamos una opinión, pensamiento o idea, usando solamente las palabras necesarias a fin de que se nos pueda contestar convenientemente. Si abundamos en largas frases, se dificultarán las respuestas, pues habrá que atender a diferentes puntos, no siempre bien conectados entre sí. Esto, suele hacer la diferencia entre un conversador y un charlatán.
  • En la conversación brindamos nuestro aporte, a la vez que recepcionamos lo que se nos dice, ya que en este intercambiamos procuramos dar y recibir lo mejor que al momento podemos. No debemos adoptar la actitud de maestros, pues eso no solo podría resultar ofensivo al que nos oye, sino que nos privaría del beneficio de ser también instruidos.
  • En toda provechosa conversación, siempre será necesario atender a lo que se nos dice, y no a lo que imaginamos que se nos esté diciendo. Una cosa es que usemos de perspicacia, y otra muy distinta dejarnos llevar por la suspicacia.
Cordiales saludos
 
La frase: "La mala costumbre de cuestionar lo que nunca se dijo"....
Me recuerda a algunos foristas de por aquí..."cristianos" según dicen.
Aún cuando se aclara su falso prejuicio, ....son escasos de disculpas.
Lo peor viene todavía, cuando se les corrige .....atropellando cualquier razonamiento lógico con:"....lo que dije fue mi opinión, por lo tanto, mi propio criterio"..
Esa triquiñuela solo se ve en el mundo, ...lástima que algunos no puedan abandonarlo.
 
La frase: "La mala costumbre de cuestionar lo que nunca se dijo"....
Me recuerda a algunos foristas de por aquí..."cristianos" según dicen.
Aún cuando se aclara su falso prejuicio, ....son escasos de disculpas.
Lo peor viene todavía, cuando se les corrige .....atropellando cualquier razonamiento lógico con:"....lo que dije fue mi opinión, por lo tanto, mi propio criterio"..
Esa triquiñuela solo se ve en el mundo, ...lástima que algunos no puedan abandonarlo.

-Esto que dices me hace acordar la insistencia con que los medios hablan de la "libertad de expresión" para amparar tras una linda frase su desparpajo de decir cualquier cosa. Siempre la apliqué a la libertad de expresar todo lo bueno, bello y verdadero que fuera aprovechable al individuo y a la sociedad, y jamás a todo lo malo, grosero y falso que se difunde como un virus en expansión.
 
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Reacciones: JUAN*