Imagina a Jesús en esa íntima conversación con su Padre: conversación que ha llegado a nosotros a través de Juan, relatando esos momentos en el huerto de Getsemaní.
Cuando Jesús ruega por nosotros para que tengamos vida eterna, pide "Que te conozcan a Ti, el Único Dios Verdadero, y a Jesucristo, a quien enviaste".
Observa como Jesús le habla a otro ente, y le habla de Tú.
Y ese Tú, ese Tú que no soy yo, es el Dios Verdadero.
Jesús no dijo "Que nos conozcan a nosotros, que somos el Único Dios Verdadero".
A pesar de declarar que es Uno con su Padre, Jesús nunca confunde las esencias. Nunca confunde las identidades.
Para Jesús, en ese momento íntimo, es clarísimo que su Padre es el Único Dios, mientras que Él, Jesús, es su Enviado.
A Mohammed le quedaba clarísimo esto también.
Por eso en el Islam, la declaración esencial de la fe (la Shahada) es "No hay más Dios que Allah, y Mahoma es su Profeta".
Allah es el Padre de Jesús. Mahoma es el Cristo, el Logos Eterno, la Palabra que ilumina a la humanidad.
La Shahada es la mismísima declaración de Jesús en el Huerto, expresada en otro momento histórico. "No hay más Dios que Tú, mi Padre, y Yo soy tu Enviado".