CRECIMIENTO: ¿POR IMAGINACIÓN O POR REVELACIÓN?
CRECIMIENTO: ¿POR IMAGINACIÓN O POR REVELACIÓN?
Hna. Panchita.
Cualquiera de las opciones presentadas para la encuesta puede
ser cierta. Aunque un buen número de hermanos ya lo han dicho.
Sin embargo considero que la gran mayoría 'anda tanteando' en
este asunto. Por lo menos eso es lo que me parece.
Sucede que estamos muy fragmentados, y nos aferramos todos
al 'pedacito' de verdad que cree tener o conocer. La pregunta es
si crecemos por años de creyentes, por cargos eclesiásticos, por
seminarios y títulos obtenidos, etc.; o por revelación de Dios en
el conocimiento de nuevos aspectos de la persona de Cristo?
“Vivimos en un mundo espiritual hecho de puras imágenes, donde se han borrado todos los referentes empíricos; la realidad de lo que decimos creer: Dios”
Cada uno cree tener una verdad personal y exclusiva acerca del conocimiento de Dios. Es así que siendo Dios para ellos lo que ellos creen que Dios es. Todo aquel que no tiene un concepto de Dios igual o semejante al que ellos tienen, queda excluido de la realidad y de la verdad. Ahora bien, los cristianos tenemos como fuente de verdad la Biblia. (Juan 17. 17) La Palabra de Dios es la máxima fuente de revelación de Dios dada al hombre. Sin embargo no para todos la Verdad y la Revelación Biblícas es una Realidad tal como la presentan y dicen conocer. Si apuramos este concepto, nos hallamos frente a una indeterminada fragmentación de la verdad cristiana, en la que cada uno de los fragmentos dice tener una parte del todo; una verdad dominante y excluyente; una revelación única y autoritativa. Por lo tanto, el fanatismo y la entelequia gobiernan, en muchos casos, el debate religioso en estos foros.
Por ejemplo: Creemos en un Dios que todo lo sabe, que todo lo puede y que en todas partes está. Un Dios que es Santo, Santo, Santo. Sin embargo, nuestro comportamiento, nuestras palabras y nuestros pensamientos no están relacionados con la Realidad de esa Verdad sobre este Dios.
¿Cómo romper la falacia de creer en un dios que yo mismo me hago y re-hago de continuo?
Todo acercamiento a la realidad desde una perspectiva ilusoria, genera el engañoso sentido de pertenencia, identificación y verdad; cosas, éstas, que no existen real y verdaderamente en ese mundo de imágenes. Desde ese punto de vista, se considera que la distancia entre el hombre y la realidad que dice conocer, ha desaparecido. Pero lo cierto es, que no es la distancia la que desaparece, creando la falacia de un verdadero acercamiento a ‘esa realidad’ que llamamos Dios; lo que desaparece es la percepción de esa distancia; es, por decirlo de una forma gráfica, como si la ‘imagen’ que se ha elaborado pretenciosamente, con los componentes relativos y fragmentarios de nuestra mente, usurpara el sitio de la realidad, que, equivocadamente, juzgamos verdadera. Consecuencia de ésto es la expresión caricaturezca de quienes sostienen la idea y los argumentos teológicos propios de su religión; a saber: Jerarquías, doctrinas, ceremonias, tradiciones, usos y costumbres, etc.. Pero se ha borrado para ellos, todo vestigio de su referente empírico. Dios.
¡Viven una verdadera entelequia!
LA CRISIS DE LA CONFRONTACIÓN.
La Ventaja de la Crisis es que la Realidad Aparece Cuando la Verdad se Revela.
¿Cómo romper la falacia de creer en un dios que yo mismo me hago y re-hago de continuo? Nosotros, los cristianos, no crecemos en Dios por tener años de iglesia, por títulos o cargos o responsabilidades que asumamos. No crecemos espiritualmente por servicios que hagamos u oficios que desempeñemos. Crecemos por revelación.
Esa verdad es quien desnuda la verdadera perspectiva, la perspectiva de Dios. Tal revelación nos muestra la inconmensurable distancia que nos separa de un Dios Santo, tres veces Santo. Semejante revelación ocasiona la crisis. Ella produce la anulación psicológica del hombre, “¡Ay de mí! Que soy muerto” (exclamó Isaías) echando por tierra toda defensa. Es allí donde se agotan los argumentos y las justificaciones. Allí se derrumban todos los derechos y prerrogativas humanas, religiosas y ministeriales.
Es allí donde decimos y confesamos: ‘¡Señor mío, y Dios mío!’ (Juan 20. 28).
Dice Job: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza." (Job 42. 2-6).
Cuenta el profeta Isaías: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” (Isaías 6. 1-8).
Cuenta también el profeta Daniel en Daniel 10. 8-19: “Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.[………] Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.” (Daniel 10. 8-19)
En su oración revelada y reveladora, Habacuc nos confiesa: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.” (Habacuc 3: 16-19).
Jesús se revela a los soldados romanos y a los alguaciles de los principales sacerdotes y fariseos que, encabezados por Judas el traidor, venían a buscarle con linternas, y antorchas y con armas. “Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.” (Juan 18: 4-6).
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Eclesiastés 12. 13)
JESUCRISTO ES DIOS
El Señor Bendiga Ricamente a Su Pueblo.
SayPer

CRECIMIENTO: ¿POR IMAGINACIÓN O POR REVELACIÓN?
Hna. Panchita.
Cualquiera de las opciones presentadas para la encuesta puede
ser cierta. Aunque un buen número de hermanos ya lo han dicho.
Sin embargo considero que la gran mayoría 'anda tanteando' en
este asunto. Por lo menos eso es lo que me parece.
Sucede que estamos muy fragmentados, y nos aferramos todos
al 'pedacito' de verdad que cree tener o conocer. La pregunta es
si crecemos por años de creyentes, por cargos eclesiásticos, por
seminarios y títulos obtenidos, etc.; o por revelación de Dios en
el conocimiento de nuevos aspectos de la persona de Cristo?
“Vivimos en un mundo espiritual hecho de puras imágenes, donde se han borrado todos los referentes empíricos; la realidad de lo que decimos creer: Dios”
Cada uno cree tener una verdad personal y exclusiva acerca del conocimiento de Dios. Es así que siendo Dios para ellos lo que ellos creen que Dios es. Todo aquel que no tiene un concepto de Dios igual o semejante al que ellos tienen, queda excluido de la realidad y de la verdad. Ahora bien, los cristianos tenemos como fuente de verdad la Biblia. (Juan 17. 17) La Palabra de Dios es la máxima fuente de revelación de Dios dada al hombre. Sin embargo no para todos la Verdad y la Revelación Biblícas es una Realidad tal como la presentan y dicen conocer. Si apuramos este concepto, nos hallamos frente a una indeterminada fragmentación de la verdad cristiana, en la que cada uno de los fragmentos dice tener una parte del todo; una verdad dominante y excluyente; una revelación única y autoritativa. Por lo tanto, el fanatismo y la entelequia gobiernan, en muchos casos, el debate religioso en estos foros.
Por ejemplo: Creemos en un Dios que todo lo sabe, que todo lo puede y que en todas partes está. Un Dios que es Santo, Santo, Santo. Sin embargo, nuestro comportamiento, nuestras palabras y nuestros pensamientos no están relacionados con la Realidad de esa Verdad sobre este Dios.
¿Cómo romper la falacia de creer en un dios que yo mismo me hago y re-hago de continuo?
Todo acercamiento a la realidad desde una perspectiva ilusoria, genera el engañoso sentido de pertenencia, identificación y verdad; cosas, éstas, que no existen real y verdaderamente en ese mundo de imágenes. Desde ese punto de vista, se considera que la distancia entre el hombre y la realidad que dice conocer, ha desaparecido. Pero lo cierto es, que no es la distancia la que desaparece, creando la falacia de un verdadero acercamiento a ‘esa realidad’ que llamamos Dios; lo que desaparece es la percepción de esa distancia; es, por decirlo de una forma gráfica, como si la ‘imagen’ que se ha elaborado pretenciosamente, con los componentes relativos y fragmentarios de nuestra mente, usurpara el sitio de la realidad, que, equivocadamente, juzgamos verdadera. Consecuencia de ésto es la expresión caricaturezca de quienes sostienen la idea y los argumentos teológicos propios de su religión; a saber: Jerarquías, doctrinas, ceremonias, tradiciones, usos y costumbres, etc.. Pero se ha borrado para ellos, todo vestigio de su referente empírico. Dios.
¡Viven una verdadera entelequia!
LA CRISIS DE LA CONFRONTACIÓN.
La Ventaja de la Crisis es que la Realidad Aparece Cuando la Verdad se Revela.
¿Cómo romper la falacia de creer en un dios que yo mismo me hago y re-hago de continuo? Nosotros, los cristianos, no crecemos en Dios por tener años de iglesia, por títulos o cargos o responsabilidades que asumamos. No crecemos espiritualmente por servicios que hagamos u oficios que desempeñemos. Crecemos por revelación.
Esa verdad es quien desnuda la verdadera perspectiva, la perspectiva de Dios. Tal revelación nos muestra la inconmensurable distancia que nos separa de un Dios Santo, tres veces Santo. Semejante revelación ocasiona la crisis. Ella produce la anulación psicológica del hombre, “¡Ay de mí! Que soy muerto” (exclamó Isaías) echando por tierra toda defensa. Es allí donde se agotan los argumentos y las justificaciones. Allí se derrumban todos los derechos y prerrogativas humanas, religiosas y ministeriales.
Es allí donde decimos y confesamos: ‘¡Señor mío, y Dios mío!’ (Juan 20. 28).
Dice Job: “Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti. ¿Quién es el que oscurece el consejo sin entendimiento? Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía. Oye, te ruego, y hablaré; te preguntaré, y tú me enseñarás. De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza." (Job 42. 2-6).
Cuenta el profeta Isaías: “En el año que murió el rey Uzías vi yo al Señor sentado sobre un trono alto y sublime, y sus faldas llenaban el templo. Por encima de él había serafines; cada uno tenía seis alas; con dos cubrían sus rostros, con dos cubrían sus pies, y con dos volaban. Y el uno al otro daba voces, diciendo: Santo, santo, santo, Jehová de los ejércitos; toda la tierra está llena de su gloria. Y los quiciales de las puertas se estremecieron con la voz del que clamaba, y la casa se llenó de humo. Entonces dije: ¡Ay de mí! Que soy muerto; porque siendo hombre inmundo de labios, y habitando en medio de pueblo que tiene labios inmundos, han visto mis ojos al Rey, Jehová de los ejércitos. Y voló hacia mí uno de los serafines, teniendo en su mano un carbón encendido, tomado del altar con unas tenazas; y tocando con él sobre mi boca, dijo: He aquí que esto tocó tus labios, y es quitada tu culpa, y limpio tu pecado.” (Isaías 6. 1-8).
Cuenta también el profeta Daniel en Daniel 10. 8-19: “Quedé, pues, yo solo, y vi esta gran visión, y no quedó fuerza en mí, antes mi fuerza se cambió en desfallecimiento, y no tuve vigor alguno. Pero oí el sonido de sus palabras, caí sobre mi rostro en un profundo sueño, con mi rostro en tierra. Y he aquí una mano me tocó, e hizo que me pusiese sobre mis rodillas y sobre las palmas de mis manos. Y me dijo: Daniel, varón muy amado, está atento a las palabras que te hablaré, y ponte en pie; porque a ti he sido enviado ahora. Mientras hablaba esto conmigo, me puse en pie temblando. Entonces me dijo: Daniel, no temas; porque desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras; y a causa de tus palabras yo he venido.[………] Mientras me decía estas palabras, estaba yo con los ojos puestos en tierra, y enmudecido. Pero he aquí, uno con semejanza de hijo de hombre tocó mis labios. Entonces abrí mi boca y hablé, y dije al que estaba delante de mí: Señor mío, con la visión me han sobrevenido dolores, y no me queda fuerza.¿Cómo, pues, podrá el siervo de mi señor hablar con mi señor? Porque al instante me faltó la fuerza, y no me quedó aliento. Y aquel que tenía semejanza de hombre me tocó otra vez, y me fortaleció, y me dijo: Muy amado, no temas; la paz sea contigo; esfuérzate y aliéntate. Y mientras él me hablaba, recobré las fuerzas, y dije: Hable mi señor, porque me has fortalecido.” (Daniel 10. 8-19)
En su oración revelada y reveladora, Habacuc nos confiesa: “Oí, y se conmovieron mis entrañas; a la voz temblaron mis labios; pudrición entró en mis huesos, y dentro de mí me estremecí; si bien estaré quieto en el día de la angustia, cuando suba al pueblo el que lo invadirá con sus tropas. Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación. Jehová el Señor es mi fortaleza, el cual hace mis pies como de ciervas, y en mis alturas me hace andar.” (Habacuc 3: 16-19).
Jesús se revela a los soldados romanos y a los alguaciles de los principales sacerdotes y fariseos que, encabezados por Judas el traidor, venían a buscarle con linternas, y antorchas y con armas. “Pero Jesús, sabiendo todas las cosas que le habían de sobrevenir, se adelantó y les dijo: ¿A quién buscáis? Le respondieron: A Jesús nazareno. Jesús les dijo: Yo soy. Y estaba también con ellos Judas, el que le entregaba Cuando les dijo: Yo soy, retrocedieron, y cayeron a tierra.” (Juan 18: 4-6).
“El fin de todo el discurso oído es este: Teme a Dios y guarda sus mandamientos; porque esto es el todo del hombre.” (Eclesiastés 12. 13)
JESUCRISTO ES DIOS
El Señor Bendiga Ricamente a Su Pueblo.
SayPer