Estimado Medusa
Lamento que usted tenga un concepto equivocado de estas cosas. No se trata de que alguien por hacer el mal, tenga deformaciones fìsicas.
Las degeneraciones físicas, tienen su origen en el pecado. Eso es lo que he dicho. Es el pecado el que lleva al hombre a sufrir consecuencias, entre ellas, deformaciones. Es decir, éstas, son CONSECUENCIA, resultado del pecado.
La promiscuidad, el incesto, las uniones ilícitas, las malas prácticas (vicios) y aún ciertos tipos de costumbres, como una mala alimentación, mala combinación de alimentos etc. etc. van paulatinamente degenerando el organismo humano o animal.
Si los animales se ven forzados por ejemplo a alimentarse de alimentos que ellos no debieran comer... les traerá como consecuecia (en el tiempo) a mutaciones o cambios que perjudicarán la especie.
Por ejemplo las enfermedades de moda: diabetes, arterioesclerosis, hipertensión, alzheimer etc. etc. son producto de un estílo de vida. de ciertos tipos de alimentos. Por ejemplo la arteriosclerosis se produce por un consumo excesivo de grasas, que van saturando las arterias y se produce como consecuencia (a través del tiempo) un envejecimiento prematuro del organismo en general. Quien lleve esta enfermedad, llevará implícito el riesgo de transmitir hereditariamente a sus descendientes la misma enfermedad; y si no existe un cambio de hábitos o de costumbre alimenticia... el riesgo se irá agravando.
Por ejemplo las uniones entre parientes (consanguinidad) supone un riesgo añadido de malformaciones congénitas: Los genes, que son los portadores de las cualidades de la herencia, se dividen en dominantes y recesivos.
Los dominantes marcan su ley sobre los recesivos. Así, por ejemplo, el color oscuro del cabello predomina sobre el claro, por lo que cuando uno de los padres es moreno y el otro rubio, probablemente el niño será moreno. Las características de los genes recesivos se van diluyendo con las mezclas dominantes.
En el caso de la consanguinidad se mezclan genes de la misma familia, o sea, que los genes recesivos no van a tener ningún dominante que matice sus caracteres. Por ello, si estos genes dominantes son portadores de alguna enfermedad, los hijos adquieren más posibilidades de padecerla al casarse entre sí mismos miembros de la misma familia. No hay que olvidar que personas que por separado tal vez no presenten un gran riesgo de alteraciones genéticas en la descendencia, lo adquieran al hacer los análisis o estudio con junto con su pareja. Este es el caso de la consanguinidad.
¿Culparemos a Dios de todo esto, y mucho más, que puede darse por nuestras propias responsabilidades?
Por ejemplo las muchas posibilidades que un drogadicto, alcohólico o padres a una edad incoveniente; lleguen a tener hijos con síndrome de Down.
¿Culparemos a Dios?
Existen infinidades de ejemplos como estos, que permiten ver que la culpa es del hombre y no de Dios.
Saludos
