Re: PODEMOS ESTAR SEGUROS DE LA SALVACION
Estimada lulis. Saludos cordiales.
Tú dices:
Así que vuelvo a preguntarle, ¿Cómo se salva el pecador?
Bendiciones,
Respondo: Tu pregunta es muy interesante y digna de ser respondida ampliamente, ya que hay muchos lectores interesados en este tema.
De partida, te mencionaré que el pecador aunque haga mil o más obras piadosas y de alta trascendencia humana, no se salvará, es más, todas sus obras serán consideradas por el Señor como trapos de inmundicia.
Entonces, ¿cuál es la respuesta?
“... por la fe de Jesucristo... Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre (un sacrificio reconciliador), para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Rom. 3:22-25.
La respuesta es una sóla: Cristo y su muerte en la cruz hacen posible que el pecador arrepentido al aceptar su sacrificio y méritos de él, sea aceptado por Dios como si nunca hubiese pecado.
Cristo, nuestra justicia, es uno de los sublimes mensajes que nos es presentado en las Sagradas Escrituras. Aunque las formas y párrafos con que se explica y presenta sean diversos, queda sin embargo, considerado en todos los aspectos, “Cristo, Nuestra Justicia” como tema céntrico predominante.
El informe de la creación manifiesta la maravillosa sabiduría y omnipotencia de Cristo mediante la cual fueron creadas todas las cosas. Col. 1:14-16. Se nos informa del pecado del primer Adán con todas sus terribles consecuencias para que podamos contemplar en el último Adán al Salvador y Restaurador de todas las cosas. Rom. 5:12-21. Nos es presentada también la muerte con todos sus horrores para que Cristo sea alabado y glorificado como fuente de la vida. 1 Cor. 15:22. Se nos hace ver también los desengaños, cuidados y tragedias de esta vida para que se invoque a Cristo como gran Consolador y Libertador. Juan 16:33. Nuestra propia naturaleza corrompida y pecaminosa nos es mostrada con toda su suciedad para que Cristo sea invocado para purificarnos, y llegue a ser en el verdadero sentido de la palabra: “el Señor, justicia nuestra”.
Así, en todo el sagrado Libro, cada párrafo de las verdades manifestadas nos muestra de cualquier forma a Cristo como nuestra justicia.
Pero la justicia, como tema distinguido, exactamente explicada y de importancia vital, ocupa ungran lugar en la Palabra de Dios. Su fuente, su naturaleza, la posibilidad que tiene el pecador para recibirla, las condiciones bajo las cuales es concedida, todo está explicado con extrema claridad en este libro original y aprobado, lleno de autoridad con respecto a la justicia.
En cuanto a la fuente de la justicia leemos: “Tuya es, Señor, la justicia...”. Dan. 9:7. “Tu justicia como los montes de Dios...”. Salmo 36:6. “Justo es Jehová en todos sus caminos...”. Salmo 145:17. “Tu justicia es justicia eterna...”. Salmo 119:142. “Porque el justo Jehová ama la justicia...”. Salmo 11:7.
“Para anunciar que Jehová mi fortaleza es recto, y que en él no hay injusticia”. Salmo 92:15. En lo que se refiere al Ser de Justicia, las sagradas Escrituras son muy detalladas, claras y precisas. Nos es presentada como contraste del pecado y está muy estrechamente ligada con la santidad y piedad.
De esto deducimos que desde que fue hecha la promesa a Adán hasta el fin del tiempo apostólico, hombres y mujeres que a lo largo del camino han comprendido la justicia de Dios, tienen prueba visiblede que sus vidas han sido agradables a Él.
¿Cuáles fueron las condiciones? ¿Cómo se conseguía esto? ¿Bajo qué condiciones tenía lugar este cambio maravilloso? ¿Era porque las circunstancias y el tiempo en el cual vivían estos hombres y mujeres eran favorables para la jus-ticia? ¿Quizás era por las virtudes especiales y sobresalientes que eran naturales en aquellos que alcanzaban estos elevados campos de la divinidad?
Todos los informes sobre los tiempos y las respectivas personas nos dan un informe negativo. Eran personas con predisposiciones naturales, iguales a las nuestras y sus alrededores “... afligían cada día su alma justa...”. 2 Pedro 2:7-8. Ellos obtenían la impagable bendición de la justicia en el camino, el único camino por el cual pueden obtenerla los seres humanos desde que pecó Adán.
En el Nuevo Testamento es dada mucha importancia al camino para alcanzar la justicia. La explicación más clara y completa se encuentra en la carta de Pablo a los Romanos. Ya al comienzo de su demostración explica el apóstol: “Porque no me avergüenzo del evangelio: porque es potencia de Dios para salud a todo aquel que cree; ... Porque en él la justicia de Dios se descubre de fe en fe; como está
escrito: mas el justo vivirá por la fe”. Rom. 1:16-17.
En el evangelio está descubierto para los hombres la perfecta justicia de Dios. Al mismo tiempo muestra el evangelio también el camino para que la justicia pueda ser obtenida también por los pecadores seres humanos, es a saber, por la fe. En las citas siguientes se explica esto más detalladamente:
“
Porque por las obras de la ley ninguna carne se justificará delante de él; porque por la ley es el conocimiento del pecado. Mas ahora, sin la ley (las obras de la ley), la justicia de Dios se ha manifestado, testificada por la ley y por los profetas: la justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él; porque no hay diferencia”. Rom. 3:20-22.
En la primera parte de esta comprobación muestra el apóstol la parte que desempeña la ley en el problema de la justificación. “...
Por la ley es el conocimiento del pecado”. El conocimiento del pecado y no la liberación del pecado. La ley muestra el pecado. De esta manera declara a todo el mundo culpable delante de Dios. Rom.3. Pero la ley no puede libertar del pecado.
Ningún esfuerzo de parte del pecador en obedecer a la ley puede borrar su culpa o atribuirle la justicia de Dios.
Esta justicia, así explica el apóstol Pablo, se obtiene “... por la fe de Jesucristo... Al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre (un sacrificio reconciliador), para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Rom. 3:22-25.
Solamente por la fe en la sangre de Cristo pueden ser borrados todos los pecados de los creyentes y ocupar su lugar la justicia de Dios a favor del que cree. ¡Oh, qué cambio maravilloso! ¡Qué manifestación de amor y gracia divina!
Aquí tenemos un hombre nacido en pecado, como se expresa Pablo: “Atestado de toda iniquidad”. Su pecaminosa herencia es lo peor que podemos imaginarnos. Su alrededor está en la más baja profundidad que conocen los impíos. De alguna manera llega al corazón de este hombre el amor de Dios que resplandece sobre la cruz del Gólgota. Él cede, confiesa, se arrepiente y en fe reclama a Cristo como Salvador suyo. En el mismo momento es aceptado como hijo de Dios. Todos sus pecados son perdonados, su culpa es borrada, es hallado justo y con seguridad justificado delante de la ley divina. Este cambio maravilloso y sorprendente puede tener lugar en una hora. Esto quiere decir justicia por la fe.
Después que el apóstol hizo esta clara y potente comprobación en cuanto al camino por el cual se puede obtener la justificación, ilustra la verdad explicada con un caso práctico. Toma la experiencia de Abraham como ejemplo.
“¿Qué pues diremos que halló Abraham, nuestro padre según la carne?”. Rom. 4:1.
Dando curso inmediato a la contestación decimos: Abraham obtuvo la justicia. Pero, ¿de qué manera? Pablo nos dice sobre esto:
“Que si Abraham fue justificado por las obras, tiene de que gloriarse; mas no para con Dios”. Rom. 4:2.
Ser justificado por las obras es solamente una suposición, una propuesta. ¿Podría resultar tal cosa? ¿Es éste el camino sobre el cual podremos hallar la justicia? ¿Qué dicen las Escrituras? “... Y creyó Abraham a Dios, y le atribuido (su fe) a justicia”. Rom. 4:3.
Esta comprobación determina para siempre el camino por el cual obtuvo Abraham la justicia de Dios. No fue por las obras sino por la fe.
El Camino de Abraham, Único Camino.
Al haber decidido la cuestión cómo obtuvo Abraham la justicia de Dios, continúa mostrando Pablo que éste es el único camino por el cual se puede obtener la justicia.
“Mas el que no obra, pero cree en aquel que justifica al impío, la fe le es contada por justicia”. Rom. 4:5.
¡Qué bondad! ¡Qué gran misericordia! El Señor que “es justo en todos sus caminos” ofrece su propia justicia perfecta a todos y a cada pecador pobre, débil, indefenso y sin esperanza que quiera creer lo que él dice. Léelo otra vez: “
Mas al que no obra, pero cree en aquel que justifica... la fe le es contada por justicia”.
Tan importante, tan fundamental es este camino de la justicia que el apóstol continúa en todo el capítulo comprobando, repitiendo y colocando en su verdadero lugar todo lo que en estas pocas palabras ha expresado tan claramente. Siguen a continuación algunas de sus comprobaciones:
“Como también David dice ser bienaventurado el hombre al cual Dios atribuye justicia sin obras”. Rom. 4:6.
“... Porque decimos que a Abraham fue contada la fe por justicia”. Rom. 4:9.
“Plenamente convencido de que todo lo que había prometido, era también poderoso para hacerlo. Por lo cual también le fue atribuido a justicia. Y no solamente por él fue escrito que le haya sido imputado; sino también por nosotros, a quienes será imputado, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús Señor nuestro, el cual fue entregado por nuestros delitos, y resucitado para nuestra justificación”. Rom. 4:21-25.
Esta confirmación, claramente bosquejada y convincente, muestra a cada alma perdida a través de todos los tiempos el único camino para salir del pecado, culpabilidad y condenación, y llegar a la justicia, o sea a la salvación de la condenación y la muerte.
Con esto están de acuerdo todas las demás explicaciones de las Sagradas Escrituras referente a este importante problema: ¿cómo puede obtenerse la justificación?
Las palabras: “justicia por la fe” representan la transformación más maravillosa en este mundo materialista, que la mente humana puede lograr. Demuestran el don más grande que Dios pudo dar a la raza humana en su infinita plenitud. El grandioso hecho que está expresado en estas palabras fue estudiado, interpretado y aceptado con alegría por millones y millones durante los siglos pasados, y hasta el
día de hoy es el motivo del más sublime interés y de mayor importancia para la familia humana.
Si echamos una breve mirada retrospectiva a nuestras explicaciones comprobamos:
Que la ley de Dios exige justicia de todos los que están sujetos a su justicia. Pero por la transgresión todos están inhabilitados a ejercer la justicia que la ley exige. ¿Qué debe hacer por lo tanto el pecador? Su transgresión de la justa ley de Dios lo ha hecho injusto. Lo ha puesto bajo la maldición de la ley.
Por lo tanto recibe la condenación y ha de pagar el castigo de su transgresión. El castigo es la muerte. Su culpa es tan grande que exige la vida. Está bajo una maldición que ya no puede quitar. Está frente a su castigo del cual ya no puede escapar. ¿Qué puede hacer? ¿Hay un camino de escape en esta situación oscura y sin esperanza? Si, hay.
La justicia de Dios sin la ley está anunciada y testifican de ella la ley y los profetas. “La justicia de Dios por la fe de Jesucristo, para todos los que creen en él...”. Rom. 3:22.
Esto muestra el camino para cumplir con las exigencias de la ley y comprueba claramente que el único camino para poder hacerlo es por “fe”. Para el entendimiento natural, no iluminado, es la solución del oscuro problema, un misterio.
La ley de Dios exige obediencia y pide hechos justos en las manifestaciones diarias de nuestra vida. ¿Cómo puede cumplirse con estas exigencias por fe, en lugar de las obras? En sencillas palabras se nos da la respuesta: “Siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en Cristo Jesús; al cual Dios ha propuesto en propiciación por la fe en su sangre, (un sacrificio expiatorio)
para manifestación de su justicia, atento a haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados”. Rom. 3:24-25.
¡Qué maravillosa solución del terrible problema del pecado! Únicamente nuestro Padre eterno, omnipotente y misericordioso podía y quería dar una solución tal. Solamente los escritos inspirados podían revelarlo. Este camino para libertar a un pecador puede ser hallado solamente en el evangelio sin mácula de Cristo.
“
Por fe puede él (el pecador que ha obrado tan injustamente y ha ofendido a Dios) presentar a Dios los méritos de Jesucristo y el Señor atribuye la obediencia de su Hijo a favor del pecador. La justicia de Cristo se acepta en lugar de las faltas de la persona”. Review and Herald, 4 de Noviembre de 1890.
Cristo ha venido a este mundo como Salvador. Se hizo nuestro representante. Ocupó nuestro lugar en la lucha con Satanás y el pecado. Fue probado en todo como nosotros, pero no pecó. Él amaba la justicia y aborrecía la injusticia. Su vida completamente obediente satisfizo las exigencias más elevadas de la ley. Y, ¡oh maravilla, es de admirarse que Dios acepta la justicia de Cristo en lugar de nuestras
faltas e injusticias!
En esta divina transformación “recibe Dios al pecador, le perdona y lo justifica, ... y además le ama como ama a Su Hijo”. Review and Herald, 4 de Noviembre de 1890. No es de sorprenderse pues que Pablo hace notorio a todo el mundo que fue el amor de Cristo que lo impulsó a hacer su arduo trabajo y a considerarlo como un gran privilegio y tener por gozo la pérdida de todas las cosas para ganar a Cristo y ser revestido de Su justicia, que es atribuida al pecador por fe.
Justamente así se explica cómo la fe ocupa el lugar de las obras y es atribuida a justicia. Esta preciosa verdad debería ser muy clara para cada creyente. También debería ser la experiencia personal de nosotros. Nos debería capacitar a dar término a nuestras propias obras, esfuerzos y luchas y a aceptaren nosotros la fe tranquila, pero viva y llena de confianza, o sea los méritos, la obediencia y la justicia de Cristo. Esto podemos presentar entonces a Dios en lugar de nuestras transgresiones. Con alegría debería aceptar el perdón concedido y la justificación y enseguida conoceríamos la paz y la alegría que un camino tan maravilloso produciría en nuestros corazones.
“
Justificados pues por la fe, tenemos paz para con Dios por medio de nuestro Señor Jesucristo”. Rom. 5:1.
Bendiciones.
Luego todo Israel será salvo.