Re: TODO LO TENÍAN EN COMÚN Y A NADA LLAMABAN PROPIO
Los mensajeros de Juan el Bautista
Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres el que había de venir o esperamos a otro? (7:18,19)
Mateo 11:2 nos dice que Juan el bautista estaba preso por la tiranía cuando les pide a sus discípulos que vayan a hablar con Jesús. Sin duda el bautista intuía la proximidad de su muerte y antes de que esto suceda quería saber sí era Jesús aquel maestro esperado. Así que mandó a todos sus discípulos con la pregunta: ¿Eres tú el que había de venir o esperamos a otro? (7:19)
En ese momento Jesús no emitió ninguna respuesta sino que siguió preocupándose por los más necesitados. Después de esto, se dirigió a los discípulos de Juan diciéndoles:
Vayan a hacerle saber a Juan lo que han visto y oído:
Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se le anuncia el evangelio (Vs. 22)
No es la respuesta que un fundamentalista cristiano quisiera escuchar hoy. No dijo: decile que hablo en lenguas, que predico la sana doctrina, que soy de tal o cual religión... El evangelio es predicado a los pobres; los marginados de la religión son incorporados al reino... Pensemos por ejemplo en lo que le tocaba vivir a un leproso; tenía que salir fuera de la ciudad y cuando se le acercaba alguien gritar “Inmundo”, para que sepan que era leproso y poder alejarse. Sin embargo, Jesús, como ya dijimos, toca con su mano a un leproso (5:12 – 16) haciendo lo que la ley estrictamente prohibía.
Luego de su jornada de trabajo en pro de los más necesitados Jesús se dirige a los discípulos del Bautista con la respuesta anhelada: “los leprosos son sanados”, vuelven a incorporarse en la vida pública a los “parias”, los “inmundos”, los pobres, los que quedaban fuera, han sido insertados dentro. La praxis de Jesús en pro de los desamparados es demostración suficiente de que él era “el que había de venir”.
Algo parecido demuestra en la casa de Simón el fariseo (7:36 – 50) cuando la pecadora derrama perfume sobre sus pies y él perdona sus pecados. No había lugar en la religión de la época para pecadores arrepentidos, serían toda la vida, en el mejor de los casos, ciudadanos de segunda. Jesús hace de esta mujer, la persona más importante del “reino”.
A la pregunta de si era Jesús el que había de venir o tendrían que seguir esperando, los discípulos de Juan le llevaron una respuesta a prisión: “es él al que estábamos esperando”. ¿Cómo podemos estar seguros? (preguntó Juan) porque a los pobres le es predicado el evangelio.
Los mensajeros de Juan el Bautista
Los discípulos de Juan le dieron las nuevas de todas estas cosas. Y llamó Juan a dos de sus discípulos, y los envió a Jesús, para preguntarle: ¿Eres el que había de venir o esperamos a otro? (7:18,19)
Mateo 11:2 nos dice que Juan el bautista estaba preso por la tiranía cuando les pide a sus discípulos que vayan a hablar con Jesús. Sin duda el bautista intuía la proximidad de su muerte y antes de que esto suceda quería saber sí era Jesús aquel maestro esperado. Así que mandó a todos sus discípulos con la pregunta: ¿Eres tú el que había de venir o esperamos a otro? (7:19)
En ese momento Jesús no emitió ninguna respuesta sino que siguió preocupándose por los más necesitados. Después de esto, se dirigió a los discípulos de Juan diciéndoles:
Vayan a hacerle saber a Juan lo que han visto y oído:
Los ciegos ven, los cojos caminan, los leprosos son limpiados, los sordos oyen, los muertos son resucitados y a los pobres se le anuncia el evangelio (Vs. 22)
No es la respuesta que un fundamentalista cristiano quisiera escuchar hoy. No dijo: decile que hablo en lenguas, que predico la sana doctrina, que soy de tal o cual religión... El evangelio es predicado a los pobres; los marginados de la religión son incorporados al reino... Pensemos por ejemplo en lo que le tocaba vivir a un leproso; tenía que salir fuera de la ciudad y cuando se le acercaba alguien gritar “Inmundo”, para que sepan que era leproso y poder alejarse. Sin embargo, Jesús, como ya dijimos, toca con su mano a un leproso (5:12 – 16) haciendo lo que la ley estrictamente prohibía.
Luego de su jornada de trabajo en pro de los más necesitados Jesús se dirige a los discípulos del Bautista con la respuesta anhelada: “los leprosos son sanados”, vuelven a incorporarse en la vida pública a los “parias”, los “inmundos”, los pobres, los que quedaban fuera, han sido insertados dentro. La praxis de Jesús en pro de los desamparados es demostración suficiente de que él era “el que había de venir”.
Algo parecido demuestra en la casa de Simón el fariseo (7:36 – 50) cuando la pecadora derrama perfume sobre sus pies y él perdona sus pecados. No había lugar en la religión de la época para pecadores arrepentidos, serían toda la vida, en el mejor de los casos, ciudadanos de segunda. Jesús hace de esta mujer, la persona más importante del “reino”.
A la pregunta de si era Jesús el que había de venir o tendrían que seguir esperando, los discípulos de Juan le llevaron una respuesta a prisión: “es él al que estábamos esperando”. ¿Cómo podemos estar seguros? (preguntó Juan) porque a los pobres le es predicado el evangelio.