El Conflicto de los Siglos

20 Diciembre 2008
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Muchos critican los libros de Elena White sin siquiera tomarse el tiempo para leerlo. Es por eso que abro este tema con el libro que considero de mayor trascendencia, de todos los que escribió la considerada profetisa y mensajera de Dios por los adventistas del séptimo día. Para ello se citarán extractos diversos que considero pueden ser de interés.

Comencemos con la Introducción.

El Espíritu no fue dado -ni puede jamás ser otorgado- para invalidar la Biblia; pues las Escrituras declaran explícitamente que la Palabra de Dios es la regla por la cual toda enseñanza y toda manifestación religiosa debe ser probada. El apóstol Juan dice: "No creáis a todo espíritu, sino probad los espíritus si son de Dios; porque muchos falsos profetas han salido por el mundo." (1 S. Juan 4: 5, V.M.) E Isaías declara: "¡A la ley y al testimonio! Si no dijeren conforme a esto, es porque no les ha amanecido." (Isaías 8: 20.)

El gran conflicto entre el bien y el mal aumentará en intensidad hasta la consumación de los tiempos. En todas las edades la ira de Satanás se ha manifestado contra la iglesia de Cristo; y Dios ha derramado su gracia y su Espíritu sobre su pueblo para robustecerlo contra el poder del maligno. Cuando los apóstoles de Cristo estaban por llevar el Evangelio por el mundo entero y consignarlo por escrito para provecho de todos los siglos venideros, fueron dotados especialmente con la luz del Espíritu. Pero a medida que la iglesia se va acercando a su liberación final, Satanás obrará con mayor poder. Descenderá "teniendo grande ira, sabiendo que tiene poco tiempo." (Apocalipsis 12: 12.) Obrará "con grande potencia, y señales, y milagros mentirosos." (2 Tesalonicenses 2: 9.)

Por espacio de seis mil años esa inteligencia maestra, después de haber sido la más alta entre los ángeles de Dios, no ha servido más que para el engaño y la ruina. Y en el conflicto final se emplearán contra el pueblo de Dios todos los recursos de la habilidad y sutileza satánicas, y toda la crueldad desarrollada en esas luchas seculares. Durante este tiempo de peligro los discípulos de Cristo tienen que dar al mundo la amonestación del segundo advenimiento del Señor; y un pueblo ha de ser preparado "sin mácula, y sin reprensión" para comparecer ante él a su venida. (2 Pedro 3: 14.) Entonces el derramamiento especial de la gracia y el poder divinos no será menos necesario a la iglesia que en los días apostólicos.

Mediante la iluminación del Espíritu Santo, las escenas de la lucha secular entre el bien y el mal fueron reveladas a quien escribe estas páginas. En una y otra ocasión se me permitió contemplar las peripecias de la gran lucha secular entre Cristo, Príncipe de la vida, Autor de nuestra salvación, y Satanás, príncipe del mal, autor del pecado y primer transgresor de la santa ley de Dios. La enemistad de Satanás contra Cristo se ensañó en los discípulos del Salvador. En toda la historia puede echarse de ver el mismo odio a los principios de la ley de Dios, la misma política de engaño, mediante la cual se hace aparecer el error como si fuese la verdad, se hace que las leyes humanas substituyan las leyes de Dios, y se induce a los hombres a adorar la criatura antes que al Creador. Los esfuerzos de Satanás para desfigurar el carácter de Dios, para dar a los hombres un concepto falso del Creador y hacer que le consideren con temor y odio más bien que con amor; sus esfuerzos para suprimir la ley de Dios, y hacer creer al pueblo que no está sujeto a las exigencias de ella; sus persecuciones dirigidas contra los que se atreven a resistir a sus engaños, han seguido con rigor implacable. Se pueden ver en la historia de los patriarcas, de los profetas y apóstoles, de los mártires y reformadores.

En el gran conflicto final, Satanás empleará la misma táctica, manifestará el mismo espíritu y trabajará con el mismo fin que en todas las edades pasadas. Lo que ha sido, volverá a ser, con la circunstancia agravante de que la lucha venidera será señalada por una intensidad terrible, cual el mundo no la vio jamás. Las seducciones de Satanás serán más sutiles, sus ataques más resueltos. Si posible le fuera, engañaría a los escogidos mismos. (S. Marcos 13:22.)

Al revelarme el Espíritu de Dios las grandes verdades de su Palabra, y las escenas del pasado y de lo por venir, se me mandó que diese a conocer a otros lo que se me había mostrado, y que trazase un bosquejo de la historia de la lucha en las edades pasadas, y especialmente que la presentase de tal modo que derramase luz sobre la lucha futura que se va acercando con tanta rapidez. Con este fin, he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historia de la iglesia en forma que quedara bosquejado el desenvolvimiento de las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido dadas al mundo, han excitado la ira de Satanás y la enemistad de la iglesia amiga del mundo, y han sido sostenidas por el testimonio de aquellos que "no amaron sus vidas, exponiéndolas hasta la muerte."

En esos anales podemos ver un anticipo del conflicto que nos espera. Considerándolos a la luz de la Palabra de Dios, y por la iluminación de su Espíritu, podemos ver descubiertos las estratagemas del maligno y los peligros que deberán evitar los que quieran ser hallados "sin mácula" ante el Señor a su venida.

Los grandes acontecimientos que marcaron los pasos de reforma que se dieron en siglos pasados, son hechos históricos harto conocidos y universalmente aceptados, que nadie puede negar. Esa historia la he presentado brevemente, de acuerdo con el fin y objeto de este libro y con la concisión que necesariamente debe observarse, condensando los hechos en forma compatible con una clara inteligencia de las enseñanzas consiguientes. En algunos casos cuando he encontrado que un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado.

El objeto de este libro no consiste tanto en presentar nuevas verdades relativas a las luchas de pasadas edades como en hacer resaltar hechos y principios que tienen relación con acontecimientos futuros. Sin embargo, cuando se considera los tales hechos y principios como formando parte de la lucha empeñada entre las potencias de la luz y las de las tinieblas, todos esos relatos del pasado cobran nuevo significado; y se desprende de ellos una luz que proyecta rayos sobre el porvenir, alumbrando el sendero de los que, como los reformadores de los siglos pasados, serán llamados, aun a costa de sacrificar todo bien terrenal, a testificar "de la Palabra de Dios y del testimonio de Jesucristo."

Desarrollar las escenas de la gran lucha entre la verdad y el error; descubrir las tretas de Satanás y los medios de resistirle con éxito; presentar una solución satisfactoria del gran problema del mal, derramando luz sobre el origen y el fin del pecado en forma tal que la justicia y benevolencia de Dios en sus relaciones con sus criaturas queden plenamente manifiestas; y hacer patente el carácter sagrado e inmutable de su ley: tal es el objeto de esta obra. Que por su influencia muchos se libren del poder de las tinieblas y sean hechos "aptos para participar de la suerte de los santos en luz," para la gloria de Aquel que nos amó y se dio a sí mismo por nosotros, tal es la ferviente oración de la autora.


Sean todos bienvenidos al tema.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Excelente trabajo el que estás realizando Advencito. Dios te bendiga.

JA, JA, JA, JA, JA, JA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
¿Excelente trabajo? ¿Cuál? ¿Copiar la introducción de un libro copiado? Je, je, je. Cuando yo iba al colegio y a algún "estudiante" se le ocurría hacer algo así, el profesor le ponía un cero. Es lo que dicta la decencia más elemental.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

JA, JA, JA, JA, JA, JA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
¿Excelente trabajo? ¿Cuál? ¿Copiar la introducción de un libro copiado? Je, je, je. Cuando yo iba al colegio y a algún "estudiante" se le ocurría hacer algo así, el profesor le ponía un cero. Es lo que dicta la decencia más elemental.

Pues es excelente trabajo porque los principales críticos de la obra de Elena de White no han leído ni siquiera la introducción de este libro. Así que es una buena forma para el debate primero saber de qué se está debatiendo.

Por ejemplo, se le ha acusado de plagio a la hermana White, lee la introducción que posteó el hermano y te habrás dado cuenta cómo ella misma aclara este situación.

Es excelente además porque siempre lo que he leído de la hermana White en este foro la han posteado gente que que no ha leído nada de ella. Eso sí es copiar y pegar y llega a dar verguenza ajena cómo creen saber todo sin haber leído nada. Por eso encuentro excelente la iniciativa de que un adventista (y no un anti-adventista), al fin, empiece a dar a conocer los escritos de la hermana White.

Es la otra cara de la moneda que faltaba en este foro.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

ADVENTISTAS, USTEDES SI QUE ESTAN PASADOS DE FOCO:

¿No saben que ese fue uno de los libros que ella plagio abundantemente?

Bueno si quieren seguir creyendo en eso pues ni modo, nadie los va sacar de ese engaño. Solo Dios por su espiritu puede hacerlo y lo hara, en el timpo profetico antes de la segunda venida de Cristo, ustedes veran y entenderan que el adventismo era un evangelio falso. Que el evangelio del Reino de Dios nada tiene que ver con Ellen White, que ella no es parte de los profetas de Dios y que la organizacion a la que pertenecen es un engaño mundial de proporciones que Dios dara justo juicio cuando destruya la falsa adoracion.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

.....NO es un plagio, es....una tontería, ya desde el prefacio.
...
...Pura "religión-ficción"
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Pues es excelente trabajo porque los principales críticos de la obra de Elena de White no han leído ni siquiera la introducción de este libro. Así que es una buena forma para el debate primero saber de qué se está debatiendo.

Por ejemplo, se le ha acusado de plagio a la hermana White, lee la introducción que posteó el hermano y te habrás dado cuenta cómo ella misma aclara este situación.

Es excelente además porque siempre lo que he leído de la hermana White en este foro la han posteado gente que que no ha leído nada de ella. Eso sí es copiar y pegar y llega a dar verguenza ajena cómo creen saber todo sin haber leído nada. Por eso encuentro excelente la iniciativa de que un adventista (y no un anti-adventista), al fin, empiece a dar a conocer los escritos de la hermana White.

Es la otra cara de la moneda que faltaba en este foro.

JA, JA, JA, JA, JA, JA, JA, JAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAA
Tus palabras tienen el mismo peso que el éter. O sea, casi nada. Dudo que lo que dices sea verdad en NINGÚN CASO. En lo que a mí respecta, lo que dices es una completa mentira. He leído sus libros probablemente más que tú. Conozco su contenido de forma profunda (conocimiento vano, visto lo visto). No solo he leído varias veces obras robadas como DTG, CS, PP, PR y obruchas similares, sino que sé localizar en cuestión de segundos cualquier cosa de la tal Ellen que sea menester. En cuanto a la famosa introducción de CS (GC en inglés), infeliz, esa es la traducción de la edición de 1911. Antes de esa edición revisada de 1911 hubo otra en 1888, aparte de los refritos previos de SG y SP. En esas, el robo fue al por mayor, pero sin citas expresas.

Así que tu cuentecito mentiroso de que los que criticamos a aquella farsante es porque no la hemos leído te lo puedes comer con patatas tú solito. Las personas decentes no nos alimentamos de la basura que propagan los esbirros del adventismo.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Estimado manuel5. Saludos cordiales.

Tú dices:

¿Cómo sabía que eran seis mil años?.....

Respondo: Amos 3:7 dice : "Porque no hara nada Jehova el Señor, sin que revele su secreto a sus siervos los profetas".

El Gran Conflicto le fue revelado a esta humilde sierva del Señor.

¡Aún no han terminado los "seis mil años de pecado"!

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

...¿Cómo saben que son 6.000 años de pecado aproximadamente? Y que la Sra. White no se equivocó.
...
..Para mí que...la Humanidad tiene más de 6.000 años.
..
..¿Cómo saben ustedes que la Sra. White no copió un error como hizo en otra ocasión?
...
......
 
Re: El Conflicto de los Siglos ( Plagio ).

Re: El Conflicto de los Siglos ( Plagio ).

Elena White ha sido acusada por muchas personas de hacer plagio, esto es “tomar de otro y atribuírselo”. En 1970 Walter Rea criticó acérrimamente la actitud de Elena White, su acusación decía, “en algunos de sus libros la Sra. White copió de otros autores sin darle crédito y ni siquiera usar comillas y pretendía que venía del cielo”.

Los libros que ha motivado la mayor cantidad de duda sobre plagio son el Conflicto de los Siglos y Hechos de los Apóstoles, especialmente la parte que trata sobre la vida del apóstol Pablo, “Sketches From the Life of Paul” (obra publicada en 1883). El Conflicto de los Siglos porque contiene amplias citas de historiadores como Wylie, D´Aubigné, Urías Smith, J.N Andrews, Jaime White. Y el bosquejo de la vida de Pablo porque contenía elementos de una obra llamada “Conybeare and Howson, escrita por los autores “John William Conybeare” y John Saul Howson, publicada en dos volúmenes en el año 1851. Esta es la obra era más grande y prestigiosa en relación al carácter histórico y biográfico del apóstol Pablo.



En la década de 1890, hubo una carta averiguando sobre Sketches from the Life of Paul dirigida a la Casa Publicadora Review and Herald de parte de uno de los varios distribuidores americanos de Conybeare y Howson, la compañía T. Y. Crowell de Nueva York. Se habían comprado grandes cantidades del libro de Conybeare y Howson de la compañía Crowell para regalar como premio a aquellos que compraran suscripciones de Signs of the Times.




W. C. White, la única fuente de información sobre esta carta, indica que fue escrita en forma amable y no contenía amenaza de acusación, ni ningún pleito por plagio. ( D. E. Robinson y W. C. White, Brief Statements Regarding the Writings of Ellen G. White [Breves declaraciones sobre los escritos de Elena G. de White] (Santa Helena, California, oficina de Elmshaven, agosto de 1933, reimpreso en 1981), p. 11. Reimpresion disponible en el Patrimonio de Elena G. de White)
Cuando la compañía Crowell fue interrogada sobre el asunto unos treinta años después, respondieron:
Publicamos Life and Epistles of the Apostle Paul de Conybeare, pero no es un libro con derechos de autor y no tendríamos bases legales para actuar contra su libro y creemos que nunca presentaremos ninguna objeción o haremos ningún reclamo como el que expresa ( Citado de Francis D. Nichol, Ellen G. White and Her Critics [Elena G. de White y sus cr�ticos] (Washington, D. C.: Review and Herald, 1951), pp. 455-457.).



Al igual que muchos libros de Elena G. de White, Sketches from the Life of Paul [Reseña de la vida de Pablo] estuvo agotado por algún tiempo mientras que la Elena White trabajaba para ampliarlo en Los hechos de los apóstoles, pero aparte de las especulaciones escurridizas y la falta de memoria, no hay evidencia de que esto tenga algo que ver con presuntas criticas del uso que hiciera Elena G. de White de Conybeare y Howson.



Al copiar de otros escritores, ¿Cometió fraude Elena White?, ¿Cuánto copió de otros autores sin emplear comillas? De La Vida y las Epístolas de Pablo” por Conybeare y Howson se calcula en un 7% en frases, palabras y un 4% en La Vida y las Obras de Pablo” por Farrar, de manera interesante Farrar le copió a Howson, y cada uno de ellos al copiar también utilizan los textos bíblicos. Elena White al citar a ellos utiliza también sus citas con sus textos.



En el libro Conflicto de los Siglos, se calcula en una 4% las citas completas de otros autores, un ejemplo, es las citas que copió de D´Aubigné sobre “la historia de la Reforma”. En la Biblia, numerosos autores dependieron de datos orales anteriores o de su tiempo con el fin de preparar el mensaje a entregar, en el libro de los Reyes y Crónicas, se puede ver toda una evidente información acumulada en fuentes obtenidas. En el Nuevo Testamento se evidencia que autores tomaron de las fuentes no bíblicas como 1ª de Enoc (Romanos 2; Judas y Apocalipsis con 1ª de Enoc), Tárgumes Palestinos, Testimonios de los doce Patriarcas, etc.



Elena White siempre reconoció que en sus escritos ellas utilizaba la opinión de diversos historiadores al trazar “la historia de la lucha en las edades pasadas”, “con este fin, he tratado de escoger y reunir acontecimientos de la historia de la iglesia en forma que quedara bosquejado el desenvolvimiento de las grandes verdades comprobantes que en diversas épocas han sido dadas al mundo” (Conflicto de los Siglos, p.14).



Ella usaba a los historiadores de la manera como procede a explicar, “ En algunos casos cuando he encontrado que un historiador había reunido los hechos y presentado en pocas líneas un claro conjunto del asunto, o agrupado los detalles en forma conveniente, he reproducido sus palabras, no tanto para citar a esos escritores como autoridades, sino porque sus palabras resumían adecuadamente el asunto. Y al referir los casos y puntos de vista de quienes siguen adelante con la obra de reforma en nuestro tiempo, me he valido en forma similar de las obras que han publicado” (C.S, p, 14).



¿Afecta la autoridad del escritor el hecho que pida material prestado?, ¿Ese material “ajeno” que ha sido tomado es inspirado?. La mejor forma para responder estas preguntas es usando el ejemplo de las Escrituras, muchos de sus autores usaron información contemporánea y de la antigüedad como se vio anteriormente y no acusa de que carezca de inspiración.

El abogado Vincent L. Ramik, un especialista en patentes, marca registrada, y casos de copyright. Después de investigar cerca de 1.000 casos de copyright en la historia legal de Estados Unidos, Ramik emitió una opinión legal de 27 páginas en que concluye: “Elena G. de White no era una plagiaria y sus obras no constituyeron una violación del copyright/ o piratería. Ramik destacó varios factores que los críticos de Elena de White han errado en tomar en cuenta cuando la acusan de hurto literario y engaño.

1. Sus selecciones permanecieron bien dentro de los límites legales del uso correcto.

2. Elena de White usó los escritos de otros; pero en la manera en que los usó, los convirtió singularmente en suyos, adaptando las selecciones dentro de su propio marco literario.

3. Elena de White motivó a sus lectores a adquirir copias de algunos de los muchos libros que ella usaba, demostrando que no intentó ocultar el hecho de su uso de las fuentes literarias, y que no tuvo intención de defraudar o reemplazar las obras de cualquier otro autor.

Elena de White no copió en masa o sin discriminación. Lo que seleccionó o no seleccionó, y la manera como alteró lo que seleccionó revela que ella usó fuentes literarias para ampliar sus temas trascendentes o para expresarlos más vigorosamente; ella era la dueña, no la esclava, de sus fuentes. (Herbert Douglass, Mensajera del Señor, p. 462).

Publicado por reuel en 19:21
http://vengopronto.blogspot.com/2008/05/elena-white-y-el-plagio.html
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Estimado manuel5. Saludos cordiales.

Tú dices:

...¿Cómo saben que son 6.000 años de pecado aproximadamente? Y que la Sra. White no se equivocó.
...
..Para mí que...la Humanidad tiene más de 6.000 años.
..
..¿Cómo saben ustedes que la Sra. White no copió un error como hizo en otra ocasión?
...
......

Respondo: Si dices que la humanidad tiene más de sis mil años, te concedo la razón. Ellen White habla de seis mil años de pecado, el problema radica en saber a qué edad pecó Adán, pués éste sería el punto de partida para dicho conteo.

Aprovecho de compartir contigo y a los demás lectores de esta página, estos conocimientos al respecto:


864 Spiritual Gifts, vol. 3, 92. Muchos que profesan creer el registro bíblico no saben como explicar las maravillosas cosas que son encontradas en la Tierra, con la idea de que la semana de la creación fue de siete días literales, y que el mundo tiene ahora solamente alrededor de seis mil años de vida.

1868 Testimonios, vol. 2, 172. Durante su experiencia de casi seis mil años él (Satanás) no ha perdido ninguna de sus habilidades y sagacidad. Todo este tiempo él ha sido un minucioso observador de todo lo que concierne a nuestra raza.

1870 Spirit of Prophecy, vol. 1, 87. Muchos que profesan creer el registro bíblico no saben como explicar las maravillosas cosas que son encontradas en la Tierra, con la idea de que la semana de la creación fue de siete días literales, y que el mundo tiene ahora solamente alrededor de seis mil años de vida. (Reimpreso de Spiritual Gifts, vol. 3, 92).

1872 Testimonies, vol. 3, 138. Dios dotó al hombre con una fuerza vital tan grande que ha soportado la acumulación de la enfermedad traída sobre la raza como consecuencia de hábitos pervertidos, y ha continuado por seis mil años.

1875 Testimonies, vol. 3, 492. La continua transgresión del hombre durante seis mil años ha producido la enfermedad, el dolor y la muerte. Y a medida que nos acerquemos al fin, la tentación de complacer al apetito será más poderosa y más difícil de vencer. ( Citado en consejos sobre el Régimen Alimenticio, 69-70, 194; y en Testimonios Selectos, vol. 3, 215).

1877 Spirit of Prophecy, vol. 2, 93. Por seis mil años este archienemigo ha estado haciendo guerra contra el gobierno de Dios, y la práctica continua ha incrementado su habilidad de enseñar y tentar.

1877 Signs of the Times 3: (345), Noviembre 15, 1877. Por seis mil años ha estado archienemigo ha estado haciendo guerra contra el gobierno de Dios, y la práctica continua ha incrementado su habilidad de enseñar y tentar.

1879 Signs of the Times 5:90, Marzo 20, 1879. Muchos profesan creer en el registro Bíblico no saben cómo explicar las maravillosas cosas que son encontradas en la tierra, con la idea de que la semana de la creación fue de siete días literales, y que el mundo tiene ahora solamente alrededor de seis mil años de vida. (Reimpreso de Spirit of Prophecy, vol. 1, 87).

1884 Signs of the Times 10: (273), mayo 8, 1884. La gran controversia entre Cristo y Satanás, sostenida desde hace cerca de seis mil años, está por terminar.

1884 Spiritual Gifts, vol. 4, 371. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años. (Reimpreso en Historia de la Redención, 413. Ver también el Conflicto de los Siglos, 609).

1887 Signs of the Times, 29 septiembre 1887. Un enemigo cruel y astuto observa nuestros pasos, y trabaja en todo momento con toda su fuerza y habilidad para desviarnos del camino correcto. Ha estado dedicado a esta obra desde que tuvo éxito en vencer a nuestros primeros padres en su bello hogar edénico. Más de seis mil años de una práctica continua ha aumentado su habilidad para engañar y tentar.

1888 Conflicto de los siglos, 12. (Introducción de la Autora). Por espacio de seis mil años esa inteligencia maestra, después de haber sido la más alta entre ángeles de Dios, no ha servido más que para el engaño y la ruina. (Las siete declaraciones de la edición de 1888 de El conflicto de los siglos están presentes también en la edición de 1911, preparada bajo la supervisión de Elena de White).

1911 Conflicto de los siglos, 572. La gran controversia entre Cristo y Satanás, sostenida desde hace cerca de seis mil años, está por terminar; y Satanás redobla sus esfuerzos para hacer fracasar la obra de Cristo en beneficio del hombre y para sujetar las almas en sus lazos.

1911 Conflicto de los siglos, 608, 609. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años.

Periodo de tiempo entre la creación y Moisés, la creación y Cristo

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 30. (Signs of the Times, 1:12, Junio 11, 1874; Review and Herald 44: 51, 28 de julio, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 313) El Hijo de Dios se humilló y tomó la naturaleza del hombre después de que la raza humana ya hacía cuatro mil años que se había apartado del Edén y de su estado original de pureza y rectitud.

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 30. (Signs of the Times, 1:12, Junio 11, 1874; Review and Herald 44:51, 28 de julio, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 313) Aquí venció Cristo en lugar del pecador, cuatro mil años después de que Adán dio la espalda a la luz de su hogar.

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 33. (Signs of the Times, 1:12, Junio 11, 1874; Review and Herald, 18 de agosto, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 316) Satanás había tenido tanto éxito en engañar a los ángeles de Dios y en la caída del noble Adán, que pensó que tendría éxito en vencer a Cristo en su humillación. Contempló con gozo placentero el resultado de sus tentaciones y el aumento del pecado en las continuas transgresiones de la ley de Dios por más de cuatro mil años.

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 30. (Signs of the Times, 1:12, Junio 11, 1874; Review and Herald, 18 de agosto, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 327) Durante cuatro mil años había estado luchando contra el gobierno de Dios y no había perdido nada de su habilidad o poder para tentar y engañar.


1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 46. (Signs of the Times, 1:12, Junio 9, 1874; Review and Herald, 18 de agosto, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 328) Durante cuatro mil años había estado luchando contra el gobierno de Dios y había obtenido fortaleza y experiencia de su decidida práctica.

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 46. (Signs of the Times, Junio 9, 1874; Review and Herald, 18 de agosto, 1874; y Mensajes Selectos, tomo 1, 329) Los hombres caídos no tenían las ventajas de Adán en el Edén. Habían estado separados de Dios durante cuatro mil años.

1874 Temptation of Christ in the Wilderness, 80. Por cuatro mil años, desde el momento en que se hizo la declaración a Adán de que la simiente de la mujer heriría la cabeza de la serpiente, [Satanás] ha estado planeando su forma de ataque.

1874 Signs of the Times, 11 de junio, 1874. (Review and Herald, 28 de julio, 1874, y Mensajes Selectos, tomo 1, 316) Satanás había tenido tando éxito en engañar a los ángeles de Dios y en la caída del noble Adán, que pensó que tendría éxito en vencer a Cristo en su humillación. Contempló con gozo placentero el resultado de sus tentaciones y el aumento del pecado en las continuas transgresiones de la ley de Dios por más de cuatro mil años.

1877 Signs of the Times, 15 de noviembre, 1877. Qué contraste con este ser perfecto presentó el segundo Adán, al entrar en el desierto para hacer frente a Satanás sin ayuda. Por cuatro mil años la raza había estado disminuyendo en tamaño y fuerza Física, y deteriorándose en valor moral.

1877 Spirit of Prophecy, vol. 2, 88. Por cuatro mil años la raza había estado disminuyendo en tamaño y fuerza física, y deteriorándose en valor; y a fin de elevar al hombre caído, Cristo debía alcanzado donde él estaba.

1888 Conflicto de los siglos, 7. (Introducción de la autora). Durante los veinticinco primeros siglos de la historia humana no hubo revelación escrita. Los que eran enseñados por Dios comunicaban sus conocimientos a otros, y estos conocimientos eran así legados de padres a hijos a través de varias generaciones. La redacción de la palabra escrita empezó en tiempo de Moisés. Los conocimientos inspirados fueron entonces compilados en un libro inspirado. Esa labor continuó durante el largo período de dieciséis siglos, desde Moisés, el historiador de la creación y el legislador, hasta Juan, el narrador de las verdades más sublimes del Evangelio.

1888 Conflicto de los siglos, 375. Con el gran sacrificio ofrecido en el Calvario, terminó aquel sistema de ofrendas que durante cuatro mil años había prefigurado al Cordero de Dios.

1888 Conflicto de los siglos, 572. La gran controversia entre Cristo y Satanás, sostenida desde hace cerca de seis mil años, está por terminar; Satanás sus esfuerzos para fracasar la obra de Cristo en beneficio del hombre y para sujetar las almas en sus lazos.

1888 El conflicto de los siglos, 602. Si desde hace cuatro mil años los justos al morir hubiesen ido directamente al cielo, �cómo habría podido decir San Pablo que si no hay resurrección, "también los que durmieron en Cristo, son perdidos"? No habría necesidad de resurrección.

1888 Conflicto de los siglos, 608, 609. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años.

1888 Conflicto de los siglos, 714. El gran conflicto siguió su curso durante seis mil años; el Hijo de Dios y sus mensajeros celestiales lucharon contra el poder del maligno, para iluminar y salvar a los hijos de los hombres.

1888 Conflicto de los siglos, 717. Durante seis mil años, la obra de rebelión de Satanás "hizo temblar la tierra". El convirtió el mundo en un desierto, y destruyó sus ciudades".

1888 Conflicto de los siglos, 717, 718. Y "a sus prisiones nunca los soltaba, para que volviesen a casa". Durante seis mil años, su prisión (la tumba) ha recibido al pueblo de Dios, y lo habría tenido para siempre, si Cristo no hubiese roto sus cadenas y libertado a los que tenían presos.

1888 Conflicto de los siglos, 731. La obra de destrucción de Satanás ha terminado para siempre. Durante seis mil años obró a su gusto, llenando la tierra de dolor y causando penas por todo el universo.

1890 Patriarcas y profetas, 32. Las leyes y los procesos de la naturaleza, que han sido objeto del estudio de los hombres durante seis mil años, fueron puestos al alcance de sus mentes por el infinito formador de todo el universo.

1890 Patriarcas y profetas, 355. Durante seis mil años, Satanás luchó por mantener la posesión de la tierra.

1890 Christian Temperance and Bible Hygiene, 7. El hombre salió de la mano de su creador perfecto en organización y hermoso en simetría. El hecho de que por seis mil años ha soportado el peso cada vez mayor de la enfermedad y el crimen es una prueba concluyente del poder de tolerancia con el que fue dotado al principio

1890 Christian Temperance and Bible Hygiene, 154. La continua transgresión del hombre durante más de seis mil años ha producido la enfermedad, el dolor y la muerte. y a medida que nos acercamos al fin, la tentación de complacer al apetito será más poderosa y difícil de vencer.

1897 Manuscrito 43, 1897. El [Cristo] puso fin a los sacrificios que por cuatro mil años se habían ofrecido.

1898 El Deseado de todas las gentes, 381, 382. Durante seis mil años, la fe ha edificado sobre Cristo.

1898 El Deseado de todas las gentes, 381, 382. Durante seis mil años, las tempestades y los embates de la ira satánica han azotado la roca de nuestra salvación; pero ella sigue inconmovible.

1898 Deseado de todas las gentes, 32. Habría sido una humillación casi infinita para el Hijo de Dios revestirse de la naturaleza humana, aun cuando Adán poseía la inocencia del Edén. Pero Jesús acepta la humanidad cuando la especie se hallaba debilitada por cuatro mil años de pecado.

1898 Deseado de todas las gentes, 92. Durante cuatro mil años, la familia humana había estado perdiendo fuerza física y mental, así como valor moral; y Cristo tomó sobre sí las flaquezas de la humanidad degenerada. Únicamente así podía rescatar al hombre de las profundidades de su degradación.

1898 Deseado de todas las gentes, 608. (Cristo) Así acabaría con el sistema de figuras y ceremonias que durante cuatro mil años había anunciado su muerte.

1898 Deseado de todas las gentes, 707. Durante cuatro mil años Cristo estuvo obrando para elevar al hombre, y Satanás para arruinarlo y degradarlo. Y el universo celestial lo contempló todo.

1899 Manuscript 174, 1899. Aquellos que destruyen la tierra han tenido una largo período de prueba. Por seis mil años Dios ha tratado con la ignorancia y la maldad de la humanidad.

1902 Signs of the Times, 3 de diciembre, 1902. Durante cuatro mil años la raza ha estado decreciendo en fuerza física, in poder mental, en valor moral; y Cristo tomó sobre sí las imperfecciones de la humanidad degenerada.

1907 The Youth's Instructor 55: 7, Abril 16, 1907. Las leyes y los procesos de la naturaleza, que han sido objeto del estudio de los hombres durante seis mil años, fueron puestos al alcance de sus mentes por el infinito forjador y sustentador de todo. (Reimpreso en Patriarcas y profetas, 32.)

1909 Signs of the Times, 8 de diciembre, 1909. Los espíritus niegan la divinidad de Cristo y hasta ponen al Creador en el mismo nivel que ellos mismos. Bajo este nuevo disfraz el gran rebelde continúa llevando adelante la guerra que empezó en el cielo y que se prosigue en la tierra desde hace unos seis mil años.

1911 El conflicto de los siglos, 12. Por espacio de seis mil años esa inteligencia maestra, después de haber sido la más alta entre los ángeles de Dios, no ha servido más que para el engaño y la ruina.

Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Nuevas Fuerzas-El conflicto de los siglos
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Re: El Conflicto de los Siglos

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Nuevas Fuerzas-El conflicto de los siglos
http://www.youtube.com/watch?v=vtBi36_qFJg&hl=es
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EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS DURANTE LA ERA CRISTIANA. White, Ellen G., (1827-1915). Título: El conflicto de los siglos durante la Era Cristiana / E.G. White.

La autora, Elena G. de White fue cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
A la edad de trece años, en 1840, ella, juntamente con su familia, escuchó los sermones de Guillermo Miller sobre la cercana segunda venida de Cristo.
Con sus padres y sus hermanos, Elena aceptó la enseñanza del advenimiento, entregó su corazón al Señor, fue bautizada por inmersión y se unió a la Iglesia Metodista.
A los 17 años, recibió una visión mientras se encontraba en el hogar de un creyente. Esa visión renovó su confianza y la de una cantidad de otras personas en la dirección de Dios. En la visión contempló en revelación simbólica el viaje de los miembros del pueblo adventista a la ciudad de Dios, con Cristo a la cabeza conduciéndolos con seguridad hacia su recompensa.

Fuente: http://www.todocoleccion.net/adventismo-conflicto-siglos-elena-g-white-1930~x9349247
 
Re: El Conflicto de los Siglos

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Nuevas Fuerzas-El conflicto de los siglos
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EL CONFLICTO DE LOS SIGLOS DURANTE LA ERA CRISTIANA. White, Ellen G., (1827-1915). Título: El conflicto de los siglos durante la Era Cristiana / E.G. White.

La autora, Elena G. de White fue cofundadora de la Iglesia Adventista del Séptimo Día.
A la edad de trece años, en 1840, ella, juntamente con su familia, escuchó los sermones de Guillermo Miller sobre la cercana segunda venida de Cristo.
Con sus padres y sus hermanos, Elena aceptó la enseñanza del advenimiento, entregó su corazón al Señor, fue bautizada por inmersión y se unió a la Iglesia Metodista.
A los 17 años, recibió una visión mientras se encontraba en el hogar de un creyente. Esa visión renovó su confianza y la de una cantidad de otras personas en la dirección de Dios. En la visión contempló en revelación simbólica el viaje de los miembros del pueblo adventista a la ciudad de Dios, con Cristo a la cabeza conduciéndolos con seguridad hacia su recompensa.

Fuente: http://www.todocoleccion.net/adventismo-conflicto-siglos-elena-g-white-1930~x9349247
LA MENSAJERA ESCOGIDA
http://www.youtube.com/watch?v=vvo2qMBMIV8&feature=PlayList&p=562A321C8DA26BFC&playnext=1&index=19
Adentistas/ White/La mano de error al Timon...P/2
http://www.youtube.com/watch?v=9uPOe8ftxHk
 
Re: El Conflicto de los Siglos

Estimado javierandrés. Saludos cordiales.



Fue uno de los libros que más me impactó en mi juventud


Bendiciones.

Luego todo Israel será salvo.

Y a mí el que más. Por el me entregué a Cristo. En un principio quise refutar sus aseveraciones y no pude. Después de la Biblia es el libro que más aborrecde Satanás porque muestra sus planes hasta el fin. Tanto así que ha habido quemas de ese libro en California, en una iglesia católica de los Estados Unidos. Este libro desnuda a más no poder al sistema católico. Por algo está en el Indice de la ICAR:
 
Re: El Conflicto de los Siglos

CAPÍTULO 1. El Destino del Mundo Predicho

. . . . Desde lo alto del monte de los Olivos miraba Jesús a Jerusalén, que ofrecía a sus ojos un cuadro de hermosura y de paz. Era tiempo de Pascua, y de todas las regiones del orbe los hijos de Jacob se habían reunido para celebrar la gran fiesta nacional. De entre viñedos y jardines como de entre las verdes laderas donde se veían esparcidas las tiendas de los peregrinos, elevábanse las colinas con sus terrazas, los airosos palacios y los soberbios baluartes de la capital israelita. La hija de Sión parecía decir en su orgullo: "¡Estoy sentada reina, y . . . nunca veré el duelo!" porque siendo amada, como lo era, creía estar segura de merecer aún los favores del cielo como en los tiempos antiguos cuando el poeta rey cantaba: "Hermosa provincia, el gozo de toda la tierra es el monte de Sión, . . . la ciudad del gran Rey " (Salmo 48: 2.) Resaltaban a la vista las construcciones espléndidas del templo, cuyos muros de mármol blanco como la nieve estaban entonces iluminados por los últimos rayos del sol poniente que al hundirse en el ocaso hacía resplandecer el oro de puertas, torres y pináculos. Y así destacábase la gran ciudad, "perfección de hermosura," orgullo de la nación judaica. ¡Qué hijo de Israel podía permanecer ante semejante espectáculo sin sentirse conmovido de gozo y admiración! Pero eran muy ajenos a todo esto los pensamientos que embargaban la mente de Jesús. "Como llego cerca, viendo la ciudad, lloró sobre ella." (S. Lucas. 19: 41.) En medio del regocijo que provocara su entrada triunfal, mientras el gentío agitaba palmas, y alegres hosannas repercutían en los montes, y mil voces le proclamaban Rey, el Redentor del mundo se sintió abrumado por súbita y misteriosa tristeza. El, el Hijo de Dios, el Prometido de Israel, que había vencido a la muerte arrebatándole sus cautivos, lloraba, no presa de común abatimiento, sino dominado por intensa e irreprimible agonía. No lloraba por sí mismo, por más que supiera adónde iba. Getsemaní, lugar de su próxima y terrible agonía, extendíase ante su vista. La puerta de las ovejas divisábase también; por ella habían entrado durante siglos y siglos la víctimas para el sacrificio, y pronto iba a abrirse para él, cuando "como cordero" fuera, "llevado al matadero" (Isaías 53: 7) Poco más allá se destacaba el Calvario, lugar de la crucifixión. Sobre la senda que pronto le tocaría recorrer, iban a caer densas y horrorosas tinieblas mientras él entregaba su alma en expiación por el pecado. No era, sin embargo, la contemplación de aquellas escenas lo que arrojaba sombras sobre el Señor en aquellas escenas lo que arrojaba sombras sobre el Señor en aquella hora de gran regocijo, ni tampoco el presentimiento de su angustia sobrehumana lo que nublaba su alma generosa. Lloraba por el fatal destino de los millares de Jerusalén, por la ceguedad y por la dureza de corazón de aquellos a quienes él viniera a bendecir y salvar. . . . . . De haberse mantenido Israel como nación fiel al Cielo, Jerusalén habría sido para siempre la elegida de Dios. (Jeremías 17:21 - 25.) Pero la historia de aquel pueblo tan favorecido era un relato de sus apostasías y sus rebeliones. Había resistido la gracia del Cielo, abusado de sus prerrogativas y menospreciado sus oportunidades. . . . . A pesar de que los hijos de Israel "hacían escarnio de los mensajeros de Dios, y menospreciaban sus palabras, burlándose de sus profetas" (2 Crónicas 36: 16), el Señor había seguido manifestándoseles como "Jehová, fuerte, misericordioso, y piadoso; tardo para la ira, y grande en benignidad y verdad." (Éxodo 34: 6.) Y por más que le rechazaran una y otra vez, de continuo había seguido instándoles con bondad inalterable. Más grande que la amorosa compasión del padre por su hijo era el solícito cuidado con que Dios velaba por su pueblo enviándole "amonestaciones por mano de sus mensajeros, madrugando para enviárselas; porque tuvo compasión de su pueblo y de su morada." (2 Crónicas 36: 15, V.M.) Y al fin, habiendo fracasado las amonestaciones, las reprensiones y las súplicas, les envió el mejor don del cielo; más aún, derramó todo el cielo en ese solo Don.
El Hijo de Dios fue enviado para exhortar a la ciudad rebelde. Era Cristo quien había sacado a Israel como "una vid de Egipto." (Salmo 80: 8.) . . . .Israel empero se alejó de él, apartándose así de su mejor Amigo y de su único Auxiliador. Su amor fue despreciado, rechazados sus dulces consejos y ridiculizadas sus cariñosas amonestaciones.La hora de esperanza y de perdón transcurrió rápidamente. La copa de la ira de Dios, por tanto tiempo contenida, estaba casi llena. La nube que había ido formándose a través de los tiempos de apostasía y rebelión, veíase ya negra, cargada de maldiciones, próxima a estallar sobre un pueblo culpable; y el único que podía librarle de su suerte fatal inminente había sido menospreciado, escarnecido y rechazado, y en breve lo iban a crucificar. . . . Cristo vio en Jerusalén un símbolo del mundo endurecido en la incredulidad y rebelión que corría presuroso a recibir el pago de la justicia de Dios. Los lamentos de una raza caída oprimían el alma del Señor, y le hicieron prorrumpir en esas expresiones de dolor. Vio además las profundas huellas del pecado marcadas por la miseria humana con lágrimas y sangre; su tierno corazón se conmovió de compasión infinita por las víctimas de los padecimientos y aflicciones de la tierra; anheló salvarlos a todos. Pero ni aun su mano podía desviar la corriente del dolor humano que del pecado dimana; pocos buscarían la única fuente de salud. El estaba dispuesto a derramar su misma alma hasta la muerte, y poner así la salvación al alcance de todos; pero muy pocos iban a acudir a él para tener vida eterna. . . Los cielos se llenaron de asombro al contemplar semejante escena que pone tan de manifiesto la culpabilidad enorme del pecado, y que nos enseña lo que le cuesta, aun al poder infinito, salvar al pecador de las consecuencias que le acarrea la transgresión de la ley de Dios. Dirigiendo Jesús sus miradas hasta la última generación vio al mundo envuelto en un engaño semejante al que causó la destrucción de Jerusalén. El gran pecado de los judíos consistió en que rechazaron a Cristo; el gran pecado del mundo cristiano iba a consistir en que rechazaría la ley de Dios, que es el fundamento de su gobierno en el cielo y en la tierra. Los preceptos del Señor iban a ser menospreciados y anulados. Millones de almas sujetas al pecado, esclavas de Satanás, condenadas a sufrir la segunda muerte, se negarían a escuchar las palabras de verdad en el día de su visitación. ¡Terrible ceguedad, extraña infatuación!Dos días antes de la Pascua, cuando Cristo se había despedido ya del templo por última vez, después de haber denunciado públicamente la hipocresía de los príncipes de Israel, volvió al monte de los Olivos, acompañado de sus discípulos y se sentó entre ellos en una ladera cubierta de blando césped, dominando con la vista la ciudad. Una vez más contempló sus muros, torres y palacios. Una vez más miró el templo que en su deslumbrante esplendor parecía una diadema de hermosura que coronara al sagrado monte. . . .Después de su destrucción por Nabucodonosor, el templo fue reconstruído unos cinco siglos antes del nacimiento de Cristo por un pueblo que tras largo cautiverio había vuelto a su país asolado y casi desierto. Había entonces en Israel algunos hombres muy ancianos que habían visto la gloria del templo de Salomón y que lloraban al ver el templo nuevo que parecía tan inferior al anterior. El sentimiento que dominaba entre el pueblo nos es fielmente descrito por el profeta cuando dice: "¿Quién ha quedado entre vosotros que haya visto esta casa en su primera gloria, y cual ahora la veis? ¿No es ella como nada delante de vuestros ojos?" (Aggeo 2: 3; Esdras 3: 12.)
Entonces fue dada la promesa de que la gloria del segundo templo sería mayor que la del primero. Pero el segundo templo no igualó al primero en magnificencia ni fue santificado por las señales visibles de la presencia divina con que lo fuera el templo de Salomón, ni hubo tampoco manifestaciones de poder sobrenatural que dieran realce a su dedicación. Ninguna nube de gloria cubrió al santuario que acababa de ser erigido; no hubo fuego que descendiera del cielo para consumir el sacrificio sobre el altar. La manifestación divina no se encontraba ya entre los querubines en el lugar santísimo; ya no estaban allí el arca del testimonio, ni el propiciatorio, ni las tablas de la ley. Ninguna voz del cielo se dejaba oír para revelar la voluntad del Señor al sacerdote que preguntaba por ella.
Durante varios siglos los judíos se habían esforzado para probar cómo y dónde se había cumplido la promesa que Dios había dado por Aggeo. Pero el orgullo y la incredulidad habían cegado su mente de tal modo que no comprendían el verdadero significado de las palabras del profeta.
Al segundo templo no le fue conferido el honor de ser cubierto con la nube de la gloria de Jehová, pero sí fue honrado con la presencia de Uno en quien habitaba corporalmente la plenitud de la Divinidad, de Uno que era Dios mismo manifestado en carne. Cuando el Nazareno enseñó y realizó curaciones en los atrios sagrados se cumplió la profecía gloriosa: él era el "Deseado de todas las naciones" que entraba en su templo. Por la presencia de Cristo, y sólo por ella, la gloria del segundo templo superó la del primero; pero Israel tuvo en poco al anunciado don del cielo; y con el humilde Maestro que salió aquel día por la puerta de oro, la gloria había abandonado el templo para siempre. Así se cumplieron las palabras del Señor, que dijo: "He aquí vuestra casa os es dejada desierta." (S. Mateo 23: 38.) . . . Los discípulos creyeron que la destrucción de Jerusalén coincidiría con los sucesos de la venida personal de Cristo revestido de gloria temporal para ocupar el trono de un imperio universal, para castigar a los judíos impenitentes y libertar a la nación del yugo romano. Cristo les había anunciado que volvería, y por eso al oírle predecir los juicios que amenazaban a Jerusalén, se figuraron que ambas cosas sucederían al mismo tiempo y, al reunirse en derredor del Señor en el monte de los Olivos, le preguntaron: "¿Cuándo serán estas cosas, y qué señal habrá de tu venida, y del fin del mundo? " (S. Mateo 24: 3.)Lo porvenir les era misericordiosamente velado a los discípulos. De haber visto con toda claridad esos dos terribles acontecimientos futuros: los sufrimientos del Redentor y su muerte, y la destrucción del templo y de la ciudad, los discípulos hubieran sido abrumados por el miedo y el dolor. Cristo les dio un bosquejo de los sucesos culminantes que habrían de desarrollarse antes de la consumación de los tiempos. Sus palabras no fueron entendidas plenamente entonces, pero su significado iba a aclararse a medida que su pueblo necesitase la instrucción contenida en esas palabras. La profecía del Señor entrañaba un doble significado: al par que anunciaba la ruina de Jerusalén presagiaba también los horrores del gran día final.Jesús declaró a los discípulos los castigos que iban a caer sobre el apóstata Israel y especialmente los que debería sufrir por haber rechazado y crucificado al Mesías. Iban a producirse señales inequívocas, precursoras del espantoso desenlace. La hora aciaga llegaría presta y repentinamente. Y el Salvador advirtió a sus discípulos: "Por tanto, cuando viereis la abominación del asolamiento, que fue dicha por Daniel profeta, que estará en el lugar santo (el que lee, entienda), entonces los que están en Judea, huyan a los montes." (S. Mateo 24: 15, 16; S. Lucas 21: 20.) Tan pronto como los estandartes del ejército romano idólatra fuesen clavados en el suelo sagrado, que se extendía varios estadios más allá de los muros, los creyentes en Cristo debían huir a un lugar seguro. Al ver la señal preventiva, todos los que quisieran escapar debían hacerlo sin tardar. Tanto en tierra de Judea como en la propia ciudad de Jerusalén el aviso de la fuga debía ser aprovechado en el acto. Todo el que se hallase en aquel instante en el tejado de su casa no debía entrar en ella ni para tomar consigo los más valiosos tesoros; los que trabajaran en el campo y en los viñedos no debían perder tiempo en volver por las túnicas que se hubiesen quitado para sobrellevar mejor el calor y la faena del día. Todos debían marcharse sin tardar si no querían verse envueltos en la ruina general.
Durante el reinado de Herodes, la ciudad de Jerusalén no sólo había sido notablemente embellecida, sino también fortalecida. Se erigieron torres, muros y fortalezas que, unidos a la ventajosa situación topográfica del lugar, la hacían aparentemente inexpugnable. Si en aquellos días alguien hubiese predicho públicamente la destrucción de la ciudad, sin duda habría sido considerado cual lo fuera Noé en su tiempo: como alarmista insensato. Pero Cristo había dicho: "El cielo y la tierra pasarán, mas mis palabras no pasarán." (S. Mateo 24: 35.) La ira del Señor se había declarado contra Jerusalén a causa de sus pecados, y su obstinada incredulidad hizo inevitable su condenación.Continúa . ..
 
Re: El Conflicto de los Siglos

. . .Dios aplazó sus juicios sobre la ciudad y la nación hasta cosa de cuarenta años después que Cristo hubo anunciado el castigo de Jerusalén. Admirable fue la paciencia que tuvo Dios con los que rechazaran su Evangelio y asesinaran a su Hijo. La parábola de la higuera estéril representa el trato bondadoso de Dios con la nación judía. Ya había sido dada la orden: "Córtala, ¿por qué ocupará aún la tierra?" (S. Lucas 13: 7), pero la divina misericordia la preservó por algún tiempo. Había todavía muchos judíos que ignoraban lo que habían sido el carácter y la obra de Cristo. Y los hijos no habían tenido las oportunidades ni visto la luz que sus padres habían rechazado. Por medio de la predicación de los apóstoles y de sus compañeros, Dios iba a hacer brillar la luz sobre ellos para que pudiesen ver cómo se habían cumplido las profecías, no únicamente las que se referían al nacimiento y vida del Salvador sino también las que anunciaban su muerte y su gloriosa resurrección. Los hijos no fueron condenados por los pecados de sus padres; pero cuando, conociendo ya plenamente la luz que fuera dada a sus padres, rechazaron la luz adicional que a ellos mismos les fuera concedida, entonces se hicieron cómplices de las culpas de los padres y colmaron la medida de su iniquidad.
La longanimidad de Dios hacia Jerusalén no hizo sino confirmar a los judíos en su terca impenitencia. Por el odio y la crueldad que manifestaron hacia los discípulos de Jesús rechazaron el último ofrecimiento de misericordia. Dios les retiró entonces su protección y dio rienda suelta a Satanás y a sus ángeles, y la nación cayó bajo el dominio del caudillo que ella misma se había elegido. Sus hijos menospreciaron la gracia de Cristo, que los habría capacitado para subyugar sus malos impulsos, y estos los vencieron. Satanás despertó las más fieras y degradadas pasiones de sus almas. Los hombres ya no razonaban, completamente dominados por sus impulsos y su ira ciega. En su crueldad se volvieron satánicos. Tanto en la familia como en la nación, en las clases bajas como en las clases superiores del pueblo, no reinaban más que la sospecha, la envidia, el odio, el altercado, la rebelión y el asesinato. No había seguridad en ninguna parte. Los amigos y parientes se hacían traición unos a otros. Los padres mataban a los hijos y éstos a sus padres. Los que gobernaban al pueblo no tenían poder para gobernarse a sí mismos: las pasiones más desordenadas los convertían en tiranos. Los judíos habían aceptado falsos testimonios para condenar al Hijo inocente de Dios; y ahora las acusaciones más falsas hacían inseguras sus propias vidas. Con sus hechos habían expresado desde hacía tiempo sus deseos: "¡Quitad de delante de nosotros al Santo de Israel!" (Isaías 30: 11, V.M.) y ya dichos deseos se habían cumplido. El temor de Dios no les preocupaba más; Satanás se encontraba ahora al frente de la nación y las más altas autoridades civiles y religiosas estaban bajo su dominio. . . . Todas las predicciones de Cristo acerca de la destrucción de Jerusalén se cumplieron al pie de la letra; los judíos palparon la verdad de aquellas palabras de advertencia del Señor: "Con la medida que medís, se os medirá." (S. Mateo 7: 2, V.M.)
Aparecieron muchas señales y maravillas como síntomas precursores del desastre y de la condenación. A la media noche una luz extraña brillaba sobre el templo y el altar. En las nubes, a la puesta del sol, se veían como carros y hombres de guerra que se reunían para la batalla.
Los sacerdotes que ministraban de noche en el santuario eran aterrorizados por ruidos misteriosos; temblaba la tierra y se oían voces que gritaban: "¡Salgamos de aquí!" La gran puerta del oriente, que por su enorme peso era difícil de cerrar entre veinte hombres y que estaba asegurada con formidables barras de hierro afirmadas en el duro pavimento de piedras de gran tamaño, se abrió a la media noche de una manera misteriosa. - Milman, History of the Jews, libro 13.
Durante siete años un hombre recorrió continuamente las calles de Jerusalén anunciando las calamidades que iban a caer sobre la ciudad. De día y de noche entonaba la frenética endecha: "Voz del oriente, voz del occidente, voz de los cuatro vientos, voz contra Jerusalén y contra el templo, voz contra el esposo y la esposa, voz contra todo el pueblo." - Ibid., libro 13.
Este extraño personaje fue encarcelado y azotado sin que exhalase una queja. A los insultos que le dirigían y a las burlas que le hacían, no contestaba sino con estas palabras: "¡Ay de Jerusalén! ¡Ay, ay de sus moradores!" y sus tristes presagios no dejaron de oírse sino cuando encontró la muerte en el sitio que él había predicho.
Ni un solo cristiano pereció en la destrucción de Jerusalén. Cristo había prevenido a sus discípulos, y todos los que creyeron sus palabras esperaron atentamente las señales prometidas. "Cuando viereis a Jerusalem cercada de ejércitos - había dicho Jesús, - sabed entonces que su destrucción ha llegado. Entonces los que estuvieren en Judea, huyan a los montes; y los que en medio de ella, váyanse." (S. Lucas 21: 20, 21.) Después que los soldados romanos, al mando del general Cestio Galo, hubieron rodeado la ciudad, abandonaron de pronto el sitio de una manera inesperada y eso cuando todo parecía favorecer un asalto inmediato. Perdida ya la esperanza de poder resistir el ataque, los sitiados estaban a punto de rendirse, cuando el general romano retiró sus fuerzas sin motivo aparente para ello. Empero la previsora misericordia de Dios había dispuesto los acontecimientos para bien de los suyos. Ya estaba dada la señal a los cristianos que aguardaban el cumplimiento de las palabras de Jesús, y en aquel momento se les ofrecía una oportunidad que debían aprovechar para huir, conforme a las indicaciones dadas por el Maestro. Los sucesos se desarrollaron de modo tal que ni los judíos ni los romanos hubieran podido evitar la huída de los creyentes. Habiéndose retirado Cestio, los judíos hicieron una salida para perseguirle y entre tanto que ambas fuerzas estaban así empeñadas, los cristianos pudieron salir de la ciudad, aprovechando la circunstancia de estar los alrededores totalmente despejados de enemigos que hubieran podido cerrarles el paso. En la época del sitio, los judíos habían acudido numerosos a Jerusalén para celebrar la fiesta de los tabernáculos y así fue como los cristianos esparcidos por todo el país pudieron escapar sin dificultad. Inmediatamente se encaminaron hacia un lugar seguro, la ciudad de Pella, en tierra de Perea, allende el Jordán . . . . Espantosas fueron las calamidades que sufrió Jerusalén cuando el sitio se reanudó bajo el mando de Tito. La ciudad fue sitiada en el momento de la Pascua, cuando millones de judíos se hallaban reunidos dentro de sus muros. Los depósitos de provisiones que, de haber sido conservados, hubieran podido abastecer a toda la población por varios años, habían sido destruídos a consecuencia de la rivalidad y de las represalias de las facciones en lucha, y pronto los vecinos de Jerusalén empezaron a sucumbir a los horrores del hambre. Una medida de trigo se vendía por un talento. Tan atroz era el hambre, que los hombres roían el cuero de sus cintos, sus sandalias y las cubiertas de sus escudos.
Muchos salían durante la noche para recoger las plantas silvestres que crecían fuera de los muros, a pesar de que muchos de ellos eran aprehendidos y muertos por crueles torturas, y a menudo los que lograban escapar eran despojados de aquello que habían conseguido aun con riesgo de la vida. Los que estaban en el poder imponían los castigos más infamantes para obligar a los necesitados a entregar los últimos restos de provisiones que guardaban escondidos; y tamañas atrocidades eran perpetradas muchas veces por gente bien alimentada que sólo deseaba almacenar provisiones para más tarde. Millares murieron a consecuencia del hambre y la pestilencia. Los afectos naturales parecían haber desaparecido: los esposos se arrebataban unos a otros los alimentos; los hijos quitaban a sus ancianos padres la comida que se llevaban a la boca, y la pregunta del profeta: "¿Se olvidará acaso la mujer de su niño mamante?" recibió respuesta en el interior de los muros de la desgraciada ciudad, tal como la diera la Santa Escritura: "Las misericordiosas manos de las mujeres cuecen a sus mismos hijos! ¡éstos les sirven de comida en el quebranto de la hija de mi pueblo!" (Isaías 49: 15; Lamentaciones 4: 10, V.M.)
Una vez más se cumplía la profecía pronunciada catorce siglos antes, y que dice: "La mujer tierna y delicada en medio de ti, que nunca probó a asentar en tierra la planta de su pie, de pura delicadeza y ternura, su ojo será avariento para con el marido de su seno, y para con su hijo y su hija, así respecto de su niño recién nacido como respecto de sus demás hijos que hubiere parido; porque ella sola los comerá ocultamente en la falta de todo, en la premura y en la estrechez con que te 36 estrecharán tus enemigos dentro de tus ciudades." (Deuteronomio 28: 56, 57, V.M.)
. . Los jefes romanos procuraron aterrorizar a los judíos para que se rindiesen. A los que eran apresados resistiendo, los azotaban, los atormentaban y los crucificaban frente a los muros de la ciudad. Centenares de ellos eran así ejecutados cada día, y el horrendo proceder continuó hasta que a lo largo del valle de Josafat y en el Calvario se erigieron tantas cruces que apenas dejaban espacio para pasar entre ellas. Así fue castigada aquella temeraria imprecación que lanzara el pueblo en el tribunal de Pilato, al exclamar: "¡Recaiga su sangre sobre nosotros, y sobre nuestros hijos!" (S. Mateo 27: 25, V.M.) . . . La ciega obstinación de los jefes judíos y los odiosos crímenes perpetrados en el interior de la ciudad sitiada excitaron el horror y la indignación de los romanos, y finalmente Tito dispuso tomar el templo por asalto. Resolvió, sin embargo, que si era posible evitaría su destrucción. Pero sus órdenes no fueron obedecidas. A la noche, cuando se había retirado a su tienda para descansar, los judíos hicieron una salida desde el templo y atacaron a los soldados que estaban afuera. Durante la lucha, un soldado romano arrojó al pórtico por una abertura un leño encendido, e inmediatamente ardieron los aposentos enmaderados de cedro que rodeaban el edificio santo. Tito acudió apresuradamente, seguido por sus generales y legionarios, y ordenó a los soldados que apagasen las llamas. Sus palabras no fueron escuchadas. Furiosos, los soldados arrojaban teas encendidas en las cámaras contiguas al templo y con sus espadas degollaron a gran número de los que habían buscado refugio allí. La sangre corría como agua por las gradas del templo. Miles y miles de judíos perecieron. Por sobre el ruido de la batalla, se oían voces que gritaban: "¡Ichabod!" -la gloria se alejó. . . "Aquel espectáculo llenaba de espanto a los romanos; ¿qué sería para los judíos? Toda la cumbre del monte que dominaba la ciudad despedía fulgores como el cráter de un volcán en plena actividad. Los edificios iban cayendo a tierra uno tras otro, en medio de un estrépito tremendo y desaparecían en el abismo ardiente. Las techumbres de cedro eran como sábanas de fuego, los dorados capiteles de las columnas relucían como espigas de luz rojiza y los torreones inflamados despedían espesas columnas de humo y lenguas de fuego. Las colinas vecinas estaban iluminadas y dejaban ver grupos de gentes que se agolpaban por todas partes siguiendo con la vista, en medio de horrible inquietud, el avance de la obra destructora; los muros y las alturas de la ciudad estaban llenos de curiosos que ansiosos contemplaban la escena, algunos con rostros pálidos por hallarse presa de la más atroz desesperación, otros encendidos por la ira al ver su impotencia para vengarse . . . En el sitio y en la mortandad que le siguió perecieron más de un millón de judíos; los que sobrevivieron fueron llevados cautivos, vendidos como esclavos, conducidos a Roma para enaltecer el triunfo del conquistador, arrojados a las fieras del circo o desterrados y esparcidos por toda la tierra. . . . No podemos saber cuánto debemos a Cristo por la paz y la protección de que disfrutamos. Es el poder restrictivo de Dios lo que impide que el hombre caiga completamente bajo el dominio de Satanás. Los desobedientes e ingratos deberían hallar un poderoso motivo de agradecimiento a Dios en el hecho de que su misericordia y clemencia hayan coartado el poder maléfico del diablo. Pero cuando el hombre traspasa los límites de la paciencia divina, ya no cuenta con aquella protección que le libraba del mal. Dios no asume nunca para con el pecador la actitud de un verdugo que ejecuta la sentencia contra la transgresión; sino que abandona a su propia suerte a los que rechazan su misericordia, para que recojan los frutos de lo que sembraron sus propias manos. Todo rayo de luz que se desprecia, toda admonición que se desoye y rechaza, toda pasión malsana que se abriga, toda transgresión de la ley de Dios, son semillas que darán infaliblemente su cosecha. Cuando se le resiste tenazmente, el Espíritu de Dios concluye por apartarse del pecador, y éste queda sin fuerza para dominar las malas pasiones de su alma y sin protección alguna contra la malicia y perfidia de Satanás. La destrucción de Jerusalén es una advertencia terrible y solemne para todos aquellos que menosprecian los dones de la gracia divina y que resisten a las instancias de la misericordia divina. Nunca se dio un testimonio más decisivo de cuánto aborrece Dios el pecado y de cuán inevitable es el castigo que sobre sí atraen los culpables. . .Continúa.