Las herejías de Vassula
"Por lo tanto, aún cuando nosotros mismos, o algún ángel del cielo os predicase un Evangelio distinto de aquél que os anunciamos, sea anatema" (Gal. 1, 8)
Tomás de Kempis nos aconseja en su inmortal obra "La imitación de Cristo": "Atender qué es lo que se dice y no a quién lo dice".
Obedientes a esta norma de prudencia que la Santa Iglesia nos ha enseñado durante siglos, nos concentraremos en lo esencial del problema: los principales errores contra la fe contenidos en la obra de Vassula. Son muchos y graves: errores contra la unidad de la Iglesia, contra la Santidad de la Iglesia, errores contra la Trinidad, errores contra la Revelación, errores contra los Sacramentos y errores contra el cuerpo (gnosis).
Para conocer la postura oficial de la Iglesia se puede leer la Notificación de la Congregación para la doctrina de la Fe acerca de los escritos de Vassula Ryden
Vassula posee una doctrina completamente herética, y la anuncia con la desenvoltura de los grandes impostores. Nosotros, católicos, al contrario, seguimos el consejo de San Pablo: aún cuando un ángel del cielo nos anunciase un Evangelio diferente, no lo aceptaríamos.
a) Errores contra la Unidad de la Iglesia
A fin de no confundir al lector, citaremos las locuciones atribuidas a Nuestro Señor Jesucristo con un simple "Jesús", dejando claro que en ningún caso sostenemos que sea el mismo Redentor quien sostiene la herejía.
El "Jesús" de Vassula afirma categóricamente:
"Yo deseo la unidad. Yo deseo que Mi Iglesia sea Una" (I, 231).
Para el católico se presenta un problema grave. ¿Cómo creer en lo que "Jesús" nos dice aquí y en lo que rezamos en el Credo de los Apóstoles?: "Creo en la Iglesia, Una, Santa...". ¿Cómo conciliar las dos afirmaciones?
Evidentemente, desear la unidad implica afirmar que la Iglesia aún no es Una, y Vassula pone en la boca de Nuestro Señor muchísimas frases del mismo tono.
"Mi Iglesia será unida y bendecida. Mi Iglesia será una" (II, 15).
"Jesús: ¿Vendrás a verme en Mi Iglesia? Vassula, ven a Mí.
Vassula: ¿Qué Iglesia, Señor? ¿Qué pretendes?
Jesús: Todas son Mis Iglesias. Son Mías. Me pertenecen todas y sólo a Mí. Yo Soy la Iglesia. (...)
Vassula: Pero, por la forma como hablabais, Jesús, me parecía que Vos pretendíais una Iglesia en particular. ¡Fue así como te entendí!
Jesús: Tú puedes venir a estar Conmigo, no importa cuándo ni en qué Iglesia. No hagas distinciones como los otros. Todas ellas me pertenecen" (I, 263).
Y también:
"Ellas son todas semejantes entre sí a Mis ojos. Yo jamás quise que Mi cuerpo fuese separado. Fuisteis vosotros quienes Me desmembrasteis; ¡vosotros deliberasteis sobre Mi cuerpo! Vosotros me hicisteis separado..." (II, 28).
"¡Ortodoxos! ¡Católicos! ¡Protestantes! ¡Vosotros me pertenecéis! Vosotros sois UNO ante Mis ojos. ¡Yo no hago distinción alguna!" (II, 29).
La fe católica afirma que
"hay sólo una Iglesia universal de los creyentes fuera de la cual nadie puede salvarse". Papa Inocencio III, Cuarto Concilio Lateranense, 1215 A. D.
"La Santa Iglesia Católica Romana firmemente cree, profesa, y predica que ninguno de aquellos que están fuera de la Iglesia católica, no sólo los paganos, sino también los judíos y herejes y cismáticos, pueden tener una porción en la vida eterna. Tan importante es la unidad de este cuerpo eclesiástico que sólo esos que permanecen dentro de esta unidad pueden ganar por los sacramentos de la iglesia hacia la salvación, y sólo ellos pueden recibir una recompensa eterna por sus ayunos, sus limosnas, sus otros trabajos de piedad cristiana y los deberes de un soldado cristiano. Nadie, permite que su limosna sea tan grande como podría, nadie, aun cuando su sangre lloviera por el Nombre de Cristo, puede salvarse, a menos que permanezca dentro de la unidad de la Iglesia católica". Papa Eugenio IV, la Bula Cantate Domino, 1441 D.C.
"Nosotros declaramos, decimos, y definimos, y pronunciamos que es completamente necesario para la salvación de cada criatura humana estar sujeto al Pontificado romano". (Papa Bonifacio VIII, Bula Unam Sanctam, 1302 D.C.
Recientemente, Su Santidad Pablo VI (1963-1978) se dirigió al mundo en los días del Concilio Vaticano II recordándonos:
"Fuera de este cuerpo, el Espíritu Santo no da vida a nadie... Aquellos que están fuera de la Iglesia no poseen al Espíritu Santo. Solo la Iglesia católica es el Cuerpo de Cristo... y si un hombre se separa del Cuerpo de Cristo, no es uno de Sus miembros, ni es alimentado por Su Espíritu".
Sobre el problema particular de la gravedad de las herejías sostenidas por Vassula, citaremos un documento del Magisterio de extrema importancia: La encíclica Sobre el Cuerpo Místico de Jesucristo, del Papa Pío XII (Mystici Corporis Christi, Pío XII, Documentos pontificios, Editorial Voces, 1950), que responde directamente lo contrario a lo afirmado por "Jesús" sobre su desmembramiento: Inicialmente el Papa va a explicar el significado "Cuerpo Místico de Jesucristo".
"10. Que la Iglesia es un cuerpo, nos enseñan muchos pasajes de la Sagrada Escritura. "Cristo, dice el Apóstol, es la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia" (Col. 1, 18). Ahora, si la Iglesia es un Cuerpo, debe necesariamente ser un todo sin división, según aquella sentencia de Pablo: "Nosotros, muchos, somos un solo cuerpo en Cristo" (Rom. 12, 5). Y no sólo debe ser un todo sin división, sino también algo concreto y visible, como afirma nuestro Predecesor de feliz memoria León XIII en la encíclica Satis cognitum: "Por eso mismo que es un cuerpo, es la Iglesia visible a los ojos" (cfr. A.S.S., XXVII, p. 710).
11. Están pues lejos de la verdad revelada los que imaginan a la Iglesia por forma, que no se puede tocar ni ver, sino que es apenas, como dicen, una cosa "pneumática" que une entre sí con vínculo invisible muchas comunidades cristianas, a pesar de estar separadas en la fe".
En el pasaje de arriba destacamos dos conceptos básicos que profundizaremos a continuación y que son: a) el Cuerpo debe necesariamente ser un Todo, sin división y b) la Iglesia no es una cosa "pneumática", esto es, espiritual, que une entre sí con un vínculo invisible a muchas comunidades cristianas, aún cuando estén separadas por la fe. O sea, las diversas comunidades llamadas "cristianas", que no participan de la misma fe de la única y verdadera Iglesia de Cristo, que es la Iglesia Católica Apostólica Romana, están fuera del Cuerpo de Jesucristo, y por lo tanto no afectan la unidad de la Iglesia. Oigamos al Papa Pío XII:
"20. Como miembros de la Iglesia se cuentan realmente sólo aquellos que recibieron el sello del Bautismo y profesan la verdadera fe, no se separan voluntariamente del organismo del cuerpo, ni fueron de él cortados por la legítima autoridad en razón de culpas gravísimas. "Todos nosotros, dice el Apóstol, fuimos bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo, judíos o gentiles, esclavos o libres" (I Cor. 12, 13). Por lo tanto, como en la verdadera sociedad de los fieles hay un solo Cuerpo, un solo Espíritu, un solo Señor, así no puede haber sino una sola fe (cfr. Efe. 4, 5), y por eso quien rechaza oír a la Iglesia, ordena el Señor sea tenido por gentil y publicano (cfr. Mateo 18,17). Por consiguiente, los que están entre sí divididos por la fe o por el gobierno, no pueden vivir en este Cuerpo único ni de su único Espíritu Divino".
Ahora bien, ¿cuáles son los errores gravísimos que pueden justificar la separación de este cuerpo que es la Iglesia? Pío XII responde:
"Ni todos los pecados, aún graves, son en su naturaleza tales que separen al hombre del cuerpo de la Iglesia como hacen los cismas, la herejía y la apostasía".
Así, cuando la Iglesia esté abierta para aquellos que de ella se apartasen por una divergencia en la fe, para recibirlos de vuelta en ese Cuerpo Uno y Único que es Jesucristo, es un error suponer que las diversas comunidades cristianas estén como agrupadas en una instancia mayor, una Iglesia de Cristo distinta de cada una de las Iglesias concretas y visibles, que serían como reflejos particulares de esa luz mayor.
El Cuerpo de Cristo nunca fue desmembrado, lacerado o separado como ese "Jesús" herético que Vassula afirma: la Iglesia de Cristo no será pues ya es (y siempre será) una. La Iglesia es una gracias a su Fuente – Dios Padre -, gracias a su Fundador – Dios Hijo -, y gracias a su Alma – Dios Espíritu Santo -. La Iglesia es una pues tiene un solo Señor, profesa una sola fe; nace de un solo bautismo, forma un solo cuerpo y obedece a una sola autoridad: el Papa. Afirmar lo contrario es pecar gravemente contra la fe: quien así lo hace no puede considerarse más católico verdadero.
Ahorramos al lector la extensa argumentación que podríamos desplegar para responder estos errores. Baste remitirnos a la encíclica Mortalium Animos, de Pío XI, que esclarece con lucidez las falacias del falso ecumenismo.
Otro error predicado por el ´Jesús´ de la "vidente":
"Pueblo mío, uno sólo se presentará con Mi Santo Nombre: simplemente "cristianos", discípulos de Cristo" (IV, 173).
"Todas las religiones valen lo mismo, sólo basta que no nieguen la persona de Cristo. Con esto alcanza para salvarse", sostiene Vassula. Pero aún la contradicción aumenta dentro de su doctrina, y contra la doctrina católica: "Vosotros sois todos Mi pueblo, cualquiera sea la raza o religión" (III, 53).
Si son todas las razas y religiones, abolida la unidad en la fe, permaneciendo solamente la unidad sentimental, se extiende automáticamente a todos los hombres, incluso a los que no creen en Cristo, simplemente por participar del glorioso conjunto de la humanidad y por reconocer alguna forma de "divinidad".
"¡Ah! ¡Mi Paloma! (...) Necesito de sus corazones, para en ellos reconstruir a Mi Única Iglesia. La unión se hará a través de los corazones" (IV, 180).
Aquí encontramos dos herejías: en primer lugar la afirmación de que la verdadera sede de la Iglesia es el corazón, y por tanto la Iglesia sería así, primordialmente, pneumática, espiritual, asentada en lo íntimo de la criatura. En segundo lugar, la alusión a la necesidad de "reconstruir" la Iglesia, negando la misma promesa de Cristo de que las puertas del infierno no prevalecerían contra ella.
En una entrevista a Vassula, reproducida en la página 139 del libro "¿Quién es Vassula?" leemos esta declaración:
"Pregunta: ¿Todo pasará, pues, a nivel del corazón?
Vassula: Exactamente. Yo, ortodoxa, vivo la Unión. Yo seré siempre ortodoxa, porque el bautismo es válido. Todo aquello en lo que nosotros creemos es válido. Por consiguiente no hay razón alguna para que me haga católica; creo que llegaría a desagradar a Jesús el cambiar por cambiar. Lo que Él quiere es la Unión por el corazón. La nueva Iglesia que Él quiere unida, está unida por el corazón".
Los ortodoxos no aceptan que el Espíritu Santo proceda del Padre y del Hijo; ¿cómo entonces todo lo que ellos creen es válido? Ese "Jesús" de Vassula quiere una "nueva Iglesia" que no es la Iglesia católica. No se trata de algo distinto de las ideas unificadoras orientales que hoy día inundan occidente.
"Yo no puedo alegrarme con una Iglesia moribunda, que tanto se aproxima a la descomposición" (IV, 296)
Vassula, niega en la frase de arriba la Santidad de la Iglesia, negando tener una noción mínimamente católica de lo que es la Iglesia. No, la Iglesia no está moribunda, ¡y colocar esas palabras en la boca de Cristo es blasfemar impíamente!
De hecho, no hay ninguna novedad en la doctrina de Vassula. El mismo Abraham von Franckenberg, cabalista del siglo XVI y Jacob Boeme, hijo espiritual del primero, ya sostenían esas herejías que comenzamos a notar incluso a principios del siglo XIII. Todos se oponían a una "Iglesia carnal" (Roma) y buscaban una "Iglesia espiritual". El Papa Juan XXII publicó una Bula para fulminar estos errores.
b) Errores contra la Trinidad
Aunque algunos piensan que Vassula hace una abundante, esclarecedora y persuasiva exposición sobre el Espíritu Santo. Realmente lo que presenta, es una escasa, obscura e inaceptable doctrina sobre la trinidad en un dibujo.
Se trata de una figura bastante misteriosa: bajo la línea horizontal se encuentran tres circunferencias que parecen estar rodando – o, por lo menos, bajo alguna especie de dinámica, indicada por las flechas – y arriba de la línea se encuentra un circunferencia al lado de la cual Vassula escribió: "LA LUZ". Lo que nos dice al respecto la misma vidente es:
"Este es el dibujo hecho después de una visión que el Señor me había dado, cuando aún no lograba comprender. Cuando el Hijo está "en" el Padre. Ellos son Uno. La Santísima Trinidad es Una y la Misma. Ella puede ser considerada como tres, pero los tres pueden estar en Uno. Resultado: Un Solo Dios y Trino" (II, 54)
‘Cuando el Hijo está "en" el Padre, entonces Ellos Son Uno". La palabra ‘cuando’ en esta frase, es una palabra conjuntiva temporal, que explicita la idea en el momento en que, en la ocasión o en el tiempo en que. Y por lo tanto existe unidad (‘Ellos son Uno’) cuando el Hijo está en el Padre.
¿Cómo conciliar eso con la afirmación del Evangelio: "Yo y el Padre somos uno"? En la frase de Jesús no hay mención de ocasión o de tiempo; Él y el Padre son uno, simpliciter – como diría Santo Tomás -.
La doctrina católica excluye cualquier condición temporal: el hijo está todo en el Padre. No se trata de la coincidir cuando el Hijo está en el Padre... ¡Es algo MUY diferente! Existe unidad sustancial entre las tres Personas de la Santísima Trinidad. El problema de que no existe verdadera unidad substancial persiste a lo largo de los escritos de Vassula:
"(...) la Santísima Trinidad es Una y la misma, porque Todos NOSOTROS TRES estamos de acuerdo" (IV, 273)
Vassula afirma que la Trinidad es una y la misma porque los tres se pusieron de acuerdo, como si la unidad fuese simplemente una cosa de unidad moral de voluntad y no de sustancia, como tres amigos que quieren hacer juntos un safari. Si la unidad depende de "estar de acuerdo"·, se presupone la posibilidad, obviamente, de no estar de acuerdo.
La noción de unidad en el seno de la Santísima Trinidad queda comprometida por esta especie de mutua conformidad, que para Vassula es el origen de la unidad. Como Dios es uno solo, evidentemente no puede existir desacuerdo entre las Personas. No hay tres dioses que se ponen de acuerdo en sus decisiones.
c) Errores contra la Revelación
Este "Jesús" herético no se preocupa por ser fiel al Evangelio que Él mismo habría revelado. Tal es la libertad con que lo adapta, llevándolo en ocasiones hasta un sentido opuesto al de la Sagrada Escritura. En un pasaje sobre la Pasión, este "Jesús" dice:
"(...) me golpearon en el rostro, me partieron la nariz, y Me torturaron" (I, 63)
Vemos aquí dos errores: en primer lugar está la innovación a la información expresada en los Evangelios. O sea hay una nueva revelación que aumenta el texto evangélico. En segundo lugar, esa ‘nueva revelación es contraria a la Sagrada Escritura. Pues en el Evangelio de San Juan, (Jo 19,36) leemos:
"(...) pues eso ocurrió para que se cumpliese la Escritura: "Ningún hueso le será quebrado"
Aquí enfrentamos otra contradicción al Evangelio.