Agua vs. Espíritu
¿Cuántos bautismos hemos de recibir los cristianos? ¿Realmente hay un bautismo simbólico? ¿Qué debo hacer para recibir el Espíritu Santo? ¿El don de lenguas es la única señal de que el Espíritu Santo mora en mí?
"Un Señor, una fe, un bautismo" (Ef4:5).
En los capítulos 5 y 6 de la carta a los Hebreos se le dice a la iglesia que, una vez ya instruidos en los rudimentos de la doctrina cristiana, debe seguir adelante a la perfección, debe buscar el “alimento sólido”. Entre estos rudimentos se menciona la doctrina de bautismos. Pero ¿qué significa esto de la doctrina de bautismos? ¿Debemos recibir más de un bautismo? La respuesta es NO.
“Un poco de levadura leuda toda la masa” (1Co5:6 / Gá5:9). Cuando tenemos una falsa creencia ésta comienza a dañarnos poco a poco hasta leudarnos completamente, hasta llenarnos de falsas creencias.
Esta levadura se introdujo en la iglesia en el momento en que se dijo que Dios estaba dividido en tres personas distintas, a finales del siglo III. Desde entonces toda la doctrina de Jesucristo se fue adulterando, hasta que no quedó casi nada de ella. La iglesia perdió el discernimiento, el poder para reconocer cuál es el verdadero mensaje del Señor.
Cuando decimos que en tiempos de Gracia, tiempos del ministerio del Espíritu, no se debe bautizar en agua casi siempre nos responden de dos maneras:
Primero nos citan Mt28:19: “... Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ...”.
Es verdad que según Mateo 28:19, el Señor manda a bautizar así. Este episodio es conocido como “el Mandato”. Pero la parte de hombres bautizando a hombres no se menciona en ninguno de los otros evangelios. Se trata de una añadidura utilizada para reforzar las falsas doctrinas de la Trinidad y del bautismo en agua en tiempos del Espíritu.
En primer lugar, se contradice la enseñanza de hacer todo en el nombre del Señor Jesús (Col3:17). A menos que los bautistas quieran aceptar que el nombre del Padre y del Espíritu es el mismo de Jesús y se derrumbaría la Trinidad, porque el mandato es "en el nombre" y no "en los nombres".
Por otro lado, según el mismo Pablo el "mandato" entra en contradicción evidente pues el apóstol dice claramente "... porque no me envió Cristo a bautizar sino a predicar el Evangelio ...", (1Co1:17) (Ver Contradicciones en el Libro de Hechos). Pablo reconoce el mandato de la Gracia. Él ha sido enviado como Juan Bautista, pero para predicar el evangelio como única vía hacia el único bautismo, el que viene por oír la Palabra con fe, el bautismo del Espíritu.
Una tesis es que los discípulos de Jesús bautizaban en agua porque estaban bajo la Ley (Jn3:22-30 / 4:1-2 / Gá4:4-7) y que esa práctica haya continuado en el tiempo de la Gracia, después de la crucifixión y resurrección. Habría influido el hecho de que los judíos creyentes al quedar bajo los dos pactos tuvieron que recibir los dos bautismos y que entonces Pablo se haya percatado del error y lo corrigió. Pero esto es menos probable porque Pablo no enseña el bautismo en agua en ninguno de sus escritos. Pretender mantenerlo vigente con la fórmula del "dos en uno" es judaizante.
El apóstol Pedro resuelve la cuestión cuando enseña que todo era figura de lo que había de venir, el bautismo que nos corresponde ahora, es el que nos salva, el agua viva, la primera resurrección (1P3:19-22 / Ap20:5-6 / Jn7:37-39).
La orden es: “Id y predicad el evangelio de la paz y haced discípulos en todas las naciones. El que creyere y fuere bautizado será salvo” (Mrc16:15 / Lc24:46-47). (Principio fundamental y verdadero mandato para todos los cristianos. Quien no predica es porque ha perdido la fe y ese es un hermano caído al que hay que ayudar, 2Co4:13). El bautismo al que se refiere Marcos es el bautismo del Espíritu Santo.
Juan el bautista dijo: “ Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego ” (Mt3:11). El bautismo del Espíritu no lo puede dar ningún hombre, ni siquiera los apóstoles. Se recibe por el creer, y es el único vigente en el tiempo de la gracia (Gá3:1-3). Es la primera resurrección, sin la cual nadie será salvo (Ap20:5-6).
Por otra parte, el bautismo en fuego NO nos toca a los cristianos, es el bautismo que le toca a los de afuera, a los hijos de desobediencia; “... Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará ” (Mt3:12). Cuando un pastor dice a los fieles que recibirán el bautismo de fuego, además del de agua y del de Espíritu, con sus palabras los está condenando al fuego eterno.
Un solo bautismo para todos los cristianos, el bautismo del Espíritu. Quien le ofrezca algún otro, le está ofreciendo la desgracia.
¿El bautismo en agua equivale a la circuncisión del antiguo pacto?
Algunos teólogos afirman que como hubo un cambio de pacto también hubo un cambio en la forma en que se confirma la fe. Es decir, lo que fue la circuncisión en el antiguo pacto, es ahora el bautismo en agua. Para esto se apoyan en textos como Colosenses 2:12:
"... sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos ..."
Pero este texto no se refiere al bautismo en agua, si no al bautismo que nos resucita y que se recibe mediante la fe en Cristo Jesús: el bautismo del Espíritu.
Además, decir que el agua equivale a la circuncisión en el nuevo pacto no tiene sentido. Tanto la circuncisión como el agua pertenecen a la Ley, al antiguo pacto. De hecho, todo lo que esté antes de la Cruz de Cristo pertenece al viejo pacto. Es tan así que Jesús, quien vino a cumplir toda la Ley, tuvo que ser bautizado por Juan el bautista. ¿Si el agua no pertenece a la Ley, por qué Jesús tuvo que bautizarse?
Por esta razón, circuncisión y agua son figuras de lo que habría de venir, el Espíritu Santo, el Agua Viva. De ahí la importancia del hecho que se rasgase el velo del templo. Es ese momento el que divide el antes y después de Cristo, judaísmo/cristianismo.
“ Pero el Señor se bautizó ...”
Es cierto, Jesucristo nuestro Señor se bautizó en agua.
“... Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti y, ¿tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia ...” (Mt3:13-15).
Otra vez, Cristo vino para liberarnos del yugo de la Ley por la que todos estábamos condenados, por cuanto nos era imposible cumplirla a causa del pecado (Gá3:13). La purificación del hombre, según la Ley, era por medio del lavamiento en agua (Nm8:7). El Señor cumplió todos los puntos de la Ley y el bautismo fue uno de ellos (“ Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia ...”). La Ley establece que todo el que peque debe morir. Cuando Satán asesina al Señor, se condena a si mismo y la Ley pierde vigencia, por cuanto se le había dado muerte al Justo. Como no hubo pecado en Él, la muerte no lo pudo retener y resucitó. Así el hombre obtuvo libertad por medio de la fe en Cristo Jesús, el Señor Dios y Padre de todos el cual es sobre todos, y por todos, y en todos (Ef4:6).
Entonces, la Ley y los profetas duraron hasta Juan porque el fin de la Ley es Cristo (Ro10:4 / Mt11:13). Se estableció un nuevo pacto y a cada pacto le corresponde un bautismo diferente. Noé fue bautizado, y el agua fue vida para él y su familia, pero muerte para los incrédulos. Los israelitas fueron bautizados "en Moisés" en la nube, en el agua del mar rojo, ésta fue vida para Israel y muerte para los egipcios (1Co10:1-5).
Cuando viene Juan bautizando en agua, la Escritura afirma que "los fariseos y legistas trastocaron el plan de Dios para con ellos al despreciar el bautismo de Juan" (Mt21:32 / Lc7:30). Dios los había predestinado en Cristo para que se salvaran pero ellos despreciaron su plan. El bautismo de Juan se convirtió en muerte para ellos y vida para los israelitas que le creyeron.
Todo era figura de lo que había de venir: el bautismo que nos corresponde ahora, el que nos salva, el agua viva, la primera resurrección (1P3:19-22 / Ap20:5-6 / Jn7:37-39). Pero ese bautismo viene por oír la Palabra con fe, por eso Pablo llama insensatos y carnales embrujados a los Gálatas (Gá3:1-5), porque estaban volviendo al viejo pacto, a la carne. Jesús mismo es bautizado en la muerte de cruz y los que somos bautizados en Cristo somos crucificados juntamente con Él (Ro6:6 / Gá2:20 / 6:14).
Jesús dijo: "con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!" (Lc12:50). Se refiere a su muerte, por ese bautismo pasarían los hijos de Zebedeo (Mc10:39). ¿Pero, no habían sido bautizados en agua? ¡Necios! nos reclamaría Pablo, pues el agua no hace morir las obras de la carne sino que es el Espíritu el que las hace morir (Gá5:16-25 / Ro6:3).
De manera que creemos en un solo bautismo, el del Espíritu Santo, la iluminación (Jn3:34 / Lc11:13). Cuando el hombre se arrepiente el Espíritu entra, ocupa el templo y llena el vacío del corazón. El viejo hombre es sepultado y el nuevo creyente confiesa a Cristo como único Dios y Salvador. El hombre nuevo, recreado, lleva una nueva vida apartada del pecado, y esto significará el rechazo del mundo y la persecución, pero también la paz espiritual y la salvación.
¿Cómo saber si alguien ha sido bautizado?
"Por sus frutos los conoceréis".
Muchos religiosos, especialmente evangélicos pentecostales, afirman que la única señal de que un creyente ha sido bautizado en el Espíritu es la manifestación del don de lenguas. Esta afirmación no tiene ninguna consistencia y es fácilmente refutable.
En primer lugar, cuando el apóstol Pablo enumera los frutos del Espíritu no hace mención alguna del don de lenguas (Gálatas5:19-26). Además, está claro que en el cuerpo de Cristo no todos tienen una misma función: unos ciertamente hablan en lenguas, pero otros interpretan, otros profetizan, otros tienen discernimiento de espíritus, otros ciencia, sanidades…
“si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído ¿dónde estaría el olfato?” y además Pablo especifica que no todos tienen los mismos dones: “¿tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas?”. Conviene estudiar todo el capítulo (1Cor12 /13/14).
En tales sectas extremistas es muy común que muchas manifestaciones demoníacas sean confundidas con supuestas manifestaciones del Espíritu Santo por causa de esa falsa enseñanza basada en el cuestionable relato de Pentecostés (Para estudiar el relato de Pentecostés, ir al estudio sobre El Libro de Hechos). Muchas vidas caen en desgracia y maldición por culpa de impíos “pastores”, falsos que se hacen llamar “apóstoles”, pero no son más que ministros de Satanás.
Mucho cuidado y recuerde que es la verdad la que nos hace libres y no la imposición de manos de esos brujos que se hacen llamar “cristianos”.
¿Cuántos bautismos hemos de recibir los cristianos? ¿Realmente hay un bautismo simbólico? ¿Qué debo hacer para recibir el Espíritu Santo? ¿El don de lenguas es la única señal de que el Espíritu Santo mora en mí?
"Un Señor, una fe, un bautismo" (Ef4:5).
En los capítulos 5 y 6 de la carta a los Hebreos se le dice a la iglesia que, una vez ya instruidos en los rudimentos de la doctrina cristiana, debe seguir adelante a la perfección, debe buscar el “alimento sólido”. Entre estos rudimentos se menciona la doctrina de bautismos. Pero ¿qué significa esto de la doctrina de bautismos? ¿Debemos recibir más de un bautismo? La respuesta es NO.
“Un poco de levadura leuda toda la masa” (1Co5:6 / Gá5:9). Cuando tenemos una falsa creencia ésta comienza a dañarnos poco a poco hasta leudarnos completamente, hasta llenarnos de falsas creencias.
Esta levadura se introdujo en la iglesia en el momento en que se dijo que Dios estaba dividido en tres personas distintas, a finales del siglo III. Desde entonces toda la doctrina de Jesucristo se fue adulterando, hasta que no quedó casi nada de ella. La iglesia perdió el discernimiento, el poder para reconocer cuál es el verdadero mensaje del Señor.
Cuando decimos que en tiempos de Gracia, tiempos del ministerio del Espíritu, no se debe bautizar en agua casi siempre nos responden de dos maneras:
Primero nos citan Mt28:19: “... Id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ...”.
Es verdad que según Mateo 28:19, el Señor manda a bautizar así. Este episodio es conocido como “el Mandato”. Pero la parte de hombres bautizando a hombres no se menciona en ninguno de los otros evangelios. Se trata de una añadidura utilizada para reforzar las falsas doctrinas de la Trinidad y del bautismo en agua en tiempos del Espíritu.
En primer lugar, se contradice la enseñanza de hacer todo en el nombre del Señor Jesús (Col3:17). A menos que los bautistas quieran aceptar que el nombre del Padre y del Espíritu es el mismo de Jesús y se derrumbaría la Trinidad, porque el mandato es "en el nombre" y no "en los nombres".
Por otro lado, según el mismo Pablo el "mandato" entra en contradicción evidente pues el apóstol dice claramente "... porque no me envió Cristo a bautizar sino a predicar el Evangelio ...", (1Co1:17) (Ver Contradicciones en el Libro de Hechos). Pablo reconoce el mandato de la Gracia. Él ha sido enviado como Juan Bautista, pero para predicar el evangelio como única vía hacia el único bautismo, el que viene por oír la Palabra con fe, el bautismo del Espíritu.
Una tesis es que los discípulos de Jesús bautizaban en agua porque estaban bajo la Ley (Jn3:22-30 / 4:1-2 / Gá4:4-7) y que esa práctica haya continuado en el tiempo de la Gracia, después de la crucifixión y resurrección. Habría influido el hecho de que los judíos creyentes al quedar bajo los dos pactos tuvieron que recibir los dos bautismos y que entonces Pablo se haya percatado del error y lo corrigió. Pero esto es menos probable porque Pablo no enseña el bautismo en agua en ninguno de sus escritos. Pretender mantenerlo vigente con la fórmula del "dos en uno" es judaizante.
El apóstol Pedro resuelve la cuestión cuando enseña que todo era figura de lo que había de venir, el bautismo que nos corresponde ahora, es el que nos salva, el agua viva, la primera resurrección (1P3:19-22 / Ap20:5-6 / Jn7:37-39).
La orden es: “Id y predicad el evangelio de la paz y haced discípulos en todas las naciones. El que creyere y fuere bautizado será salvo” (Mrc16:15 / Lc24:46-47). (Principio fundamental y verdadero mandato para todos los cristianos. Quien no predica es porque ha perdido la fe y ese es un hermano caído al que hay que ayudar, 2Co4:13). El bautismo al que se refiere Marcos es el bautismo del Espíritu Santo.
Juan el bautista dijo: “ Yo a la verdad os bautizo en agua para arrepentimiento; pero el que viene tras mí, cuyo calzado no soy digno de llevar, es más poderoso que yo; él os bautizará en Espíritu Santo y fuego ” (Mt3:11). El bautismo del Espíritu no lo puede dar ningún hombre, ni siquiera los apóstoles. Se recibe por el creer, y es el único vigente en el tiempo de la gracia (Gá3:1-3). Es la primera resurrección, sin la cual nadie será salvo (Ap20:5-6).
Por otra parte, el bautismo en fuego NO nos toca a los cristianos, es el bautismo que le toca a los de afuera, a los hijos de desobediencia; “... Su aventador está en su mano, y limpiará su era; y recogerá su trigo en el granero, y quemará la paja en fuego que nunca se apagará ” (Mt3:12). Cuando un pastor dice a los fieles que recibirán el bautismo de fuego, además del de agua y del de Espíritu, con sus palabras los está condenando al fuego eterno.
Un solo bautismo para todos los cristianos, el bautismo del Espíritu. Quien le ofrezca algún otro, le está ofreciendo la desgracia.
¿El bautismo en agua equivale a la circuncisión del antiguo pacto?
Algunos teólogos afirman que como hubo un cambio de pacto también hubo un cambio en la forma en que se confirma la fe. Es decir, lo que fue la circuncisión en el antiguo pacto, es ahora el bautismo en agua. Para esto se apoyan en textos como Colosenses 2:12:
"... sepultados con Él en el bautismo, en el cual fuisteis también resucitados con Él, mediante la fe en el poder de Dios que le levantó de los muertos ..."
Pero este texto no se refiere al bautismo en agua, si no al bautismo que nos resucita y que se recibe mediante la fe en Cristo Jesús: el bautismo del Espíritu.
Además, decir que el agua equivale a la circuncisión en el nuevo pacto no tiene sentido. Tanto la circuncisión como el agua pertenecen a la Ley, al antiguo pacto. De hecho, todo lo que esté antes de la Cruz de Cristo pertenece al viejo pacto. Es tan así que Jesús, quien vino a cumplir toda la Ley, tuvo que ser bautizado por Juan el bautista. ¿Si el agua no pertenece a la Ley, por qué Jesús tuvo que bautizarse?
Por esta razón, circuncisión y agua son figuras de lo que habría de venir, el Espíritu Santo, el Agua Viva. De ahí la importancia del hecho que se rasgase el velo del templo. Es ese momento el que divide el antes y después de Cristo, judaísmo/cristianismo.
“ Pero el Señor se bautizó ...”
Es cierto, Jesucristo nuestro Señor se bautizó en agua.
“... Entonces Jesús vino de Galilea a Juan al Jordán, para ser bautizado por él. Mas Juan se le oponía, diciendo: Yo necesito ser bautizado por ti y, ¿tú vienes a mí? Pero Jesús le respondió: Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia ...” (Mt3:13-15).
Otra vez, Cristo vino para liberarnos del yugo de la Ley por la que todos estábamos condenados, por cuanto nos era imposible cumplirla a causa del pecado (Gá3:13). La purificación del hombre, según la Ley, era por medio del lavamiento en agua (Nm8:7). El Señor cumplió todos los puntos de la Ley y el bautismo fue uno de ellos (“ Deja ahora, porque así conviene que cumplamos toda justicia ...”). La Ley establece que todo el que peque debe morir. Cuando Satán asesina al Señor, se condena a si mismo y la Ley pierde vigencia, por cuanto se le había dado muerte al Justo. Como no hubo pecado en Él, la muerte no lo pudo retener y resucitó. Así el hombre obtuvo libertad por medio de la fe en Cristo Jesús, el Señor Dios y Padre de todos el cual es sobre todos, y por todos, y en todos (Ef4:6).
Entonces, la Ley y los profetas duraron hasta Juan porque el fin de la Ley es Cristo (Ro10:4 / Mt11:13). Se estableció un nuevo pacto y a cada pacto le corresponde un bautismo diferente. Noé fue bautizado, y el agua fue vida para él y su familia, pero muerte para los incrédulos. Los israelitas fueron bautizados "en Moisés" en la nube, en el agua del mar rojo, ésta fue vida para Israel y muerte para los egipcios (1Co10:1-5).
Cuando viene Juan bautizando en agua, la Escritura afirma que "los fariseos y legistas trastocaron el plan de Dios para con ellos al despreciar el bautismo de Juan" (Mt21:32 / Lc7:30). Dios los había predestinado en Cristo para que se salvaran pero ellos despreciaron su plan. El bautismo de Juan se convirtió en muerte para ellos y vida para los israelitas que le creyeron.
Todo era figura de lo que había de venir: el bautismo que nos corresponde ahora, el que nos salva, el agua viva, la primera resurrección (1P3:19-22 / Ap20:5-6 / Jn7:37-39). Pero ese bautismo viene por oír la Palabra con fe, por eso Pablo llama insensatos y carnales embrujados a los Gálatas (Gá3:1-5), porque estaban volviendo al viejo pacto, a la carne. Jesús mismo es bautizado en la muerte de cruz y los que somos bautizados en Cristo somos crucificados juntamente con Él (Ro6:6 / Gá2:20 / 6:14).
Jesús dijo: "con un bautismo tengo que ser bautizado y ¡qué angustiado estoy hasta que se cumpla!" (Lc12:50). Se refiere a su muerte, por ese bautismo pasarían los hijos de Zebedeo (Mc10:39). ¿Pero, no habían sido bautizados en agua? ¡Necios! nos reclamaría Pablo, pues el agua no hace morir las obras de la carne sino que es el Espíritu el que las hace morir (Gá5:16-25 / Ro6:3).
De manera que creemos en un solo bautismo, el del Espíritu Santo, la iluminación (Jn3:34 / Lc11:13). Cuando el hombre se arrepiente el Espíritu entra, ocupa el templo y llena el vacío del corazón. El viejo hombre es sepultado y el nuevo creyente confiesa a Cristo como único Dios y Salvador. El hombre nuevo, recreado, lleva una nueva vida apartada del pecado, y esto significará el rechazo del mundo y la persecución, pero también la paz espiritual y la salvación.
¿Cómo saber si alguien ha sido bautizado?
"Por sus frutos los conoceréis".
Muchos religiosos, especialmente evangélicos pentecostales, afirman que la única señal de que un creyente ha sido bautizado en el Espíritu es la manifestación del don de lenguas. Esta afirmación no tiene ninguna consistencia y es fácilmente refutable.
En primer lugar, cuando el apóstol Pablo enumera los frutos del Espíritu no hace mención alguna del don de lenguas (Gálatas5:19-26). Además, está claro que en el cuerpo de Cristo no todos tienen una misma función: unos ciertamente hablan en lenguas, pero otros interpretan, otros profetizan, otros tienen discernimiento de espíritus, otros ciencia, sanidades…
“si todo el cuerpo fuese ojo, ¿dónde estaría el oído? Si todo fuese oído ¿dónde estaría el olfato?” y además Pablo especifica que no todos tienen los mismos dones: “¿tienen todos dones de sanidad? ¿Hablan todos lenguas?”. Conviene estudiar todo el capítulo (1Cor12 /13/14).
En tales sectas extremistas es muy común que muchas manifestaciones demoníacas sean confundidas con supuestas manifestaciones del Espíritu Santo por causa de esa falsa enseñanza basada en el cuestionable relato de Pentecostés (Para estudiar el relato de Pentecostés, ir al estudio sobre El Libro de Hechos). Muchas vidas caen en desgracia y maldición por culpa de impíos “pastores”, falsos que se hacen llamar “apóstoles”, pero no son más que ministros de Satanás.
Mucho cuidado y recuerde que es la verdad la que nos hace libres y no la imposición de manos de esos brujos que se hacen llamar “cristianos”.