En repetidas ocasiones algunos foristas se han quejado que raramente proponemos temas de relevante interés.
Muchas veces, los que abren un epígrafe con una pregunta, ni siquiera tienen interés en las respuestas que aportemos, pues ya las tienen todas.
Algunos ya están hastiados de los típicos temas de controversia con católicos y TJ, así como los trillados del “sábado”, diezmos, etc.
Ahora, estudiar juntos un libro de la Biblia, nos podría instruir y edificar en la Palabra de Dios, sin tampoco excluir la oportunidad al debate, ya que seguramente siempre se presentarán aspectos controversiales.
Considero que a modo de prueba quizás sea lo mejor comenzar con los libros más breves del Nuevo Testamento, poniéndonos una meta corta.
Hay cuatro que tienen un solo capítulo, y por cantidad de versículos estarían en este orden:
2 Juan – 13 versículos.
3 Juan – 15 versículos.
Judas - 25 versículos.
Filemón- 25 versículos.
Claro está que iríamos por orden, versículo a versículo, aunque tampoco haría problema que un forista que se agrega tardíamente quiera comentarnos algo del 1ero. cuando ya vamos por el 10. Eso sí, siempre convendrá leer los aportes anteriores, a fin de no repetirnos.
Convendrá también evitar lo obvio, cuidando que nuestra contribución a la exposición del texto comunique instrucción y/o inspiración.
Aunque siempre hemos de atender a los destinatarios directos de una epístola, aprovechará ver qué cosas el Espíritu de Dios tienen para decirnos a los lectores actuales de la misma.
Caso que dos foristas se trencen en una polémica personal, tendrán la libertad de proseguirla mientras los demás seguimos adelante, o quizás prefieran abrir un nuevo epígrafe para dirimir aquel punto en cuestión.
Recurrir al texto griego u otras versiones bíblicas convendrá cuando se aporte una idea o matiz interesante; pero no solamente por marcar diferencias textuales u otras nimiedades que nada agregan.
También aprovechará que vayamos compartiendo nuestro propio entendimiento, y no pegar de comentarios bíblicos, pues entonces estaríamos dependiendo de préstamos ajenos, por conceptuosos que sean. Con todo, quienes tengan acceso a obras de referencia podrán siempre usarlas con provecho caso que nos hallemos ante intrincados problemas.
Esta es mi idea todavía en pañales que ustedes podrán mejorar.
¿Qué les parece?
Muchas veces, los que abren un epígrafe con una pregunta, ni siquiera tienen interés en las respuestas que aportemos, pues ya las tienen todas.
Algunos ya están hastiados de los típicos temas de controversia con católicos y TJ, así como los trillados del “sábado”, diezmos, etc.
Ahora, estudiar juntos un libro de la Biblia, nos podría instruir y edificar en la Palabra de Dios, sin tampoco excluir la oportunidad al debate, ya que seguramente siempre se presentarán aspectos controversiales.
Considero que a modo de prueba quizás sea lo mejor comenzar con los libros más breves del Nuevo Testamento, poniéndonos una meta corta.
Hay cuatro que tienen un solo capítulo, y por cantidad de versículos estarían en este orden:
2 Juan – 13 versículos.
3 Juan – 15 versículos.
Judas - 25 versículos.
Filemón- 25 versículos.
Claro está que iríamos por orden, versículo a versículo, aunque tampoco haría problema que un forista que se agrega tardíamente quiera comentarnos algo del 1ero. cuando ya vamos por el 10. Eso sí, siempre convendrá leer los aportes anteriores, a fin de no repetirnos.
Convendrá también evitar lo obvio, cuidando que nuestra contribución a la exposición del texto comunique instrucción y/o inspiración.
Aunque siempre hemos de atender a los destinatarios directos de una epístola, aprovechará ver qué cosas el Espíritu de Dios tienen para decirnos a los lectores actuales de la misma.
Caso que dos foristas se trencen en una polémica personal, tendrán la libertad de proseguirla mientras los demás seguimos adelante, o quizás prefieran abrir un nuevo epígrafe para dirimir aquel punto en cuestión.
Recurrir al texto griego u otras versiones bíblicas convendrá cuando se aporte una idea o matiz interesante; pero no solamente por marcar diferencias textuales u otras nimiedades que nada agregan.
También aprovechará que vayamos compartiendo nuestro propio entendimiento, y no pegar de comentarios bíblicos, pues entonces estaríamos dependiendo de préstamos ajenos, por conceptuosos que sean. Con todo, quienes tengan acceso a obras de referencia podrán siempre usarlas con provecho caso que nos hallemos ante intrincados problemas.
Esta es mi idea todavía en pañales que ustedes podrán mejorar.
¿Qué les parece?