Re: Verdadera iglesia de Cristo Requisitos.
EL SIGNIFICADO DE LOS SUEÑOS DE JOSÉ
Consideremos juntamente con estas dos bendiciones el sueño de José, cuando vio que las gavillas de sus hermanos rendían homenaje a la de él. Más tarde soñó que el sol y la luna y once estrellas le hacían reverencia. (Véanse Génesis 37:5-10; 44:14.) Ahora preguntémonos:
1. ¿Hay en la Biblia promesas semejantes a éstas, declaradas a cualquier otro hombre, salvo la promesa de que de los lomos de Judá vendría el Cristo al mundo?
2. ¿Relata la Biblia el cumplimiento de estas promesas? ¿Dónde?
3. Generalmente se concede que la Biblia es la historia de los judíos. Pero, ¿dónde está la historia de José y sus descendientes?
4. ¿Es razonable suponer que Dios, habiendo otorgado y extendido a José y su posteridad mayores promesas que a cualquiera de los otros grupos de los once hijos de Jacob o Israel, se olvidaría luego de mandar escribir el cumplimiento de estas promesas?
EL PALO DE JOSÉ (EL LIBRO DE MORMÓN)
El Señor no echó en el olvido este importantísimo asunto, antes dispuso de la manera más adecuada que se escribiese una historia de sus acuerdos con José y su descendencia, principiando por sus dos hijos, Efraín y Manasés:
Vino a mí palabra de Jehová, diciendo:
Hijo de hombre, toma ahora un palo, y escribe en él: Para Judá, y para tos hijos de Israel sus compañeros. Toma después otro palo, y escribe en él: Para José, palo de Efraín, y para toda la casa de Israel sus compañeros.
Júntalos luego el uno con el otro, para que sean uno solo, y serán uno solo en tu mano.
Y cuando te pregunten los hijos de tu pueblo, diciendo: ¿No nos enseñarás qué te propones con eso?
diles: Así ha dicho Jehová el Señor: He aquí, yo tomo el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano.
Y los palos sobre que escribas estarán en tu mano delante de sus ojos. (Ezequiel 37:15-20.)
Antiguamente se acostumbraba escribir sobre pergaminos y enrollarlos en un palo. De modo que esta instrucción equivale a un mandato de escribir dos historias o libros. Si leemos con cuidado el versículo 18, veremos que en las generaciones futuras, cuando sus hijos preguntasen acerca del significado de este mandamiento, iba a ser cuando el Señor tomaría “el palo de José que está en la mano de Efraín, y a las tribus de Israel sus compañeros, y los pondré, con el palo de Judá, y los haré un solo palo, y serán uno en mi mano”.
Observemos que el Señor dijo que El haría esto y que serían uno en su mano. Si damos por sentado que la Biblia es el palo de Judá, ¿dónde está el palo de José? ¿Quién puede responder? Dios mandó que se escribiera y se conservara para anotar el cumplimiento de sus grandes promesas a José. Naturalmente, tendría que ser una historia escrita en otro país, ya que José iba a estar “apartado de sus hermanos”. Se ve claramente por la lectura de estos pasajes que la historia de Judá, o sea la Sagrada Biblia, permanecería con el pueblo, y que la historia de José se agregaría a ella, y que las dos historias serían una.
¿Ha de oponerse alguno a que Dios cumpla precisamente lo que prometió a Ezequiel? ¿Podría cumplirse esta promesa de una manera más sencilla y perfecta que por la aparición del Libro de Mormón? Dios condujo a una rama de la tribu de José al país de América, y mandó que escribieran una historia de todos sus hechos. Posteriormente mandó a Moroni, su profeta, que escondiera estos anales sagrados en el cerro de Cumora, en la parte occidental del estado de Nueva York. Siglos después envió a Moroni otra vez a la tierra para que entregase la historia a José Smith, a quien dio el poder de traducirla con la ayuda del Urim y Tumim. Las dos historias ahora han llegado a ser una, y constituyen el cabal cumplimiento de otra gran profecía. Volvemos a repetir, ¿quién ha de oponerse a que Dios cumpla lo que prometió? Hasta que haya quien pueda explicar dónde se encuentra la historia de José, la afirmación hecha por el Libro de Mormón, de ser el “palo de José”, permanece irrefutable.
UNA VOZ DESDE LA TIERRA
Isaías vio que saldrían a luz estos anales como la voz de uno que tiene espíritu de pitón, cuya habla susurra desde el polvo:
¡Ay de Ariel, de Ariel, ciudad donde habitó David! Añadid un año a otro, las fiestas sigan su curso.
Mas yo pondré a Ariel en apretura, y será desconsolada y triste; y será a mí como Ariel.
Porque acamparé contra ti alrededor, y te sitiaré con campamentos, y levantaré contra ti baluartes.
Entonces serás humillada, hablarás desde la tierra, y tu habla saldrá del polvo; y será tu voz de la tierra como la de un fantasma, y tu habla susurrará desde el polvo. (Isaías 29:1-4.)
Isaías vio la caída de Ariel o Jerusalén en una época lejana: “añadid un año a otro”. Entonces parece haber visto en visión una destrucción similar de las ciudades de José: “y será a mí como Ariel”. En seguida describe la forma en que serían sitiadas y cómo levantarían baluartes contra ellas, y serían humilladas y hablarían desde la tierra. Su habla sería ahogada en el polvo y su voz saldría de la tierra, como de quien tiene espíritu de pitón. Desde luego, la única manera en que un pueblo muerto puede hablar “desde la tierra” o “susurrar desde el polvo” ha de ser por medio de la palabra escrita; y así lo hizo este pueblo mediante el Libro de Mormón. Ciertamente tiene un espíritu como voz de los muertos, pues contiene las palabras de los profetas del Dios de Israel.
El profeta Nefi describe el mismo acontecimiento en estas palabras:
Después que mi posteridad y la posteridad de mis hermanos hayan degenerado en la incredulidad, y hayan sido heridos por los gentiles; sí, después que el Señor Dios haya acampado en contra de ellos por todos lados, y los haya sitiado con baluarte y levantado fuertes contra ellos; y después que hayan sido abatidos hasta el polvo, aun hasta dejar de existir, con todo esto, las palabras de los justos serán escritas, y las oraciones de los fieles serán oídas, y ninguno de los que hayan degenerado en la incredulidad será olvidado;
porque aquellos que serán destruidos les hablarán desde la tierra, y sus palabras susurrarán desde el polvo, y su voz será como uno que evoca a los espíritus; porque el Señor Dios le dará poder para que pueda susurrar concerniente a ellos, como si fuera desde la tierra; y su habla susurrará desde el polvo.
Porque así dice el Señor Dios: Escribirán las cosas que se harán entre ellos, y serán escritas y selladas en un libro; y aquellos que hayan caído en la incredulidad no las tendrán, porque procuran destruir las cosas de Dios. (2 Nefi 26:15-17. Compárese Isaías 29:1-4.)
No sólo vio Isaías la destrucción de este pueblo, y cómo serían humillados, hablarían de la tierra y su voz sería como de quien tiene espíritu de pitón que susurra desde el polvo, sino que también vio que toda esta visión era representada por un libro sellado:
Y os será toda visión como palabras de libro sellado, el cual si dieren al que sabe leer, y le dijeren: Lee ahora esto; él dirá: No puedo, porque est4 sellado. (Isaías 29:11.)
Terminada esta visión, la palabra del Señor vino nuevamente a Isaías para informarle de la obra maravillosa y el prodigio que El iba a efectuar:
Dice, pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de mí, y su temor de mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado;
por tanto, he aquí que nuevamente excitaré yo la admiración de este pueblo con un prodigio grande y espantoso; porque perecerá la sabiduría de sus sabios, y se desvanecerá la inteligencia de sus entendidos. (Isaías 29:18-14.)
La publicación del Libro de Mormón es una maravilla y un “prodigio grande”, y los sabios y los hombres prudentes del mundo no pueden hallarle otra explicación que la historia relatada por José Smith; y éste no obtuvo, ni pudo haber obtenido el libro con tan sólo leer la Biblia. Lo recibió por revelación del Señor por medio del ángel Moroni.