Shalom. Buenas noches – tardes supongo aún por Latinoamérica -, deseo que estén teniendo un excelente fin de semana, y asimismo les siga una semana fabulosa.
Personalmente tengo varias teorías respecto del tema de las llamadas vacunas actuales. Si bien, hace casi 8 años que soy antivacuna, ya que cuando nació mi hija el Espíritu Santo considero que me hizo conocer a ciertas personas muy entendidas en temas de salud que me hicieron investigar el asunto y enterarme de cosas de las que nada sabía hasta entonces. Pero es sobre estas actuales llamadas vacunas donde creo que hay mucho más implicado. Miles de expertos a nivel mundial ya han hablado de la proteína Spike y la modificación del ADN (para cambiar células en virus y hacer humanos genéticamente modificados por medio de terapia génica), del hidróxido de grafeno para ser modulado con microondas desde antenas 5G y 6G, de nano robots, de los nano cristales SM102, de los parásitos triponosoma, del ARNm desactivador de la syinsitina 1 y 2 para esterilizar a la población, la proteína Cas9, los Spions, el polisorbato 80, los TLR para abrir la membrana cerebral y dejar entrar estos amteriales, sobre los metales pesados y sobre los fragmentos de órganos de fetos abortados (que son los principales causantes del autismo), pero hay un aspecto del que se ha hablado poco, que es el aspecto de patentes.
Con mis propias investigaciones, y siguiendo los trabajos de muchos expertos, he entendido que los organismos biológicos y sintéticos incorporados a través de esas llamadas vacunas se terminan por replegar por todo el organismo, y pasan del torrente sanguíneo a los tejidos, órganos e interior de las células. De esta manera están en todo el cuerpo y recodifican las células blancas (leucocitos) de todo el cuerpo, que son las que contienen la información genética en su núcleo. Estos organismos inyectados, al no ser naturales, sino creados en laboratorio, son ajenos a lo que hay dentro del cuerpo humano. Todo lo que hay dentro del cuerpo humano tiene la patente de Yahveh. Lo que se inyecta a las personas tiene la patente de las empresas y laboratorios que crean ese constructo, desde DARPA hasta los laboratorios de las Big Pharma. Eso quiere decir, que la “patente de Dios”, que tiene su propio código registrado, es modificada y sustituida por otro código, el de las bestias-fieras de la Tierra (las farmacéuticas y demás laboratorios financiados por Bill Gates, George Soros, Rockefeller, Rothschild, Google, la corona británica y Blackrock).
¿Qué es lo más macabro detrás de esto? Bueno, desde 1971 el patrón oro fue reemplazado por el petrodólar, pero el petróleo no se acaba, es un mineral que se regenera, así que las variantes del petróleo - eso de que se gasta y sube y baja el precio - son una estafa (es especulación de mercado). No obstante, el punto es que el 73% de la economía del mundo funciona con el dólar de la FED (Banco de la Reserva Federal). Como en los EE.UU., en 195 corporaciones llamadas “estados”, o sea, países, son los Bancos Centrales los que imprimen dinero. Lo imprimen de la nada porque no está respaldado por oro. Eso produce inflación y eso ha endeudado a todos los países. La deuda aumenta porque el PIB no aumenta, pero sí las ayudas, préstamos, subvenciones y demás cuestiones que producen más impresión de dinero no justificado por oro. Dado que esto llevaría a un quiebre sistémico, desde 1971, 195 países, que pertenecen como corporaciones a la corona británica - que maneja los “bienes” del vaticano – empezaron a usar a sus ciudadanos como medios para pagar la deuda. Así, cada país pagaba su deuda con el registro de sus bebés a una base de datos piramidal con su cima en el Vaticano.
¿A dónde lleva todo esto? Bueno, con el Certificado de Nacimiento se vendía al hijo al estado, perdiendo los padres la patria potestad sobre sus hijos. En lo sucesivo su “nombre”, fecha de nacimiento, numeración (que luego es el DNI, cédula, ID, etc.) y posteriormente su imagen (foto), representarían una Ficción Jurídica que en ley se llama “persona” (en inglés 'person', o sea, "para el hijo" (per-son) del estado (la bestia), con su nombre, número, imagen y marca: heráldica del país). La persona es fideicomiso y fideicomisario de la deuda del país y paga con su trabajo. Por eso pagas impuestos, retenciones, etc., por cosas que crees que son tuyas (pero ni el dinero de tu cartera es tuyo: es del banco). De esta manera, la “persona jurídica” es propiedad plenamente del estado (la corporación, la bestia), pero no el cuerpo. Según la Ley Natural, el delito sólo es real si tu dañas la integridad de otro ser humano. No aplica a ficciones tales como gobiernos, bancos, empresas u otras corporaciones. Ellos no tienen alma, por ende, no tienen derechos, y por extensión, no pueden ser defendidos en un tribunal. Para poder darles poder, se crea una ficción jurídica, y se les pone a ellos por encima de los humanos. Eso es delito, pero así se viene modificando el sistema judicial en el último siglo. La cuestión, pues, es que el poder gubernamental (las corporaciones llamadas estados o países) se ven limitados legalmente a la hora de dominar 100% a las masas, porque, hagan lo que hagan, el sistema judicial se basa en el Derecho del Hombre, y ese está por encima de todas las normas (mal llamadas 'leyes'). Como eso no logran abrogarlo con su ficción jurídica completamente, porque cada vez más personas se enteran de que el sistema judicial está reestructurado con base a ficciones que carecen de valor jurídico - como son los impuestos – han convenido en patentar el cuerpo humano.
Al patentar el cuerpo humano, los derechos naturales desaparecen. Los Derechos Naturales son del hombre tal como su autor (Dios) lo creó, mas si su autor (quien crea un organismo genéticamente modificado) es otro (la corporación farmacéutica), pierde sus derechos. Si pierde sus derechos, es su “creador” (quien le patentó) quien posee el completo derecho sobre su ser, como ocurre con tu ciudadanía y el estado (donde el país es tu padre (pater = patria (no Dios)) y es tu señor (no Cristo)). En el momento que eso fuese legitimado a nivel jurídico, toda persona inyectada, y dentro del registro de vacunas, sería declarado propiedad de las farmacéuticas, y, por ende, ser sin derechos naturales. Así de simple un mundo de hombres libres pasa a un imperio de esclavos, legítimamente, y ningún abogado podrá abogar por “algo” (el vacunado) que es de propiedad corporativa.
La paz sea con vosotros.