Solo quería compartir un detalle que vivimos los feligreses en una Misa solemnte en honor al Sagrado Corazón de Jesús, hace unos dias, en la Catedral de Santiago.
Estaba realmente repleta, unas 3.000 o 4.000 personas. La Eucaristía la presidió el Cardenal chileno Jorge Medina Estevez, el mismo que en su papel de Cardenal Proto-diácono le toco anunciar la eleccción del Papa Benedicto XVI en la Plaza san Pedro.
La Misa estuvo realmente preciosa, un ambiente de oración entre los fieles admirable. Al final de la santa Misa, correspondía una gran procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Entonces, antes de la despedida final, el Cardenal se "salió de libreto" y dijo, con las palabras que recuerdo, que de acuerdo a la autoridad apostólica que le ha sido conferida, concedía con mucho gusto la indulgencia parcial de sus pecados a todos los fieles que se disponían a participar en la procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús.
Fue un momento muy hermoso. Los fieles en un acto espontáneo respondieron unánimemente "amén". Estoy seguro que todos al igual que yo sentimos un gozo interior tan grande por este regalo que nos concedía el cardenal Medina, y yo personalmente sentía un gozo enorme en mi corazón de ver cómo el cardenal Medina tenía esa autoridad impresionante en sus manos: conceder indulgencia de los pecados. Y la regalaba con un sentido paternal tan grande.
¡Qué tremenda autoridad ha puesto Dios en los obispos!
La verdad es que en ese momento dí gracias a Dios por ser católico y estar en esa Catedral y estar frente a ese santo cardenal que actuaba como dispensador de los bienes espirituales que Dios queria concedernos.
Estaba realmente repleta, unas 3.000 o 4.000 personas. La Eucaristía la presidió el Cardenal chileno Jorge Medina Estevez, el mismo que en su papel de Cardenal Proto-diácono le toco anunciar la eleccción del Papa Benedicto XVI en la Plaza san Pedro.
La Misa estuvo realmente preciosa, un ambiente de oración entre los fieles admirable. Al final de la santa Misa, correspondía una gran procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús. Entonces, antes de la despedida final, el Cardenal se "salió de libreto" y dijo, con las palabras que recuerdo, que de acuerdo a la autoridad apostólica que le ha sido conferida, concedía con mucho gusto la indulgencia parcial de sus pecados a todos los fieles que se disponían a participar en la procesión en honor del Sagrado Corazón de Jesús.
Fue un momento muy hermoso. Los fieles en un acto espontáneo respondieron unánimemente "amén". Estoy seguro que todos al igual que yo sentimos un gozo interior tan grande por este regalo que nos concedía el cardenal Medina, y yo personalmente sentía un gozo enorme en mi corazón de ver cómo el cardenal Medina tenía esa autoridad impresionante en sus manos: conceder indulgencia de los pecados. Y la regalaba con un sentido paternal tan grande.
¡Qué tremenda autoridad ha puesto Dios en los obispos!
La verdad es que en ese momento dí gracias a Dios por ser católico y estar en esa Catedral y estar frente a ese santo cardenal que actuaba como dispensador de los bienes espirituales que Dios queria concedernos.