Re: Tú eres Pedro
Originalmente enviado por: Ramon J
La "tercera" de ABC de hoy, 3 de Mayo de 2003:
TÚ ERES PEDRO
Por JUAN MANUEL DE PRADA
Escritor
ANTES de que los ejércitos de Hitler invadieran Polonia, el joven Karol Wojtyla había decidido encauzar su talento por los senderos de la vocación literaria. Formado en la lectura de los románticos polacos, que reconocían en el catolicismo la levadura que había hecho posible el nacimiento de una conciencia nacional, Wojtyla descubre en la palabra un instrumento para aunar sentimiento y razón, emoción e intelecto, así como un canal privilegiado para volcar su búsqueda exigente de espiritualidad. En las baladas y epopeyas polacas, enardecidas por una gran pasión patriótica, Wojtyla aprenderá también que los quebrantos de un pueblo sometido a dominaciones atroces son el sustrato fecundo sobre el que se asientan los cimientos de una gloria venidera. Esta consideración del sufrimiento como escuela de redención y búsqueda radical de libertad halla su emblema más universal en el misterio de la Cruz, que el joven Wojtyla, poeta y dramaturgo, no tardará en reconocer como acontecimiento nuclear de la historia humana y epicentro de la vida cristiana. Y entonces llegaron los nazis.
El joven Wojtyla, que soñaba con una «Polonia ateniense», más perfecta aún que Atenas, pues la iluminaba «la ilimitada grandeza del cristianismo», presencia el saqueo de la Universidad Jagelloniana, donde acababa de inscribirse para cursar estudios de filología. La leyenda cincelada sobre el dintel del aula magna de la universidad -Plus ratio quam vis- es ultrajada por una horda de militares sin honor que arrasan su biblioteca y arrestan a sus profesores, enviándolos al campo de concentración de Sachsenhausen, donde perecerán entre innombrables torturas. Hans Frank, delegado plenipotenciario de Hitler en Polonia, distribuye entre sus subordinados consignas muy escuetas: «Uno de los objetivos principales de nuestro plan es acabar con la mayor rapidez posible con cuantos sacerdotes o líderes alborotadores caigan en nuestras manos. \ Cualquier vestigio de cultura polaca debe ser eliminado. Los polacos trabajarán. Comerán bien poco. Y acabarán por morir. Nunca volverá a existir otra Polonia». La Iglesia católica de Polonia, depositaria de la cultura y de la identidad nacionales, se convertirá de inmediato en obcecada diana de la vesania nazi: sus templos son demolidos, sus liturgias prohibidas, más de una tercera parte de sus ministros deportada a los campos de exterminio. «Dachau -nos relata George Weigel- se convirtió en el monasterio más poblado del mundo». Casi tres mil sacerdotes polacos fueron inmolados, por negarse a abjurar de su fe; muchos de ellos probaron en sus carnes dilaceradas, antes de expirar, los experimentos médicos de Mengele. El salesiano Józef Kowalski, que regentaba la parroquia de Karol Wojtyla en Debniki, fue ahogado por sus carceleros en una sentina rebosante de heces, tras negarse a pisotear las cuentas de un rosario. Y aún habrá quien atribuya a la Iglesia católica connivencias con el régimen nazi.
«Triste está mi alma hasta la muerte, mas no se haga mi voluntad, sino la Tuya», dice Jesús, en la noche de la tribulación, mientras sus discípulos duermen. Seguramente, estas mismas palabras frecuentaron los labios del joven Wojtyla, mientras extraía piedra caliza en la cantera de Zakrzówek, donde lo habían destinado los invasores. Seguramente, el eco de estas palabras ritmaba sus pasos, mientras regresaba a casa, tras una jornada extenuadora. No podemos entender cabalmente la estatura espiritual de Juan Pablo II, ni su denodado mensaje de confianza en la supremacía del espíritu sobre las debilidades y achaques de la carne, sin volver la mirada hacia ese joven que, ante la apoteosis del horror, decide postergar su vocación literaria y escuchar la llamada religiosa. «No tengáis miedo a los que matan el cuerpo, pues el alma no pueden matarla», leemos en el capítulo décimo del Evangelio de San Mateo; y también: «El que no toma su cruz y sigue en pos de mí, no es digno de mí. El que halla su vida, la perderá; y el que la perdiere por amor a mí, la hallará». El joven Wojtyla acata el doloroso cáliz que se le tiende: sabe que Dios lo envía «como oveja en medio de lobos»; sabe que su sangre puede ser derramada en cualquier instante, pero también que no existe verdadero testimonio de fe sin ímpetu de entrega y aceptación del sacrificio. En el otoño de 1942, el joven Wojtyla ingresa en las catacumbas de la clandestinidad, para iniciar sus estudios de seminarista; algunos de sus compañeros serán arrestados y regados de plomo. Mientras reza ante sus cadáveres, arrojados por la Gestapo en las calles de Cracovia para que sirvan de alimento a los perros, el joven Wojtyla repite con la garganta estrangulada por el apremio de las lágrimas las instrucciones de Jesús a sus discípulos: «Seréis llevados a los gobernadores y reyes por amor de mí, para dar testimonio ante ellos y los gentiles. Cuando os entreguen, no os preocupéis cómo o qué hablaréis, porque se os dará en aquella hora lo que debéis decir. \ Seréis aborrecidos de todos por mi nombre; el que persevere hasta el fin, ése será salvo».
Y el joven Wojtyla perseveró, haciendo de su vocación una asignatura de dolor que cada día incorporaba nuevas lecciones; a la barbarie nazi no tardaría en suceder una arrasadora dictadura comunista cuya demolición no se hubiese completado sin su concurso. Este entendimiento de la vida como escuela de sufrimiento explica, sesenta años después, la epopeya de un viejo que rehuye la tentación de la renuncia y agota sus días en el cumplimiento de una encomienda que no puede rechazar, porque se la inspira una fuerza más poderosa que el declinar de su naturaleza. Sin esta comprensión del hombre como recipiente de misiones que exceden y rectifican su mera envoltura carnal, el sacrificio de Juan Pablo II, dispuesto a morir con las sandalias puestas, resulta ininteligible; de ahí que la lealtad a su misión -una lealtad que se sobrepone a la decrepitud, que anhela calcinarse en la hoguera de su pasión evangelizadora- provoque tanto rencoroso enojo entre quienes niegan la existencia de un misterio que enaltece el barro del que estamos hechos. Pero basta aceptar que bajo esa apariencia de fragilísimo barro se esconde un meollo espiritual de granito para que la figura de Juan Pablo II ensanche su significación histórica y aparezca ante nosotros -permítasenos parafrasear a Isaías- como una criatura ungida para predicar la buena nueva a los abatidos y sanar a los de quebrantado corazón, para anunciar la libertad a los cautivos y la remisión de sus penas a los encarcelados. Toda la ingente labor apostólica y pastoral de Juan Pablo II se resume, a la postre, en un mensaje liberatorio que exhorta al hombre a superar, mediante una abnegada catequesis del dolor, las plurales tiranías que pretenden sojuzgar su espíritu y pisotear su condición sagrada, encerrándola en las mazmorras de la esclavitud fascista o comunista, o engatusándola con los oropeles de un hedonismo caprichoso. El joven Wojtyla descubrió un día el rostro de Dios en el rostro de cada hombre que sufre; y desde entonces ha empleado sus esfuerzos en la vindicación de un mensaje humanista que, trascendiendo la condición perecedera de la carne, proclama la dignidad inviolable de cada persona, como recipiente privilegiado e irrepetible de un espíritu que halla su principal fuerza en la superación de la adversidad y que expresa esa fuerza en la donación al prójimo. Frente al concepto vacuo de libertad individualista entronizado en nuestra época (que exalta de modo absoluto la autonomía personal, llegando a convertirse en una aberrante legitimación de la libertad del poderoso para imponer sus designios sobre el débil), Juan Pablo II -fiel a la enseñanza aprendida en su juventud- defiende una libertad establecida sobre vínculos de piedad: por eso desenmascara en sus encíclicas el egoísmo de los países ricos que imponen su voluntad sobre los países pobres, impidiendo su desarrollo; por eso condena una guerra que diezma a los inocentes con la excusa de destruir fantasmagóricas armas de destrucción masiva; por eso execra el aborto, que somete el derecho supremo a la vida a razones de conveniencia social. El joven Wojtyla entendió que su vocación religiosa consistía en estar al lado de los que sufren, en cargar sobre sus hombros el dolor incontable que abruma a los mortales; y en esa misión indeclinable ha decidido emplear hasta su último hálito.
El anciano octogenario que hoy nos visita está hecho de un barro a punto de desmoronarse; pero debajo de esa envoltura fragilísima alienta la piedra del espíritu, que no sabe de claudicaciones; Tú eres Pedro; y sobre tu fortaleza se sostiene el clamor agonizante del mundo.
JUAN MANUEL DE PRADA, Escritor
Hacia ya tiempo que no entraba pero veo que siguen con lo mismo…
Cuando alguien va a caer en un precipicio le dices amigo mira hacia avajo o le gritas..
Yo no entiendo a a los catolicos que quieren entrar a discutir para que?? Para llevarnos a besar los pies de asesinos?
Que quieren?,Justificar las atrocidades que sus Papas hicieron, sus Papas son asesinos de personas y nos vienen a decir que son;”
muy santos y representantes de Cristo” a otro perro con ese hueso..
que es seguir a Cristo? Crear una inquisision para matar? Con que cabeza piensan?
Con que palabras les podremos hacer entender??
Yo se que son sus idolos los veneran se les arrodillan les besan las manos los pies quieren que hagamos lo mismo? ,porque ? piensan que somos tontos?
hablan de que la roca es Pedro ... que la verdadera iglesia es la catolica romana una pregunta la iglesia de Cristo mataria a la gente que no estubiera de acuerdo con ella?
Todo eso son puras mentiras de ya saben quien, habran los ojitos
Piensen no sean tontos….y mucho menos crean que nosotros lo somos
Tenemos a Cristo y es todo lo que necesitamos dejense de andarle haciendo propaganda a asesinos e idolatras porque se hacen responsables de ello..
Y Dios les va a pedir cuentas si Uds son idolatras bien pero tratar de hacer a las personas que no lo son ..mejor dejen de poner publicidad de sus idolos y prediquen a Cristo
Aqui algo para que mediten y dejen de idolatrar a los papas..
El mismo que pago por nuestros pecados nos mantiene..
Es un hecho penoso que algunos cristianos creen en el Dios es el poder que salva, pero ellos no creen en Su poder que mantiene. Ellos han recibido a Dios no es la gracia que salva pero tiene mas recibió Su gracia que mantiene. Ellos no se dan cuenta que El que es el Donador de la gracia es también el Uno que nos mantiene en Su gracia. Veamos de las Escrituras cómo nosotros que hemos sido salvados por Dios podemos ser mantenidos por El. Joshua 14:11 dice, "soy como fuerte este día como yo estaba en el día que Moses me mandó: como mi fuerza era entonces, aún tan es mi fuerza ahora, para la guerra, salir, y para entrar." Esto es palabra de Caleb. "Salir, y para entrar" se refiere a la vida diaria; "para la guerra" se refiere a la vida bajo circunstancias excepcionales. La fuerza de Caleb era el mismo que estaba en el día que él habló con Moses, a enfrentar con las demandas ordinarias de la vida diaria así como también con las demandas de la vida bajo condiciones del énfasis especial. Aunque cuarenta años habían pasado en el intervalo, él era tan fuerte como él había estado en sus días más temprano. Aquí vemos que Dios es el poder que mantiene. La fuerza de Caleb era el mismo en ese día como era cuarenta años más temprano. El era como fuerte en este tiempo como él era entonces. El era no menos vigoroso en ochenta y cinco que él había estado en cuarenta. Hay sólo una explicación para esto; él había sido mantenido por Dios. Somos totalmente incapaces de mantenernos en la gracia de Dios. No hay la garantía que aún cinco años después que nosotros hemos sido salvados seremos funda en la medida de la fe que tuvimos en nuestra vida más temprano cristiana. Nosotros no podemos permanecer en la gracia de Dios por nuestro propio esfuerzo; El sólo nos puede mantener en Su gracia. ¿Qué era la condición para Caleb de experimentar a Dios es el poder que mantiene? Consideremos este por un minuto de la cuestión. Joshua 14:14 dice, "El siguió enteramente el Dios de Señor de Israel." ¿Y cómo siguió enteramente él al Señor? Somos dichos en Números 13 y 14. Los números 13:30 dicen, "Caleb se calmó a la gente antes Moses, y dijo, vayamos arriba inmediatamente y lo posee; para son bien capaz de prevalecer." Somos bien capaces de prevalecer. Una persona que sigue enteramente al Señor es uno que cree que las promesas de Dios son confiables, que El está con Su gente, y que ellos son bien capaz de vencer. ¿Los hermanos y las hermanas, usted cree esto? Las muchas personas creen, pero su fe es una fe vacilante. Ellos son muy tímidos. Ellos cantan su canción del elogio, pero aunque las palabras tienen razón, hay algo mal con el aire. En el caso de Caleb que lo no era tan; él cantó las palabras correctas en el aire correcto. El dijo, "vayamos arriba inmediatamente." Una persona que sigue enteramente al Señor y Lo considera para ser confiable es uno que hace el hace de Dios y lo hace inmediatamente. ¿Que tal los diez espías? Ellos miraron a los habitantes de la tierra y vieron que ellos eran "hombres del tamaño magnífico" y sus ciudades "fueron fortificados y muy grande." Ellos miraron a sí mismo también, y en su propia vista que ellos eran "como saltamontes." Los ojos se fijaron en las dificultades antes de ellos. En esto mienta la razón por qué tan muchos cristianos fallan de experimentar Dios es el poder que mantiene -dificultades llenan su visión. Si uno sigue mirando sus dificultades, él encontrará seguramente no esperanza en la situación. El dios no quiere que nosotros pongamos los ojos en las montañas que obstruyen nuestro sendero; El quiere que nosotros digamos a las montañas: "sea tomado y el molde en el mar" (la Marca 11:23). Es inútil poner los ojos en las montañas. El más miramos las montañas, el más alto ellos llegan a ser. Las muchas personas no pueden vencer porque los ojos siempre se ponen en sus fracasos. Las muchas personas son preparadas tempranas para sus fracasos. La derrota es cierta si contemplamos constantemente la derrota. Muchas experiencias del fracaso vienen porque nosotros los anticipamos. Podemos pensar que podemos tratar con otros problemas pero eso no hay la manera que podemos tratar con un problema particular. En tan pensador, hemos preparado el terreno para la derrota tan pronto como el problema viene a nosotros. Tan pronto como nuestros ojos se ponen en nosotros mismos, nosotros fallaremos seguramente. Si Dios nos deberá salvar, El debe salva primero los ojos de mirarme a mirar Sus promesas. Somos valientes sólo tan largos como mantiene las promesas de Dios en el panorama. ¡Una vez que nosotros vemos Sus promesas, nosotros veremos que podemos vencer! . . . Permíta quenos ahora miremos en el práctico trabajando más de esto. Nosotros no debemos olvidarnos que eso hay una condición conectada al Dios es el poder que mantiene. Si nosotros no Lo confiamos, El es incapaz de mantenernos. Para experimentar Su salvación, y para tener Su poder que mantiene, debemos creer incondicionalmente en Sus promesas. Si después que nosotros tenemos vence, dudamos si nuestro es la experiencia que vence se puede sostener, desacreditamos Su poder que mantiene. Debemos creer en el Dios es el poder que mantiene. Cada mañana cuando subimos debemos decir a El, "Dios, yo gracias para mantenerme ayer, y hoy Usted todavía me mantendrá. Yo no sé que qué tentaciones me pueden acontecer, y yo no sé cómo que puedo vencer. Yo no puedo hacer nada; pero creo que Usted me mantendrá." Primero Peter 1:5 habla de "ser protegido por el poder de Dios por la fe." El dios protege los que tienen la fe en El. Nosotros no tenemos que luchar cuerpo a cuerpo con tentaciones y prueba para vencerlos; el poder que mantiene de Dios nos atravesará, y debemos creer en Su habilidad de salvarnos de ceder para pecar. Si nosotros implícitamente Lo nos fiamos de, aún cuando somos asaltados inesperadamente por tentaciones, una cosa asombrosa acontecerá. De una manera nosotros no podemos justificar, algo hace desvía todos los dardos llameantes de la mal uno. Es el protector de la fe. Entrará entre nosotros y el Satán, para que sus dardos llameantes no nos podrán alcanzar. En vez de lastimarnos ellos golpearán sobre el protector de la fe y rebote en Satán él mismo. Paul dijo, "soy persuadido que El es capaz de proteger mi depósito a ese día" (2 Tim. 1:12). Paul hizo algo; él se cometió al Señor. Si usted cree en El, entonces usted debe cometerse a El. El puede sólo mantiene los que han entregado a sí mismo sobre a El. Las muchas personas fallan de experimentar el blessedness de Su es el poder que mantiene porque ellos nunca han puesto a sí mismo en Su cuidado. Ellos nunca han dicho a El, "Señor, yo me entrego sobre a usted y cometo a Usted el mantener de mi vida." ¿Los hermanos y las hermanas, usted se han colocado en manos? Si usted tiene sinceramente, entonces usted será capaz de decir con Paul, "soy persuadido que El es capaz de proteger mi depósito a ese día." Si su vida es sinceramente en Sus manos, entonces la promesa de guardia de Jude 24--"to usted de tropezar y para ponerlo antes Su gloria sin imperfección en la exultación" será cumplido en usted. Para tropezar deberá resbalar y deberá golpear contra algo cuando somos inconscientes de cualquier obstrucción en la manera. El Dios del elogio, El nos preservará no sólo de caer pero también del resbalón más leve. Dé gracias y alabe al Señor, Su es operar de gracia que preservan más allá del reino de nuestro conocimiento. Los hermanos y las hermanas, si nosotros nos cometemos incondicionalmente en Su cuidado, nosotros nos maravillaremos en la manera que nosotros nos somos mantenidos. Cuándo tentación asalta repentinamente y ama es requerido, encontraremos el amor espontáneamente welling arriba de dentro de. Cuándo una tentación repentina demanda la paciencia, sin darlo un momento ha pensó, nuestra paciencia subirá arriba satisfacer la necesidad. El Dios del elogio, cuando la vida que recibimos de Adam se expresa espontáneamente, así que hace también la vida que recibimos de Cristo. Heredamos nuestro genio malo de Adam, y nosotros podemos enojarnos sin el esfuerzo más leve de hace. Heredamos el orgullo de Adam, y nosotros podemos llegar a ser orgullosos sin alguna decisión deliberada. En la misma manera, los que han recibido la vida de Cristo y cometido a sí mismo en Su es mantener puede ser manso sin decidir a ser manso, y humilde sin cualquier esfuerzo de ser humilde. La misma espontaneidad de la manifestación que caracteriza la vida que ha recibido de Adam caracteriza también la vida que hemos recibido de Cristo. Para solucionar lo que el Señor Jesús ha dado nosotros no requerimos ningún esfuerzo en nuestra parte. Si confiamos de Sus promesas y nos cometemos totalmente a El, nosotros seremos mantenidos de este día al día de Su regreso, y nosotros seremos mantenidos sin imperfección. Dé gracias a Dios, nosotros tenemos una salvación que es digna de nuestra confianza y que resistirá a cada ensayo.
Estan ciegos sordos y desnudos
Omar