El Gobierno interino de Irak ya ha sido informado de la detención del dictador iraquí. Le ha trasladado la noticia el administrador de EEUU en Irak, Paul Bremer, que a la una de la tarde (hora española) va a dar una rueda de prensa para hacer oficial el anuncio. Sadam Husein fue detenido durante la madrugada en una operación especial de tropas de EEUU en Tikrit, su ciudad natal.
L D (EFE) El portavoz del Congreso Nacional Iraquí dirigido por Ahmed Chalabi, ha confirmado la captura de Sadam Husein en Tikrit después de recibir una llamada del administrador norteamericano en Irak, Paul Bremer.
Poco antes, la agencia de noticias iraní IRNA adelantaba que fuerzas de la coalición habían arrestado a Sadam Husein y citaba al líder kurdo Jalal Talabani. La noticia no era confirmada por el departamento de Estado norteamericano aunque fuentes de EEUU admitían que era "probable" que el dictador hubiera sido detenido. fue quien anunció la captura de Sadam Husein. En EEUU, la CNN, interrumpía su emisión para dar la noticia. La cadena de televisión explicaba que los mandos norteamericanos en Irak todavía no podían confirmar este extremo porque Sadam Husein ha cambiado su aspecto y ahora tratan de identificarle después de tomarte las huellas dactilares.
Disparos de alegría en Kirkuk
La noticia ha desatado la alegría en la zona kurda de Irak, en Kirkuk, donde los ciudadanos se han echado a las calles para celebrar con disparos al aire la detención del dictador. Sucede siete meses después de que Bush declarase el final de la guerra. Durante este tiempo, Sadam Husein ha sido el hombre más buscado por las tropas norteamericanas. De ser cierto, su arresto supondrá un importante golpe moral para los soldados de EEUU, que son blanco permanente de los terroristas fieles a Sadam.
Contactos de Sadam con su familia
Las últimas noticias seguían situando a Sadam escondido en su ciudad natal de Tikrit. Este mismo domingo, el diario británico The Sunday Times anunciaba que el dictador, por cuya captura Estados Unidos ofrece 25 millones de dólares, llama cada semana a su segunda esposa, Samira Shahbandar, y a su único hijo varón sobreviviente.
En una entrevista con ese diario desde Líbano, donde ahora reside, Samira relata que su esposo le dio cinco millones de dólares en metálico, diez kilos de barras de oro y pasaportes falsos cuando ella y su hijo Ali, de 21 años, huyeron de Bagdad. La segunda esposa de Sadam, considerada la más cercana al ex dictador de sus cuatro mujeres, explicó que abandonó Irak a través de la frontera siria, poco después de la caída de Bagdad, el 9 de abril pasado.
Los otros dos hijos de Sadam, Uday y Qysay, fallecieron en un ataque estadounidense en Mosul y se cree que su madre, Sajida, reside en Siria.
http://www.religiondigital.com/ LOS CATÓLICOS IRAQUÍES, FELICES: «LA CABEZA DE LA SERPIENTE APLASTADA» El Vaticano se opone a la pena de muerte y afirma sentir "compasión" por Sadam, un "hombres destruido, tratado como una bestia"
(Reuters).- El cardenal Martino dijo el martes que Saddam Hussein debe ser procesado por sus crímenes, pero añadió que la Santa Sede se opone a su ejecución e indicó que sentía compasión por el derrocado líder iraquí. En el primer comentario oficial de un funcionario del Vaticano sobre la captura de Saddam, el cardenal Renato Martino dijo a periodistas que las autoridades eclesiásticas tienen esperanzas de que el arresto "contribuya a la pacificación y democratización de Irak". Pero, en una indicación de que el Vaticano sigue oponiéndose con vigor a la guerra liderada por Estados Unidos, Martino subrayó, "parece una ilusión esperar que reparará el drama y el daño de la derrota contra la humanidad que una guerra siempre significa". Indicó que el Vaticano espera que Saddam sea procesado "en un sitio apropiado", pero no quiso comentar si debe ser ante una corte iraquí o en un tribunal internacional. Cuando se le consultó acerca de versiones de que Saddam podría ser ejecutado, Martino señaló que el Vaticano se opone a la pena de muerte. E indicó que sentía "compasión" por Saddam, aún cuando fue un dictador, tras ver imágenes "de un hombre destruido", que era "tratado como una bestia, mientras sus dientes eran revisados" por un médico del ejército de Estados Unidos.
El Pentágono defiende el «trato digno» que recibe Sadam frente a las críticas del Vaticano
Rosendo Majano - Washington.-
Sadam Husein está recibiendo «un trato digno, acorde con las normas internacionales para prisioneros de guerra». Así de rotundo se mostró ayer el jefe de las fuerzas norteamericanas en Iraq, el general Ricardo Sánchez, que además desmintió en una entrevista desde Bagdad que Husein hubiera sido drogado por los efectivos estadounidenses que le capturaron. Sánchez agregó que Sadam es mantenido en esas condiciones, junto a otros detenidos, en una de las bases estadounidenses «en cualquier lugar del mundo». El oficial se refirió también a los reproches del Vaticano en relación a la forma con la que la coalición presentó la captura de Husein: a las críticas del presidente del consejo pontificio de Justicia y Paz, cardenal Renato Martino, que consideró que los estadounidenses pudieron haberse ahorrado las imágenes de Husein examinado por un militar, Sánchez respondió que «se le hizo un examen médico para tener certeza de que estaba en buena condición».
Iglesias, mezquitas y escuelas confiscadas por Sadam Hussein vuelven a sus propietarios
Con ello se garantiza la libertad de educación
BAGDAD, 17 diciembre 2003 (ZENIT.org).- El Consejo del gobierno provisional iraquí ha decidido que escuelas, iglesias, mezquitas y madrasas (escuelas islámicas) confiscadas por Sadam Hussein vuelvan a sus legítimos propietarios, quienes tendrán además libertad de gestionar los contenidos educativos.
La decisión se tomó el pasado 5 de noviembre, pero es ahora cuando se ha hecho pública. «AsiaNews.it» recibió la noticia de personalidades de la Iglesia en Bagdad.
En la sesión del 5 de noviembre, el Consejo aprobó la Decisión 87 con la que decreta la «cancelación de todas las decisiones, leyes y reglamentos que confiscaban, cerraban, incorporaban, anulaban el poder de gobernar colegios, mezquitas, institutos, escuelas».
En la práctica, se afirma la restitución y la libertad de gestión de colegios y escuelas, junto a todos los privilegios. La decisión está firmada por el entonces presidente del Consejo, Yalal Talabani.
Para cristianos, católicos, chiíes y suníes, la decisión representa la posibilidad de escuelas libres.
La medida será incorporada a la Constitución y garantizará la libertad de enseñar y administrar los centros educativos de forma autónoma. Los programas de las escuelas serán establecidos más adelante.
Teniendo en cuenta que bajo Sadam Hussein todo estaba nacionalizado, ahora se garantiza la libertad de educación. Irak, junto a Jordania, son los únicos países de mayoría islámica donde existe tal libertad.
El gobierno de Sadam Hussein abolió las escuelas libres el 22 de mayo de 1974. La confiscación de los edificios tuvo lugar el 10 de marzo de 1975. En esa fecha, fueron requisadas 80 escuelas y colegios, de ellos 34 cristianos.
Tras la decisión del gobierno provisional, se restituirán a los católicos 15 escuelas y un colegio universitario en otro tiempo dirigido por los jesuitas.
¿Era necesario manipular para oponerse a la guerra?
¿Era necesario manipular para oponerse a la guerra?
¿Era necesario manipular para oponerse a la guerra?
La crisis en la BBC tras la publicación del informe del juez Hutton sobre el "caso Kelly" se ha cobrado su segunda dimisión. Un día después de que el presidente de la cadena de televisión británica renunciara al cargo, el director general le ha secundado. El informe de Lord Hutton considera que no tenían fundamento las informaciones de la BBC en las que acusó al Gobierno de haber manipulado documentos oficiales para exagerar la amenaza iraquí y justificar así su intervención en la guerra. El juez ha demostrado probado que el "manipulador" no fue Blair, sino la cadena pública británica.
Las fulminantes dimisiones de ambos directivos son todo un ejemplo de asunción de responsabilidades que ciertamente no cunde en estas latitudes. El tratamiento informativo -que no ya editorial- que muchos medios de comunicación dieron de la intervención militar en Irak y están dando de la posguerra es todo un ejemplo de manipulación, tal vez menos puntual y concreta que la descubierta en el caso Kelly, pero, en su conjunto, mucho más distorsionadora de la realidad pasada y presente de Irak. Decir, como reiteradamente se dice, que los aliados justificaron su intervención por la existencia de armas de destrucción masiva, no es sólo silenciar las otras múltiples razones que adujeron los aliados, sino también una forma manipuladora de referirse a la de no querer correr el riesgo de que Sadam llegara a dotarse de ese tipo de armamento.
Si hacemos una encuesta de si los españoles creen que Sadam Hussein estaba relacionado con Al Qaida, es fácil comprobar que la inmensa mayoría no lo cree así. Este error de apreciación absolutamente generalizado, lejos de ser casual, es fruto de una reiterada campaña de desinformación a cargo de la inmensa mayoría de nuestros medios de comunicación que se oponían a la guerra. Son estos medios los que no se han cansado de decir que un "dictador laico" como Sadam nada tenía que ver con el terrorismo islámico. Y eso que algunos medios sabían de la financiación y entrenamiento de organizaciones palestinas a cargo del régimen baazista, sin embargo, tal vez estas organizaciones por asesinar, a diferencia de Al Qaeda, solo judíos, no eran merecedoras de ser denunciadas como terroristas. Recordamos un medio de comunicación que llegó a afirmar en un titular tras la guerra de que "Bush admite ahora que Sadam no estaba relacionado con los sucesos del 11-S", ¿No da la impresión que de que Bush rectificaba, a pesar de que siempre ha negado la relación directa de Sadam con los ataques a las torres gemelas?
Con la carga de lucha heroica contra la opresión totalitaria que tiene la palabra "resistencia", ¿no es absolutamente manipulador referirse con ella a los terroristas y nostálgicos de Sadam cuya inmensa mayoría de victimas son iraquíes y cuyo regimen añorado ha sido lo más próximo al regimen nazi que haya conocido Oriente Medio?
No queremos, aunque parezca lo contrario, retomar ahora un debate pasado. El "caso Kelly" sólo nos ha hecho recordar que los pocos que respaldamos esa guerra jamás creímos que fuera necesario tal grado de manipulación y desinformación para oponerse a ella. En que jamás lo sea, es imprescindible que estemos de acuerdo muchos más.
Sadam Husein destinaba 200.000 barriles diarios de crudo a pagar sobornos en...
Sadam Husein destinaba 200.000 barriles diarios de crudo a pagar sobornos en...
Sadam Husein destinaba 200.000 barriles diarios de crudo a pagar sobornos en cincuenta países
El periódico iraquí Al-Mada ha hecho pública una lista de 270 compañías, organizaciones y particulares en cincuenta países del mundo que durante años se beneficiaron de sobornos en forma de petróleo que Sadam Husein les remitía a cambio de su ayuda durante su aislamiento y para financiar la campaña internacional que pedía el levantamiento de las sanciones económicas.
Documentos oficiales del depuesto régimen, cuya autenticidad ha sido ratificada por el Ministerio del Petróleo del Gobierno provisional, desvelan que Sadam Husein pudo "exportar" petróleo durante varios años a unos cincuenta países (16 árabes, 17 europeos, nueve asiáticos y el resto subsaharianos y de América Latina). Las operaciones, según el periódico iraquí Al-Mada, se habría hecho al margen del programa de Naciones Unidas "Petróleo por Alimentos" que la ONU ponía en práctica para hacer llegar donaciones humanitarias que ayudaran a la población afectada por el embargo internacional.
El Instituto de Investigación y Análisis de Oriente Medio ofrece la traducción del texto publicado por el periódico independiente Al-Mada, publicado en Bagdad y editado por Fakhri Karim. El texto dice que la mayor parte del crudo (unos 200.000 barriles diarios) salió de la planta Kirkuk-Banias (al noroeste del país), que se encontraba operativa violando las disposiciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas. Según el diario, los "vales de petróleo" utilizados por Sadam Husein fueron usados como sobornos a particulares y organizaciones internacionales que tenían como misión cuidar la imagen exterior del régimen y afianzar la campaña para levantar las sanciones económicas contra Irak. Además, dice el rotativo, se ha probado que en muchos casos, el combustible fue intercambiado por equipo y piezas militares, material para la construcción de suntuosos palacios y mezquitas, compra de artículos de lujo que eran distribuidos como regalos en las altas esferas del gobernante Partido Baaz, y, "lo que es peor", para la "compra de conciencias y plumas".
El periódico destaca que una buena parte de la lista beneficiarios son compañías, organizaciones o instituciones que no tienen ninguna relación con la distribución, procesamiento o comercialización de petróleo y sus derivados. Por ejemplo, siempre según el diario, destacan las "donaciones" a la Iglesia Ortodoxa de Rusia, el Partido Comunista Ruso, un ex miembro del Parlamento sirio, el hijo del presidente libanés o el mandatario de Indonesia. Al-Mada afirma que durante el periodo más duro del aislamiento internacional, Sadam Husein lanzó una campaña nacional e internacional para atraer adeptos. La recompensa, dice, siempre fueron los "vales de petróleo" que, al parecer, altos dignatarios, personalidades y directivos de organizaciones, acudían a Bagdad a recoger personalmente.
Entre la lista de "beneficiarios" europeos se encuentran, en España, Basem Qaqish, miembro del Comité por la Defensa de la Causa Árabe (un millón de barriles); Ali Ballout, un periodista libanés pro iraquí (un millón de barriles), y el particular Javier Robert (un millón de barriles). En Francia el escándalo salpica al ex ministro de Interior Charles Pasqua (12 millones de barriles), Asociación por la Amistad Árabe-francés (15.1 millones de barriles), Patrick Maugein, de la compañía Trafigura (25 millones de barriles), Michel Grimard, fundador del Club de Exportadores franco-iraquíes (17.1 millones de barriles). El legislador laborista británico George Galloway es señalado de recibir un millón de barriles. La lista incluye también a la Italian Petrol Union, cuatro partidos yugoslavos (incluyendo el socialista), un partido húngaro, los comunistas eslovacos y los socialistas búlgaros.
De EEUU, la lista revela que recibió sobornos de Sadam Husein, Samir Vincent (10.5 millones de barriles), conocido ciudadano estadounidense de origen iraquí que en 2000 estuvo al frente de una delegación de religiosos iraquíes que visitaron la Unión Americana para conocer al ex presidente Jimmy Carter. En Egipto, el hijo del ex presidente Al-Nasser, Khaled Gamal, recibió 16.6 millones de barriles, mientras que Imad Al-Galda, un hombre de negocios y legislador miembro del Partido Nacional Democrático de Hosni Mubarak, recibió catorce millones de barriles. De Libia se acusa al primer ministro Shukri Ghanem de recibir un millón de barriles, misma cantidad que fue "donada" al titular de Asuntos Exteriores de Chad.
En el caso de Rusia, la lista desvela que, entre otros, recibieron sobornos el Partido Liberal Demócratico (79.8 millones de barriles), el Partido Comunista Ruso (un millón de barriles), el Partido Paz y Unidad dirigido por el actual presidente Vladimir Putin (34 millones de barriles) y el hijo del ex embajador de Moscú en Irak (19.7 millones de barriles).
Ha pasado más de una década desde la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, muchos, todavía atrapados en las instituciones y protocolos del pasado, olvidan el grado en que el colapso de la Unión Soviética todavía está con nosotros, influyendo en casi todas las luchas desde 9/11.
Se dice que nuestros problemas con Europa surgen de puntos de vista diferentes sobre el orden mundial y del desequilibrio en poderío militar. Y, sin embargo, estas nuevas tensiones no pueden ser realmente comprendidas sin tener en cuenta que ya no hay 300 divisiones soviéticas listas para invadir a través de la República Federal Alemana. Con semejante amenaza común, las naturales diferencias entre Europa y Estados Unidos – desde la ubicación de misiles tácticos Pershing en territorio alemán para prevenir la intimidación nuclear soviética hasta las críticas europeas sobre el papel americano en Vietnam y Centroamérica – siempre fueron discutidas dentro de los corteses parámetros de una historia e intereses comunes.
Estados Unidos, después de todo, era apreciado por haber terminado con el régimen de Hitler e, inmediatamente después, por haber comprometido su seguridad nacional en un esfuerzo por impedir que un nuevo y terrible totalitarismo se apoderara de Europa. Con un formidable enemigo tan cerca, los europeos occidentales no se hacían utópicas ilusiones de que Naciones Unidas, y no la OTAN y Estados Unidos, pudiera detener el avance de los tanques soviéticos. La idea de que un canciller alemán pudiera hacer discursos antiamericanos hubiera sido inconcebible hace 20 años. Pero ahora Herr. Schroeder lo hace habitualmente, no porque su pueblo nos odie o porque merezcamos su antipatía sino simplemente porque puede hacerlo.
Bajo la sombra de la amenaza soviética, los estadistas de Europa Occidental no se atrevían a desarmarse. Tenían que aceptar la trágica realidad de que el mundo era un lugar peligroso y que la disuasión – y no los burócratas del Mercado Común – era lo que mantenía a los malos a una suficiente distancia. Con un régimen estalinista que había asesinado a 30 millones de sus propios ciudadanos de vecino y con criminales de la II Guerra Mundial agazapados en la sombra, ni a los más ardientes abogados izquierdistas de Bruselas se les hubiera ocurrido estar acusando a diplomáticos o generales americanos de idióticos cargos de genocidio. Con una inferioridad numérica en el terreno de tres a uno, una preocupada Europa tenía que invertir, aunque fuera de mala gana, en su propia defensa. Sus ciudadanos comprendían que los gastos del bienestar social no podían disminuir los tanques, aviones y soldados que garantizaban la supervivencia nacional.
Pobre Francia. Mientras el viejo mundo bipolar estuviera jugando el viejo póquer nuclear, su force de frappe independiente le daba fuerza tanto con el Este como con el Oeste. Aunque sin mucha fuerza convencional, los franceses podían obtener respeto de la URSS puesto que, teóricamente al menos, podían borrar a Moscú del mapa. Pese a su pequeño poder disuasivo, Francia era cortejada por Estados Unidos como un reducto estratégico contra lo crecientes arsenales nucleares de China y Rusia.
Ya no es así. En el mundo de hoy, con excepción de la frontera entre Pakistán y la India y en Corea del Norte, no hay verdaderas razones para que los poderes nucleares se enfrenten entre sí. Ahora, la disuasión contra los estados delincuentes y los enclaves terroristas – que no pueden ser atacados ni amenazados con bombas atómicas – significa desplegar tropas especiales y costosas fuerzas convencionales de las que Francia está lamentablemente escasa. Puede volar el planeta con unos cuantos centenares de viejos misiles pero no podría haber lidiado con la amenaza de los talibanes en Afganistán y ni siquiera con la de al-Qaida aunque ésta hubiera volado el Louvre.
La desaparición de la Unión Soviética también creó esta extraña cosa llamada la “Vieja” y la “Nueva” Europa como si, súbitamente, medio continente se hubiera transfigurado y hubiera pasado no ya de enemigo a neutral sino de enemigo a querido amigo. Todas esas características americanas que tanto molestan a los sofisticados europeos – nuestra profunda desconfianza del socialismo, nuestra religiosidad, nuestro énfasis en el libre albedrío y en el individualismo- le gustan mucho a los recién liberados europeos del Este, que no nos critican desde la izquierda, por nuestros reflejos anticomunistas, sino desde la derecha, por no haber usado la fuerza contra el estalinismo en 1947, 1956 y 1968.
Pero en ninguna parte es más evidente el fantasma de la Unión Soviética que en el Medio Oriente. Y el cambio de circunstancias implica mucho más que el fin de la tolerancia con déspotas de derecha al tratar de impedir que los comisarios llegaran a controlar el abastecimiento mundial de petróleo. Hemos ganando alguna flexibilidad – y probablemente ganaremos más en el futuro – gracias a que Rusia es una gran exportadora de petróleo y, de alguna manera, nos ayuda a disminuir la dependencia mundial en el petróleo del Golfo Pérsico. Los rusos de hoy quieren vender más de su propio petróleo y no cogerse el de los demás.
Los árabes libraron cuatro guerras contra Israel – en 1947, 1956, 1967 y 1973 – pero ninguna desde entonces. ¿Por qué? Acaso los líderes de Siria, Jordania, Egipto e Irak se han reconciliado con la existencia del estado de Israel? ¿O será que ya no hay una Unión Soviética dispuesta a amenazar a Estados Unidos, advirtiéndonos que si los israelíes no se retiren van a parquear sus tanques en El Cairo y Damasco?
Seguramente, la ausencia de semejante protector nuclear explica la actual renuencia de los estados convencionales en atacar a Israel. Los vecinos de Tel-Aviv aceptan que entre su agresión y una derrota humillante ya no hay nada excepto su propia capacidad militar, o más bien su ausencia de ella. Arafat y su clique pueden negociar con Sharon o con Bush o con nadie. En el tumulto de la Post-Guerra Fría literalmente no queda nadie en la región con quien negociar.
Nos olvidamos que hay toda una generación de dictadores árabes y de terroristas – desde Arafat hasta Saddam Hussein – que fueron entrenados o apadrinados en Moscú, y que basaban sus políticas en el respaldo soviético. Las armas soviéticas, el dinero soviético, y la oposición soviética a Estados Unidos podían darles un grado de seguridad no justificado ni por sus propios recursos ni por sus propias capacidades. La Primera Guerra del Golfo Pérsico nunca hubiera ocurrido si Saddam Hussein hubiera convencido a Gorbachov de repetir las habituales amenazas de amenazarnos con misiles nucleares, o si los iraquíes hubieran esperado hasta 1995, o algo por el estilo, para poder adquirir a través de un programa nuclear nacional lo que habían perdido con el colapso de la Unión Soviética.
Sólo en ese contexto podemos comprender la carrera de los déspotas del Medio Oriente por adquirir armas de destrucción masiva. La ADM son el nombre cortés que se le está dando a un sucedáneo del poderío nuclear soviético que se usaba para impedir que Estados Unidos promoviera el establecimiento de regimenes democráticos y la eliminación de enclaves terroristas.
Un mentiroso como “Bagdad Bob’’ – Mohamed Saeed al-Sahaf, el llamado ministro de Información baasista – no aprendió su oficio leyendo las Mil y Una Noches, o comerciando en los mercados árabes. Era un producto del aparato policial baasista y, de ahí indirectamente, de los aparatos de desinformación soviéticos, en lo que mentir al servicio de un estado criminal no era realmente mentir. Si Occidente se sorprende por las mentiras de los medios de comunicación estatales del mundo árabe, debía recordar mientras más estrechas fueran las relaciones con la Unión Soviética – ya se tratara de Siria, Irak, Egipto, la Autoridad Palestina o Libia – mayor propensión habría a la censura, la falsificación, y el obsesivo control estatal.
Quizás el mayor cambio esté en la naturaleza del mismo terrorismo.Ya no existe el dinero soviético y de Europa del Este y el entrenamiento de secuestradores y asesinos. Ahora, lo más probable es que la policía búlgara o checa coja presos a los asesinos, no que los subsidie, como hacía antes. Los comandos polacos ayudaron a los americanos a luchar contra los terroristas, no ayudó a los terroristas a luchar contra los americanos. Berlín no es un refugio para los espías que trabajan en el Medio Oriente sino que está en un masivo proceso de reconstrucción para regresar a su antiguo status como la primera capital de Europa. En síntesis, el terreno de los terroristas se ha encogido considerablemente, desde que la carta parte del planeta dio media vuelta y dejó de ayudarlos.
Nuestras capacidades defensivas reflejan estas nuevas oportunidades. Que pronto podamos sacar a 80,000 soldados americanos de Alemania hubiera sido imposible en la Guerra Fría. Con esta nueva flexibilidad, si Turquía y Arabia Saudita nos prohíben usar sus bases, ¿por qué debemos estar pagando por pistas y hangares que no podemos utilizar? Súbitamente, el viejo paradigma – que tenemos que conspirar con derechistas para poder usar su territorio contra la URSS – ha perdido su sentido. Ahora el que tiene la ventaja es el inquilino y no el casero. Ahora podemos reorganizar nuestras fuerzas armadas para ser más ágiles, más flexibles y más independientes de cualquier coerción o chantaje, ya sea de “amigos” o de neutrales.
Que estemos rearmando algunos de nuestros submarinos nucleares con misiles Crucero para atacar terroristas y no para golpear ciudades soviéticas lleva un ominoso mensaje para los estados delincuentes que estaban protegidos por la sombrilla nuclear soviética. Si el mundo libre ha duplicado o triplicado su tamaño, también lo han hecho las fuerzas armadas americanas, con el objetivo de disminuir los reductos del terrorismo. Peleamos tan bien en Afganistán y en Irak en parte porque ahora tenemos la libertad de concentrarnos en la guerra no convencional sin tener que preocuparnos por que estemos debilitando nuestras fuerzas blindadas o nuestra aviación táctica, que tan crítica era para poder detener un asalto soviético contra Europa. Puede que diez mil tropas especiales no hubieran podido impedir que los soviéticos arrasaran Alemania pero resultaron invalorables en Afganistán y el Kurdistán. Es posible que los pesados B-52 hubieran podido ser derribados por los Migs soviéticos pero bombardearon a los talibanes con perfecta impunidad.
Con la muerte de la Unión Soviética también pereció la idea de difundir el marxismo por la fuerza a través del planeta. Nuestros enemigos siempre podían traer a los rusos si nosotros insistíamos demasiado en las reformas. Los cínicos neutrales podían utilizar nuestra confrontación para conseguir ayuda o atención. En las regiones empobrecidas y desoladas del planeta, ingenuos soñadores y asesinos psicópatas por igual siempre podían justificar su casi alianza con el estalinismo sobre la base de que un coercitivo socialismo estaba más cerca de la hermandad que el capitalismo americano.
El fascismo islámico no utiliza ninguna de estas utópicas pretensiones ni posee esa camaradería internacional de lucha que pasa sobre todas las fronteras geográficas, raciales o religiosas. Si usted es mujer u homosexual, su corrección política carece de importancia. Si es cristiano o marxista, peor para usted. Si usted es partidario de las libertades occidentales, evítele el trabajo a los fundamentalistas y suicídese rápidamente. El komeinismo o las ideas de Al Qaida no tienen nada que ver con ningún marxismo reforzado por los soviéticos. No sólo carece de los recursos de un vasto continente sino también de una ideología que confunda con sus falsas promesas de justicia social. Con los islamo-fascistas, lo que uno ve es lo que uno tiene: un regreso al siglo XIII y a las tinieblas del Medioevo.
¿Qué significan esta nueva realidad para nuestra lucha actual? Tenemos que recordar que gran parte de nuestras frustraciones con nuestros aliados europeos puede atribuirse a la ausencia de una nación criminal que pueda destruir a Europa apretando un botón, y que su resentimiento contra nosotros no se basa en lo que decimos o hacemos sino en una cambiante realidad mundial.
Y si estamos exasperados con instituciones de la Guerra Fría como la ONU o la OTAN es precisamente porque son paradigmas de una época pasada. Así que, en la mayoría de los casos, Estados Unidos está, por fin, en posición de promover la libertad y la democracia sin tener que preocuparse de que los socialistas electos de hoy vayan a ser los títeres soviéticos de mañana. Estamos entrando en un mundo muy diferente que, por lo menos algunos de nuestros gobernantes entienden bien.
En síntesis, por primera vez en medio siglo, la amenaza que Ronald Reagan les hiciera a los terroristas y sus partidarios de que “podrán correr pero no pueden esconderse” se ha convertido en realidad. El mundo de al Qaida se está encogiendo constantemente, y no hay nada ni nadie que pueda impedir su destino final.
Autor: Victor Davis Hanson
Tomado de Nacional Review., Traducido por AR., vía Neoliberalismo.
La enfermedad de Occidente
Al observar una serie de editoriales contra Estados Unidos tanto aquí como en el exterior tras la captura de Saddam Hussein, estuve reflexionando sobre el verdadero historial de estos últimos dos años. En 24 meses, Estados Unidos derrotó a dos de los regimenes más odiosos de la historia reciente. Pese a los sufrimientos que ha costado, se ha logrado un considerable progreso en lo impensable: crear un gobierno democrático en el corazón del Medio Oriente autocrático, donde no se conoce otra cosa que tiranía, teocracia y dictaduras.
Liberar a 50 millones de personas de la opresión de los talibanes y de Saddam Hussein ha costado la vida, hasta ahora, de menos de 500 soldados, algunos de los cuales han muerto precisamente porque libraban una guerra que trataba de minimizar no sólo las bajas civiles sino hasta las de los combatientes enemigos. En contra de las invectivas de los intelectuales occidentales, los pecados militares de EEUU hasta muy recientemente han sido de omisión – preferir no disparar contra los que estaban saqueando o dar caza y matar insurgentes – más que de brutal acción. Mientras EEUU estaba librando esas guerras sucesivas a unas 7,000 millas de sus fronteras, también estaba evitando otro ataque terrorista de la escala del 9/11 y elaborando una política de contención contra Corea del Norte y también contra Irán, que pronto tendrá armas nucleares.
Así que por cualquier standard de comparación histórica, estos dos últimos y difíciles años, pese a reveses y frustraciones, representan un formidable éxito militar. Sin embargo, nadie puede discernir ni siquiera el más mínimo reconocimiento de estos éxitos por partes de nuestros dirigentes demócratas. Al Gore calificó la liberación de Irak como un pantano y, de manera realmente absurda, como el peor error en la historia de la política exterior de EEUU. Howard Dean, todavía más delirante, sugirió que el presidente de Estados Unidos pudiera haber sabido con anticipación del ataque del 9/11. La mayoría de los americanos ahora se estremece al pensar que el primero hubiera podido ser presidente en este tiempo de crisis, y que el segundo todavía pudiera serlo.
Con frecuencia, escritores americanos y europeos se hacen eco de la furia de Gore y Dean. Por ejemplo, el día de la captura de Saddam Hussein, uno podía leer en International Herald Tribune la reimpresión de una columna de Paul Krugman, el profesor de Princeton. En la misma afirmaba: “El final, la doctrina de Bush basada en delirios de grandeza sobre la capacidad de EEUU de dominar el mundo por la fuerza – va a colapsar. Lo que acabamos de saber es cuan duro y cuan sucio están dispuestos a luchar los proponentes de esa doctrina contra lo inevitable.’’ Aparentemente, Krugman estaba enfurecido porque los dólares de los contribuyentes americanos iban a usarse para contratar compañías americanas y de la coalición para la reconstrucción de Irak más bien que para pagar a empresas extranjeras cuyos gobiernos se habían opuesto al derrocamiento de Saddam Hussein. ¿”Duro y sucio”?
En la misma página, Bob Herbert aseguraba a su público extranjero que “Los republicanos están secuestrando elecciones y redistribuyendo el país y saqueando el Tesoro e ignorando la Constitución y amargando a nuestros aliados.” Que entidades no partidistas y los medios de comunicación hubieran confirmado la total legalidad de la votación de la Florida, que el Congreso tiene que aprobar los gastos federales y aprobar las leyes; que un poder judicial independiente examina la legalidad de nuestra legislación, y que 60 países participaron en la liberación de Irak y ahora trabajen en su reconstrucción no significan nada. “¿Secuestrando y saqueando”?
Al otro día de la captura de Saddam estuve revisando la televisión internacional. Un presunto experto francés en jurisprudencia estaba explicándole a su audiencia lo que sería un marco legal “aceptable” para la comunidad internacional. De su refinado aspecto parecía ser un tipo muy distinto de aquel americano que entró en el hueco de Saddam para sacarlo de allí. Supongo que poder blando quiere decir dar conferencias en Paris en salones con aire acondicionado y que poder duro significa capturar asesinos de masas en la noche en Tikrit.
Próximo canal: Otro analista europeo de aspecto preocupado estaba convocando el espectro del posible sufrimiento de los presos en Guantánamo al expresar sus preocupaciones ¡por los derechos de Saddam Hussein! El comercio francés con un genocida o el lucrar vendiéndole armas para que masacrara a su pueblo es una cosa; preocuparse porque ese mismo monstruo pueda comprender los matices de la jurisprudencia occidental es otra muy distinta. Por supuesto, nuestro humanista europeo nunca mencionó que la pusilanimidad de su propio país fue responsable por sostener el reino de terror de Saddam mientras que la audacia de otro había sido la que le había dado fin.
Pudiera seguir indefinidamente pero ustedes comprenden la demencia de lo que está sucediendo. Hay algo terriblemente erróneo, algo terriblemente amoral en la intelectualidad occidental y, fundamentalmente, entre los académicos, los periodistas y los políticos. No necesitamos los pueriles balbuceos de Osama bin Laden sobre “el caballo débil” para tener que sentirnos preocupados por las causas de esta enfermedad de Occidente. Miles de las personas más ricas y ociosas de la historia de la civilización se han vuelto completamente egotistas y divorciadas del mundo real: de las terribles realidades de la guerra, el hambre, la rapiña o la conquista.
En realidad, es todavía peor que eso: ni Paul Krugman ni ese abogado francés tienen la menor idea de como es la vida fuera de su artificial crisálida ni saben de los otros hombres y mujeres cuya trabajo en la sombra les garantiza su privilegios. Ninguno sabe lo que es vivir en una aldea de las que Saddam Hussein bombardeó con gases envenenados ni de lo difícil que es ir a Tikrit, en el otro extreme del mundo, para capturar a ese monstruo.
Nuestros intelectuales occidentales son orquídeas ignorantes del mundo que existe fuera de sus lujosos invernaderos. El patológico resentimiento contra todo lo que Occidente proporciona una especie de alivio psicológico (sin costo alguno) al aparente sentimiento de culpa que produce su privilegiado modo de vida. Es una extraña mezcla de faux-populismo y aristocrático esnobismo. Creen que solo unos pocos ungidos, como ellos mismos, tienen la necesaria educación e intelecto para comprender el “mundo real“ de las patologías occidentales.
Si aceptamos que nuestra aristocrática izquierda repite exactamente las mismas tonterías descritas por numerosos críticos desde Aristófanes y Juvenal hasta Tom Wolfe, entonces igual de extravagante es la reacción del mundo islámico a la captura del hombre que más musulmanes que matado que ningún otro musulmán en el mundo islámico. Al conocer los reportes de la captura de Saddam Hussein las mismas cadenas que mostraban a los preocupados profesores por sus derechos estaban entrevistando llorosas mujeres palestinas, tristes cafés en Cairo y pomposos intelectuales en el Líbano. Marcando exactamente el mismo paso, todos lamentaban las ignominiosas circunstancias de su captura: ¡Lo encontraron en un hueco! ¡Estaba sucio! ¡Y un médico americano lo inspeccionaba como si fuera un deportado infeccioso! Desgraciadamente, no hizo ninguna resistencia.
Para sintetizar lo que piensa la calle árabe: No parece importarle un comino que un sicópata del patio haya masacrado a cientos de miles de los suyos. Lo único que parece importarle es que su jactancia antiamericana se haya expuesto como un simple timo, y que hubieran tenido que ser los americanos los que liberaran a Irak de semejante monstruo. Honor y vergüenza – lo más importante para las sociedades tribales – valen más que las vidas de inocentes. Si un experto de París estaba molesto porque Saddam no tuviera un abogado experto en derechos humanos a su disposición, las masas de la Margen Occidental vociferaban angustias parecidas lamentando que ni siquiera hubiera matado a un americano antes de rendirse o hubiera hecho algo para restaurar el orgullo tribal de los árabes. Perdidos entre la compartida simpatía de las elites del Primer Mundo y las tribus del Tercero, entre el refinado pos-modernismo y las rudas sociedades premodernas, no hubo la más mínima lamentación por los muertos, por las masivas tumbas colectivas que se descubrían constantemente en el desierto de las afueras de Bagdad.
Los intelectuales occidentales como las turbas del Medio Oriente se retroalimentan mutuamente. Paul Krugman difícilmente escribiera una columna sobre la inmoralidad de que miles lamentaran la muerte de un asesino cuando uno podía decir cosas peores contra un presidente americano que decidió no usar los dólares americano para contratar compañías francesas para reconstruir Irak.. Bob Herbert puede delirar sobre supuestas elecciones floridana “falsificadas’’ pero nunca sobre las inexistentes elecciones del mundo árabe.
La llamada calle árabe y sus falsos intelectuales comprenden que influyentes intelectuales progresistas nunca criticarán las canalladas del Medio Oriente si hay cualquier posibilidad de desbarrar contra cualquier error menor de Occidente. Es precisamente esta relación parasítica entre los críticos extranjeros y domésticos de Occidente lo que explica mucha de la extraña confianza de los planificadores del 9/11. Después de todo, el genio de bin Laden estuvo en sospechar que aún después de haber incinerado a 3,000 occidentales habría una elite intelectual más dispuesta a criticar al país atacado que a los atacantes y que estaría más dispuesta a buscar “las raíces” del ataque que a galvanizar sus propias fuerzas para derrotar a una tribu partidaria de la teocracia, la autocracia, el apartheid sexual, el antisemitismo y la intolerancia religiosa. ¿Y por qué no tras el Líbano, el primer ataque contra el World Trade Center, las embajadas de África, los crímenes en Arabia Saudita y el USS Cole? La locura de bin Laden estuvo en suponer que Estados Unidos estaba tan perdido como Europa y que una minoría de sus avergonzadas elites tenía pleno control de la vida política, cultural y espiritual de su país.
El odio contra Israel es no de los síntomas más evidentes de la enfermedad de Occidente. El dilema no plantea ninguna dificultad para cualquier liberal clásico: un gobierno democrático es asaltado por asesinos suicidas subsidiados y alentados por muchos dictadores del mundo árabe. Los asesinos comparten los mismos bárbaros métodos de los chechenios, los asesinos del 9/11, los miembros de Al Qaida en Turquía y lo que ahora estamos viendo en Irak.
En realidad, los liberales europeos debían amar a Israel, cuyas instituciones sociales y culturales – universidades, bellas artes, preocupación por el “otro”- reflejan tanto las suyas propias. Hay homosexuales en el ejército israelí, cuyos soldados casi nunca saludan y se llaman entre sí por sus nombres y aceptan la igualdad sexual en una forma que suscitaría el entusiasmo de cualquier feminista. Y aunque los árabes pueden haber sido exterminados por los sirios, gaseados en Yemen por Egipto, exterminados étnicamente en Kuwait, linchados en Palestina y quemados vivos en Arabia Saudita, dentro de Israel votan y disfrutan de derechos humanos que no existen en ninguna otra parte del medio Oriente.
Cuando los europeos protestan por “el derecho a regresar” ¿se están refiriendo al medio millón de judíos que tuvieron que salir huyendo de Egipto, Siria e Irak? ¿O es que se han preguntado alguna vez por qué millones de árabes viven libremente en Israel y otros 100,000 han entrado ilegalmente en “entidad sionista”? ¿Se ha preguntado algún europeo que sucedería si miles de judíos demandaran “un derecho a regresar”al Cairo?
No. En vez de eso, el intelectual occidental discute sobre “los territorios ocupados” desde los que Israel ha sido atacado cuatro veces en los últimos 60 años aunque los alemanes jamás discutirían sobre los territorios conquistados que tuvieron que devolverle a Francia o del Este ocupado anexado por Polonia. Rusia nos da lecciones sobre Jenín pero nunca sobre su captura de las islas japonesas. Turquía está muy preocupada por la Margen Occidental pero no por haberse tragado la mitad de Chipre. China discute la soberanía de Palestina pero no habla del Tibet. Algunos aristócratas británicos lamentan que Sharon haya conquistado territorios pero nunca hablan de Gibraltar.
Todos estos territorios extranjeros adquiridos por la sangre y el hierro y mantenidos por razones de “seguridad nacional” de alguna forman se transforman en algo muy diferente cuando se trata de los judíos. Pero si a Israel se le diera una población de 250 millones, grandes exportaciones de petróleo y de terroristas – y si se acabara con el antisemitismo – hasta el Guardian y Le Monde se expresarían de manera muy diferente.
Quizás si el ejemplo más patético de este extraño nexo entre los ataques contra Occidente del Primer Mundo y los del Tercero fue visto a mediados de diciembre por la televisión. Justo cuando el gobierno de Estados Unidos estaba declarando un estado de alerta, uno podía ver la retransmisión de la novelista india Arundhati Roy atacando a EEUU ante una deslumbrada audiencia en Nueva York mientras su nervioso entrevistador, Howard Zinn, le rogaba patéticamente que no transfiriera su odio por la administración de Bush a todo el pueblo de Estados Unidos.
La novelista pasaba de una denuncia a otra ante los frenéticos aplausos de su público. Muy poco se habló del cráter que había a unas pocas cuadras, de las patologías sociales de su India natal que envía a decenas de miles de sus jóvenes a estudiar en EEUU, o del aristocrático vestuario de la propia Roy o de sus joyas o de su estudiado acento. Todo era una vívida ilustración del viejo juego de criticar la globalización mientras se viaja por todo el mundo occidental precisamente gracias a la riqueza que ésta genera y se cobra por vender la mercancía de víctima del Tercer Mundo a los acomplejados occidentales.
¿No es extraño que privilegios occidentales como cátedras inamovibles, publicidad y amplios recursos económicos instilen tanto odio por Occidente, aquí y en el extranjero?
Autor: Victor Davis Hanson
Tomado de Nacional Review, Traducido por AR vía Neoliberalismo.