En un mundo moderno donde se está produciendo alimento suficiente para toda la población mundial, hay modificaciones en los alimentos que van en contra de lo que Dios creó para nosotros tener una mejor nutrición y defensas.
Un pastor a quien yo visitaba muy frecuentemente, un día leyendo el libro de Génesis, me dijo que Dios mandó comer las frutas que tienen semillas, y que el hombre por ser malo, les está quitando las semillas.
Vaya ojo para tener tan buena puntería. Este pastor, que era de una iglesia mesiánica, pues tenía toda la razón, su nombre es Anthony, vivía en Washington DC y eran los años 1990s. Esto es porque no faltará alguien que luego lea este foro y se ponga a predicar como si fuera de él lo que primero vio Anthony el pastor. Yo no voy a tomar el crédito de otro.
Bien, al principio sólo me llamó la atención lo que él observó, y luego me tomé un tiempo para ver cuán lejos él pudiera tener razón.
No descubrí mucho del asunto, nadie hablaba ni publicaba si comer naranjas sin pepa era menos saludable o con menos ayuda como defensa en nuestros cuerpos. Hasta que un día, un grupo de investigadores encontró algo muy interesante.
Resulta que estos investigadores se dedican a revisar los medicamentos, pomadas y métodos que usaban las culturas y los curanderos de antes para tratar los males. Y se toparon con una curandera que recetaba tres semanas a puras uvas para combatir los tumores cancerosos.
Los investigadores sacaron extracto de las pepas de las uvas para usarlo en ratones con tumores cancerosos, y éstos se redujeron. Entonces los investigadores empezaron a estudiar qué contienen las pepas de las uvas que ocasionan que el tumor de cáncer se redujera.
Mientras las investigaciones continuaban sus estudios, ya le daban crédito a esa curandera, una de esas que viajaban en carreta de pueblo en pueblo en el viejo Oeste, que recomendaba su dieta de uvas que en ese entonces se producían todas con pepas, las que se piensa que contienen una especie de antioxidante o algo parecido que puede evitar que el cáncer se dispare en una persona.
Hoy, cuando vamos al mercado, tenemos uvas sin pepas, naranjas sin pepas, sandías sin pepa, y etc. Y comer estas frutas sin pepa no es malo, pero lo malo es no comer frutas con pepa que sirven para ayudar a prevenir que no le de cancer a una persona. Las pepas dentro de la fruta tienen un intercambio con la parte carnosa de la fruta y suelta esos antioxidantes que son gran ayuda para nuestro organismo.
No es necesario comer las pepas, ya que a veces ingerir un exceso de las mismas puede hacernos mucho daño.
Desafortunadamente los productores de alimentos genéticamente manipulados ya le han quitado las semillas hasta a la banana, y piensan hacer lo mismo con el avocado. No hay quien pare esta locura, la que ellos justifican como algo práctico y cómodo para que las industrias los procesen más rápido y sin menos residuos al enlatarlas, hacer extractos para suplementos y demás.
No tengo un gráfico, porque no creo que exista, de los años que se empezó a producir frutas sin pepas comparado con el incremento de personas con cáncer -incluyendo niños-.
Quizás el pastor Anthony estuvo equivocado, quizás no, y en caso que estuviera en lo correcto, pues no hay que olvidar en darle las gracias. Por lo pronto, yo hasta ahora puedo conseguir uvas con pepa.