Apreciado Danny
Apreciado Danny
Precisamente, la concupiscencia y el Espíritu Santo no conviven juntos.
Si un cristiano por sus pecados no confesados contrista al Espíritu Santo, este se apaga en él y la concupiscencia hace estragos reinando en la carne.
Los antiguos ermitaños equivocadamente huían al desierto, alejándose del mundo y haciéndose anacoretas, pero el pecado lo llevaban consigo.
Francisco de Asís comprendió que llenándose de Dios podía andar en el mundo sin que este le afectase.
En Jesús no había sitio siquiera para un átomo de pecado, pues la plenitud de Dios lo llenaba totalmente.
Cordiales saludos
Apreciado Danny
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Porque cuando no estamos en la presencia de Dios y nos enfriamos es cuando nos vienen las aflicciones y los malos deseos, pero cuando estamos en santidad los malos deseos se extinguen!
Precisamente, la concupiscencia y el Espíritu Santo no conviven juntos.
Si un cristiano por sus pecados no confesados contrista al Espíritu Santo, este se apaga en él y la concupiscencia hace estragos reinando en la carne.
Los antiguos ermitaños equivocadamente huían al desierto, alejándose del mundo y haciéndose anacoretas, pero el pecado lo llevaban consigo.
Francisco de Asís comprendió que llenándose de Dios podía andar en el mundo sin que este le afectase.
En Jesús no había sitio siquiera para un átomo de pecado, pues la plenitud de Dios lo llenaba totalmente.
Cordiales saludos