-Clínica Ginemedex: Dígame.
-Mire, le llamo de parte de Amparo (una asistente social madrileña con la que el periodista había contactado anteriormente) que me ha dado el nombre de su clínica. Mi chica está embarazada de 27 semanas y hemos tomado la decisión de interrumpir el embarazo. Lo tenemos totalmente asumido y nos han dicho que ustedes pueden realizar la intervención.
-Una pregunta, ¿existe alguna malformación?
-No.
-Sí, sería posible hacer esta intervención.
-Yo, antes de ir a Barcelona, me quiero asegurar de que no habrá ningún problema con el informe del psiquiatra. Que se hace y punto...
-Sí, claro.
-¿Podríamos ir la semana que viene? Lo único es que entonces estaría ya de 28 semanas.
-Yo le recomiendo que no esperen tanto. Si pueden venir el miércoles no esperen más.
-Ya, pero ¿se podría hacer la semana que viene? Es que, justo ahora, estamos liados con un asunto de trabajo.
-Sí, piense que ya por eso se tendrá que quedar un día aquí.
-¿Eh?
-Y ahora le digo también el precio: 3.310 euros.
El sabroso diálogo anterior es la trascripción de una conversación telefónica mantenida por un periodista (Miguel Gil: ¡Enhorabuena, tío, merecerías el Pulitzer por este magnífico trabajo, periodismo del bueno, de los que cambian el mundo) del semanario español Época (
www.epoca.es) con una clínica abortista barcelonesa. No olvidemos que la legislación abortista española permite el aborto hasta las 12 semanas, y no olvidemos tampoco que admite tres supuestos: Peligro para la salud física o psíquica de la madre, malformación congénita (en la sociedad actual es eugenésica: los débiles molestan) y violación. Naturalmente, casi el 100 por 100 de los abortos se realizan bajo la mitad del primer supuesto (peligro para la salud psíquica, el mejor coladero para desaprensivas). Las clínicas abortistas tienen ya firmados por anticipado los documentos de sesudos psiquiatras que ni han visto al paciente, de ahí las inteligentes preguntas del autor del reportaje. Es decir, estamos ante el mercado de la muerte que, no sólo es una inmoralidad, sino un fraude ley permanente, de una ley ya de por sí inmoral.
Pero el asunto no acaba ahí. Otra llamada, también a otra clínica abortera barcelonesa (no podían llamar a Madrid porque el periodista corría el riesgo de que les citaran personalmente). En esta, el reportero vuelve a insistir en que se trata de un feto de casi siete meses. No hay problema:
-EMECE, buenas tardes.
-Quería saber cuánto cuesta practicar un aborto de veinte semanas.
-3.000 euros.
-¿Y si son 28 semanas?
-Hasta 28 semanas, 3.000. Si pasa, es más...
-¿Cuánto?
-Si lo hacen en la 29, les subo a 3.200 0 3.300 euros.
-¿Y en 30 de cuánto estamos hablando?
-Bueno, ya nos vamos a mucho.
-¿Cuánto?
-Nos vamos a mucho ya para hacerlo, pero tienen que venir antes.
-¿Y cuál es el método?
-Es un parto inducido y ya está. La madre tiene que quedarse aquí una noche.
Parto inducido. Atención a este punto. Es otro eufemismo que se refiere al aborto por ahorcamiento, precisamente el que Bill Clinton aprobó y George Bush pretende anular ahora. Se trata de dilatar artificialmente a la mujer, y extraer el feto por los pies. Luego, cuando la cabeza está dentro del seno materno, se le clava un punzón, se extraer el cerebro, se rompe el cráneo y se extraen los restos en pedacitos.
El editor del semanario Época, y propietario de Intereconomía, Julio Ariza, añade al reportaje un artículo titulado: A los lectores de Época con horror y vergüenza: “Los políticos, los jueces, los legisladores, el presidente del Gobierno, que promueve e inspira cambios legislativos, no podrán permanecer mudos, o en la inacción, después de conocer los horrores que aquí les presentamos. La esposa del señor Aznar, la señora Botella, declaraba muy recientemente, ser una apasionada, de los temas sociales; aquí tiene una causa social digna de toda pasión.”
Espléndido llamamiento, pero no creo que surta efecto. Los medios de comunicación más poderosos no rebotarán el trabajo: le castigarán con el silencio, en el mejor espíritu mafioso que reina actualmente en la sociedad española, el espíritu de la “omerta”.
Tampoco el Gobierno popular hará nada. Nos consta que cuando el autor del reportaje, Miguel Gil, se topó con una conocido diputado popular, para más señas, con bigote y un poco calvete, eso sí, muy católico él, se negó a hacer declaraciones sobre la investigación de Época, remitiéndose a la opinión que de eso tiene ya el Partido (no estamos seguros de que el Partido Popular tenga opinión alguna al respecto).
No se preocupe la progresía española: este espléndido reportaje terminará en el silencio más absoluto. No cabe ni la menor posibilidad de que se planteen cuestiones como las siguientes: El fiscal general del Estado, Sr. Cardenal ¿Asumirá de oficio la apertura de un expediente ante tan flagrantes violaciones de la ley del aborto? El señor Ollero, presidente de la Comisión de Justicia del Parlamento español y catedrático de filosofía del Derecho, eso que antes se llamaba Derecho Natural, ¿solicitará la apertura de una Comisión de Investigación Parlamentaria? Jaime Mayor Oreja, democristiano por los cuatro costados, aspirante a la Presidencia del Gobierno ¿se dignará reseñar el reportaje del semanario Época sobre un asunto que provoca más muertes que las de ETA? ¿O en este país el único que volverá a hablar contra el aborto será el socialista y alcalde de La Coruña, Francisco Vázquez?
Los niños centroeuropeos practican un juego que denominan “Mirar con ojos de lobo”. Dos chavales se miran directamente a los ojos, sin hablar, y gana aquel que sabe aguantarse la risa. En materia de aborto, habrá que pedirles a los políticos, especialmente a los políticos populares y a la clase periodística, que practiquen el juego de “los ojos del lobo”. No aguantarán la carcajada ni dos segundos. Será su única defensa psicológica, fruto de la cobardía, ante un fraude de tales proporciones como el que representa el aborto en España, venido, además, como un avance social.
Eulogio López
Hispanidad.com
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