Atención a este importante testimonio, de alguien que salió del adventismo del séptimo día.
MI TESTIMONIO (Pedro de J. C.)
Saliendo de las Tinieblas a su luz admirable
Me crié y estudié en el sistema educativo adventista. Amé la iglesia con toda mi alma y le dediqué 25 años de mi vida al mensaje adventista. Fui director de jóvenes, maestro de escuela sabática, maestro de niños, pertenecí al Club de los Conquistadores, participé activamente en la obra llamada “Recolección” donde íbamos casa por casa pidiendo dinero para obras benéficas que luego eran atribuidas a la iglesia adventista sin darles crédito a las personas que nos daban sus aportaciones económicas.
Participé en todas las actividades de la Universidad Adventista donde estudié mientras todavía pertenecía a la organización. No fui un miembro inactivo. Trabajé mucho divulgando el mensaje del “Tercer Angel” de Apocalipsis. Mi mundo entero giraba entorno al movimiento adventista. Fui vegetariano y trataba de ser un fiel cristiano en la luz que tenía. Promoviendo una obra que yo pensaba que era de origen divino, con un propósito celestial y de enseñanzas escatológicas irrefutables; hasta que fui descubriendo su procedencia totalmente humana.
Sin embargo, todas las razones por las que decidí dejar la obra adventista fueron puramente doctrinales. Tuve muchos amigos y hermanos que aún recuerdo con cariño. Con todos ellos viví momentos en amistad y compañerismo cristiano. No tuve ningún problema personal que me alentara a dejar la iglesia. Mi relación con los otros hermanos siempre fue cristiana, de respeto y apoyo en los momentos difíciles que la vida nos presenta. Mi alma y corazón estuvieron entregados a lo que yo pensaba era “la obra de Dios en este tiempo del fin”. Sin embargo, al tomar la decisión de dejar el adventismo, muchos me dieron la espalda y aunque no me negaban un saludo, si me retiraron su amistad y compañía. Algunos se acercan de vez en cuando sólo para reprocharme el porqué he abandonado la “verdad”; porqué he “apostatado de la fe” , a decirme que soy parte del “zarandeo final de la iglesia adventista”, que “soy parte de los que no soportaron la verdad y por dudar de Ellen White, Dios me ha enviado un espíritu de error para que crea a la mentira”. En cierta ocasión un anciano me dijo “ya has sido borrado de los libros de la iglesia y también de los libros del cielo”. Como si ellos tuvieran el poder de decidir quien va y quien no va a tener una esperanza celestial con Cristo. No los juzgo por este proceder. Ellos sólo actuan de la manera en que ya han sido programados a pensar y a actuar con los que nos hemos alejado por razones de conciencia de este grupo seudocristiano. Que le inculca estas ideas erróneas a sus adeptos sin pensar o analizar el daño emocional que le están o pueden estar causando a tantas vidas, a tantas familias. Grupo religioso que ya en Europa ha sido llamado una secta destructiva.
Las tres doctrinas más débiles del Adventismo fueron las que provocaron mi salida: La doctrina del Juicio Investigador, la del Santuario Celestial, y el ministerio profético de Ellen G. White. La Conferencia General y la Fundación White han sido muy hábiles manteniendo control sobre sus miembros. Desde que uno ingresa al colectivo cada publicación, cada libro, cada revista enfatiza que si dejas de creer en estas tres doctrinas, apostatarás de la fe (su fé) e ingresarás al sistema religioso babilónico de las iglesias protestantes para antes del fin y en la Gran Tribulación perseguirlos a ellos por guardar el sábado y no el domingo. Son tantos los mecanismos que utilizan para inculcar estas ideas en sus miembros que cuando se intenta dejar la iglesia, estos conceptos siempre pasan por la mente. Por ésto no se me hizo fácil dejar la iglesia. Tenía temor de irme. Me aterraba la idea de encontrarme persiguiendo a mis hermanos y hermanas carnales, a mi propia madre. El proceso de lavado de cerebro en el adventismo es muy fuerte y sutil. Jamás uno pensaría que le están tratando de controlar dentro de las filas del adventismo. Los adventistas más cultos y educados no logran detectar el control y la manipulación a los que están sometidos. Debido a las grandes deserciones en los últimos años, donde se estima que alrededor de 2,000,000 de adventistas han salido de la denominación las publicaciones más recientes de la cúpula han sido dirigidas a evitar “que abandonen el barco” los restantes millones que quedan (según sus líderes 9,000,000, pero el número es cuestionado). En el libro ¿Debemos Abandonar el Barco?, se le presenta al adepto adventista que es mejor que se quede en el barco adventista, aunque el agua esté entrando y tengan que ir utilizando el salvavidas del miedo para poder salvar el imperio económico que representa la denominación. Una de las publicaciones más recientes del adventismo el libro “Mensajera del Señor”, trata de acallar las críticas al ministerio profético de Ellen White. Con argumentos traidos por los cabellos, la cúpula adventista trata de explicar que sí que todo lo que se ha dicho de Ellen White es cierto, pero que la estamos sacando fuera de contexto, que no la hemos sabido entender, que ella no quizo decir lo que dijo sino tal cosa; que en la biblia hay errores, que los profétas y apóstoles tambien se contradijeron y que ella nunca dijo que era profeta. Y es cierto que Ellen White dijo que no era profeta, ella dijo que era más que profeta; que su obra abarcaba mucho más que eso. A quien creen que engañan?
En el libro le enfatizan al adventista que si al saber todos los errores, los plagios, falsas profecías, contradicciones y malos manejos en el ministerio profético de Ellen White, decide irse es porque no ha sabido aceptar la verdad, se ha dejado engañar por Satanás y los apóstatas. Que por no creer en el ministerio profético de ella y dudar de ella se apartará de Dios y de la verdad y será presa fácil del engaño. La manipulación es obvia pues colocan al adventista en que si rechaza a Ellen White también rechaza a Cristo. Que se debe quedar en el barco con “Santa Ellen”y ponerse el salvavidas para sobrevivir al “zarandeo final”de los que se continuarán saliendo de las filas del adventismo. Pero en mi caso, gracias a Dios y al poder que tiene la verdad de libertar, cada uno de estos argumentos fueron destruidos por el Poder de la Palabra de Dios.
Un día en mi trabajo una persona mi dijo “Jesús te ama”. Cualquiera nos puede decir esta expresión y uno sólo responder con un amén. Pero ese día fue diferente, ese día la persona que me lo dijo estaba tocada por el Espíritu Santo. Esas tres palabras, me conmovieron y me acerqué a esta joven a hablar con ella de la palabra de Dios.
En sus manos tenía un libro (El Caos de las Sectas) me identifiqué como adventista. Comenzó a hablarme que le alegraba que yo fuera cristiano, pero que el problema con el grupo al que yo pertenecía era precisamente su profeta. Pensé que esta joven no tenía nada que enseñarme y que yo tenia la verdad; así que escribí el título de los libros que ella me recomendó, fui a una librería evangélica los compré y mi vida cambió totalmente hasta hoy. Otro de los libros que adquirí fue del Dr. César Vidal Manzanares (La Cara Oculta del Paraiso). Impactado por el contenido le escribí al Dr. Vidal. Con su ayuda pude contactar a varios cristianos en mi país que me proveyeron libros y material que me fue de mucha ayuda en mi búsqueda de la verdad. Busqué todos los libros que pude a favor y encontra del adventismo. Visité todos los lugares en Internet que pude entre ellos
www.ellenwhite.com, www.ellenwhite.org, www.macgregorministries.com; y la página del Sr. Román Quirós, uno de los mejores traductores de las direcciones anteriores cuyo website es el
www.http://www.geocities.com/Heartland/Lake/3962/index.html . Fue impactante el resultado. Las doctrinas que yo pensaba que eran bíblicamente sustentadas comenzaron a mostrar sus comienzos y trayectoria antibíblica.
Pasé tres años leyendo, preguntando, cuestionando, comparando y analizando. Llevé mis inquietudes a varios pastores. Ninguno pudo darme respuestas satisfactorias. Pude ver cuán frágil eran los muros sobre los que yo estaba rodeado. Me di cuenta que realmente las creencias adventistas estaban cimentadas en arena movediza. Vi como todos los miembros incluyendo ancianos y pastores, actuaban como robots controlados por la Conferencia General (la máxima autoridad de los adventistas). Todos me daban las mismas respuestas, las mismas argumentaciones procesadas y predigeridas por la Conferencia. Entendí claramente que era una pérdida de tiempo entrar en discusiones teológicas con los miembros de la iglesia. Con cualquier adventista que hablaba de cualquier parte donde vivo todos me daban las mismas respuestas que adquirian de los libros publicados por la Iglesia.
Muchas preguntas quedaron sin respuesta: ¿Cómo es posible que luego de escribir la Biblia a Dios se le olvidaran tantas cosas que tuvieron que ser dichas miles de años después y que hoy componen un gran número de libros que sobrepasan las 25 millones de palabras?; ¿Porqué la iglesia adventista no ha podido darnos respuestas inteligentes que justifiquen el plagio contenido en todos esos libros escritos por Elena G. de White?; la única respuesta superficial que dan es que en su tiempo eso no era plagio; pero hoy en día sí lo es. Sin embargo, esta es una respuesta muy insatisfactoria para justificar las acciones de una “profetiza” que afirmó ser mucho más que profeta. ¿Porqué ahora tratan de volver a publicar libros que fueron sacados de circulación por más de 50 años? Todas estas preguntas siguen y seguirán sin una respuesta responsable. Que satisfaga a todos los que sinceramente le dedicamos nuestros mejores esfuerzos a este sistema esclavizador.
El descubrir la verdad del plagio en los libros de la Sra. White y que la doctrina del Juicio y el Santuario no tenían apoyo bíblico abrió mis ojos a un camino que todavía recorro. Pude ver el engaño rampante. Como estaba programado a creer que fuera de la Iglesia Adventista, todos los otros sistemas religiosos eran erróneos y babilonia; decidí no congregarme en ninguna iglesia hasta que el Espíritu Santo me dirigiera. Me mantuve estudiando la biblia y en una actitud de análisis doctrinal. Caí en profundas depresiones y ansiedades; no sabía donde buscar ayuda, no sabía a qué iglesia asistir. El sistema adventista me había dañado emocionalmente. Pasé por grandes momentos de soledad espiritual, sin ánimos de compartir con otros creyentes y con mucha desconfianza hacia todos los sistemas religiosos existentes.
La única doctrina que no pudo ser lacerada y que siempre fue sólida en mi experiencia cristiana fue la que me pudo dar sostén en mi crisis. Esta doctrina es la de la Justificación por la Fe. Me refugié en ella y poco a poco mi relación con la persona de Jesús; me pudo sacar a flote. Me rendí totalmente a El. Me confronté con Cristo Jesús y le exigí su intervención en mi vida. No me cayó un rayo del cielo, ni caí al piso dando brincos y saltos. Pero sí pude entender que realmente El era mi Señor y Salvador. Comprendí que en este camino Cristo siempre había estado a mi lado, cuidándome, reorientando mi vida. Entendí que no importa cuanto investiguemos, preguntemos, probemos y analizemos, nuestra fe en Jesús no se verá afectada. Afiancé mi confianza en Cristo y decidí creerle a El.
Hoy sé que soy salvo y que ninguna Iglesia, denominación u organización “religiosa” por más que se autoproclame mensajera o remanente de Dios, “la iglesia del tiempo del fin” ó “el último remanente” me iba a quitar este gozo y esta seguridad de mi Salvación a través de la persona de Cristo. Ahora puedo disfrutar del amor de Cristo y de los beneficios de mi salvación. La Iglesia adventista me había fallado, pero Jesús no. El siempre me ha amado y ha estado a mi lado sin importarle cuánto yo confronte lo que creo. Entender la gracia, a Cristo Jesús, me devolvió la confianza en el cristianismo.
Ahora sé que hay un pueblo de Dios y sé que formo parte de este pueblo. Me gozo de saber que el pueblo de Dios está compuesto por todos los que hemos confesado a Cristo como Señor y Salvador. Las denominaciones y las organizaciones religiosas fueron creadas por los hombres. Pero la Iglesia fue puesta por Cristo y está compuesta por Pentecostales, Bautistas, Presbiterianos, Metodistas, Luteranos, Iglesia de Dios; etc. Por todos los cristianos del mundo. He aprendido a amar y a respetar a los que difieren de mi. Podemos pensar diferente sobre alguna doctrina o creencia; pero seguimos siendo pueblo de Dios. Ninguna iglesia tiene la verdad como la podamos entender nosotros. Pero aún así, sus miembros siguien siendo Hijos de Dios.
Conozco a muchos exadventistas que son fieles a Dios en diferentes iglesias evangélicas. Son cristianos sinceros, lavados con la sangre de Cristo. Dejar el adventismo por sus errores doctrinales no los lanzó al mundo como nos enseñaron en la iglesia, por el contrario, son mejores cristianos que antes, porque hoy saben que Cristo los hizo verdaderamente libres y que nuestros ojos y nuestra confianza sólo pueden estar puestos en El. Que sólo la Biblia y la Biblia Sola es su única fuente de autoridad. No necesitamos otros libros ni otras publicaciones con pretenciones de algún grado de inspiración. Con la Biblia nos basta y nos es suficiente.
Por eso léctor, no importa lo que le hayan hecho en la Iglesia Adventista o en cualquier otro sistema religioso o cualquiera de sus miembros, quiero decirle que ellos no son los culpables. Ellos son víctimas del Control Mental y el lavado de cerebro constante en que los tiene el sistema religioso al que pertenecen. Ya están programados para que cada pregunta que usted les haga darle todos las mismas respuestas gastadas. No importa cuanto tratemos de convencerlos ellos creen y piensan que se las saben todas y que nadie más sabe como ellos. Por lo tanto, yo mismo desistí de entrar en discusiones estériles y triviales (como el sábado, las comidas, vestimenta etc.) Ahora voy al grano, voy al corazón del problema adventista. La denominación en sí, la Conferencia General, La Fundación White. Ahí es donde está el problema. Al mostrarles como la Iglesia los ha engañado, como la iglesia oculta la verdad sobre Ellen White, sus plagios y su falso ministerio, como cambiaron doctrinas una y otra vez para llegar a creer lo que creen hoy. Como han revisado, alterado y cambiado los libros de Ellen White para ocultar sus más vergonzosos errores, el adventista comienza a abrir un poco su entendimiento y ahí el Espíritu Santo actua inmediatamente a mostrarles la verdad.
Recuerde que es la organización la que nos ha fallado, Cristo no. El siempre ha estado a nuestro lado cuidando nuestros pasos; porque El sabe que lo buscamos honesta y sinceramente. Jesús sabe que no estamos jugando a la religión sino que al ingresar a determinado grupo religioso lo hemos hecho porque hemos querido una relación íntima con El, un cambio en nuestras vidas, en fin acercarnos a Dios a través de Jesús. Pero estos grupos sectarios nos han robado esta experiencia. Ellos se han puesto entre Dios y los hombres. Se han colocado como parte del camino para llegar a Dios. Quieren hacernos creer que si no pertenecemos a su grupo, colectivo, iglesia, organización, denominación etc. no tendremos oportunidad de salvación. Se han olvidado que la Biblia nos dice “que nadie puede poner otro fundamento que el que está puesto, Jesucristo”. Y la biblia enfatiza más, “Que si confesares con tu boca que Jesucristo es el Hijo de Dios y creyeres en tu corazón que Dios lo levantó de los muertos, serás salvo (Rom. 10:9); que todo aquel que cree en El, no se perderá sino que tiene vida eterna (Juan 3:16). Todo es tan simple, tan sencillo.
Sin embargo el adventismo, detrás de sus palabras con olor a evangelio, (pero con sabor a sectarismo, legalismo y fanatismo) trata de manipularnos y esclavizarnos con cargas que ellos mismos no pueden llevar.
La Iglesia Adventista continua escribiendo libros y revistas defendiendo a Ellen White y ha tenido que recurrir a liberalizar bastante la forma de interpretar la biblia. Al grado tal de tratar de probar que la Biblia se contradice así misma, que la biblia contiene errores etc. Expresiones y argumentos utilizados por ateos y otros enemigos del evangelio. Y todo por salvar a “Santa Ellen”. Pero ahí no paran los esfuerzos de la Conferencia General. Al igual que los testigos de Jehová han publicado su propia biblia (publicada y distribuida por la APA de los Adventistas del 7mo. Día) donde libremente han añadido miles de palabras y expresiones adventistas para ajustar el texto a las doctrinas particulares del adventismo. Tan pronto este engaño fue denunciado trataron de lavarse las manos diciendo que la Biblia de la Palabra Clara (Clear Word Bible) no era de ellos. Pero todos los que hemos pertenecido a este colectivo sabemos que la APA no publicaría nada que ellos no aprueben o no estén de acuerdo.
Todas estas inconsistencias, todos estos engaños, fueron mermando mi confianza en la denominación. Pronto fue cayendo desnuda la mentira. Las grandes verdades que yo creí poseer revelaron ser meros mitos, suposiciones y puras especulaciones. Cada muro (doctrina) que me protegía de babilonia (las iglesias protestantes) fue mostrando su pobre material de construcción. Sus paredes eran huecas y vacias. Su solidez dependía del plagio, el engaño y la complicidad. La Fundación White piensa que el tiempo salvará a Ellen White. Que a medida que transcurran los años nos olvidaremos de todo y los que no saben nada continuarán en su ignorancia. Sin embargo, han subestimado el poder que tiene la Verdad. No “su verdad” sino la VERDAD que libera. Pues el mismo Cristo nos dijo que la verdad es tan poderosa que si nosotros no hablamos las Piedras lo harían.
El tiempo no ha ayudado mucho a “Santa Ellen” ni a sus más ardientes defensores. Las acusaciones de plagio continuan, sus contradicciones con la biblia aumentan y muchas preguntas continuan sin una respuesta honesta. Con este cuadro mi salida del “Paraiso Adventista” era inminente. He perdido mucho en el proceso y el camino ha sido arduo y tenaz. Sin embargo, mis triunfos y victorias han sido una gran recompensa. Mi experiencia cristiana ha sido enriquecida por tantas personas que en este camino me han extendido una mano amiga, amistad sincera y fortaleza espiritual. Ahora mi fe es más grande, mi confianza en Dios se ha fortalecido. Cristo Jesús ha pasado a ser una realidad para mi. Sólo El ha podido llenar todos los vacíos y sinsabores que me dejó el adventismo. Sólo El me ha sabido comprender y llevar a entender el mensaje central de la Biblia, que es conocerlo a El, como Hijo de Dios, Señor y Salvador de nuestras almas.
Pedro de J. C.