-Cierto, lo opuesto a "confiar" es el "no confiar", lo que puede ser sanísimo al precavernos del error o del engaño. El "desconfiar" ya es distinto.
Cuando uno no confía en alguien la situación se tensa horrible.
Y es probable que algunos entiendan el desconfiar como no confiar.
Pero hay dos tipos de desconfianza, una sana y la otra dañina.
La desconfianza dañina es la "no confianza" disfrazada.
Luego, para mí, está la sana desconfianza en nuestro corazón y en nuestras motivaciones, apoyados en la revelación de Dios, que nos declara que nuestro corazón es engañoso.
Es una desconfianza madura y espiritual.
Yo no desconfío de mí esposa ni ella de mí en los términos de la primera, pero el desconfiar de nosotros mismos nos hace humillarnos para no terminar en el suelo.
No creo que esto de para más y puedo darte toda la razón.
Yo no desconfío de los seres que amo aunque si de nuestro corazón.
Si mí esposa me dejara para irse con otro u otra o mí hijo me confesará que es gay, entonces yo podría aún confiar en el señor porque el nunca nos va a fallar.
Hay gente, que cuando algo así les pasa, no pueden manejarlo...
¿Porque?
Porque su confianza era infantil y carnal.
Sabían que en el único que debían confiar era en Dios.
La sana desconfianza es una confianza madura y entendida que a la hora de sufrir un desastre nos preserve de un mal mucho mayor.
Dios te bendiga.
Confío en vos.
Sanamente.
