Re: Estimado don Miguel
Re: Estimado don Miguel
Miguel Loayza, dices bien en tu comentario:...http://forocristiano.iglesia.net/sh...rna-en-el-lago-de-fuego?p=1212835#post1212835
Yo pienso que efectivamente, los cuerpos están descansando, pero las almas, esperan vivas, no morimos jamás, estamos inscritos en el libro de la vida y en apocalipsis podemos ver que las almas esperan y se les dice que esperen un tiempo mas, hasta que entren todos los hermanos...Se les dan vestiduras blancas...
Bendiciones, hermano...Gran gusto en leerte de nuevo.
Los cuerpos están descansando en el sepulcro y no respiran, es más, están hechas polvo, es decir, están muertas o dormidas de acuerdo al simil que el mismo Jesús dijo.
Las almas bajo el altar que habla en Apocalipsis también descansan, "esperan vivas" según muchos lo creen. Pregunto, si descansa en el cielo ¿están dormidas?, porque aquí en la tierra, cuando una persona viva duerme en la cama no está muerta, pero si esta misma persona muere y duerme en el cementerio ¿podríamos decir que está viva?. En el cielo Juan ve a las almas que descansan bajo el altar y fueron mártires, ¿qué de los que murieron sin ser mártires, descansan también junto a las otras?.
Estar inscritos en el libro de la vida no significa que ya estemos en el cielo, sea que estemos aquí vivos o en el cementerio. Es cierto que el creyente no morirá jamás, ya que solo "duerme" en el cementerio y si bien es cierto que Dios no necesita libros para verificar quién estará en el reino de los cielos, a nosotros, como humanos, se nos garantiza por este libro que cuando venga Cristo por segunda vez, estaremos en el paraiso despiertos o resucitados. Lo que nos separa de una mejor comprensión del tema es que tu crees
en la vivencia de algo que sale del cuerpo cuando la persona muere y puede vivir sin cuerpo y yo no; para la mi el ser o alma es integral, no puede vivir algo separado del cuerpo; la persona que peca lo hace con espíritu, alma y cuerpo.....la persona muera.
Sobre las almas bajo el altar te pego:
"Si deseamos usar este pasaje para sostener la doctrina según la cual el alma es inmortal, encontraremos que el mismo texto contradice sus postulados, pues según tal doctrina, los fieles cristianos que "habían sido muertos por causa de la palabra de Dios y por el testimonio que tenían" (vers. 9),
deberían estar en el cielo,
sin embargo aparecen alojados debajo de un altar reclamando "a gran voz" por las injusticias cometidas contra ellos. Por lo demás,
los que sufrieron el martirio por la Palabra de Dios, no necesitaban clamar venganza,
porque según esa misma doctrina, los martirizadores ya estarían en el infierno purgando sus iniquidades. Además, un poco más adelante pedia a esas "almas" que siguieran debajo del altar y soportaran su angustia "todavía un poco de tiempo, hasta que se completara el número de sus consiervos y sus hermanos, que también habían de ser muertos como ellos" (vers. 11).
Esto significaría que esas almas todavía estarían esperando su redención, porque todavía no se ha completado la lista de los que habrían de morir por la Palabra de Dios.
Por lo tanto, siendo que estos textos contradicen definidamente lo que enseña la doctrina de la inmortalidad del alma, es un absurdo usarlos con tal propósito. Para entenderlos bien, analicemos todo el capítulo.
Todo el libro del Apocalipsis es profetice y está por lo tanto cargado de símbolos con los que se ilustran hechos históricos y experiencias de la iglesia cristiana. La mayoría de los comentadores descubren en los siete sellos del capítulo seis, siete etapas de un aspecto histórico de la iglesia desde su iniciación hasta la venida del Señor. Repasemos rápidamente el capítulo seis.
El primer sello presenta a un caballo blanco y a su victorioso jinete, como admirable representación de la iglesia apostólica en su triunfante tra¬yectoria durante el primer siglo de nuestra era (vers. 1,2). Los caballos rojo, negro y amarillo, y los detalles indicados en cada sello, representan la creciente contaminación espiritual dentro de la iglesia, a medida que la misma se fue apartando de la Palabra de Dios para ajustarse a tradiciones humanas. Este peligro lo advirtieron el apóstol Pablo (2 Tes. 2: 7) y el apóstol Juan (1 Juan 4: 3).
Ese "misterio de iniquidad" o "espíritu del anticristo" en acción, creó una época de persecuciones por un lado, y propició la entrada de herejías en la iglesia por otro, simbolizadas por el caballo rojo y su jinete (vers. 3, 4), acontecimientos cumplidos en los siglos II y III. A éste sigue un ter¬cer periodo de escaso alimento espiritual y consecuente oscurantismo, re¬presentado por el caballo negro y su jinete (vers. 5, 6), que dominaron los siglos IV y V. La cuarta etapa profética, con símbolos que claramente muestran el desarrollo de la decadencia espiritual de los siglos VI al XVI, está representada por el caballo amarillo con la muerte como jinete (vers. 7, 8).
Al término de este largo período la profecía predice el levantamiento de una protesta, una reclamación justa motivada por todas las acciones cometidas en los siglos anteriores contra los que murieron acusados de herejía, cuando en realidad eran fieles a la Palabra de Dios.
Así llegamos al quinto sello (vers. 9-11) donde aparecen las almas debajo del altar. Esas "almas" simbolizan o representan el clamor de aquéllos que por haber sido tratados injustamente por su fidelidad a Dios, esperan justicia.
En este caso se usa la figura de lenguaje llamada "personificación" (prosopopeya), por la que se atribuye vida, acción o inteligencia a cosas inanimadas...................................
Así se la usa al decir que la "sangre de Abel" clamaba ante Dios (Gen. 4: 9,10), o que la piedra clamaba desde la pared y la viga le contestaba (Hab. 2: 11), o que el salario defraudado a los trabajadores clamaba ante Dios (Sant. 5: 4). En el texto que nos ocupa, las personas o mártires llamados "almas", sacrificadas injustamente en aras del fanatismo religioso equivocado durante los siglos anteriores, clamaban a Dios por justicia. Y Dios contestó su clamor.
En la vida, esos cristianos perseguidos y martirizados habían sido considerados como el apóstol Pablo lo dijera: "escoria del mundo" y "desecho de todos" (1 Cor. 4: 13). Pero gracias a los movimientos espirituales de los siglos XII al XVI, esos muertos recibieron "ropas blancas", desde que fueron reconocidos como mártires de la fe verdadera, y no herejes. Hoy se comprueba que ellos murieron "por causa de la Palabra de Dios y por el testimonio que tenían".
DOSOLIVOS, medita en ésto, los caballos en el cielo ¿son reales o simbólicos?..........aplica lo mismo a las almas bajo el altar ya que forman parte de los siete sellos.