«1 (2) Dios mío, Dios mío,
no guardes silencio;
no te quedes callado y sin hacer nada.
2 (3) ¡Fíjate en tus enemigos:
mira cómo se alborotan!
¡Fíjate en los que no te quieren:
mira cómo te desafían!
3 (4) Hacen planes contra tu pueblo amado,
con intenciones de hacerle daño,
4 (5) y hasta se atreven a decir:
«¡Vamos a destruirlos por completo!
¡Jamás volverá a mencionarse
el nombre de Israel!»
5-8 (6-9) Los ejércitos de muchos pueblos
se han puesto de acuerdo para hacerte la guerra:
se han juntado Edom, Moab, Asiria
y las tribus del desierto;
a ellos se han unido los ejércitos
de Guebal, Amón, Amalec, Tiro y Filistea.
9 (10) ¡Acaba con ellos,
como acabaste con Madián!
¡Acaba con ellos, como acabaste
con Sísara y Jabín a orillas del río Quisón!
10 (11) Ellos fueron derrotados en Endor,
y quedaron tendidos en el suelo,
tirados como el estiércol.
11 (12) ¡Acaba con su gente de importancia,
como acabaste con Oreb y con Zeeb!
¡Acaba con todos sus jefes,
como acabaste con Zalmuná y Zébah,
12 (13) que pensaban adueñarse
de nuestras valiosas tierras!
13 (14) Dios mío,
haz que el viento se los lleve
como se lleva a la paja.
14-15 (15-16) ¡Persíguelos con tus tormentas!
¡Espántalos con tus tempestades!
¡Sé como las llamas de fuego
que acaban con cerros y bosques!
16 (17) Dios mío,
¡llénalos de vergüenza,
para que te reconozcan como Dios!
17 (18) ¡Derrótalos para siempre!
¡Derrótalos y acaba con ellos!
18 (19) ¡Así conocerán tu poder,
y sabrán que solo tú gobiernas
sobre toda la tierra!»
Salmos 83:1-18 TLAI