Porque solo los presbiteros celebran misa o ecuristia ?
La respuesta más sencilla es: porque ése es su trabajo. Preguntar por qué solo los sacerdotes pueden consagrar la Eucaristía es un poco como preguntar por qué solo los congresistas pueden votar proyectos de ley. Es su función. La sociedad humana requiere una división del trabajo. Dentro de la civilización no existe el verdadero «comodín». Dado que la naturaleza humana requiere sociedad («No es bueno que el hombre esté solo», Génesis 2:18) y que la sociedad requiere una división del trabajo, la naturaleza humana requiere indirectamente la existencia de todo tipo de ocupaciones: agricultores, gobernantes, oficinistas, carpinteros y sacerdotes-hombres que ministren en las cosas santas.
Las cosas santas son las más importantes que existen, lo que significa que, de todas las cosas, requieren un especialista que las atienda. Entre las cosas santas se encuentran la realización del culto colectivo adecuado a Dios, la bendición del pueblo, la enseñanza del pueblo y el gobierno pastoral del pueblo, todo lo cual se atribuye tanto a los sacerdotes del Antiguo Testamento como a los presbíteros-sacerdotes del Nuevo Testamento.
El principal acto de culto colectivo para un sacerdote es la ofrenda de sacrificios a Dios en nombre del pueblo. Para los sacerdotes del Antiguo Testamento eran las ofrendas de animales sacrificados; para los sacerdotes del Nuevo Testamento es la ofrenda de Cristo vivo a su Padre cuando se presenta a sí mismo ante su Padre en su intercesión celestial a nuestro favor como nuestro sumo sacerdote. Si Dios exigió especialistas para realizar incluso los sacrificios de animales, ¡cuánto más exigirá especialistas para desempeñar un papel en la ofrenda de Cristo vivo a su Padre!
Esto es aún más evidente cuando se considera la Presencia Real de Cristo en la Eucaristía. Si cualquier laico pudiera consagrar los elementos, Cristo sufriría innumerables ofensas en la Eucaristía. Solo a alguien que ha sido especialmente entrenado y que es especialmente digno de confianza se le debe permitir ministrar en este sagrado evento.
Podemos ver el desastre que resultaría si todo cristiano pudiera consagrar los elementos si miramos 1 Corintios 11:20-30. Los corintios estaban ofendiendo a Cristo. Los corintios estaban ofendiendo a Cristo en la Eucaristía de tal manera que algunos de ellos estaban enfermando e incluso muriendo. Dado que Dios Padre valora tanto la presencia de su Hijo en la Eucaristía, ¿cómo podría permitir que cualquier cristiano, por pecador, mal educado, herético o incluso mentalmente desequilibrado que fuera, consagrara los elementos?
Se producirían innumerables desastres, y simplemente no hay forma de que Dios permitiera que alguien que no fuera una persona especialmente entrenada en la correcta administración del sacramento hiciera la consagración.
El pan es simbolico ?
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Sectas, apologética y conversos
Apologética: Los sacramentos, su necesidad e importancia
El Pan Eucarístico
No estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa,que no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo
Siempre que puedo tengo la costumbre de visitar a los hermanos católicos en sus casas. Y un día, por equivocación, entré en una casa donde estaba reunido un grupito de hermanos evangélicos. Se asombraron muchísimo cuando de repente vieron en medio de ellos al cura de la Iglesia Católica. Les expliqué que estaba invitando a los católicos para leer juntos la Palabra de Dios y luego participar en «la Fracción del Pan» o Santa Misa. Inmediatamente un hermano evangélico me replicó: «¡La Palabra de Dios es el único Pan de vida!» (para hacerme entender que ellos no necesitan el Pan sagrado de la Misa).
Felicito sinceramente a nuestros hermanos evangélicos por el gran amor que tienen a la Palabra de Dios como Pan de vida. Pero me sorprende que ellos con tanta facilidad rechacen el Pan Eucarístico o Santa Misa. Este hecho me hizo pensar mucho, y luego tomé la decisión de escribir esta carta a mis hermanos católicos para explicarles que no estamos equivocados con la celebración de la Eucaristía o Santa Misa, y para recordar que la Misa no es un invento de los curas, sino que, según la Biblia, es un mandato sagrado de Cristo mismo.
El Pan de la Palabra y el Pan Eucarístico
En el Evangelio de San Juan, Jesús hace una reflexión muy profunda acerca de este tema. Jesús proclama que «El es el verdadero Pan que ha bajado del cielo» (Jn. 6, 33-35), y el Señor nos da dos razones para explicarnos por qué El es el Pan de vida:
- Primero: Jesús es «el Pan de vida», por su Palabra que abre la vida eterna a los que creen (Jn. 6, 26-51). Es decir, Jesús es «el Pan de la Palabra» que hay que creer.
- Segundo: Jesús es «Pan de Vida» por su carne y su sangre que se nos dan como verdadera comida y bebida (Jn. 6, 51-58). Con estas últimas palabras, Jesús anuncia la Eucaristía que El va a instituir durante la Ultima Cena: «Tomad y comed, esto es mi Cuerpo» (Lc. 22,19). «Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en él» (Jn. 6, 55-56).
Está claro entonces que no debemos quedarnos solamente con «el Pan de la Palabra». Jesús nos invita también a «comer realmente su Cuerpo» como «el Pan Eucarístico».
Ahora bien, nuestros hermanos evangélicos piensan que el Pan Eucarístico es solamente un símbolo de Jesucristo y niegan la presencia real de Cristo en la Cena del Señor. La frase: «Esto es mi cuerpo», para ellos es sólo una expresión figurada.
Es más, las Biblias de los Testigos de Jehová dicen que Jesús en la Ultima Cena no dijo: «Esto es mi cuerpo», sino: «Esto significa mi cuerpo» (Lc. 22,19), y con esto acaban con la presencia real de Cristo en el Pan Sagrado o en la Santa Hostia. (Cualquiera que sepa traducir bien el idioma griego en que fue escrito el Evangelio de Lucas, sabe muy bien que la palabra usada por la Biblia en griego es «estin» que significa en castellano «es», y que esta palabra en ningún caso se puede traducir por «significa», como hacen los Testigos de Jehová. El fundador de los Testigos de Jehová, sin haber hecho estudios de la Biblia con maestros entendidos, se dedicó a traducir la Biblia a su antojo y por eso le hace decir cosas absolutamente inexactas.
Jesús nos invita a comer su Cuerpo y a beber su Sangre
El discurso de Jesús sobre «su Cuerpo, Pan de vida» (Jn. 6,51-58) lo pronunció después de la multiplicación de los panes y, en esta oportunidad, por primera vez, el Señor habló acerca de la Eucaristía: «El pan que Yo daré es mi Carne, y la daré para vida del mundo» (Jn. 6, 51).
Cuando Jesús dijo estas palabras, muchos de sus discípulos lo abandonaron, diciendo que ese modo de hablar era intolerable (Jn. 6, 59-66). Pero Jesús no dijo que estaba hablando en sentido figurado. Jesús insistió: «En verdad les digo: si no comen la carne del Hijo del Hombre y no beben su sangre, no tienen verdadera vida». (Jn. 6,53).
Es más, a los Doce apóstoles Jesús les preguntó: «¿También ustedes quieren dejarme?» (Jn. 6, 67).
De ninguna manera Jesús habló aquí en sentido simbólico o figurado: «El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene la vida eterna y Yo le resucitaré en el último día» (Jn. 6,54).
La Ultima Cena del Señor
En el Nuevo Testamento encontramos hasta cuatro testimonios distintos acerca de la Ultima Cena del Señor: Mateo, Marcos, Lucas y Pablo. Esto quiere decir que la Ultima Cena fue un hecho de suma importancia en la vida de Jesús y en la vida de la primitiva Iglesia.
La noche antes de morir, Jesús invitó a sus apóstoles a celebrar la Pascua de los judíos, que consistía, sobre todo, en una cena solemne. Esta comida era para los judíos «la gran acción de gracias» a Dios. Y el Señor Jesús aprovechó la cena para darle un sentido nuevo y profundo.
Leemos en el Evangelio de San Lucas: «Después, Jesús tomó el pan y dando gracias (eucharistein, en griego) lo partió y se lo dio diciendo: ´Esto es mi cuerpo que es entregado por ustedes. Hagan esto en memoria mía´. Después de la cena hizo lo mismo con la copa. Dijo: ´Esta copa es la alianza nueva sellada con mi sangre, que va a ser derramada por ustedes´» (Lc. 22, 19-20).
La Ultima Cena del Señor tiene muchos significados
Solamente queremos aquí indicar algunos aspectos importantes en relación con nuestro tema:
- Primero: la Cena del Señor es «la gran acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19; 1 Cor.11,24) recuerda las bendiciones que proclaman las obras de Dios: la creación, la redención, y la santificación. La Iglesia prefiere la palabra «Eucaristía» para indicar la Cena del Señor.
- Segundo: Cuando Jesús en la Ultima Cena dijo al partir el pan: «Tomen y coman, esto es mi cuerpo», no estaba hablando en forma simbólica. Estas palabras anunciaban claramente su presencia misteriosa y real en los signos del pan y del vino. Realmente Jesús dio al pan y al vino un nuevo sentido.
Jesús dijo claramente: «Esto es mi cuerpo». Jesús indicó un realismo incomparable y no un simple simbolismo. Esto sucedió en la primera Eucaristía o Santa Misa.
- Tercero: También dio Jesús a sus apóstoles el mandato de recordar y revivir estos gestos sagrados: «Hagan esto en memoria mía» (Lc. 22,19). Fiel a este mandato de Jesús, la Iglesia desde aquel momento hasta ahora realiza continuamente estos signos sagrados que hizo Jesús en la Ultima Cena. Y la Iglesia cree que el Pan consagrado en cada Eucaristía es a la vez figura y realidad del Cuerpo celestial de Cristo: un memorial vivo de Cristo.
-Cuarto: El apóstol Pablo para recordar lo sagrado que es el alimento eucarístico, escribe en términos muy claros: «El cáliz que bendecimos, ¿no es acaso la comunión de la Sangre de Cristo? Y el Pan que partimos, ¿no es acaso la comunión del Cuerpo de Cristo?» (1Cor. 10,16).
Para Pablo, ese pan y ese vino, una vez consagrados, no son un simple símbolo del cuerpo y sangre, sino realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo glorificado. Y en este mismo sentido sigue el apóstol escribiendo a los Corintios, después de reprenderles por algunos abusos que cometían en sus reuniones: «Así, pues, cada vez que comen de este pan y beben de la copa, están proclamando la muerte del Señor hasta que venga. Por tanto si alguien come el pan y bebe de la copa del Señor indignamente, peca contra el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Por eso, que cada uno examine su conciencia antes de comer del pan y beber de la copa. De otra manera come y bebe su propia condenación al no distinguir el cuerpo de Cristo. Esta es la razón por la cual se ven tantos enfermos entre ustedes» (1Cor. 11, 26-30).
Consideraciones finales
Mucha gente de hoy, igual como en el tiempo de Jesús, tiene dudas acerca de la presencia real de Cristo en el Pan Eucarístico. Muchos se preguntan: «¿Cómo puede ser eso?... ¿No es demasiado para nuestra inteligencia humana aceptar todo esto?...»
Es verdad, nuestra inteligencia humana no es capaz de captar esta presencia misteriosa de Cristo en la Eucaristía. Solamente con los ojos de la fe podemos experimentar esta presencia real e íntima de Cristo en el Pan Sagrado.
La presencia del cuerpo de Cristo en el Pan Sagrado no es una presencia física, o sea, material, como si pudiéramos decir: «Jesús está aquí sentado a la mesa al lado mío». No debemos olvidar que el Cuerpo de Cristo, después de su muerte y resurrección, es para siempre un cuerpo glorificado, un cuerpo celestial que se hace presente entre nosotros en el pan y en el vino. Es una presencia real. No una presencia material de Cristo, sino una presencia terrenal de su cuerpo celestial.
En otras palabras: mediante un gesto visible, el creyente participa de una realidad que no se ve, pero entra realmente en comunión con Cristo glorificado y resucitado. Acostumbramos a aplicar la palabra sacramento para designar un signo externo que contiene una realidad espiritual. En la Cena del Señor, o Santa Misa, nuestra fe nos lleva a recibir como Cuerpo y Sangre de Cristo algo que todavía no parece ser más que pan y vino. Pero, por estos signos o sacramentos, Cristo se hace para nosotros realmente alimento y vida.
La Comunión Eucarística es el cuerpo y el corazón de la vida de la Iglesia, la cual es ante todo comunión. Es el lugar en que los hombres experimentan, ya en la tierra, la unión entre ellos y Cristo.
Queridos hermanos, estas son las razones por las que nosotros los católicos, conforme al mandato del Señor: «Hagan esto en memoria mía», celebramos la Eucaristía Domingo tras Domingo, y creemos con toda firmeza que Cristo glorificado está realmente presente en el pan y en el vino consagrados. No es ningún invento de los curas, como piensan algunos hermanos evangélicos, sino que ésta es una enseñanza bíblica, creída plenamente por todos los verdaderos cristianos desde el principio de nuestra santa religión hasta el día de hoy.
Los distintos nombres para indicar la Santa Misa:
Eucaristía porque es «acción de gracias» a Dios. La palabra griega «eucharistein» (Lc. 22,19 y 1 Cor. 11,24) recuerda las bendiciones judías que proclaman, sobre todo durante la comida, las obras de Dios: la creación, la redención y la santificación.
Cena del Señor o Banquete del Señor porque se trata de la Cena que el Señor celebró con sus discípulos la víspera de su pasión (1Cor. 11, 20).
Fracción del Pan porque el gesto de partir el pan y repartirlo lo utilizó Jesús cuando bendijo y distribuyó el pan en la Ultima Cena (Mt. 26, 26; 1 Cor. 11, 24; Hech. 2, 42 y Hech. 20, 7-11).
Comunión porque por este sacramento nos unimos a Cristo que nos hace partícipes de su Cuerpo y de su Sangre para formar un solo Cuerpo (común-unión) (1 Cor. 10, 16-17).
Santo Sacrificio porque actualiza el único sacrificio de Cristo Salvador e incluye la ofrenda de la Iglesia. Así también se llama «Sacrificio de Alabanza» (Heb. 13, 15), sacrificio espiritual (1 Ped. 2,5).
Santa Misa porque la liturgia en la que se realiza el misterio de nuestra salvación se termina con el envío de los fieles (envío=missio en latín) a fin de que cumplan la voluntad de Dios en su vida cotidiana.
Antes del Padecimiento
en la noche de la Cena
el Señor con gracia plena
instituyó el Sacramento.
Su Cuerpo y Sangre sustento
eran para el pecador
por eso el Supremo Autor
en la Mesa del altar
nos dio este rico manjar
que es la fineza mayor.
Cuestionario
¿Es Jesús el Pan de Vida? ¿Cómo interpretan los evangélicos el texto de Lc. 22, 19? ¿Cómo lo interpretamos los católicos? ¿Nos invita Jesús a comer su Cuerpo? ¿Cuándo nos mandó Jesús comer el Pan de Vida? ¿Cómo presentan la Cena los tres sinópticos? ¿Hablaba Jesús en forma real o simbólica sobre su presencia en la Eucaristía? ¿Qué dice Pablo en lo referente a la Comunión? ¿Está Cristo en medio de nosotros?
La Cena de Jesús con sus Apóstoles tiene como fondo la celebración de la Pascua judía. En la comida de Pascua de la Antigua Alianza ya se usaban el pan y el vino. El jefe de la familia explicaba el simbolismo: El pan de la Pascua expresa cómo Dios libera, auxilia y fortalece a su pueblo. El vino regocija el corazón, anima el cuerpo, lo mismo que la sangre. Constituye además uno de los elementos fundamentales del banquete mesiánico.
Los relatos de la institución de la Eucaristía contienen las palabras con que Jesús explicó el nuevo significado del pan y del vino (cáliz, copa) en la Pascua cristiana. La diferencia radical entre ambas Pascuas es que en la de la Nueva Alianza, ese pan y ese vino se hacen realmente el Cuerpo y la Sangre del Mesías Redentor, que se da en alimento a sus seguidores para comunicarles la nueva vida.
En la Cena se encuentran:
- Por un lado, el carácter de banquete de comunión, que en el Antiguo Testamento concluyó la Alianza del Sinaí y fundó el Pueblo de Dios (Ex. 24) Allí, Moisés derramó sangre para el perdón de los pecados de todos y preparó la comprensión del nuevo Moisés, Jesucristo, sacerdote del sacrificio del Nuevo Pueblo de Dios. Jesucristo derrama su sangre por todos, ya que ha bajado del cielo «por nosotros los hombres y por nuestra salvación» (Credo)
- Pero también la Cena anuncia y anticipa el Sacrificio de Jesús en la Cruz cuando se dice que su cuerpo es entregado y que su sangre sella una nueva alianza. Se alude a la muerte del Siervo de Yavé anunciada por los profetas, que es mediador entre Dios y los hombres (pontífice) Y Jesús consiguió la redención no con sangre ajena, sino con la propia.
Cada vez que la Iglesia celebra la Eucaristía:
- Anuncia la muerte redentora de Jesús. Se destacan en los relatos las ideas de expiación, sacrificio, entrega, servicio y amor obediente de Cristo.
- Proclama la alianza definitiva entre Dios y su Pueblo.
- Anticipa el banquete mesiánico.
Por otra parte, el pan partido y el vino repartido, evocan la realidad del cuerpo muerto y de la sangre derramada. Pero no se trata de un puro y simple simbolismo, sino de una realidad. La Palabra de Dios: «esto es mi cuerpo», «esta copa es la nueva alianza sellada con mi sangre», realiza lo que anuncia, ya que esa palabra es siempre eficaz (cfr. B.p.i.l.c., t. 2, p. 127)
LA MISA ES LA RENOVACION DEL SACRIFICIO DEL CALVARIO
El Sacrificio de Cristo se completó en la Cruz, pero se continúa en nuestros altares. En la Ultima Cena Jesús instituyó la Eucaristía para que los hombres pudiesen unirse con El y renovar su sacrificio de un modo incruento. Por eso dijo: «Haced en memoria mía», añadiendo que de esta manera anunciaban «la muerte del Señor hasta que El venga» (1 Co. 11, 26)
El Sacerdote en la Santa Misa es «el mismo Cristo» que está glorioso en los cielos, que actúa a través del ministro sagrado que es «otro Cristo» prestando su voz, su cuerpo y su vida misteriosamente al Señor. La Víctima es también Jesús presente por la Consagración en la Sagrada Eucaristía. A través de la Santa Misa se aplican a los cristianos los méritos de Cristo.
El Concilio Vaticano II enseña: Nuestro Salvador en la Última Cena, la noche que le traicionaban, Instituyó el sacrificio eucarístico de su cuerpo y de su sangre, con el cual iba a perpetuar por los siglos hasta su vuelta el sacrificio de la Cruz y a confiar así a su Esposa, la Iglesia, el memorial de su Muerte y Resurrección: sacramento de piedad, signo de unidad, vínculo de caridad, banquete pascual en el cual se recibe como alimento a Cristo.
Porque mi carne es verdadera comida y mi sangre es
verdadera bebida (In. 6, 55)
Sobre la hija de jefte ???
Hay historias en la Biblia que nos conmueven profundamente, otras que nos dejan muchas inquietudes y nos estremecen entre dudas y desconciertos. Hoy en la primera lectura encontramos una de esas historias difíciles de entender. Si no la conoces te invito a que la leas con detenimiento.
Es la promesa que hace Jefté, sacrificar a la primera persona que salga a recibirlo, si el Señor le concede la victoria sobre sus enemigos. Desafortunadamente su hija es quien lo recibe y Jefté cumple su promesa. Ya antes nos habíamos encontrado con el drama de Abraham que iba a sacrificar a su hijo. ¿Realmente el Señor quiere el sacrificio humano? No sabemos la historicidad de este acontecimiento, pero sí sabemos que el Señor quiere fidelidad a las promesas.
Pronto los profetas descubren en qué consiste la verdadera fidelidad: “Misericordia quiero y no sacrificios”. Nos hablan fuertemente los profetas de lo que el Señor espera de nosotros y cuál es el verdadero sacrificio que le podemos ofrecer: practicar la justicia, amar al prójimo y no desviarse ni a derecha ni a izquierda. Para el pueblo de Israel fue difícil entender qué era lo más importante. Parece que nos pasa lo mismo a nosotros.
Fácilmente ofrecemos una veladora, hacemos algún sacrificio, o tratamos de cumplir algunas promesas; pero con frecuencia olvidamos lo más importante: nuestro verdadero amor a Dios manifestado en el amor al prójimo. Las promesas y los juramentos tienen su sentido si brotan del amor y van unidos al amor. Hay quien jura no embriagarse durante unos meses, pero después se entrega al vicio como si no fuera un pecado. Hay quien se priva momentáneamente de algún bien, pero sigue cometiendo injusticias. Hay quien se viste de tal o cual santo, pero no se preocupa de “vestirse del Señor”. Hoy busquemos sentir el amor de Dios y vivir en ese amor de Dios.
Nuestras promesas y propósitos tendrán su seguridad en que Dios está con nosotros y que nosotros vivimos en su presencia. La parábola que nos presenta el pasaje de San Mateo parecería que llevara una contradicción al condenar al hombre que se presenta al banquete sin el vestido de fiesta, pero no olvidemos cuál es el vestido que nos pide el Señor y cómo seremos agradables a su
Bien Marco Antonio nose osi le entiendas , biem , osi no le entiendes madame un mensaje y de lo respondo, y creo que esta es la razon uno , voy por la razon 2 ,
Y osi me falto algo madame un mensaje para responderde
